La defensa de Trump usar¨¢ la libertad de expresi¨®n como argumento en el ¡®impeachment¡¯
Los abogados del expresidente y la acusaci¨®n dem¨®crata presentan sus escritos previos al juicio por ¡°incitaci¨®n a la insurrecci¨®n¡± tras el asalto al Capitolio
Los abogados de Donald Trump argumentan que el expresidente de Estados Unidos no incit¨® con sus palabras o actos el asalto al Capitolio protagonizado por una turba de sus seguidores el pasado 6 de enero, y que sus arengas a la muchedumbre ...
Los abogados de Donald Trump argumentan que el expresidente de Estados Unidos no incit¨® con sus palabras o actos el asalto al Capitolio protagonizado por una turba de sus seguidores el pasado 6 de enero, y que sus arengas a la muchedumbre horas antes del sangriento episodio suponen un ejercicio de la ¡°libertad de expresi¨®n amparada¡± por la Constituci¨®n. Esas son las l¨ªneas generales de la respuesta que la defensa present¨® este martes ante el Senado, a una semana de que comience el juicio pol¨ªtico a Trump ¡°por incitaci¨®n a la insurrecci¨®n¡±. Para la acusaci¨®n, ejercida por los dem¨®cratas, el magnate es ¡°particularmente responsable¡± de lo sucedido.
El cuarto impeachment de la historia de Estados Unidos, el segundo contra Trump, comenzar¨¢ el pr¨®ximo martes en la C¨¢mara alta, pero tanto los representantes legales del exmandatario como los nueve congresistas dem¨®cratas que ejercen de fiscales (llamados gestores) han avanzado ya los argumentos que unos y otros utilizar¨¢n para sostener si el republicano es culpable. Esa condena -improbable porque requiere una mayor¨ªa de dos tercios en el Senado y los republicanos no est¨¢n dispuestos a sentenciarlo- implicar¨ªa despu¨¦s su inhabilitaci¨®n para volver a presentarse a unas elecciones, objetivo ¨²ltimo que persigue la acusaci¨®n. A diferencia de los tres juicios pol¨ªticos contra un presidente celebrados hasta ahora, el l¨ªder que ser¨¢ juzgado ahora ya se encuentra fuera de la Casa Blanca, con lo que una condena no implicar¨ªa su destituci¨®n.
El magnate neoyorquino hab¨ªa pasado meses agitando el fantasma del fraude electoral con el argumento de que el voto anticipado y por correo, que los Gobiernos de los Estados favorecieron como medida de prevenci¨®n ante la pandemia, era campo abonado para las irregularidades. Cuando perdi¨®, redobl¨® esas acusaciones e impuls¨® una cruzada legal, con m¨²ltiples pleitos, en los territorios clave. Ning¨²n tribunal hall¨® pruebas de esa trampa masiva, pero Trump sigui¨® sin reconocer la victoria del dem¨®crata Joe Biden y anim¨® a las protestas.
El 6 de enero por la ma?ana, el mismo d¨ªa en que el Congreso deb¨ªa confirmar la victoria de Biden, lanz¨® un ¨²ltimo discurso incendiario ante una muchedumbre congregada junto a la Casa Blanca. Arremeti¨® contra el entonces vicepresidente, Mike Pence, por negarse a boicotear la confirmaci¨®n y pidi¨® a sus seguidores que marchasen hasta el Capitolio para seguir protestando. Una vez all¨ª, se desat¨® la locura. A la semana siguiente, la C¨¢mara de Representantes, de mayor¨ªa dem¨®crata, aprob¨® el cargo contra ¨¦l de ¡°incitaci¨®n a la insurrecci¨®n¡± con el apoyo de 10 republicanos.
