No ten¨¦is escapatoria
La muerte del primer ministro Khalifa no genera muchas expectativas de cambio en el reino Bar¨¦in
Bar¨¦in, un peque?o reino insular del Golfo P¨¦rsico del tama?o de Menorca, enclavado entre Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª, ocupa el puesto 169 (sobre un total de 180 pa¨ªses) en la clasificaci¨®n de libertad de prensa de Reporteros sin Fronteras. La poblaci¨®n es mayoritariamente de confesi¨®n chi¨ª, pero la familia real de los Al Khalifa, sun¨ª, domina el pa¨ªs desde finales del siglo XVIII. El recientemente fallecido Khalifa bin Salman Al Khalifa, primer ministro des...
Bar¨¦in, un peque?o reino insular del Golfo P¨¦rsico del tama?o de Menorca, enclavado entre Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª, ocupa el puesto 169 (sobre un total de 180 pa¨ªses) en la clasificaci¨®n de libertad de prensa de Reporteros sin Fronteras. La poblaci¨®n es mayoritariamente de confesi¨®n chi¨ª, pero la familia real de los Al Khalifa, sun¨ª, domina el pa¨ªs desde finales del siglo XVIII. El recientemente fallecido Khalifa bin Salman Al Khalifa, primer ministro desde 1970, fue el gobernante no electo m¨¢s longevo del mundo, el hombre m¨¢s poderoso del pa¨ªs, por encima del propio rey, y la persona m¨¢s odiada y temida por la oposici¨®n.
A falta de prensa independiente (el diario Al-Wasat, creado en 2002, fue clausurado en 2017), una legislaci¨®n que castiga con dureza cualquier cr¨ªtica y un relato hist¨®rico concebido como una hagiograf¨ªa de la familia real, la sistem¨¢ticamente discriminada comunidad chi¨ª se refugia y cohesiona en torno a una memoria oral de agravios a base de historias de martirio y sacrificio, que abarca desde campesinos piadosos asesinados a pu?aladas hace m¨¢s de cien a?os a los ¨²ltimos tres j¨®venes ejecutados en 2019. En esta trama no siempre es f¨¢cil distinguir los episodios reales de las leyendas y rumores. Entre la comunidad chi¨ª circula esta frase atribuida a Khalifa: ¡°Los chi¨ªes son como una alfombra persa: cuanto m¨¢s las pisas, mejor¡±. Myriam al-Khawaja, hija del hist¨®rico opositor y defensor de los derechos humanos Abdulhadi al-Khawaja ¡ªel mayor cr¨ªtico de Khalifa y condenado a cadena perpetua ¡ª la recordaba esta semana en su cuenta de Twitter. Otras personas consultadas dudan de la veracidad de esta frase: ¡°Era un hombre malvado, pero no era est¨²pido¡±. El acad¨¦mico especializado en Bar¨¦in, Marc Owen Jones, resume: ¡°No conozco esa cita, pero la abierta animosidad de Khalifa hacia los chi¨ªes est¨¢ muy documentada¡±.
De todas las historias fabulosas que me contaron en Bar¨¦in sobre Khalifa (incluida la de que se somet¨ªa a transfusiones de sangre en una isla de Indonesia) la m¨¢s extraordinaria de todas result¨® ser cierta: compr¨® por un dinar, apenas dos euros, los terrenos sobre los que luego se construir¨ªan los rascacielos del puerto financiero de Bahr¨¦in. En las manifestaciones prodemocr¨¢ticas de 2011 los barein¨ªs de distinta confesi¨®n (sun¨ªes, chi¨ªes, religiosos y ateos, conservadores e izquierdistas) agitaban al aire, con un teatral sentido de la iron¨ªa, billetes de un dinar. Tambi¨¦n portaban pancartas en donde aparec¨ªan todos los distintos presidentes de Estados Unidos desde 1970 acompa?ados todos ellos por el infinito cromo repetido del primer ministro barein¨ª, con su caracter¨ªstico bigote.
Su dominio del aparato burocr¨¢tico y de los ¨®rganos de seguridad le convirti¨® en el verdadero gobernante del reino, por encima de su diletante hermano, el emir Isa bin Salman al Khalifa, que qued¨® relegado a tareas ceremoniales. La reci¨¦n estrenada independencia del imperio brit¨¢nico, obtenida en 1971, frustr¨® pronto las aspiraciones pol¨ªticas de la oposici¨®n y conserv¨®, en cambio, algunas de las facetas m¨¢s inquietantes de ¨¦poca colonial: Ian Henderson, asesor de seguridad bajo el mandato brit¨¢nico, sigui¨® cumpliendo el mismo papel bajo la estrecha colaboraci¨®n y connivencia del primer ministro Khalifa. A Henderson, curtido en la salvaje represi¨®n de los Mau Mau en Kenya y apodado ¡°el carnicero de Bar¨¦in¡±, se le asocia al r¨¦gimen de terror y violaci¨®n sistem¨¢tica de derechos humanos instaurado en la isla.
