Colombia enfrenta su peor momento en la pandemia en mitad del descontento social
Las zonas urbanas del pa¨ªs se ven triplemente golpeadas por una nueva ola de contagios, una regresi¨®n de la pobreza y un descontento social sin precedentes mientras la vacunaci¨®n crece, pero no lo suficiente
Hace apenas unos d¨ªas Colombia superaba por primera y ¨²nica vez durante la pandemia el medio millar de muertes diarias.
Esta tercera ola pill¨® al pa¨ªs por sorpresa, como lo hizo para muchos (no para otros) el brote de protestas que se abri¨® con el Paro Nacional del pasado mi¨¦rcoles. La ciudadan¨ªa llegaba a ¨¦l con (y en no poca medida tambi¨¦n por) una tasa de pobreza relativa que cerr¨® 2020 al 42% seg¨²n el Departamento ...
Hace apenas unos d¨ªas Colombia superaba por primera y ¨²nica vez durante la pandemia el medio millar de muertes diarias.
Esta tercera ola pill¨® al pa¨ªs por sorpresa, como lo hizo para muchos (no para otros) el brote de protestas que se abri¨® con el Paro Nacional del pasado mi¨¦rcoles. La ciudadan¨ªa llegaba a ¨¦l con (y en no poca medida tambi¨¦n por) una tasa de pobreza relativa que cerr¨® 2020 al 42% seg¨²n el Departamento Nacional de Estad¨ªstica, datos que no se hab¨ªan visto desde 2012.
La cifra fue mayor en las ciudades, que realmente concentraron la pr¨¢ctica totalidad de este incremento. La epidemia, como fen¨®meno inevitablemente urbano tanto en el contagio como en las medidas que se implementan para contenerlo, produjo tres millones de nuevas personas pobres en Colombia seg¨²n las cuentas del DANE. 1,1 millones en Bogot¨¢.
Un corte transversal sobre las muertes revela que, efectivamente, las grandes ciudades colombianas se han ¡°turnado¡± los picos: primero las caribe?as Barranquilla (junto a su vecina soledad) y Cartagena; luego entrar¨ªa la capital; y desde ah¨ª Medell¨ªn buscar¨ªa un crecimiento m¨¢s sostenido durante el tercer trimestre de 2020.
Ser¨ªa Medell¨ªn tambi¨¦n la primera en explotar en este tercer pico, junto a un rebrote en Barranquilla que sorprendi¨® a quienes consideraban que ser¨ªa suficiente barrera inmunol¨®gica la prevalencia del virus durante el a?o anterior, que alcanz¨® un 60% seg¨²n estudios basados en muestras representativas de pruebas de anticuerpos realizados por la autoridad epidemiol¨®gica nacional.
No lo fue por varias razones, todas ellas relacionadas con el hecho de que la inmunidad no es un valor absoluto sino relativo. En este caso, lo es al menos a dos cosas: ante todo, la distribuci¨®n de casos pasados no ten¨ªa por qu¨¦ ser homog¨¦nea territorialmente. Si se hab¨ªan venido concentrando en ciertos barrios, en determinadas familias o zonas dentro de cada ciudad, eso quiere decir que al virus le bastaba con insertarse en estos potenciales espacios de contagio. A ello hay que a?adir un segundo factor, crucial: en este a?o de pandemia, al virus le hemos dado tiempo y espacio en el mundo para mutar y mejorar su capacidad de evadir la inmunidad adquirida por infecciones pasadas. No totalmente, pero s¨ª lo suficiente. Por ejemplo: se estima que dichas defensas solo sirven en un 54%-78% contra la variante conocida como P1, de origen brasile?o. Algo similar sucede con la que naci¨® en el Reino Unido. Ambas con presencia ya comprobada en Colombia, es m¨¢s que probable que hayan jugado un papel clave en la velocidad inusitada adquirida por este nuevo pico.
Cabe recordar que los efectos de las protestas, si los hubiere, a¨²n no aparecen en los datos, debido al doble retardo que existe entre fecha de contagio e inicio de s¨ªntomas, y entre esta y confirmaci¨®n de la infecci¨®n en los datos oficiales.
Vacunaci¨®n sube, pero falta
La ¨²nica herramienta universalmente que ha encontrado el mundo contra el virus es la vacunaci¨®n. En Colombia esta lleva en marcha desde mediados de febrero, pero su crecimiento ha sido lento comparado con Argentina, Brasil o M¨¦xico.
