El ¨²ltimo reducto blanco de Sud¨¢frica
Hace tres d¨¦cadas, 40 familias compraron un terreno para levantar una ciudad en la que solo pod¨ªan residir afrik¨¢ners blancos; en 2021, Orania tiene 2.000 habitantes y es autosuficiente
A mitad de camino entre Pretoria, capital de Sud¨¢frica, y Ciudad del Cabo, en plena meseta semides¨¦rtica de Karoo (provincia de Cabo del Norte), tras abandonar la autopista para entrar en v¨ªas secundarias, escasamente mantenidas, y puentes de una sola direcci¨®n, se alcanza la carretera R369 que divide en dos a la poblaci¨®n de Orania, junto al r¨ªo Orange, en la que habitan 2.000 personas. No hay vallas, ni una puerta fuertemente custodiada, ni siquiera ...
A mitad de camino entre Pretoria, capital de Sud¨¢frica, y Ciudad del Cabo, en plena meseta semides¨¦rtica de Karoo (provincia de Cabo del Norte), tras abandonar la autopista para entrar en v¨ªas secundarias, escasamente mantenidas, y puentes de una sola direcci¨®n, se alcanza la carretera R369 que divide en dos a la poblaci¨®n de Orania, junto al r¨ªo Orange, en la que habitan 2.000 personas. No hay vallas, ni una puerta fuertemente custodiada, ni siquiera los habituales sistemas de seguridad el¨¦ctricos de los barrios de blancos de las ciudades sudafricanas. La carretera flanqueada por una tierra ¨¢rida cambia radicalmente y empieza a cubrirse de plantaciones de ¨¢rboles de nuez pic¨®n y de barrios con amplias casas o adosados, al ir entrando en la localidad de Orania.
¡°Hemos hecho un estudio para contar los camiones que respetan la se?al de stop que deber¨ªa obligarles a bajar la velocidad. Hace unos meses una chica fue arrollada, y si no hubiera sido por el equipo m¨¦dico de Orania habr¨ªa muerto porque la ambulancia lleg¨® dos horas despu¨¦s¡±, se lamenta Joost Strydom, director ejecutivo del Movimiento Orania, que cuenta con 6.000 miembros en todo el mundo, con un apoyo especial del Tirol del Sur (Italia), de los flamencos en B¨¦lgica, en Holanda, de la representaci¨®n diplom¨¢tica sudafricana en Indonesia, en EE UU y en Rusia.
Strydom conduce con prudencia una furgoneta en la que traslada a turistas y curiosos que vienen a conocer el fen¨®meno de la ¨²nica localidad sudafricana en la que no puede residir ninguna persona que no sea afrik¨¢ner, hable el idioma y comulgue con la ideolog¨ªa religiosa y conservadora de sus or¨ªgenes, basada en el calvinismo. Los afrik¨¢ners o b¨®ers, un grupo ¨¦tnico de origen holand¨¦s, llegaron a mediados del siglo XVII al cabo de Buena Esperanza (Ciudad del Cabo). Se concentraron en Sud¨¢frica y Namibia, y combatieron a los brit¨¢nicos. A trav¨¦s del Partido Nacional, se mantuvieron en el poder durante 40 a?os.
El lugar ¡°menos racista¡±
¡°Orania es el lugar menos racista de Sud¨¢frica¡±, dice convencida Cara, una estudiante de 20 a?os que, como les ocurre a los que quieren ir a la universidad ha tenido que dejar el lugar al que llama ¡°verdadero hogar¡±. Es una afirmaci¨®n que de forma insistente repite cualquier persona con la que se entabla conversaci¨®n. Es la necesidad de que, por haber decidido preservar su cultura e identidad evitando mezclarse en un pa¨ªs que reconoce oficialmente 11 comunidades con sus respetivos idiomas, no se les tache de racistas. Y lejos de ser un mantra para defenderse de las ideas preconcebidas y los prejuicios, respetan al que no es como ellos, pero no quieren compartir su existencia y cotidianidad.