A pesar de frustrar la apertura democr¨¢tica, en los 70 Salman fue capaz de atraer a su gabinete a algunos pol¨ªticos de diferentes facciones y prohombres de familias chi¨ªes. Con inteligencia y determinaci¨®n que le reconocen hasta sus enemigos, Salman jug¨® un papel clave en la modernizaci¨®n del pa¨ªs y en su diversificaci¨®n econ¨®mica. Logr¨® convertir Bar¨¦in en el centro financiero m¨¢s importante de la regi¨®n en sustituci¨®n de la destruida Beirut de la guerra civil (posteriormente, en la d¨¦cada de los 90, ser¨ªa desplazada por Dubai y Abu Dhabi). Mientras el pa¨ªs fortalec¨ªa su econom¨ªa, el primer ministro engordaba su patrimonio sin disimulo. Su riqueza, imposible de fiscalizar y de investigar, es tambi¨¦n terreno abonado a la leyenda. En palabras exquisitamente c¨ªnicas del embajador de Estados Unidos en Bar¨¦in en 2004, Ronald E Neumann (filtradas por WikiLeaks) ¡°Creo que Sheikh Khalifa no es del todo una influencia negativa. Aunque ciertamente corrupto, ha ayudado a construir gran parte del Bar¨¦in moderno¡±.
En la d¨¦cada de los 80, tras el triunfo de la revoluci¨®n iran¨ª y el estallido de la guerra Irak-Ir¨¢n, Khalifa adopt¨® una posici¨®n abiertamente hostil contra la poblaci¨®n chi¨ª. Se sucedieron las deportaciones indiscriminadas de ciudadanos barein¨ªs a Ir¨¢n y las detenciones masivas. Esta ola represora fue decisi¨®n personal del primer ministro, que actu¨® en contra de la opini¨®n de su asesor de seguridad, el severo Ian Henderson, como recoge Marc Owen Jones en su libro Political Repression in Bahrain. El investigador brit¨¢nico sostiene que, en contra de la narrativa gubernamental, la revoluci¨®n iran¨ª no origin¨® en Bar¨¦in ning¨²n levantamiento ni movilizaci¨®n armada por parte de la poblaci¨®n chi¨ª que justificara la violenta reacci¨®n del gobierno.
El malestar social originado por la ola represora de los 80 explotar¨ªa en forma de levantamiento en la d¨¦cada de los 90, en el que confluyeron fuerzas en teor¨ªa antag¨®nicas: partidos seculares izquierdistas, liberales y partidos religiosos chi¨ªes, unidos contra el mismo enemigo.
Tras la muerte del emir en 1999, ascendi¨® al trono su hijo Hamad bin Isa al Khalifa (a partir de 2001 adoptar¨ªa el t¨ªtulo de rey, cambiando la forma de Estado de Emirato a Reino). El nuevo monarca no parec¨ªa dispuesto a asumir rol secundario que hab¨ªa ejercido su padre. Fuera por distanciarse de las pol¨ªticas de su t¨ªo, el primer ministro, o por convencimiento, Hamad ensay¨® una reforma democr¨¢tica aprobada mayoritariamente por sufragio universal. El espejismo dur¨® poco, el nuevo rey incumpli¨® su palabra y el gobierno volvi¨® a replegarse en la autocracia. De esa frustraci¨®n, alimentada por los aires de la primavera ¨¢rabe, nacen las revueltas prodemocr¨¢ticas de 2011.
La represi¨®n de las protestas
Frente a las multitudinarias manifestaciones que hicieron tambalearse al r¨¦gimen se ensayaron tres posturas por parte del tridente de la familia real: el primer ministro jug¨® la baza de poli malo, acusando a los manifestantes de ser terroristas y quintacolumnistas iran¨ªes; el pr¨ªncipe heredero, Salman bin Hamad al Khalifa, fue el poli bueno que intento negociar un acuerdo con los partidos de la oposici¨®n y lleg¨® incluso a mostrar en la televisi¨®n estatal sus condolencias por los primeros manifestantes asesinados. Y el rey, como espectador privilegiado, parec¨ªa mirar la partida de ajedrez desde lejos.
