La C¨¢mara de Representantes aprueba el segundo ¡®impeachment¡¯ contra Donald Trump
El presidente, que dejar¨¢ la Casa Blanca en una semana, ser¨¢ juzgado por ¡°incitaci¨®n a la insurrecci¨®n¡± tras el asalto violento al Capitolio. Diez republicanos se han sumado a los dem¨®cratas
La era de Donald Trump termina con el cuarto proceso de destituci¨®n en la historia de Estados Unidos, el segundo contra el propio Trump. La C¨¢mara de Representantes vot¨® este mi¨¦rcoles a favor de juzgar al presidente republicano por ¡°incitaci¨®n la insurrecci¨®n¡± tras el violento asalto al Capitolio, hace una semana, por parte de unos ultras arengados por ¨¦l mismo. A solo una semana de dejar la Casa Blanca, Trump se ha convertido en el primer mandatario sometido dos veces a un impeachment, pero, a diferencia del juicio pol¨ªtico por el esc¨¢ndalo de Ucrania, este caso ha abierto grietas entre los suyos. El procedimiento sali¨® adelante con 232 votos a favor (una decena de ellos, republicanos) frente a 197 en contra. El d¨ªa que el mundo vio el templo de la democracia estadounidense atacado por una turba ha sacudido al partido de Abraham Lincoln y ha desatado una crisis nacional.
Ning¨²n otro de los presidentes objeto de juicio en el pasado hab¨ªa recibido tantos votos de su propio partido en favor de juzgarle. Bill Clinton, en 1998, tuvo cinco. Andrew Johnson, en 1868, y el propio Trump, en 2020, ninguno. Esta vez, tras ocho horas de debate y una semana de conmoci¨®n, 10 republicanos se desmarcaron del grupo y votaron junto a los 222 dem¨®cratas, mientras que otros cuatro no votaron.
El Capitolio parec¨ªa un edificio noble tomado por el Ej¨¦rcito en tiempo de guerra. Un imponente despliegue de la Guardia Nacional custodiaba el amplio per¨ªmetro de seguridad alrededor del complejo que acoge la C¨¢mara baja y el Senado, cercado por altas vallas de hierro. Dentro, centenares de militares dorm¨ªan sobre los suelos de m¨¢rmol, descansaban de sus turnos apoyados en las estatuas, com¨ªan o charlaban entre ellos por la ilustre rotonda de la entrada, por todos los pasillos y vest¨ªbulos. Otros, patrullaban por las laber¨ªnticas instalaciones.
Hac¨ªa justo una semana, el 6 de enero, se hab¨ªa escrito un cap¨ªtulo aciago de la memoria de ese lugar. Hordas de seguidores de Trump hab¨ªan irrumpido con desconcertante facilidad para boicotear la certificaci¨®n del dem¨®crata Joe Biden como ganador de las elecciones presidenciales. Horas antes, el a¨²n mandatario les hab¨ªa animado a marchar hacia el lugar y ¡°luchar como un demonio¡± contra unas elecciones que tachaba, sin base, de ¡°robadas¡±. Murieron cinco personas, entre ellas, un polic¨ªa apaleado. La sesi¨®n de las C¨¢maras se suspendi¨® y se retom¨® de noche. Ya de madrugada, se confirm¨® a Biden como presidente electo. Nunca en su historia reciente Estados Unidos hab¨ªa visto tan cerca el fantasma de un golpe. Y nunca en la historia reciente ese Capitolio se hab¨ªa transformado en el fuerte que era este mi¨¦rcoles.
¡°Sabemos que hemos sufrido una insurrecci¨®n que viol¨® la santidad del Capitolio del pueblo y que trat¨® de revertir la voluntad debidamente registrada por el pueblo americano¡±, se?al¨® la presidenta de la C¨¢mara de Representantes, la veterana dem¨®crata Nancy Pelosi, este mi¨¦rcoles al comenzar el debate sobre el impeachment en la sala de plenos. ¡°Y sabemos ¡ªcontinu¨®¡ª que el presidente de Estados Unidos incit¨® a esta insurrecci¨®n, esta rebeli¨®n armada contra nuestro pa¨ªs. Debe irse. Es un claro peligro para el pa¨ªs que todos amamos¡±.
