La ley de seguridad de Boris Johnson agita las calles del Reino Unido
M¨¢s de 700 acad¨¦micos y 150 asociaciones arremeten contra la propuesta legal. Manifestaciones como la de Bristol ponen en guardia al Gobierno
Las protestas contra la nueva Ley de Polic¨ªa, Delitos, Condenas y Tribunales de 2021 impulsada por el Gobierno de Boris Johnson han elegido un eslogan de brevedad y eficacia tajante: Kill The Bill (Mata la ley), en homenaje a la pel¨ªcula del cineasta estadounidense Quentin Tarantino. Downing Street sabe que cuenta con apoyo popular para un texto que endurece la respuesta policial y penal frente a una ¡°er...
Las protestas contra la nueva Ley de Polic¨ªa, Delitos, Condenas y Tribunales de 2021 impulsada por el Gobierno de Boris Johnson han elegido un eslogan de brevedad y eficacia tajante: Kill The Bill (Mata la ley), en homenaje a la pel¨ªcula del cineasta estadounidense Quentin Tarantino. Downing Street sabe que cuenta con apoyo popular para un texto que endurece la respuesta policial y penal frente a una ¡°era del descontento¡± que ha agitado las calles del Reino Unido. M¨¢s de 150 asociaciones por los derechos humanos y 700 acad¨¦micos y juristas han cuestionado ¡°el alarmante control que se otorga al Estado sobre el derecho de reuni¨®n y protesta¡± y piden la supresi¨®n de amplias partes de la ley.
Todo comenz¨® en abril de 2019, el ¡°abril del levantamiento¡±, cuando de la nada surgi¨® un grupo llamado Extinction Rebellion. Reclamaba una respuesta dr¨¢stica del Gobierno frente a la amenaza del cambio clim¨¢tico, y se granje¨® pronto la simpat¨ªa de los ciudadanos y los pol¨ªticos. Sus protestas y actos p¨²blicos eran pac¨ªficos. Se encadenaban a puentes, paralizaban el tr¨¢fico. Se especializaron en un tipo de actuaciones para las que la Ley de Orden P¨²blico de 1986 no ten¨ªa una respuesta clara: las ¡°manifestaciones est¨¢ticas¡±. Alteraciones de lo cotidiano sin principio ni final, sin punto de partida ni llegada. Un desaf¨ªo a la paciencia de las fuerzas de seguridad. La directora de Scotland Yard (como se conoce popularmente a la Polic¨ªa Metropolitana), Cressida Dick, justificaba la necesidad de una revisi¨®n legal que se empe?¨® personalmente en promover: ¡°Debe servir para hacer frente a unas protestas donde la gente no es manifiestamente violenta ni provoca serios des¨®rdenes, pero que tienen la clara intenci¨®n de poner de rodillas a la polic¨ªa y paralizar la ciudad, y est¨¢n preparadas para usar los m¨¦todos necesarios¡±.
La nueva ley, acelerada por el Gobierno en su tramitaci¨®n en la C¨¢mara de los Comunes, permitir¨¢ a la polic¨ªa imponer una hora de inicio o de t¨¦rmino a cualquier manifestaci¨®n; establecer un l¨ªmite de ruido a partir del cual se considere alterado el orden p¨²blico; aplicar su mandato incluso a una sola persona que proteste en la calle, e imponer multas de hasta 2.900 euros a los que se nieguen a obedecer. Pero la medida que invierte de modo absoluto el marco legal es la obligaci¨®n de los manifestantes de conocer de antemano las posibles restricciones. El principio cl¨¢sico de que el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento. Hasta ahora, la polic¨ªa brit¨¢nica estaba obligada a demostrar fehacientemente que hab¨ªa reclamado a los manifestantes que cesaran en su protesta antes de acusarles de actuar ilegalmente. ¡°Exigimos al Gobierno que abandone esta ley y que se implique con la sociedad civil y los actores m¨¢s relevantes para estudiar entre todos c¨®mo puede protegerse el derecho a la protesta¡±, han reclamado profesores de Derecho de las universidades de Oxford, Cambridge, Durham o York.
