Trenzar el cabello: los nudos de la violencia de g¨¦nero en Puerto Rico
La crisis de violencia machista alcanz¨® recientemente un nuevo punto de inflexi¨®n por dos feminicidios que obligan a desenredar los nudos de la compleja trenza que es la violencia contra las mujeres y las implicaciones jur¨ªdicas y pol¨ªticas que tiene en la isla, el primer pa¨ªs en Centroam¨¦rica y el Caribe en declarar estado de emergencia por este problema
Una madre espera en desespero a las afueras de un edificio. Las luces y lentes de varias c¨¢maras alumbran cada uno de sus movimientos. Es el primer s¨¢bado de mayo de 2021 y, en la mayor¨ªa de los televisores del pa¨ªs, no se sintoniza otra cosa que la escena de esa madre ansiosa esperando que le permitan pasar a reconocer lo que, se sospecha, es el cuerpo de su hija asesinada. La ciudadan¨ªa lleva d¨ªas consternada y esa noche se esperan respuestas.
El d¨ªa antes otra mujer apareci¨® abandonada en un pastizal, su cuerpo calcinado. En los hogares puertorrique?os solo se habla de eso. Los noticiarios han ofrecido una cobertura especial sin precedentes. Aviones con reporteros fueron enviados a volar sobre la Laguna San Jos¨¦ ¡ªdonde fue hallado un cuerpo¡ª para seguir el rastro de la historia.
Es primero de mayo y los reclamos de los trabajadores y trabajadoras han quedado en suspenso ante el impacto de estas historias. Tampoco ha importado si caen o no las primeras lluvias de mayo con su buena suerte y bendici¨®n. Si llovi¨® nadie se acuerda. La ¨²nica agua que est¨¢bamos mirando era la de aquella laguna.
Las horas pasan y la madre sigue all¨ª. En medio de la espera, una mujer ¡ªquiz¨¢s una amiga o familiar¡ª se acerca y comienza a trenzarle el cabello. Con delicadeza hace tres divisiones y va agarrando un mazo de pelo, y luego el otro y el otro. Reporteras narran lo que ha sucedido en los d¨ªas previos y la transmisi¨®n televisiva contin¨²a hasta que ya nadie puede m¨¢s. La ma?ana siguiente se confirmar¨ªa que el cuerpo hallado era en efecto el de la joven asesinada. La ¨²ltima imagen que recuerdo de la madre esa noche es ella hablando en c¨¢mara, expresando su dolor con firmeza, claridad y dignidad y con el cabello recogido en una trenza francesa perfecta que nos permiti¨® a todos jam¨¢s olvidar su rostro. Mucho menos el alarido de su voz.
La mujer trenzada es Keila Ortiz Rivera, la madre de Keishla Rodr¨ªguez Ortiz, una joven de 27 a?os amante de los animales que el 29 de abril sali¨® por la ma?ana y nunca regres¨® a su casa. Seg¨²n ha revelado la investigaci¨®n, presuntamente, fue a encontrarse con el boxeador F¨¦lix Verdejo, con quien ten¨ªa una relaci¨®n, para mostrarle una prueba de embarazo positiva. En el encuentro fue noqueada al punto de fracturar su quijada, drogada y arrojada a la laguna amarrada a dos bloques, y all¨ª en el agua fue baleada. Verdejo se entreg¨® a las autoridades y se declar¨® no culpable de las imputaciones en su contra. D¨ªas despu¨¦s, un ni?o de seis a?os sorprendi¨® a sus padres al dibujar para una tarea escolar la imagen de una mujer ahogada con bloques atados a sus extremidades. Hubo que explicarle y hubo que aceptar que en la isla, durante esos d¨ªas, no se habl¨® de otra cosa.
El mismo d¨ªa que Keishla desapareci¨®, la Polic¨ªa encontr¨® el cuerpo de Andrea Ruiz Costas, una joven mujer de 35 a?os que, antes de morir, ten¨ªa plena conciencia de que estaba siendo sometida a un patr¨®n de violencia de g¨¦nero. Su expareja, Miguel ?ngel Ocasio Santiago, segu¨ªa en sus interacciones con ella el perfil de conducta de un hijo de una cultura machista. Actuaba como si ella le perteneciera, la persegu¨ªa, acosaba y amenazaba. No aceptaba su deseo de terminar con la relaci¨®n. La joven fue al tribunal a pedir una orden de protecci¨®n que no le fue concedida d¨ªas antes de que el hombre la asesinara y quemara su cuerpo, para luego abandonarlo en un monte. El hombre confes¨® el crimen y ser¨¢ juzgado.