Para los dem¨®cratas, ¡°Trump us¨® exactamente el tipo de lenguaje calculado para incitar a la violencia¡± y los v¨ªdeos ¡°eliminan cualquier duda¡± de que el mandatario ¡°de hecho, incit¨® a la violencia¡±. Trump hab¨ªa arengado a los manifestantes con expresiones como: ¡°Nunca recuperar¨¦is vuestro pa¨ªs con debilidad¡±, ¡°Ten¨¦is que demostrar fuerza¡± o ¡°Luchar como el demonio¡±, seg¨²n recuerda el escrito. En v¨ªdeos del asalto se puede escuchar a un manifestante exclamar: ¡°Hemos votado y ?qu¨¦ han hecho? Lo han robado (el resultado). ?Recuperemos nuestro pa¨ªs!¡±. Otro grit¨®: ¡°Mike Pence, vamos a por ti, traidor¡¡±.
En su escrito de acusaci¨®n, de 80 p¨¢ginas, los dem¨®cratas consideran a Trump ¡°particularmente responsable¡± por la ¡°violencia y la destrucci¨®n¡± desencadenadas aquel d¨ªa y desechan el argumento republicano de que el Senado no puede juzgar a un dirigente ya fuera del cargo, porque el presunto delito sucedi¨® a¨²n durante su periodo de presidente. Su ¡°traici¨®n¡±, recalcan, es de ¡°proporciones hist¨®ricas¡±.
En cambio, los abogados del expresidente sostienen que sus palabras aquella ma?ana no implican referencias a la violencia o el incumplimiento de la ley, sino que se refer¨ªan ¡°a la necesidad de luchar por la seguridad de las elecciones en general¡±. En su escrito, de 14 p¨¢ginas, evitan insistir en el bulo del robo electoral, pero sostienen que el expresidente de Estados Unidos, ahora retirado en su mansi¨®n de Florida, s¨ª lo cre¨ªa de verdad y al se?alarlo p¨²blicamente estaba ejerciendo una libertad de expresi¨®n protegida por la Primera Enmienda de la Constituci¨®n, de modo que no se le puede someter a un impeachment por eso. Adem¨¢s, no dejan de sembrar la duda al se?alar: ¡°No existen suficientes pruebas para concluir si sus declaraciones eran precisas o no y, por tanto, que sean falsas¡±.
La defensa insiste en que en ning¨²n momento hubo una petici¨®n expl¨ªcita a vulnerar la ley o entrar dentro del Congreso y que, cuando se produjo el asalto, el republicano pidi¨® a sus seguidores que se manifestaran de ¡°forma pac¨ªfica¡±. ¡°Si este discurso [en referencia al pronunciado por el expresidente la ma?ana del 6 de enero] es considerado como incitaci¨®n a la insurrecci¨®n, entonces creo que cualquier ponente pol¨ªtico apasionado se encuentra en riesgo¡±, plante¨® uno de los abogados de Trump, David Schoen, en una entrevista con The Washington Post el pasado domingo.
Muchos de los agitadores trumpistas se han convertido ahora en un quebradero de cabeza para el expresidente, pues ellos mismos, a la hora de defenderse de los diferentes delitos que se les imputan (desorden p¨²blico o irrupci¨®n violenta en un edificio de acceso restringido, entre los m¨¢s leves y comunes), se?alan que se limitaban a obedecer a la m¨¢xima autoridad del pa¨ªs. ¡°Cuando el presidente, el 6 de enero, les pide que caminen con ¨¦l por la avenida de Pensilvania, sent¨ªan no solo que el presidente les hablaba a ellos, sino que les estaba invitando. ?Tuvo nuestro presidente un papel? ?Tuvo una influencia? ?Caus¨® al menos en parte lo que ocurri¨® el 6 de enero? S¨ª. Categ¨®ricamente. Sin duda alguna¡±, dec¨ªa hace unos d¨ªas a EL PA?S el abogado Albert Watkins, que representa a uno de los asaltantes m¨¢s reconocibles, Jacob Chansley, que iba disfrazado con pieles y se le conoce como el cham¨¢n de QAnon. Como ¨¦l, seg¨²n inform¨® Reuters este martes, hasta 170 detenidos est¨¢n tratando de trasladar parte de culpa al republicano.