El principal cuello de botella para que esta curva se empine m¨¢s r¨¢pido es la llegada de dosis a Colombia, impedida por una oferta restringida y una demanda que alcanza al total de la poblaci¨®n mundial. Con objeto de superar dicha restricci¨®n, el Gobierno colombiano a?adi¨® a los acuerdos anunciados en diciembre y enero una compra de emergencia de varios millones de dosis a la farmac¨¦utica Sinovac, que deb¨ªan llegar entre marzo y abril. Con ello se esperaba llegar de manera sostenida a las 200.000 dosis administradas diariamente, ritmo necesario para el objetivo que se marc¨® a s¨ª mismo el gobierno: un 70% de la poblaci¨®n vacunada antes de cierre de a?o.
Pero Sinovac retras¨® entregas, lo cual aplaz¨® los incrementos esperados (e hizo que para muchas personas mayores de 70 se tuviera que reagendar la necesaria segunda dosis). As¨ª, aunque la tendencia es al alza, y ya van varios d¨ªas con cifras por encima de 150.000, solo en contadas ocasiones se ha rozado el citado objetivo de superar 200.000.
Como el cuello de botella de la oferta mundial no se abre, las autoridades colombianas han optado por relajar el orden que hab¨ªan establecido para la administraci¨®n de vacunas: por ejemplo, incluyendo a todas las personas de entre 50 y 59 a?os en la siguiente etapa, que en principio s¨®lo contemplaba a personas con comorbilidades y ciertos perfiles laborales. Adem¨¢s, el Ministerio de Salud est¨¢ siguiendo de facto una pol¨ªtica de solapamiento de fases: activ¨® las primeras dosis de menores de 65 cuando todav¨ªa quedan segundas dosis de mayores por aplicar (pero asegurando que los viales necesarios para ello est¨¢n reservados); y la etapa por venir empezar¨¢ antes de que los de 60-65 est¨¦n completamente vacunados.
Esta decisi¨®n apunta a una priorizaci¨®n de la eficiencia por encima de otras consideraciones, como la equidad. La incidencia territorial de la vacunaci¨®n por entidades tambi¨¦n se?ala c¨®mo las desigualdades en acceso a salud se est¨¢n filtrando a la implementaci¨®n del Plan.
Territorios tradicionalmente peor servidos por el Estado se encuentran por detr¨¢s en tasas de vacunaci¨®n. La excepci¨®n de la zona amaz¨®nica se debe a una estrategia de contenci¨®n contra la penetraci¨®n del virus desde Brasil, pa¨ªs fronterizo que pas¨® su peor pico unas semanas antes que Colombia. Pero, fuera de eso, zonas como la portuaria ciudad de Buenaventura presentan una cobertura que representa apenas una quinta parte de la caribe?a Barranquilla, con un sistema de salud m¨¢s robusto.
Una reforma pendiente a la salud es de hecho otro de los asuntos contenciosos en las movilizaciones que no cesan. M¨¢s all¨¢ de los detalles de dicha norma, m¨¢s bien poco ambiciosa, la cuesti¨®n de fondo es que el 95% de cobertura de salud que sobre el papel disfruta la poblaci¨®n colombiana no se traduce en acceso parejo para toda la poblaci¨®n. As¨ª, aunque la protesta se pueda dirigir con argumentos m¨¢s o menos afinados a la reforma, su base m¨¢s plausible es un reclamo de nivelaci¨®n territorial y entre personas del acceso efectivo a salud.
Aqu¨ª, como en otros particulares que rondan en torno al descontento, el problema parece estar m¨¢s en desarrollo efectivo y sobre todo equitativo de capacidades estatales, que en grandes anuncios o cambios normativos.
Mientras, la tercera ola avanza junto a una vacunaci¨®n que, como en otros pa¨ªses, parece que funciona. Al menos as¨ª lo sugiere de manera preliminar la evoluci¨®n menos pronunciada de las muertes del segmento poblacional mejor cubierto: los de 80 y m¨¢s a?os. Sus predecesores inmediatos, los de 70 a 79, siguen sin embargo el mismo ritmo, a?adiendo una tragedia m¨¢s a un pa¨ªs que, ¨²ltimamente, las acumula.
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