Pero, ?qui¨¦n juzga al juzgado? Ante la negativa de los tribunales de hacer p¨²blicos los audios de la vista judicial en la que se le neg¨® el amparo legal, sus familiares solicitaron que se hicieran p¨²blicos. No sucedi¨® por v¨ªas oficiales, pero una filtraci¨®n de los audios a la prensa revel¨® las grietas en el sistema desde su entra?a y conmocion¨® una vez m¨¢s al pa¨ªs, que pudo escuchar en la voz de la v¨ªctima su deseo, voluntad y esfuerzo por sobrevivir. Cuando supo que su petici¨®n fue denegada, le dej¨® un audio en su celular a una amiga: ¡°Que sea lo que Dios quiera¡±.
El nudo pol¨ªtico
Puerto Rico tiene una importante historia de lucha feminista que por momentos ha estado atada a nuestro devenir pol¨ªtico. D¨¦cadas atr¨¢s, a la isla llegaron las historias de las luchas de colectivas estadounidenses concentradas en la apropiaci¨®n del cuerpo para as¨ª reclamar autonom¨ªa sobre una vida propia, y se cruzaron con las luchas del feminismo latinoamericano en las que lo pol¨ªtico adquir¨ªa el espacio protag¨®nico. Las luchas por la defensa del lugar de las mujeres ante el cuerpo social y el cuerpo propio se entrelazaron en Puerto Rico de un modo concreto y fueron atravesadas por la condici¨®n colonial.
La lista de batallas es extensa, tambi¨¦n la de logros alcanzados. Pero valga mencionar dos para ilustrar su complejidad. Tras un arduo trabajo pol¨ªtico por parte de grupos diversos de mujeres, el 15 de agosto de 1989 se aprob¨® un proyecto de ley que pas¨® a convertirse en una de las leyes ¡ªsino la m¨¢s¡ª conocida en Puerto Rico: la Ley de Prevenci¨®n e Intervenci¨®n con la Violencia Dom¨¦stica, conocida como la Ley 54, a trav¨¦s de la cual se estableci¨® como pol¨ªtica p¨²blica la protecci¨®n de la vida de las mujeres. Es considerada la legislaci¨®n de derechos humanos m¨¢s importante aprobada en Puerto Rico y, a su vez, pionera en el tratamiento del tema al ser la primera de su tipo en el continente americano. Incluso, previa a la ley VAWA (Violence Against Women Act), aprobada en los Estados Unidos en 1994.
Hasta entonces, la denominada violencia dom¨¦stica era considerada un asunto perteneciente al universo de lo privado, una cuesti¨®n entre parejas. La ley identifica con especificidad y claridad los delitos, identifica un proceso criminal, y entre otras salvaguardas ofrece un proceso civil, en la forma de las ¨®rdenes de protecci¨®n. Esta legislaci¨®n que ya tiene m¨¢s de 30 a?os facilit¨® la creaci¨®n de una infraestructura de servicios relacionados como los albergues, asistencia legal, vivienda transitoria y desarrollo econ¨®mico. Es decir, el pa¨ªs opt¨® ¡ªa pesar de la resistencia y presi¨®n pol¨ªtica¡ª por empujar desde la legislaci¨®n un cambio de paradigma y dijo: la violencia en las relaciones de pareja ya no ser¨¢ un asunto privado, ser¨¢ un problema p¨²blico. La ley sin duda ha salvado vidas, pero no ha sido suficiente porque nunca lo es cuando lo que hay de frente requiere un cambio cultural total.
