El mercado que surgi¨® de la desesperanza en Kabul
La tragedia humana y econ¨®mica que afronta Afganist¨¢n se refleja en un rastro surgido en la capital donde muchos venden sus bienes m¨¢s b¨¢sicos para poder comer
Si hay un lugar en el que puede sentirse el da?o causado a la econom¨ªa por la llegada de los talibanes al poder, es el mercado de segunda mano que ha surgido junto al puente de Khishti, en el barrio de Chaman-e Hozori de Kabul. Hay ¨²tiles de cocina, planchas, viejos televisores y sobre todo alfombras; muchas alfombras y grandes cojines que son enseres esenciales en cualquier hogar afgano, donde lo habitual es sentarse en el suelo. Que muchas familias tengan que poner a la venta de esta forma sus pertenencias pone de relieve la grave crisis humana que afronta Afganist¨¢n.
Sentado sobre una gran alfombra roja y azul, Ahmad Khalid espera un comprador. ¡°Vendo la alfombra y los cojines porque desde que cay¨® el anterior Gobierno no he recibido mi salario y en casa no tenemos para comer¡±, dice bajando la mirada. Su familia no es una de las miles escapadas de los combates entre los talibanes y las fuerzas de seguridad que se han refugiado en los parques de la capital. Hace un mes y medio, Khalid, de 20 a?os, estaba en el ej¨¦rcito. Su sueldo y la jubilaci¨®n de su padre, exsoldado, manten¨ªan a toda la familia. ?l es el mayor de nueve hermanos. Viv¨ªan sin excesos, pero sin necesidades.
¡°Cuando los talibanes entraron en Kabul, todos en el cuartel nos fuimos a casa¡±, explica. Dos semanas despu¨¦s, la familia se hab¨ªa quedado sin ingresos y el dinero empez¨® a escasear. ¡°Cada d¨ªa vendo algo y con lo que saco compro comida¡±, cuenta. Hoy espera obtener 3.000 afganis (unos 30 euros) por la alfombra que le cost¨® el doble. ¡°Trabajar¨ªa de lo que fuera, pero no hay trabajo¡±, a?ade resignado.
Un 30% de la poblaci¨®n activa afgana trabajaba en el sector p¨²blico y el principal empleador eran las fuerzas de seguridad (ej¨¦rcito, polic¨ªa y servicios de informaci¨®n). La interrupci¨®n de la ayuda internacional ha dejado al Estado sin recursos para hacer frente a los salarios y otros gastos corrientes. Un 40% de sus ingresos proven¨ªa de los donantes. El sector privado es muy d¨¦bil y el grueso de los empleos son informales y de baja productividad, la mayor¨ªa en la agricultura.
El mercadillo de Chaman-e Hozori ha surgido en las ¨²ltimas tres semanas, sobre un secarral junto al r¨ªo Kabul. Se trata de un bazar informal en el que particulares y chamarileros ponen sus puestos. Algunos simplemente una tela en el suelo o una peque?a banqueta. Otros, m¨¢s profesionales, instalan mostradores improvisados sobre caballetes. Hay quien clasifica los productos y quien los ofrece a batiburrillo.
Eid Mohammad, un alba?il de 55 a?os, lamenta el d¨ªa que regres¨® de Pakist¨¢n hace siete a?os. Durante este tiempo, el boom de la construcci¨®n le permiti¨® trabajar y sacar adelante a su familia. ¡°Estaba contento, pero con los talibanes se han parado todas las obras, he perdido el empleo y la esperanza¡±, relata.
Mohammad recuerda que era un ni?o cuando la guerra contra los sovi¨¦ticos. ¡°Desde entonces, este pa¨ªs no ha dejado de tener problemas. No me f¨ªo de sus promesas¡±, se?ala. Ahora quisiera volver a Pakist¨¢n, pero se queja de que las autoridades no les dejan cruzar. ¡°Me acerqu¨¦ a Torkham el 20 de agosto y los guardias paquistan¨ªes nos rechazaron con palos e insultos¡±, asegura. Por eso, intenta vender algunos b¨¢rtulos que trae en un par de cajas, para ir tirando.
Incluso aquellos m¨¢s acomodados o ahorradores tienen dificultades para disponer de su dinero. Durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, los bancos les hab¨ªan convencido para que lo depositaran con ellos en vez de guardarlo debajo de la almohada. Pero ahora, les resulta imposible recuperarlo. Los nuevos gobernantes han limitado las retiradas de efectivo a 20.000 afganis (unos 200 euros) a la semana.
Pero la desgracia de unos es el negocio de otros. Algunas familias se averg¨¹enzan de vender ellos directamente sus posesiones o tienen prisa por deshacerse de ellas para salir del pa¨ªs. Recurren entonces a intermediarios que est¨¢n haciendo su agosto. ¡°Lo normal era comprar el contenido de dos o tres hogares a la semana, pero ahora nos ofrecen diez veces m¨¢s, el problema es tener espacio para almacenarlo¡±, declara Faiz Mohammad. Que por todas las posesiones de una familia pague entre 200.000 y 400.000 afganis (entre 2.000 y 4.000 euros) da una idea de su pobreza.
Ya antes de la llegada de los talibanes, la econom¨ªa se hab¨ªa ralentizado y la suma de la covid-19 y una sequ¨ªa pertinaz hab¨ªa hecho que quienes viven con menos de dos d¨®lares al d¨ªa pasaran del 55% al 72% de la poblaci¨®n. Ahora, Naciones Unidas advierte de que, si no se toman medidas r¨¢pidas, esa cifra llegar¨¢ al 97% de los 39 millones de afganos a mediados del a?o que viene.
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