Los talibanes proh¨ªben el acceso de los afganos al aeropuerto de Kabul
El grupo integrista pide a Estados Unidos que deje de alentar la fuga de cerebros y anima a los funcionarios a colaborar con el nuevo sistema isl¨¢mico
Los talibanes han prohibido este martes el acceso de los afganos al aeropuerto de Kabul. La medida pone en peligro los intentos de Estados Unidos y otros pa¨ªses, entre ellos Espa?a, de sacar de Afganist¨¢n a sus colaboradores locales y a otros ciudadanos vulnerables. En una conferencia de prensa, el portavoz Zabihullah Mujahid...
Los talibanes han prohibido este martes el acceso de los afganos al aeropuerto de Kabul. La medida pone en peligro los intentos de Estados Unidos y otros pa¨ªses, entre ellos Espa?a, de sacar de Afganist¨¢n a sus colaboradores locales y a otros ciudadanos vulnerables. En una conferencia de prensa, el portavoz Zabihullah Mujahid ha alegado que no pueden garantizar su seguridad debido al gran n¨²mero de personas que se agolpan all¨ª y les ha pedido que regresen a sus casas. Mujahid ha acusado a EE UU de alentar la fuga de cerebros. El grupo islamista est¨¢ tratando de retener tecn¨®cratas de la Administraci¨®n que ha derribado y ha pedido a los funcionarios que vuelvan al trabajo.
¡°No est¨¢ permitido que ning¨²n afgano vaya al aeropuerto. (¡) La multitud debe volver a sus casas¡±, ha dicho el portavoz talib¨¢n. A partir de ahora, solo los extranjeros podr¨¢n acceder al aer¨®dromo. Mujahid tambi¨¦n ha echado un jarro de agua fr¨ªa sobre la posibilidad de que EE UU extienda la presencia de sus soldados en el aer¨®dromo, tal como le ped¨ªan algunos aliados ante la imposibilidad de completar la tarea para fin de mes. ¡°No hemos acordado ninguna extensi¨®n y todas las evacuaciones de extranjeros deben acabar el 31 de agosto¡±, ha a?adido.
Su intervenci¨®n se produc¨ªa horas despu¨¦s de conocerse que el jefe de la CIA, William J. Burns, mantuvo el lunes una reuni¨®n secreta en Kabul con el l¨ªder pol¨ªtico de los talibanes, Abdulghani Baradar. Pero Mujahid declar¨® no poder confirmar la noticia.
Desde la llegada de los talibanes a Kabul, miles de afganos se dirigieron al aeropuerto con la esperanza de acceder a un vuelo de evacuaci¨®n antes de que Estados Unidos concluya su retirada. Muchos de ellos disponen de una plaza en esos aviones porque han trabajado para las embajadas o los ej¨¦rcitos occidentales durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas. Sin embargo, otros muchos acuden sin la invitaci¨®n correspondiente, e incluso sin pasaporte, en la esperanza de poder salir del pa¨ªs.
La aglomeraci¨®n impide el acceso de los viajeros convocados y ha dado lugar a broncas y estampidas que han dejado una veintena de muertos. Pero, sobre todo, la imagen de una huida masiva mina el objetivo de los talibanes de presentarse como un grupo nacionalista incluyente que ha desalojado a las fuerzas ocupantes. Las escenas de caos que centran las informaciones de los medios internacionales dejan en segundo plano la campa?a de los extremistas para conquistar los corazones y las mentes de sus compatriotas, muchos de los cuales recuerdan la brutalidad de su anterior Gobierno (1996-2001).
Mujahid pidi¨® a Estados Unidos que no se lleve a los profesionales afganos. ¡°No animen a irse a nuestros ingenieros, a nuestros m¨¦dicos, los necesitamos¡±, reclam¨®. Los talibanes intentan que los funcionarios vuelvan al trabajo para evitar que crezca el descontento por la falta de servicios. Tambi¨¦n tratan de convencer a los tecn¨®cratas para que colaboren con el ¡°nuevo sistema isl¨¢mico¡±.
Para saber hasta qu¨¦ punto es ¡°nuevo¡±, todas las miradas est¨¢n puestas en el trato a las mujeres, a quienes, durante su paso previo por el poder, negaron educaci¨®n, trabajo y participaci¨®n en la vida p¨²blica. Ahora aseguran que van a incluirlas. ¡°Queremos que trabajen, pero en un ambiente de seguridad¡±, respondi¨® Mujahid a una periodista afgana. Seg¨²n algunas informaciones, est¨¢n preparando un marco para ello, pero no hay indicaciones sobre si su modelo ser¨¢ la segregaci¨®n como estaba vigente en Arabia Saud¨ª hasta hace poco, o, como en Ir¨¢n, valdr¨¢ con que respeten el hiyab (es decir, que se cubran la cabeza y las formas del cuerpo).