Pelosi, tercera autoridad de la naci¨®n, cit¨® un discurso de Abraham Lincoln de 1862 para llamar a los legisladores, dem¨®cratas y republicanos, a cumplir con su ¡°deber del patri¨®tico en la hora de una crisis decisiva para el pueblo estadounidense¡±. ¡°Compa?eros del Congreso, compatriotas, no podemos escapar de la historia. Cumplamos con nuestro deber y con nuestro juramento y honremos la confianza de nuestra naci¨®n¡±, enfatiz¨®.
El Partido Republicano, hecho un bloque de apoyo a Trump en el impeachment de hace un a?o, ha entrado en una fase de guerra de guerrillas tras el asalto al Congreso. La congresista Liz Cheney, hija del exvicepresidente Dick Cheney y la tercera republicana de m¨¢s peso en la C¨¢mara de Representantes, anunci¨® la noche antes que votar¨ªa a favor de juzgar a Trump. En un duro comunicado, Cheney concluy¨® que ¡°nunca ha habido una mayor traici¨®n por parte de un presidente de Estados Unidos¡±. En el polo opuesto del partido, Jim Jordan, se emple¨® durante el debate en una encendida defensa del mandatario saliente, asegurando que todo respond¨ªa a una ¡°obsesi¨®n¡± por echar a Trump desde su primer d¨ªa.
Pero ese no era el sentir general. Aunque la mayor parte de los republicanos vot¨® en contra del impeachment, pocos dieron la cara por el magnate neoyorquino de forma entusiasta. Result¨® significativa la postura del l¨ªder de la minor¨ªa republicana en la C¨¢mara, el californiano Kevin McCarthy, quien admiti¨® que Trump ¡°tiene culpa¡± de lo ocurrido, pero consider¨® m¨¢s apropiado reaccionar con un ¡°voto de censura¡± al mandatario y la creaci¨®n de una comisi¨®n de investigaci¨®n, que impulsar un juicio pol¨ªtico en el Congreso ¡°en tan poco tiempo¡±, sin haber llevado a cabo pesquisas y audiencias previas.
Trump dejar¨¢ de ser presidente en una semana, el 20 de enero, cuando Biden y la vicepresidenta, Kamala Harris, tomen posesi¨®n de sus cargos. Es excepcional todo lo que rodea a este impeachment, ya de por s¨ª un mecanismo extraordinario. La fase en C¨¢mara de Representantes ha procedido a votar solo una semana despu¨¦s de los hechos, sin articular una investigaci¨®n previa, comparecencias o testigos. Lo que en el impeachment de hace un a?o, a ra¨ªz del esc¨¢ndalo de Ucrania, llev¨® cerca de tres meses, esta vez se ha resuelto en unos d¨ªas, en buena medida porque las faltas que se le atribuyen al presidente se han cometido esta vez a ojos de todo el mundo, en una larga lista de mensajes publicados en Twitter o en discursos grabados y retransmitidos en directo.
Ahora Trump ya est¨¢ formalmente acusado, pero no est¨¢ claro cu¨¢ndo Pelosi trasladar¨¢ el caso al Senado, donde se celebra el juicio propiamente dicho y se vota el veredicto. S¨ª es seguro que el proceso tendr¨¢ lugar con Trump ya fuera de la Casa Blanca. Adem¨¢s, los propios dem¨®cratas se plantean aplazarlo durante semanas, incluso meses, para que la nueva Administraci¨®n de Biden pueda echar a andar sin cortapisas, pues un Senado copado por este juicio tendr¨ªa dificultad incluso para confirmar a los nuevos cargos del Gobierno dem¨®crata.
