El largo camino de la justicia terrenal para un aspirante a beato
El hijo de un preso franc¨¦s guillotinado en 1957 y en proceso de beatificaci¨®n busca que la ley cambie para que pueda ser rehabilitado
A pesar de haber incumplido uno de los diez mandamientos al asesinar a un hombre, Jacques Fesch nunca dud¨® de que ir¨ªa al cielo. ¡°En cinco horas ver¨¦ a Jes¨²s¡±, escribi¨® en la madrugada del 1 de octubre de 1957, poco antes de ser conducido desde la celda de la c¨¢rcel parisina de la Sant¨¦ donde hab¨ªa pasado los ¨²ltimos tres de sus 27 a?os de vida, hasta el verdugo. Denegado el indulto presidencial, este lo coloc¨® en la guillotina y accion¨® el mecanismo que, desde la Revoluci¨®n Francesa y hasta la ¨²ltima aplicaci¨®n de la condena de muerte, justo 20 a?os m¨¢s tarde que la de Fesch, sirvi¨® en Francia para ejecutar la pena capital en incontables ocasiones. Si sus profec¨ªas ¡ªo deseos¡ª se cumplieron es algo que solo saben ¨¦l y, en todo caso, la Iglesia cat¨®lica que desde 1994 intenta beatificarlo, impresionada por el arrepentimiento y proceso m¨ªstico que desarroll¨® durante sus a?os tras las rejas ese joven ateo reconvertido en un devoto cat¨®lico que se pasaba las horas rezando en la celda desde que su madre le enviara a prisi¨®n un libro sobre las apariciones de F¨¢tima. Aunque la justicia divina parezca haberlo perdonado, otra cosa es la terrestre. Y la francesa, en particular, es un hueso duro de roer. M¨¢s de medio siglo despu¨¦s de que el hombre al que la prensa de la ¨¦poca llam¨® el ¡°asesino de polic¨ªas¡± fuera ejecutado por matar a un agente durante un atraco frustrado, su hijo busca la rehabilitaci¨®n legal de Fesch. Una especie de ¡°perd¨®n laico¡±, lo llama. Para ello, sin embargo, tiene que cambiar la ley. Y eso puede ser m¨¢s dif¨ªcil que lograr el perd¨®n divino.
Bien lo sabe G¨¦rard Fesch. ?l es el hijo ileg¨ªtimo de Jacques, concebido solo un mes antes de que su padre diera un giro fatal a su hasta entonces frustrante pero acomodada existencia ¡ªera hijo de un banquero parisino¡ª y cometiera el fat¨ªdico atraco con el que buscaba iniciar una nueva vida: quer¨ªa comprar un barco para huir a las islas Gal¨¢pagos, despu¨¦s de que su padre le denegara un pr¨¦stamo a esa oveja negra de la familia que no acab¨® la secundaria y hab¨ªa abandonado tambi¨¦n a su esposa e hija. Todo esto lo supo G¨¦rard solo cuatro d¨¦cadas m¨¢s tarde, en 1994, cuando una amiga le mostr¨® la foto de un art¨ªculo que hablaba de los intentos de la Iglesia por beatificar a un hombre, Jacques Fesch, cuyos diarios sobre su conversi¨®n religiosa, publicados bajo el t¨ªtulo ¡°Luz sobre el pat¨ªbulo¡± a mediados de los a?os 80, tuvieron un gran ¨¦xito entre el p¨²blico cat¨®lico, recuerda la revista L¡¯Obs. Jacques y G¨¦rard, que hab¨ªa crecido en varias familias de acogida y que a sus 40 a?os todav¨ªa llevaba el apellido Droniou, se parec¨ªan como dos gotas de agua. Una prueba de ADN demostr¨® que era su padre, para disgusto de la familia Fesch que, seg¨²n G¨¦rard, intent¨® impedir el reconocimiento legal por cuestiones de herencia.
Pasar de ser un ni?o abandonado a ser hijo de un ajusticiado tampoco fue f¨¢cil de ¡°asimilar¡±, reconoci¨® G¨¦rard a la Agencia France Presse. Pero una vez que supo que su padre, en prisi¨®n, se hab¨ªa interesado por ¨¦l y hasta le escribi¨® una carta que su familia ocult¨® durante d¨¦cadas, decidi¨® luchar por cambiar tambi¨¦n su destino. ¡°Lo que quiero es que la historia no se acuerde solo del guillotinado, sino de que todo hombre puede arrepentirse y convertirse en alguien mejor¡±, explic¨® en v¨ªsperas de la llegada esta semana del caso al Consejo Constitucional, la ¨²ltima instancia de un largo camino judicial para buscar cambiar la ley y que, as¨ª, Jacques Fesch pueda ser rehabilitado. Porque si bien la ley gala permite desde rehabilitar a los condenados para que, una vez cumplida su pena recuperen todos sus derechos c¨ªvicos, hay una excepci¨®n mantenida pese a la abolici¨®n de la pena capital en 1981: no se aplica a los condenados a muerte que han sido ejecutados, solo a los indultados.
Ante este organismo que podr¨ªa pronunciarse a favor de cambiar dicha norma, los defensores de la petici¨®n subrayaron que va m¨¢s all¨¢ del caso Fesch. ¡°La rehabilitaci¨®n es m¨¢s que un derecho. Es una filosof¨ªa. Es la idea de que un hombre no puede ser reducido a su crimen y que, evidentemente, puede cambiar¡±, dijo ante el Consejo el abogado estrella Eric Dupond-Moretti. El veredicto que podr¨ªa cambiar el destino terrenal de Jacques Fesch se conocer¨¢ el 28 de febrero. Los miembros del Consejo Constitucional, al que pertenecen expresidentes como Val¨¦ry Giscard d¡¯Estaing y ex primeros ministros como Alain Jupp¨¦ o Laurent Fabius, tienen la oportunidad, insiste su hijo, de poner ¡°una nueva piedra en el combate contra la pena de muerte¡±.
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