Mezquitas clausuradas, santuarios destruidos en el ¡°nuevo Xinjiang¡±
En la ciudad de Kashgar, la mayor parte de las mezquitas ya no est¨¢n operativas; en Hotan, cementerios musulmanes y santuarios han desaparecido. Un estudio calcula que el 65% de los lugares de culto en Xinjiang han sido da?ados, en una campa?a para diluir la cultura uigur dentro de la china
En las calles serpenteantes de la ciudad vieja de Kashgar, en Xinjiang, grupos de turistas han ¡ªla etnia mayoritaria en China¡ª con viseras, c¨¢maras fotogr¨¢ficas y m¨®viles se apelotonan para tomarse selfis en torno al siguiente edificio en su itinerario. Un p¨®rtico flanqueado por dos torres ¡ªdos minaretes¡ª, ambas quebradas. ¡°Esto¡±, explica el gu¨ªa, ¡°sol¨ªa ser una mezquita. Pero las autoridades le retiraron el permiso. Y es bueno que lo hayan hecho. Primero, porque as¨ª se combate la liberalizaci¨®n religiosa. Segundo, porque el i...
En las calles serpenteantes de la ciudad vieja de Kashgar, en Xinjiang, grupos de turistas han ¡ªla etnia mayoritaria en China¡ª con viseras, c¨¢maras fotogr¨¢ficas y m¨®viles se apelotonan para tomarse selfis en torno al siguiente edificio en su itinerario. Un p¨®rtico flanqueado por dos torres ¡ªdos minaretes¡ª, ambas quebradas. ¡°Esto¡±, explica el gu¨ªa, ¡°sol¨ªa ser una mezquita. Pero las autoridades le retiraron el permiso. Y es bueno que lo hayan hecho. Primero, porque as¨ª se combate la liberalizaci¨®n religiosa. Segundo, porque el islam estipula que cada tantos habitantes haya una mezquita, y la costumbre dictaba que la construcci¨®n y el mantenimiento la pagasen los vecinos. Ahora, como ya no funciona, los vecinos se ahorran ese dinero y lo pueden invertir en otras cosas¡±.
Los turistas contin¨²an tom¨¢ndose selfis y el gu¨ªa, hablando impert¨¦rrito: ¡°Los creyentes tienen total libertad para rezar, pero en las mezquitas grandes, construidas por el Gobierno¡±. A unos centenares de metros, otro grupo se toma tambi¨¦n fotos junto a otra mezquita decomisada, tambi¨¦n con los minaretes arrancados. El p¨®rtico ha sido cubierto con planchas de yeso de color rosa p¨¢lido. ¡°?Es un color muy bonito!¡±, se?ala una turista de mediana edad, preguntada por lo que suscita tama?o inter¨¦s. Unas calles m¨¢s all¨¢, otra mezquita cerrada, tambi¨¦n sin sus minaretes ni ning¨²n otro s¨ªmbolo que la identifique como tal. Y otra. Y otra.
En un paseo al azar por el casco viejo de Kashgar, una de las ciudades clave para la cultura uigur en Xinjiang, encontramos una treintena de mezquitas. De ellas, solo tres, incluida la majestuosa Id Kah de minaretes amarillos, la principal de la ciudad, mantienen su funci¨®n religiosa, todas adornadas con una bandera nacional ondeante y el cartel ¡°amar a la patria, amar al Partido¡±. Otras se han reconvertido en otras funciones: centros de vacunaci¨®n contra la covid, tiendas de recuerdos. Una lleg¨® a transformarse en una cafeter¨ªa, hasta que sus due?os la tuvieron que cerrar. Otra sirve ahora de urinario para los turistas; en su interior, a¨²n es posible distinguir el ¨¢rea donde se practicaban las abluciones rituales. Pero la mayor¨ªa est¨¢n, simplemente, cerradas. El polvo en sus candados, las omnipresentes c¨¢maras de vigilancia desconectadas, y los desechos que se atisban en su interior testimonian que llevan as¨ª mucho tiempo.
