"Los 'afrikaners' queremos gobernarnos a nosotros mismos"
La racistas blancos de Sur¨¢frica amenazan con la guerra si se les impide revivir el 'apartheid' en un Estado propio
Los vientos pol¨ªticos que desataron hace ahora cuatro a?os Nelson Mandela y Frederik W. de Klerk no han llegado a Bothaville, un pueblo de agricultores muy alejado de las grandes ciudades en el coraz¨®n del Estado Libre de Orange, la ¨²nica provincia de Sur¨¢frica sin salida al mar.Los blancos de Bothaville rechazan todo v¨ªnculo con "la nueva Sur¨¢frica", con el fin del racismo legalizado, con la democracia, con las elecciones convocadas para el 27 de abril y -puesto que nadie duda del resultado de esos primeros comicios libres y multirraciales- con un Gobierno dominado por el partido de Mandela, el Congreso Nacional Africano (ANC). Los blancos de Bothaville, en su mayor¨ªa afrikaners de origen holand¨¦s, s¨®lo ven una salida al problema: la partici¨®n del pa¨ªs y la creaci¨®n de un nuevo Estado independiente, un homeland para los afrikaners que tuviese el mismo tipo de relaci¨®n con Sur¨¢frica que Espa?a tiene con Portugal, o sea, lazos econ¨®micos, pero incuestionable soberan¨ªa pol¨ªtica.
Tan grande es el deseo de los blancos de Bothaville de obtener su propio Estado que dicen estar dispuestos a lanzarse a la guerra. De acuerdo con las encuestas, alrededor del 50% de los afrikaners, es decir, mill¨®n y medio de personas en un pa¨ªs de unos 38 millones, comparten este deseo. Unidos en una coalici¨®n de partidos de derecha llamada Afrikaner Volksfront (AVF, Frente del Pueblo Afrikaner), han estado negociando en la misma mesa con el Gobierno y el ANC desde noviembre. Hasta ahora no han logrado llegar a una soluci¨®n. El proceso negociador ha sido tan frustrante como el de Bosnia. Y Bosnia, precisamente, es lo que se va a ver en Sur¨¢frica si no se conceden las demandas del AVF, de acuerdo con su l¨ªder, Constand Viljoen, un ex general que a principio de los anos ochenta fue comandante en jefe de las Fuerzas Armadas del pa¨ªs.
?Por qu¨¦ se niegan Mandela y De Klerk ha aceptar la idea de un Estado soberano para los afrikaners? Esto es lo que quisiera saber Chris Venter, diputado en el municipio de Bothaville por el ultraderechista Partido Conservador y miembro del AVF. "No es que seamos racistas, pero como afrikaners con siglos de permanencia aqu¨ª tenemos nuestro derecho hist¨®rico a la tierra", explica Venter, de unos 60 a?os de edad. "Queremos gobernarnos nosotros mismos. No queremos tener nada que ver con esos comunistas de Mandela".
Uno de los problemas de las negociaciones ha sido que el AVF todav¨ªa no ha se?alado cu¨¢l ser¨ªa el mapa del nuevo Estado. No existen l¨ªmites geogr¨¢ficos hist¨®ricos. Hasta hoy, los afrikaners han vivido (y gobernado) en toda Sur¨¢frica. Para complicar a¨²n m¨¢s el problema, los afrikaners, aun ese 50% que reclama su propio Estado, est¨¢n desparramados por todo el pa¨ªs. En t¨¦rminos generales, Viljoen ha propuesto que el nuevo Estado comprendiera la parte rural del Estado Libre de Orange y el Norte y el Oeste de Transvaal. Pero el mayor problema, que Mandela nunca deja de se?alar, es que en ninguna parte del pa¨ªs est¨¢n los afrikaner en mayor¨ªa.
Los blancos de Bothaville son 4.500, mientras la poblaci¨®n negra -agrupada toda, como exige el m¨¢s estricto apartheid, en un polvoriento poblado llamado Khotsong, sito a dos kil¨®metros del pueblo- supera las 45.000 almas. Al estilo tradicional del apartheid, los blancos viven en casas grandes con jardines verdes en una zona residencial donde los p¨¢jaros cantan en los ¨¢rboles y las calles son mucho m¨¢s amplias de lo necesario dada lo exiguo del tr¨¢fico.
En Khotsong no hay ni ¨¢rboles ni p¨¢jaros y lo normal es que familias de 12 personas vivan, si tienen suerte, en casitas de ladrillo de dos piezas o, si no la tienen, en chabolas de lata y madera.
Venter, que admite no haber estado nunca en Khotsong, reconoce que en la zona hay 10 negros por cada blanco. "Entiendo que esto es un problema. Pero encontraremos una soluci¨®n. Si es que conseguimos nuestro propio Estado, y lo conseguiremos, los blancos, obviamente, tendr¨¢n el derecho a votar, porque ¨¦sta es su tierra y ellos la gobernar¨¢n. Pero esto no quiere decir que tengamos nada contra los negros. Les ayudaremos para que se puedan gobernar solos".
Lo que ni Venter ni Viljoen han logrado entender es que esta soluci¨®n es, por cuesti¨®n de principio, totalmente inaceptable tanto para Mandela como para De Klerk. Fundamentalmente, lo que el Volksfront propone es el regreso al apartheid. En el Estado que pretenden establecer, la mayor¨ªa negra seguir¨ªa siendo un grupo de segunda categor¨ªa.
Y tanto en Bothaville como en todos los dem¨¢s pueblos donde el Volksfront piensa obtener su homeland, la poblaci¨®n negra tiene grandes expectativas. Mandela visit¨® Khotsong hace una semana y toda la poblaci¨®n se volc¨® en las calles en una explosi¨®n de j¨²bilo. Nadie duda que Mandela va a ser el pr¨®ximo presidente, su presidente, no el presidente de un pa¨ªs vecino.
Venter acepta que ¨¦ste es tambi¨¦n "otro problema". "S¨ª. Vamos a tener que imponer nuestro punto de vista con fuerza. La guerra sigue siendo una gran posibilidad. Nuestros l¨ªderes se est¨¢n encargando de eso".
La gran inc¨®gnita hoy en Sur¨¢frica es si va a haber guerra o no. O m¨¢s bien, si la derecha blanca ser¨¢ capaz, a trav¨¦s de una posible campa?a de terrorismo, de sabotear el proceso electoral. El AVF asegura que si no se tiene en cuenta su demanda de independencia no habr¨¢ ni elecciones ni nueva Sur¨¢frica. De acuerdo con los analistas pol¨ªticos, cuyo ¨²nico tema de inter¨¦s es ¨¦ste, todo depender¨¢, cuando llegue el momento, de la lealtad del Ej¨¦rcito.
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