¡°China ha detenido a mis hijos y no s¨¦ si volver¨¦ a verlos¡±
Una madre de la etnia uigur denuncia las violaciones de derechos humanos que sufre esta minor¨ªa y por las que la UE ha aprobado las primeras sanciones contra el pa¨ªs asi¨¢tico desde la crisis de Tiananm¨¦n. ¡°Hemos contado nuestra historia a Amnist¨ªa Internacional con la esperanza de que alguien nos ayude¡±
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Cuando dej¨¦ a mis hijos hace cinco a?os, lo hice apresuradamente. No tuve tiempo de quedarme con ning¨²n recuerdo, ning¨²n juguete. Solo me llev¨¦ conmigo una foto familiar. En aquel momento, mi marido y yo pensamos que no ten¨ªamos elecci¨®n. Las autoridades chinas nos hostigaban constantemente y nos exig¨ªan que entreg¨¢ramos los pasaportes o de lo contrario sufrir¨ªamos las ¡°consecuencias¡±. Tambi¨¦n hab¨ªa una estricta pol¨ªtica de control de la natalidad. Quer¨ªan hacerme una ¡°revisi¨®n f¨ªsica¡± para ver si estaba embarazada. Y lo estaba.
Hab¨ªamos conseguido visados para Italia, pero tem¨ªamos que en la frontera nos hicieran preguntas si nos ¨ªbamos con todos nuestros hijos a la vez. As¨ª que decidimos llevarnos de momento al m¨¢s peque?o, al que yo a¨²n daba el pecho, y dejar con sus abuelos a los otros cuatro ¡ªdos ni?os y dos ni?as que entonces ten¨ªan entre 7 y 11 a?os¡ª hasta que pudieran reunirse con nosotros m¨¢s adelante. Si no nos hubi¨¦ramos ido de China entonces, no s¨¦ si hubi¨¦ramos podido salir jam¨¢s. Con todo, no imagin¨¢bamos hasta qu¨¦ punto iban a empeorar las cosas en Sinkiang.
Tras nuestra llegada a Italia, nuestra familia comenz¨® a estar en el punto de mira de las autoridades chinas. A mi madre la llevaron a un campo de internamiento y a mi padre lo interrogaron durante varios d¨ªas y luego tuvo que ser hospitalizado. Ten¨ªa 80 a?os. Mis hijos se quedaron solos. Seg¨²n el gobierno chino, eran hijos de ¡°traidores¡±. El resto de nuestros familiares no pod¨ªan hacerse cargo de ellos porque tem¨ªan que tambi¨¦n los enviaran a campos.
A mis hijos los llaman ¡°hu¨¦rfanos¡±, pero yo estoy viva
En la escuela no tardaron en darse cuenta de que a las reuniones no asist¨ªan sus padres ni ning¨²n tutor, as¨ª que solicitaron al Gobierno que se ocupara de esos ni?os ¡°hu¨¦rfanos¡±. Los enviaron a una escuela que era como una c¨¢rcel, donde los vigilaban las 24 horas. A esos sitios los llaman ¡°campos de hu¨¦rfanos¡±.
A mis hijos los llaman ¡°hu¨¦rfanos¡±, pero yo estoy viva. Mi padre falleci¨® en noviembre de 2019. Pero ese mes tambi¨¦n recibimos buenas noticias: el Gobierno de Italia nos autoriz¨® a traer a nuestros hijos al pa¨ªs. Informarles de la situaci¨®n era arriesgado, pues vigilaban sus comunicaciones, pero conseguimos hacerlo en marzo de 2020, durante una videollamada.
Para que les entregaran sus visados ten¨ªan que ir al consulado de Italia en Shangh¨¢i, a 5.000 kil¨®metros de distancia. Eran demasiado j¨®venes para hacer semejante viaje solos, pero no pudimos encontrar a nadie que los acompa?ara a la ciudad por los riesgos que eso supon¨ªa. En mayo de 2020, la polic¨ªa china interrog¨® a mis hijos una noche durante dos horas. Los agentes les peguntaron por qu¨¦ segu¨ªan en contacto con sus padres. Les dijeron que eso era peligroso y los amenazaron con llevarlos a un campo de internamiento al acabar el curso.
Los ni?os estaban asustados. Mi hijo nos llamaba todos los d¨ªas, rogando que lo rescat¨¢ramos. Dec¨ªa que estaba en una lista de personas a las que iban a mandar a un campo de internamiento. El visado italiano expiraba en agosto, as¨ª que tuvimos que dejar que los ni?os fueran solos a Shangh¨¢i. Les dimos instrucciones y, con ayuda de desconocidos y de contactos, consiguieron llegar. Pero una vez all¨ª no les dejaron entrar en el consulado de Italia. Dos d¨ªas despu¨¦s, la polic¨ªa los detuvo y los envi¨® de vuelta al campo de hu¨¦rfanos.
Hasta entonces, siempre hab¨ªa tenido la esperanza de que volver¨ªamos a ver a nuestros hijos. Pero ahora estamos en una situaci¨®n desesperada. China ha detenido a mis hijos y, si quieren hacerles da?o, pueden hacerlo.
He visto en internet im¨¢genes de campos de hu¨¦rfanos y por eso s¨¦ que ven pel¨ªculas chinas de propaganda roja
Para las personas uigures es un peligro denunciar las violaciones de derechos humanos que sufrimos, pero nosotros hemos contado nuestra historia a Amnist¨ªa Internacional con la esperanza de que alguien nos ayude. En los cinco a?os que han pasado desde que me separ¨¦ de mis hijos, no he dejado de pensar en ellos ni un minuto. Nadie puede entender realmente lo que se siente si no ha pasado por esto.
No s¨¦ lo que est¨¢n haciendo ahora mis hijos. He visto en internet im¨¢genes de campos de hu¨¦rfanos y por eso s¨¦ que ven pel¨ªculas chinas de propaganda roja y cantan canciones rojas en el colegio. Siempre que veo estos v¨ªdeos, pienso en mis hijos y en c¨®mo los est¨¢n educando. C¨®mo los tienen en un aula peque?a, aprendiendo cosas que no quieren, separados de su padre y de su madre, y lo mucho que deben echarnos de menos.
Mi beb¨¦ naci¨® en Italia, y despu¨¦s tuvimos otro que tambi¨¦n naci¨® aqu¨ª. A veces los tomamos en brazos, les hablamos sobre sus hermanos y hermanas que est¨¢n en Sinkiang y lloramos. Preguntan cu¨¢ndo los conocer¨¢n, y yo no s¨¦ qu¨¦ responderles. Por la noche me despierto entre pesadillas y rezo a Al¨¢ para que nos los traiga. En esas ocasiones, lo ¨²nico que me consuela es la foto en la que se ve a los cuatro que me llev¨¦ cuando sal¨ª a toda prisa por la puerta hace cinco a?os.
Testimonio recogido por Amnist¨ªa Internacional y publicado originalmente en ingl¨¦s en The Guardian.
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