No ocurre solo en Kashgar. Im¨¢genes v¨ªa sat¨¦lite muestran la desaparici¨®n de referencias culturales uigures en todo Xinjiang. A 500 kil¨®metros al este, en Hotan, otra de las ciudades con mayor proporci¨®n de habitantes uigures en la regi¨®n, la hoz y el martillo presiden un monumento a ¡°los valores fundamentales del socialismo¡±. El parque donde se encuentra es completamente nuevo: se mont¨® justo a tiempo para las celebraciones del centenario del Partido Comunista el pasado d¨ªa 1. En enero, ese terreno era un solar. Antes a¨²n, ah¨ª hab¨ªa una mezquita, la del Bazar del Caballo, una de las m¨¢s populares de la prefectura.
A pocas calles, unas gr¨²as se encuentran en plena acci¨®n. En el solar donde hubo otra mezquita, los carteles de la obra anuncian que en unos meses se alzar¨¢ aqu¨ª un complejo hotelero y de apartamentos bajo una marca multinacional. Junto a la ciudad vieja reconstruida, un aparcamiento ocupa el espacio donde se encontraba la mezquita de Id Kah.
El informe Cultural erasure: Tracing the destruction of Uyghur and Islamic spaces in Xinjiang (Borrado cultural: rastreando la destrucci¨®n de los espacios uigures y del islam en Xinjiang), del Australian Strategic Policy Institute (ASPI), calcula que, de las cerca de 24.000 mezquitas que exist¨ªan en Xinjiang en 2004, en torno a 16.000 ¡ªun 65% del total¡ª han sido da?adas como consecuencia de pol¨ªticas gubernamentales, la mayor parte desde 2017. De ellas, 8.500 han quedado completamente demolidas. Adem¨¢s, un 30% de importantes lugares isl¨¢micos ¡ªsantuarios, escuelas, cementerios, partes integrales de la cultura uigur y su conexi¨®n con el territorio¡ª tambi¨¦n han sido destruidos, y un 28%, da?ados o alterados. Un nivel de eliminaci¨®n como no se ve¨ªa desde los tiempos de la Revoluci¨®n Cultural.
¡°La eliminaci¨®n deliberada de elementos tangibles de la cultura local uigur e isl¨¢mica en Xinjiang parece ser una pol¨ªtica dirigida desde el centro, pero puesta en marcha de manera local, cuyo objetivo ¨²ltimo es chinizar la cultura local y, al final, lograr la completa transformaci¨®n del pensamiento y comportamiento de la comunidad uigur¡±, apunta el estudio de ASPI.
Esa transformaci¨®n, analiza por tel¨¦fono el profesor Rian Thum, del Instituto de China en la Universidad de M¨¢nchester, se hace extensiva incluso a las viviendas, su forma, distribuci¨®n y contenido. ¡°En los propios documentos gubernamentales est¨¢ muy claro que quieren cambiar los espacios culturales f¨ªsicos en los que habitan los uigures ¨Dincluso el interior de sus hogares¨D para mutarlos en lo que consideran moderno y civilizado. El Estado chino percibe la cultura uigur como atrasada y b¨¢rbara. Por tanto, ve la destrucci¨®n como algo que trae modernidad, progreso y civilizaci¨®n a un pueblo atrasado¡±.
Tambi¨¦n, agrega Thum, ¡°creen que la cultura uigur, que consideran atrasada, es la raz¨®n, o una de las razones, por las que los uigures se resisten al mandato del Gobierno chino. As¨ª que eso probablemente explique por qu¨¦ est¨¢n excavando y destruyendo todas estas cosas¡±.
