Muere Glynn S. Lunney, el hombre que respondi¨® al mensaje de ¡°Houston, tenemos un problema¡±
El director de vuelo de la NASA, fallecido el pasado 19 de marzo a los 84 a?os, fue responsable de devolver sana y salva a la tierra a la tripulaci¨®n del Apolo 13
La ¨¦pica de la conquista espacial que embeles¨® al mundo a mediados del siglo XX habr¨ªa sido imposible sin la labor de personas como Glynn S. Lunney. Desde el centro de mando de la NASA, en Houston, el ingeniero aeroespacial fue aclamado, igual que el buen comandante en una batalla, no solo por saber desplegar sus tropas, sino por devolverlas sanas a casa.
Como en las haza?as b¨¦licas m¨¢s glosadas, Lunney, jefe de vuelo de la agencia, logr¨® guiar hasta la luna a las primeras misiones espaciales, pero tambi¨¦n ...
La ¨¦pica de la conquista espacial que embeles¨® al mundo a mediados del siglo XX habr¨ªa sido imposible sin la labor de personas como Glynn S. Lunney. Desde el centro de mando de la NASA, en Houston, el ingeniero aeroespacial fue aclamado, igual que el buen comandante en una batalla, no solo por saber desplegar sus tropas, sino por devolverlas sanas a casa.
Como en las haza?as b¨¦licas m¨¢s glosadas, Lunney, jefe de vuelo de la agencia, logr¨® guiar hasta la luna a las primeras misiones espaciales, pero tambi¨¦n rescatar a la tripulaci¨®n en apuros del Apolo 13, en 1970. El director de orquesta espacial, que vel¨® armas y estrellas en el insondable campo de batalla del cosmos, muri¨® el 19 de marzo en Clear Lake (Texas) a los 84 a?os, v¨ªctima de un c¨¢ncer de est¨®mago, sin tener que aguardar a la posteridad para pasar a la historia.
Lo hizo en vida, apenas treinta?ero, cuando tras escuchar el mensaje ¡°Houston, tenemos un problema¡± dirigi¨® el rescate de la tripulaci¨®n del Apolo 13 despu¨¦s de que la nave espacial fuera sacudida por una explosi¨®n a bordo de camino a la luna. Al frente del equipo de tierra de la NASA, bajo una inmensa presi¨®n pero sin perder la sonrisa, Lunney improvis¨® una v¨ªa para reconducir a los tres astronautas -James Lovell, Fred Haise y John Swigert- hasta un pl¨¢cido amerizaje en el Pac¨ªfico. Un desaf¨ªo que fue, en sus palabras, ¡°el mejor operativo de mi vida, aquel que jam¨¢s habr¨ªa podido imaginar¡±.
Su nombre est¨¢ ligado tambi¨¦n al primer alunizaje, tras guiar a los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin hasta la luna en julio de 1969. Lunney se hab¨ªa estrenado un a?o antes como director de operaciones y vuelos espaciales de la agencia, donde ingres¨® tras su fundaci¨®n, en 1958. Su trabajo fue clave para desarrollar los procedimientos de vuelo del Apolo 11 y permitir ese viaje pionero, cuando la carrera espacial -hoy un divertimento megal¨®mano o pecuniario de magnates como Elon Musk- era parte indisoluble de la doctrina estrat¨¦gica de disuasi¨®n de la Guerra Fr¨ªa. La rivalidad con la Uni¨®n Sovi¨¦tica tambi¨¦n se med¨ªa en el espacio, y Lunney ejerci¨® como maestro de ceremonias de operaciones medidas al mil¨ªmetro, en riesgo vital y alcance cient¨ªfico, pero tambi¨¦n de propaganda pol¨ªtica.
En julio de 1975 dirigi¨® la misi¨®n que permiti¨® a una nave con tres astronautas atracar con la rusa Soyuz, tripulada por otros dos. Fue un hito: la ¨²ltima misi¨®n del programa Apolo, y la primera conjunta de dos naciones en el espacio, EE UU y la URSS, rivales cara a cara en el cosmos. Durante las 44 horas que ambas naves permanecieron acopladas sus tripulantes llevaron a cabo experimentos, intercambiaron banderas y regalos, y se visitaron mutuamente. La Guerra Fr¨ªa empezaba a templarse, y el acercamiento desemboc¨® en las misiones de los transbordadores espaciales a la Mir y luego en la Estaci¨®n Espacial Internacional.
Todos esos avances sucedieron bajo la mirada atenta de Lunney, gran operador entre bambalinas de una coreograf¨ªa espacial y estrat¨¦gica. Pero ninguna misi¨®n le report¨® tanta fama como el rescate de la nave, una gesta patri¨®tica e inevitablemente cinematogr¨¢fica, como demostr¨® a?os m¨¢s tarde la taquillera Apolo 13, protagonizada por Tom Hanks.
Junto con otros tres responsables de vuelo y una mir¨ªada de cient¨ªficos y astronautas, Lunney habilit¨® una autopista espacial para recuperar a los tres astronautas. ¡°Construimos una autopista espacial de un cuarto de mill¨®n de millas por la que, durante casi cuatro d¨ªas, pudimos retornar a la tripulaci¨®n a casa. Para devolverlos al planeta Tierra, personas de todos los continentes trabajaron en apoyo de estos tres exploradores en peligro. Fue un sentimiento inspirador que nos record¨® una vez m¨¢s nuestra humanidad com¨²n¡±, cont¨® Lunney despu¨¦s, en un documental grabado por la NASA para recordar la epopeya. Parafraseando a Julio Cort¨¢zar y el t¨ªtulo de uno de sus ¨²ltimos libros, ese fue su gran legado, el gran viaje de los autonautas por la cosmopista.
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