La insuficiencia se hizo evidente cuando, tras la presi¨®n ejercida por la labor de base de grupos feministas del pa¨ªs y ante el alza en los feminicidios en el 2020, el gobernador Pedro Pierluisi decret¨®, el 24 de enero de este 2021, un estado de emergencia por violencia de g¨¦nero. El contexto fue clave. La isla cuenta con unos 3.2 millones de habitantes y el a?o pasado se superaron los 45 asesinatos de mujeres. La crisis se agudiz¨® al punto de que entre el 15 de septiembre y el 19 de octubre pasados se registraron 17 feminicidios. La orden ejecutiva crea una plataforma en la que intervienen distintas agencias para atender el problema social desde sus m¨²ltiples ra¨ªces: pobreza, educaci¨®n, vivienda, salud, justicia, discrimen, seguridad, trabajo y rehabilitaci¨®n, adem¨¢s del manejo del Estado de las estad¨ªsticas de la Polic¨ªa para una mayor comprensi¨®n del problema y el entendimiento de que la violencia de g¨¦nero es aplicable a cualquier persona que se identifique como mujer.
El exgobernador Ricardo Rossell¨® ¡ªquien fuera obligado a renunciar tras las protestas del Verano del 19 en Puerto Rico¡ª tuvo sobre su escritorio la petici¨®n de este decreto durante su breve mandato. Fue Rossell¨® quien ¡ªa¨²n siendo dem¨®crata en la pol¨ªtica estadounidense¡ª pact¨® con grupos fundamentalistas en Puerto Rico y, entre otras concesiones, derog¨® la Carta Circular para una educaci¨®n con perspectiva de g¨¦nero, que su predecesor hab¨ªa aprobado para el Departamento de Educaci¨®n. En respuesta a la crisis, bajo el liderato de la Colectiva Feminista en Construcci¨®n ¡ªun proyecto pol¨ªtico perteneciente a la tradici¨®n del feminismo negro¡ª, se estableci¨® un campamento frente a La Fortaleza que incendi¨® la llama del malestar colectivo. La misma que poco a poco continu¨® creciendo por otros agravios y alcanz¨® el punto de ebullici¨®n al coincidir con el descubrimiento de un infame chat del gobernante.
Y es que siempre ha sido as¨ª, las luchas de las mujeres han estado atadas a las luchas obreras y pol¨ªticas en Puerto Rico. Por ejemplo, fueron lavanderas, planchadoras, costureras y otras obreras las que dieron tracci¨®n al movimiento sindical en la isla en la primera mitad del siglo pasado y es imposible pensar la pol¨ªtica puertorrique?a sin el lugar de las mujeres en un movimiento como el independentista, o en cualquier espacio del espectro pol¨ªtico.
El nudo cultural
Ya es casi un libreto. Asesinan a una mujer. Se descubre que fue su pareja o expareja, o que sucedi¨® en alguna situaci¨®n en la que su g¨¦nero determin¨® la causa. Hay consternaci¨®n, llantos y reclamos, las redes se inundan de homenajes y testimonios, el miedo aumenta y aumentan las ventas de armas. Seg¨²n datos del Departamento de Registro de Armas de la Polic¨ªa, el a?o pasado 3.733 mujeres solicitaron la licencia de portaci¨®n de armas. En los cinco meses que van de 2021, ya son 2.672 mujeres las que han sometido la solicitud.
Tras los feminicidios de Keishla Rodr¨ªguez Ort¨ªz y Andrea Ruiz Costas, las redes sociales explotaron con mensajes de indignaci¨®n ante lo sucedido; pero sobre todo se convirtieron en una colecci¨®n de miedos y de testimonios de las muchas veces en que se vivi¨® la violencia de g¨¦nero. El anecdotario es enciclop¨¦dico, inc¨®modo.
La p¨¢gina de Facebook ¡®Yo te creo.¡¯, una versi¨®n puertorrique?a de comunidades virtuales similares que denuncian casos de acoso y abuso alrededor del mundo, public¨® entonces una lista con los nombres de decenas de hombres acusados an¨®nimamente por mujeres de todo tipo de conductas machistas, desde violencia y amenazas hasta actitudes mis¨®ginas en espacios sociales y laborales. El debate en torno a ¡°la lista¡± fue descarnado. Hubo hombres que pidieron disculpas p¨²blicas al verse all¨ª, otros que se defendieron a rajatabla y amenazaron con demandas, estuvieron los que adjudicaron su comportamiento a problemas de salud mental, y algunos incluso lo consideraron una insignia de honor. Tambi¨¦n hubo mujeres que sacaron la cara por parejas, familiares o exparejas e insistieron en el peligro de crear listas de cualquier tipo, y en lo injusto que puede ser meter en un mismo saco todas las conductas mis¨®ginas. La p¨¢gina fue reportada y sacada de circulaci¨®n, pero reabri¨® y ahora publica nuevas listas cada viernes. Quiz¨¢s, lo m¨¢s notable de esta revuelta digital es que es una se?al clara de la desesperaci¨®n que se vivi¨® durante esos d¨ªas.