China asegura que cuida y repara los lugares de culto musulmanes, y niega categ¨®ricamente que limite las pr¨¢cticas religiosas de la minor¨ªa uigur. ¡°La Constituci¨®n de la Rep¨²blica Popular de China estipula que los ciudadanos tienen derecho a sus creencias religiosas. Ninguna organizaci¨®n gubernamental, grupo social o individuo les obligar¨¢ a tenerlas o a no tenerlas, ni les discriminar¨¢n por motivos de fe. Todas las actividades religiosas leg¨ªtimas est¨¢n protegidas¡±, sosten¨ªa un portavoz del Gobierno de Xinjiang en marzo.
En un libro blanco publicado la semana pasada, el Consejo de Estado, el Ejecutivo chino, sostiene que ¡°sobre las instalaciones en mal estado de conservaci¨®n, los departamentos gubernamentales han resuelto los riesgos potenciales para la seguridad mediante reconstrucci¨®n, desplazamiento a otro lugar o expansi¨®n, garantizando as¨ª la pr¨¢ctica segura y tranquila de la religi¨®n, respetando los deseos de los creyentes¡±.
Pero las pocas mezquitas operativas solo abren sus puertas los viernes, y no para el total de las cinco plegarias preceptivas. Ese d¨ªa sagrado, a la hora autorizada, las tres de la tarde, pueden verse a docenas de ancianos uigures acudir a la mezquita milenaria de Id Kah. Pero a otra m¨¢s peque?a solo se acercan tres personas. ¡°No, no vamos a rezar. Vamos a charlar de nuestras cosas¡±, asegura el portero, antes de cerrar la puerta con firmeza. Como en el resto de las mezquitas en funcionamiento, varias c¨¢maras vigilan la entrada.
Fuera de los lugares de oraci¨®n, la pr¨¢ctica religiosa tambi¨¦n parece limitada. No se ven s¨ªmbolos en p¨²blico. Poseer un Cor¨¢n o ayunar en Ramad¨¢n ¨Ddenuncian ONG y uigures en el exilio¨D puede ser motivo para acabar en uno de los temidos campos de reeducaci¨®n con los que China asegura que ha derrotado al terrorismo isl¨¢mico. Preguntar sobre lo que se lee en alguna de las escas¨ªsimas inscripciones cor¨¢nicas visibles en p¨²blico ¨Den la tumba de alg¨²n cementerio, por ejemplo¨D suscita una respuesta un¨¢nime: ¡°No s¨¦¡±.
¡°Los musulmanes que viven en Xinjiang no pueden practicar su religi¨®n¡±, asegura Amnist¨ªa Internacional en su reciente informe Como si fu¨¦ramos el enemigo en una guerra; Internamiento masivo, tortura y persecuci¨®n por parte de China a personas musulmanas en Xinjiang. ¡°Numerosas pr¨¢cticas isl¨¢micas que los musulmanes consideran esenciales a su religi¨®n y que no estaban prohibidas expl¨ªcitamente por la ley ahora s¨ª est¨¢n, en la pr¨¢ctica, prohibidas. Se impide a los musulmanes que recen, acudan a las mezquitas, ense?en religi¨®n, lleven h¨¢bitos religiosos o impongan a sus hijos nombres que suenen isl¨¢micos. Como resultado de la constante, cre¨ªble amenaza de detenci¨®n, los musulmanes en Xinjiang han modificado su comportamiento hasta tal punto que ya no dan signos externos de practicar la religi¨®n¡±.
Kashgar, o la capital de Xinjiang, Urumqi, parecen menos afectadas que otras localidades no tan tur¨ªsticas, como Hotan o Yarkand, en cuanto a la desaparici¨®n de sus lugares sagrados. Aunque, como las mezquitas sin minaretes del barrio antiguo de Kashgar, parecen, sobre todo, haberse preservado m¨¢s como atracciones tur¨ªsticas que como lugares para la pr¨¢ctica religiosa o la preservaci¨®n de la cultura uigur. La antigua madrasa de Sachi Medris, en Kashgar, hace a?os que no funciona como escuela cor¨¢nica, y solo sirve de escenario para que los visitantes tomen fotos. La mezquita de Id Kah, excepto el breve lapso en que est¨¢ cerrada para los rezos del viernes, cobra una ping¨¹e entrada de seis euros para quienes quieran admirarla. La del Gran Bazar en Urumqi acoge un mercado; la peque?a oficina a su entrada est¨¢ repleta de los libros del presidente Xi Jinping.