En el Senado, el veredicto de culpabilidad no ser¨¢ sencillo pese al estupor, ya que requiere dos tercios de los senadores. Los dem¨®cratas controlan la C¨¢mara de Representantes, pero est¨¢n empatados con los republicanos en la C¨¢mara alta (50-50) y necesitar¨ªan los votos de hasta 17 miembros del partido de Trump. Su l¨ªder en el Senado, Mitch McConnell, no se ha pronunciado p¨²blicamente, pero ha expresado su satisfacci¨®n por el proceso como una oportunidad de purgar al partido de la sombra de Trump, seg¨²n fuentes de su entorno directo citadas por The New York Times. Esta posici¨®n de quien fue el muro de contenci¨®n de Trump ante los dem¨®cratas en el juicio por Ucrania da cuenta del nuevo escenario que el 6 de enero se abri¨® en Estados Unidos. Seg¨²n asesores de McConnell, hasta una docena de senadores podr¨ªan votar a favor de condenarlo.
De salir culpable, los senadores podr¨ªan votar acto seguido la inhabilitaci¨®n de Trump para cualquier otro cargo p¨²blico, lo que liquidar¨ªa cualquier posibilidad de presentarse en 2024, algo que insinuaba hasta ahora. El juicio en s¨ª ser¨¢ tambi¨¦n, como defienden los dem¨®cratas, una manera de sentar precedente y no dejar que la acci¨®n del mandatario quede impune. Como alternativa al impeachment, estos instaron al vicepresidente, Mike Pence, a destituir al dirigente por incapacidad invocando la 25? Enmienda de la Constituci¨®n, pero Pence se neg¨®.
Estados Unidos se ha adentrado as¨ª hacia su cuarto impeachment, un procedimiento que los padres de la Constituci¨®n dise?aron para poder condenar y destituir a un presidente en caso de ¡°traici¨®n, soborno, delitos o faltas graves¡±. El primero fue al presidente dem¨®crata Andrew Johnson (1868); el segundo, al tambi¨¦n dem¨®crata Bill Clinton, en 1998, y el tercero, al propio Trump, a principios del 2020 por sus maniobras con el Gobierno de Kiev para sacar trapos sucios de los Biden [Trump pidi¨® al presidente de Ucrania que anunciase investigaciones sobre el hijo de Biden y otros dem¨®cratas].
Es un asalto directo a la democracia lo que se juzgar¨¢ ahora en Washington. Trump llevaba a?os alimentando las dudas sobre la credibilidad del sistema electoral estadounidense, pero al perder la reelecci¨®n contra Biden el 3 de noviembre, comenz¨® una peligrosa huida hacia delante difundiendo un arsenal de acusaciones infundadas de fraude electoral ¨Dtodas tumbadas por los tribunales¨D, presionando a los funcionarios responsables de los territorios clave que perdi¨® y azuzando a sus bases contra lo que calificaba de ¡°robo¡±. El mismo 6 de enero por la ma?ana lleg¨® al ¨¦xtasis lanzando arengas como: ¡°Despu¨¦s de esto, vamos a bajar caminando hasta el Capitolio y vamos a animar a nuestros valientes senadores y congresistas¡±. ¡°A algunos no los vamos a animar mucho porque nunca recuperar¨¦is vuestro pa¨ªs con debilidad, ten¨¦is que mostrar fuerza y ser fuertes¡±, insisti¨®.
Ahora, el clima de desconfianza en Estados Unidos es tal que el general Mark Milley y el resto de jefes del Estado Mayor Conjunto emitieron una declaraci¨®n el martes para recalcar que el Ej¨¦rcito proteger¨¢ la Constituci¨®n de Estados Unidos ¡°contra cualquier enemigo interior¡± y que Joe Biden ser¨¢ el Comandante en Jefe a partir del 20 de enero. Trump, mientras, aislado por la mayor parte del establishment republicano durante sus ¨²ltimos d¨ªas en la Casa Blanca, se dirigi¨® este mi¨¦rcoles a sus seguidores a trav¨¦s de un comunicado en el que rogaba: ¡°Ante las informaciones sobre nuevas manifestaciones, urjo a que no haya NADA de violencia, NADA de romper la ley y NING?N vandalismo¡±. Es tarde, el presidente que jugaba con cerillas se despide encausado de nuevo.
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