Entonces, si el libreto estaba escrito, ?por qu¨¦ se paraliz¨® el pa¨ªs tras estos dos feminicidios?
Las razones son una sucesi¨®n de nudos. Una compleja trenza que amarra las dimensiones locales de esta problem¨¢tica en la isla. Por un lado, el jueves 29 de abril de 2021, se activ¨® por primera vez la llamada Alerta Rosa por la desaparici¨®n de Keishla Rodr¨ªguez, un protocolo de reciente creaci¨®n. Era importante entender este cambio en los procederes. Por otro lado, la familia de la joven concedi¨® un acceso a los medios inusual y alz¨® desde temprano la voz de alerta al se?alar al boxeador como posible responsable. Y no se puede olvidar que estamos hablando de un boxeador en Puerto Rico, en el Caribe, en el marco de una cultura que de m¨²ltiples maneras se define por lo que ocurre dentro de un ring de boxeo.
Keishla, una joven embarazada, presuntamente asesinada a manos de un boxeador ol¨ªmpico, coloca al pa¨ªs frente a un espejo: quedan cuestionados valores y anhelos, se rompe el orden, se desploman ¨ªdolos, se cuestiona aquello que refleja el rostro mismo de nuestra monstruosidad. Y los audios de Andrea Ruiz Costas, que intenta una y otra vez seguir viva, que anuncia su indefensi¨®n y lo que puede ocurrirle, impiden a la sociedad voltear la cara. Es una sola voz, pero esta vez suena m¨¢s fuerte que la de todos aquellos que, desde una perspectiva mayormente religiosa, niegan la existencia misma de la violencia de g¨¦nero. Y en su contraste, reportes period¨ªsticos recientes confirman que las estad¨ªsticas del Departamento de Justicia reflejaron un aumento en un 70% en la cantidad de denuncias por Ley 54 en el periodo entre el 29 de abril y el 26 de mayo, con relaci¨®n al mismo periodo el a?o pasado. Una conciencia lentamente se fortalece.
A esto hay que sumar un aspecto a¨²n m¨¢s complejo, y es la realidad pol¨ªtica del pa¨ªs y el modo en que incidir¨¢ en el manejo de estos casos. De nada servir¨¢n los esfuerzos de ning¨²n gobernante, mientras el presupuesto del pa¨ªs se controle por una Junta de Supervisi¨®n Fiscal, cuyas prioridades no est¨¢n alineadas con ning¨²n proyecto social. Pero esto no es todo. La condici¨®n colonial incide a¨²n m¨¢s. Verdejo ser¨¢ juzgado en el Tribunal Federal y los cargos que se le imputan clasifican para la pena de muerte. La Constituci¨®n del Estado Libre Asociado de Puerto Rico (1952) no admite la pena capital, pero la estadounidense s¨ª y en m¨¢s de una ocasi¨®n se ha tratado de imponer en el pa¨ªs sin ¨¦xito. En un programa televisivo, el padre de Keishla Rodr¨ªguez, Jos¨¦ Rodr¨ªguez dijo que no quiere la pena de muerte para el asesino de su hija. Pero la posibilidad est¨¢ sobre la mesa. Entonces, no se trata solo de un pa¨ªs que reconoce un problema y quiere resolverlo. Se trata de que, en el caso puertorrique?o, la posibilidad de priorizar los recursos de la isla en esta direcci¨®n y de manejar la justicia de un modo c¨®nsono con la cultura, est¨¢n sujetas a la subordinaci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs. De modo que el nudo tambi¨¦n est¨¢ en la garganta y trenzado est¨¢ el futuro que revela un rostro que nadie quiere ver.
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