En las afueras de Kashgar, lo que desde 2015 se conoce de manera oficial como los jardines de la princesa Xiangfei son una atracci¨®n muy popular entre los turistas han: un mausoleo centenario, de c¨²pula soberbia y altos minaretes en los que relucen azulejos esmeralda, aguamarina y gualda.
Es un santuario suf¨ª, y uno de los lugares m¨¢s importantes para la cultura uigur. Es el mausoleo de Afaq Hoja, un caudillo militar que combati¨® a los Qing ¨Dla dinast¨ªa de Qianlong¨D en el siglo XVIII. El clan que fund¨® estableci¨® a mediados del siglo XIX un breve Estado independiente. Durante a?os, fue un centro de peregrinaje, donde los uigur acud¨ªan a aprender sobre su historia. Hoy, aunque el nombre del l¨ªder s¨ª aparece en su tumba, no se menciona nada sobre ¨¦l, ni de su vida o legado, en el recinto.
Los jardines, en cambio, son ahora un florido parque tem¨¢tico, que con un toque casi Disney celebran otra historia: la de una noble uigur, Xiangfei (Concubina Fragante, en mandar¨ªn) o Iparhan ¨Dsu nombre real uigur¨D y el amor a primera vista entre ella y el emperador Qianlong, el conquistador que integr¨® definitivamente a la regi¨®n en la ¨®rbita china hace dos siglos y medio. El cari?o entre el emperador y su princesa era tan fuerte, seg¨²n esta versi¨®n, que a la muerte de ella ¨¦l dispuso una escolta de un centenar de hombres para llevarla a enterrar en los paisajes que Xiangfei hab¨ªa amado de ni?a.
Autobuses llenos de turistas han se acercan diariamente para ver una reproducci¨®n de la casa donde supuestamente se crio Xiangfei, el ¨¢rbol que ¡°plant¨® antes de marcharse a Pek¨ªn¡± o la p¨¦rgola donde, afirma esta versi¨®n, cantaba y bailaba. Y, por supuesto, su tumba, marcada con un lienzo rojo en una esquina del mausoleo. En esta versi¨®n, no muy distinta de la Pocahontas de Disney, Xiangfei/Iparhan encarna el esp¨ªritu de unidad entre las dos etnias, remontado a siglos atr¨¢s en la historia, que tanto se promociona en discursos y carteles oficiales.
Los libros previos a la implantaci¨®n de la Rep¨²blica Popular en 1949 hablan, en cambio, de la esposa de un caudillo en el reino del oasis de Kashgar, tomada como bot¨ªn tras el triunfo de las tropas imperiales y la ejecuci¨®n de su marido. Llevada a Pek¨ªn, all¨ª Iparhan/Xiangfei acab¨® quit¨¢ndose la vida. Su cuerpo nunca volvi¨® a Kashgar. Reposa, como concubina real, en las afueras de Pek¨ªn.
Pocos uigures, adem¨¢s de la polic¨ªa con chaleco antibalas, ubicua en toda la regi¨®n, o los empleados del parque, parecen pisar durante el d¨ªa el recinto, otrora tan sagrado. Al atardecer, quiz¨¢, es otra historia: los turistas han se marchan en tropel, con sus viseras, sus c¨¢maras y sus m¨®viles a los autobuses, entre apremios de sus gu¨ªas; surgido como de la nada, un grupo de ancianos uigures charla a media voz en los bancos junto al mausoleo.