Durante la elaboraci¨®n del proyecto, el clima social del Reino Unido ha cambiado. En junio pasado, el movimiento Black Lives Matter sorprendi¨® al Gobierno de Johnson en medio de una pandemia que reclamaba toda su atenci¨®n. La polic¨ªa opt¨® por mirar hacia otro lado e incluso mostrar solidaridad con un asunto que hab¨ªa despertado rencores e injusticias latentes. Algunos agentes hincaron su rodilla en el suelo ante las protestas. Cuando la multitud derrib¨® la estatua del hist¨®rico comerciante de esclavos, Edward Colston, en la ciudad de Bristol, aquellos que reclamaban la restauraci¨®n del orden p¨²blico se lo pensaron dos veces antes de inflamar su discurso.
A continuaci¨®n llegaron las protestas contra unas medidas severas de confinamiento que comenzaban a agotar la paciencia de la ciudadan¨ªa. Otra prueba de estr¨¦s para una polic¨ªa a la que el Gobierno exig¨ªa cada vez m¨¢s mano dura frente a las concentraciones multitudinarias en tiempos de distanciamiento social. La chispa final estall¨® el 13 de marzo. Cientos de mujeres hab¨ªan acudido a la vigilia organizada en un parque de Clapham, al sur de Londres, para rendir homenaje a Sarah Everard, la ejecutiva de 33 a?os secuestrada y asesinada por un agente de polic¨ªa cuando volv¨ªa sola a su casa. Fue una minor¨ªa la que, al llegar la noche, plant¨® cara a unas fuerzas de seguridad atrapadas en ¨®rdenes contradictorias. Instruidas para mantener la calma, pero empe?adas, finalmente, en dispersar una reuni¨®n que se hab¨ªa tolerado a lo largo de la tarde. Las im¨¢genes de mujeres empujadas al suelo y esposadas indignaron a la ciudadan¨ªa, sin distinci¨®n ideol¨®gica.
Miles de personas protestaron frente al Parlamento al d¨ªa siguiente, y la tormenta perfecta comenz¨® a formarse cuando la casualidad revel¨® que los diputados reunidos en Westminster debat¨ªan una mastod¨®ntica ley de seguridad minuciosa en el control del derecho a manifestarse, pero que apenas inclu¨ªa medidas de protecci¨®n de las mujeres y ni?as frente a la violencia de g¨¦nero. ¡°No es este el momento de aprobar precipitadamente medidas muy poco pensadas que imponen controles desproporcionados sobre los derechos de expresi¨®n y protesta¡±, proclam¨® el diputado laborista David Lammy. ¡°Es hora, m¨¢s bien, de unir al pa¨ªs e impulsar la necesaria protecci¨®n de las mujeres frente a la inaceptable violencia, las violaciones y el acoso sexual. Y de acabar con las actitudes mis¨®ginas que apuntalan estos abusos¡±, denunci¨® Lammy, el portavoz de Justicia de la oposici¨®n. El caso Everard permit¨ªa al l¨ªder del Partido Laborista anunciar el rechazo de su grupo a una ley m¨¢s preocupada en proteger estatuas que mujeres. Pero Keir Starmer pudo comprobar que caminaba sobre un fino alambre. Los disturbios de Bristol del pasado domingo, cuando una minor¨ªa de manifestantes convocados bajo el lema Kill the Bill arras¨® una comisar¨ªa del centro, incendi¨® varios veh¨ªculos policiales y provoc¨® heridas a una veintena de agentes, han reforzado la posici¨®n del Gobierno de Johnson y puesto en apuros a los laboristas.
¡°Las pr¨®ximas semanas van a ser muy dif¨ªciles para la polic¨ªa¡±, advert¨ªa Andy Marsh, comisario jefe de la regi¨®n de Avon y Somerset y responsable del operativo desplegado en Bristol, quien resum¨ªa en sus predicciones el temor generalizado a que la agitaci¨®n en la calle vaya en aumento de cara al verano.