Las tanquetas saud¨ªes, apoyadas por la polic¨ªa, el ej¨¦rcito y bandas paramilitares alentadas por el primer ministro, ejecutaron la contrarrevoluci¨®n con la misma mentalidad feudal de los conquistadores del siglo XVIII. El hospital de Salmaniya fue convertido en objetivo militar. M¨¢s de 40 m¨¦dicos y dem¨¢s personal sanitario fueron detenidos, torturados y encarcelados, algunos bajo la acusaci¨®n de formar parte de grupos terroristas.
El episodio fue tan grotescamente s¨®rdido que los tradicionales pa¨ªses aliados y socios preferentes como Estados Unidos (que posee en Bar¨¦in la sede de su V Flota) y Reino Unido se vieron obligados a reclamar la apertura de una comisi¨®n independiente de investigaci¨®n. El coronel Mubarak bin Huwail fue imputado por torturar a varios m¨¦dicos de Salmaniya. Tras su absoluci¨®n, el primer ministro le fue a visitar a su casa y, delante de las c¨¢maras, le dio las gracias por los servicios prestados a Bar¨¦in y bendijo la impunidad judicial: ¡°No permitiremos que nadie te haga da?o. Estas leyes no se te pueden aplicar. Nadie puede tocar este v¨ªnculo. Quien aplique estas leyes en su contra, las est¨¢ aplicando contra nosotros. Somos un solo cuerpo¡±.
Escepticismo de la oposici¨®n
?Qu¨¦ pasar¨¢ en Bar¨¦in cuando el pr¨ªncipe heredero, Salman, aquel ¡°poli bueno¡± de 2011, sea nombrado nuevo primer ministro? La oposici¨®n se muestra cauta y esc¨¦ptica ante el devenir pol¨ªtico de la isla. Al Khawaja, en conversaci¨®n telef¨®nica desde su exilio en Dinamarca, se?ala que, a diferencia de Khalifa, que cre¨ªa en ¡°la mano de hierro¡± como m¨¢xima arma pol¨ªtica, el pr¨ªncipe heredero es m¨¢s ¡°pragm¨¢tico y partidario de dar migas a la poblaci¨®n para que se sienta c¨®moda, pero sin libertad¡±. Advierte contra espejismos: ¡°Salman cumple el perfil de ni?o bonito de las democracias occidentales, el joven criado en Occidente, aparentemente m¨¢s abierto y tolerante, como dijeron en su momento de Bachar al Asad¡±.
Marc Owen Jones duda de que el nuevo nombramiento tenga efectos significativos en la pol¨ªtica interna del pa¨ªs, cuyo gran actor seguir¨¢ siendo el vecino Arabia Saud¨ª, de qui¨¦n Bar¨¦in depende econ¨®mica, pol¨ªtica y militarmente.
¡°Tal vez lo peor est¨¦ a¨²n por llegar¡±, resume otra activista barein¨ª que no puede dar su nombre por motivos de seguridad. Y, en la misma l¨ªnea, Khawaja apunta a una posibilidad aterradora: que el nuevo cambio de sillas de m¨¢s protagonismo al m¨¢s joven de los pr¨ªncipes, Nasser bin Hamad al-Khalifa, el deportista, presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico de Bar¨¦in, el promotor del equipo de ciclismo Bahrain McLaren y del equipo de triatl¨®n Bahrain Endurance13, y que hace poco luc¨ªa orgulloso la camiseta del C¨®rdoba CF tras la adquisici¨®n del equipo por parte de un fondo de inversiones barein¨ª. El que, en los d¨ªas siguientes al aplastamiento de las revueltas de 2011, pronunci¨® en la televisi¨®n estatal esa frase que resume la situaci¨®n pol¨ªtica de Bar¨¦in mejor que todo el art¨ªculo que acabas de leer: ¡°Que un muro caiga sobre las cabezas de aquellos que pidieron la ca¨ªda del r¨¦gimen. Ya sea un atleta, un activista o un pol¨ªtico. Bar¨¦in es una isla y no ten¨¦is escapatoria¡±.
Emilio S¨¢nchez Mediavilla es editor cofundador de Libros del K.O. y autor del libro sobre Bahr¨¦in Una dacha en el Golfo (Premio Anagrama de Cr¨®nica Sergio Gonz¨¢lez Rodr¨ªguez).