Peter Bishoff, director de un centro de Formaci¨®n Profesional que forma a un centenar de alumnos (de los que solo el 10% tiene a sus familias en Orania) en fontaner¨ªa, electricidad, construcci¨®n y cuidado de la casa, compara la necesidad de preservar la identidad de cada Estado de la Uni¨®n Europea con las 11 minor¨ªas del pa¨ªs sudafricano. ¡°Somos una minor¨ªa en el pa¨ªs y por eso hemos creado un lugar donde somos mayor¨ªa. Es la ¨²nica forma de protegernos y de tomar nuestras propias decisiones, queremos vivir en un lugar donde somos mayor¨ªa. Es como cuando la gente de Madrid decide por s¨ª mismos¡±.
Ahora, 30 a?os despu¨¦s del nacimiento de Orania, 2.000 personas, con una edad media de 32 a?os, construyen todo lo que una comunidad necesita para vivir en 8.000 hect¨¢reas (la previsi¨®n es que pueda llegar a albergar a 30.000 personas). Funcionan con su propia moneda, el ora, que cambian en su banco local, mientras los rands, la divisa sudafricana oficial, vayan dando beneficios en una entidad. Pero para entender esto hay que remontarse a los ¨²ltimos a?os del apartheid. ¡°Cuando propusimos la idea de un territorio para afrik¨¢ners era el momento de la resistencia y no se pod¨ªan plantear coger una peque?a parte del pa¨ªs. Ellos lo controlaban todo y estaban dispuestos a luchar para mantenerse en el poder¡±, explica Carel Boshoff, hijo del fundador de Orania, yerno de Hendrik Verwoerd, considerado el ¡°arquitecto del apartheid¡± y actual director del centro de investigaci¨®n Die Vryheidstigting (Fundaci¨®n Libertad).
¡°La que se llam¨® transici¨®n blanda, con la imagen de [Nelson] Mandela como una especie de oso de peluche global haciendo las paces con todo el mundo, hizo que muchas personas comprendieran los cambios revolucionarios que se produjeron durante la siguiente d¨¦cada¡±, apunta Boshoff para referirse a las ¡°pol¨ªticas racistas¡± del presidente Thabo Mbeki a trav¨¦s, por ejemplo, del empoderamiento econ¨®mico negro, y ahora de Cyril Ramaphosa con ¡°la apropiaci¨®n sin compensaci¨®n de las tierras¡±.
Boshoff est¨¢ moderadamente satisfecho de haber demostrado que ¡°con integridad y trabajo duro¡± los sudafricanos pueden cuidar de s¨ª mismos, y asegura que los problemas del Congreso Nacional Africano (CNA) con la corrupci¨®n han demostrado que ¡°Orania es necesaria y posible¡±.
¡°Auto-propiedad, asumir la responsabilidad de tu propio futuro, no esperar a que el Gobierno o quien sea te ayude respecto a tus circunstancias, sino hacerlo t¨² mismo¡±, es la receta que Gawie Snyman, alcalde independiente de Orania ¡ªno se permite la vinculaci¨®n a partidos pol¨ªticos en los comicios¡ª, proclama desde un amplio despacho en el que insiste en que les es m¨¢s f¨¢cil explicar la raz¨®n de la existencia de Orania a los periodistas negros porque ellos entienden ¡°el tribalismo africano en el que se basa¡±.
La decisi¨®n de tres vecinos
Al margen de la constante actitud a la defensiva rebajada por la amabilidad y una simpat¨ªa extrema hacia el for¨¢neo, nadie duda de los pilares de Orania: una sociedad conservadora religiosa en la que la defensa de su identidad cultural y ling¨¹¨ªstica est¨¢ por encima de cualquier otro planteamiento. Para formar parte de la comunidad hay que presentar la documentaci¨®n que acredite que no tienes antecedentes penales ni haber consumido drogas. Y ser¨¢n tres vecinos de Orania, formados para ese cometido, los que den el ¨²ltimo visto bueno antes de entregar el Verblyfsreg (¡°derecho a residir¡±).