Tambi¨¦n hay mucha curiosidad por saber qui¨¦n va a integrar el nuevo Gobierno, sobre cuya composici¨®n se est¨¢ consultando a otros dirigentes pol¨ªticos fuera del grupo islamista. De momento, ha nombrado ministro de Defensa en funciones a un antiguo preso de Guant¨¢namo, el cl¨¦rigo Abdulqayyum Zakir, seg¨²n la cadena de televisi¨®n Al Jazeera. La v¨ªspera, los talibanes designaron gobernador en funciones del Banco Central al hasta ahora responsable de su Comisi¨®n Econ¨®mica, el haji Mohammad Idris.
Con anterioridad, Muhahid hab¨ªa pedido a un grupo de l¨ªderes religiosos que animen a los funcionarios a volver al trabajo y les convenzan de que los talibanes no suponen ninguna amenaza, para ellos. Temerosos de posibles represalias, la mayor¨ªa de los empleados p¨²blicos se ha quedado en casa a la vista del vac¨ªo generalizado en la Administraci¨®n. Muchos afganos se quejan en las redes sociales de los problemas que encuentran para hacer gestiones como renovar pasaportes u otros documentos de identidad.
Despu¨¦s de dos d¨¦cadas de lucha armada, los talibanes se han encontrado al frente de un pa¨ªs sin tener cuadros, ni experiencia de gesti¨®n. La mayor¨ªa de sus dirigentes son cl¨¦rigos, antiguos guerrilleros, o ambas cosas. Saben que para sacar su proyecto requieren algo m¨¢s que la fe ciega de sus seguidores. De ah¨ª su intento de reclutar tecn¨®cratas entre los altos funcionarios y mandos intermedios para frenar la fuga de cerebros y el desplome econ¨®mico.
El pa¨ªs que han conquistado es muy diferente del que gobernaron con mano de hierro despu¨¦s de la guerra civil. Por un lado, la poblaci¨®n casi se ha duplicado hasta acercarse a los 40 millones. Por otro, incluso los descontentos con la corrupci¨®n y las promesas incumplidas de los anteriores Gobiernos han disfrutado en alguna medida de los beneficios que trajo la apertura del pa¨ªs al mundo tras la intervenci¨®n de EE UU.
El acceso a la sanidad y la educaci¨®n se ha extendido. Aunque los avances no se repartan de forma uniforme por todo el pa¨ªs, los afganos viven ahora 10 a?os m¨¢s de media que en 2001 y hay muchos m¨¢s ni?os escolarizados (8,2 millones), seg¨²n datos recogidos por el Banco Mundial. Adem¨¢s, la penetraci¨®n de los tel¨¦fonos m¨®viles e internet les ha conectado con el exterior de forma irreversible. Los propios talibanes, que prohibieron la televisi¨®n durante su dictadura, est¨¢n recurriendo ahora a las redes sociales para hacer llegar su mensaje.
En claro contraste con el Gobierno prooccidental que han derribado, buscan mostrarse cercanos al hombre de la calle y, sobre todo, proyectar una imagen de seguridad. Saben que los afganos est¨¢n hartos de la violencia que ha seguido golpe¨¢ndoles tras el fin oficial de las guerras del siglo pasado (aunque ellos tambi¨¦n han sido responsables). Por eso est¨¢n organizando asambleas de base. Este martes, por ejemplo, se han reunido con los mediadores de barrio (wakile guzar) de Kabul para decirles que no deben preocuparse por la seguridad y pedirles que pasen su mensaje a la poblaci¨®n. No hay im¨¢genes de esas citas por lo que es imposible saber qu¨¦ asistencia atraen.
?Es esa seguridad real? Seg¨²n a qui¨¦n se pregunte. ¡°Cada vez hay m¨¢s gente que vuelve a las calles, pero las cosas a¨²n no son normales¡±, responde un profesional que no ha regresado a la oficina desde que los talibanes entraron en Kabul el pasado d¨ªa 15. ¡°La seguridad se ha normalizado, pero la situaci¨®n sigue siendo incierta¡±, opina por su parte un periodista que trabaja en un medio de l¨ªnea conservadora.
¡°Los talibanes intentan reducir las aspiraciones de la gente de Afganist¨¢n a la seguridad proporcionada por m¨¦todos primitivos. Por lo tanto, subestiman el impacto [psicol¨®gico] que han infligido a la naci¨®n al derribar al Gobierno, al Ej¨¦rcito y a la polic¨ªa (que quer¨ªan hacer las paces con ellos sin hundirse)¡±, ha tuiteado el analista Ali Yawar Adili.
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