¡°En Sud¨¢frica vamos hacia el federalismo aunque el CNA no lo quiera. No podr¨¢n controlarlo¡±, se?ala Carel Boshoff, tras analizar la cr¨ªtica situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs que, seg¨²n su opini¨®n, lleva hacia un Estado cada vez m¨¢s disfuncional. ¡°La estrategia de Orania es la no confrontaci¨®n, somos parte de la soluci¨®n, no del problema¡±, afirma convencido de que las pr¨®ximas generaciones de afrik¨¢ners no tendr¨¢n que responder por los v¨ªnculos hist¨®ricos del pa¨ªs respecto al apartheid.
Una de las contradicciones que es posible palpar en Orania est¨¢ en lo alto de una colina, sobre la que puede verse un territorio cuya poblaci¨®n crece un 10% al a?o y que sin recibir nada del Estado pese a pagar sus impuestos tiene un presupuesto, procedente de donaciones y de tasas locales, que durante los ¨²ltimos cinco a?os ascendi¨® a 183 millones de rands (11,43 millones de euros). All¨ª, en la colina, las estatuas que nadie quiere en el resto de Sud¨¢frica han encontrado un hogar. Desde Kruger, l¨ªder de la resistencia b¨®er contra los brit¨¢nicos, a Hendrik Verwoerd, que dirigi¨® el pa¨ªs desde 1958 a 1966, o B. J. Vorster, que ocup¨® el mismo cargo hasta 1979 reforzando la segregaci¨®n racial y promoviendo detenciones y condenas de prisi¨®n como la cadena perpetua de Mandela.
¡°Nosotros nos mezclamos cuando salimos de Orania, pero aqu¨ª debemos preservar nuestra cultura e identidad¡±Magdaleen Kleynhans, empesaria de Orania
¡°Ellos son el pasado, para lo bueno y para lo malo, no renegamos de ellos pero nuestro presente y futuro es esta figura, al que llamamos ?El peque?o gigante?. Peque?o como nosotros, pero que se arremanga la camisa para trabajar duro¡±, apunta Strydom. Este peque?o gigante, que aparece en la bandera y la divisa, es el s¨ªmbolo del esfuerzo en Orania. A la ma?ana siguiente es tambi¨¦n Strydom el que abre la puerta de la casa museo de Verwoerd, quiz¨¢s el lugar que m¨¢s remueve la conciencia al visitante. Dentro, los cuadros, bustos, regalos, fotograf¨ªas y una enorme bandera de la Sud¨¢frica del apartheid ocupan un lugar que se llena de polvo.
Magdaleen Kleynhans, empresaria propietaria del centro de llamadas Senbel que emplea a 60 personas, lleva 11 a?os en Orania. ¡°Aqu¨ª los ni?os viven una vida en libertad porque pueden andar a todas partes, tienen estabilidad y se sienten seguros. Est¨¢n orgullosos de lo que son porque saben de d¨®nde vienen¡±, explica al rechazar categ¨®ricamente que al salir a estudiar fuera o cuando viajan por Sud¨¢frica o al extranjero se sientan desubicados. ¡°Nosotros nos mezclamos cuando salimos de Orania, pero aqu¨ª debemos preservar nuestra cultura e identidad. En Orania aprendemos a tolerar y lo moral se basa en el respeto a los otros¡±.
Es casi imposible que al cruzarte con alguien en Orania no te salude, es una especie de conexi¨®n para evitar que nadie quiebre. En la biblioteca p¨²blica, Elisa Elmarie, de 86 a?os, tambi¨¦n responde con una espont¨¢nea simpat¨ªa al mostrar que el 60% de los 21.000 vol¨²menes que tiene son en ingl¨¦s y el 40% en afrik¨¢ans. ¡°Como en cualquier cultura son las historias de amor, por ejemplo, las de [la escritora sudafricana] Sarah du Pisanie, las m¨¢s solicitadas¡±, y entre risas a?ade: ¡°Aqu¨ª, en Orania, me siento a salvo¡±.