El miedo se apodera del arte en Kabul: algunos creadores destrozan, entierran o esconden sus obras
¡°El arte es ¡®haram¡¯ para los talibanes, algo que debe quedar oculto¡±, dice una artista que enterr¨® sus esculturas
En el jard¨ªn trasero de una vieja casa kabul¨ª se improvis¨® a toda prisa un cementerio de esculturas. Cav¨® la tierra el profesor de Bellas Artes jubilado Abdul Hai Farahmad, pero no se trataba de ninguna performance. El temor al vendaval iconoclasta talib¨¢n le llev¨® a tomar esa decisi¨®n en cuanto tomaron la capital afgana el pasado 15 de agosto. Pisa ahora ese terreno su hija Zahra Farahmand, de 24 a?os. ¡°El arte es haram para los tali...
En el jard¨ªn trasero de una vieja casa kabul¨ª se improvis¨® a toda prisa un cementerio de esculturas. Cav¨® la tierra el profesor de Bellas Artes jubilado Abdul Hai Farahmad, pero no se trataba de ninguna performance. El temor al vendaval iconoclasta talib¨¢n le llev¨® a tomar esa decisi¨®n en cuanto tomaron la capital afgana el pasado 15 de agosto. Pisa ahora ese terreno su hija Zahra Farahmand, de 24 a?os. ¡°El arte es haram para los talibanes, algo que debe quedar oculto¡±, comenta ella refiri¨¦ndose al t¨¦rmino en ¨¢rabe que rodea lo vedado.
A unos metros, sin nada que temer ante una posible razia cultural, observa impasible el armaz¨®n met¨¢lico con forma humana que iba a dar forma a otra escultura. Padre e hija, autores de las piezas sepultadas, completaron el doloroso ritual destruyendo a martillazos el resto de obras que consideran que no cumplen los c¨¢nones. Lo grabaron en v¨ªdeo, como ha podido comprobar EL PA?S, para que quedara constancia, al menos, como denuncia. ¡°Cuando rompemos nuestras esculturas sentimos en nuestros corazones el mismo dolor que si nos rompi¨¦semos nosotros mismos¡±, dice un peque?o manifiesto al final.
Artistas y creadores viven bajo los nubarrones del nuevo r¨¦gimen, pese a la falta de un proyecto concreto de este para el campo de la cultura y el arte, y prefieren no pensar en que este periodo se parezca a la anterior dictadura, entre 1996 y 2001. Las primeras se?ales son sin embargo desalentadoras. Si hab¨ªa un grupo de arte urbano conocido en Afganist¨¢n era ArtLords, que hab¨ªa realizado unos 2.000 grafitis en 23 de las 34 provincias del pa¨ªs con reivindicaciones de todo tipo.
Uno de los m¨¢s conocidos y simb¨®licos adornaba los muros de la entrada de la embajada de Estados Unidos. Pero a los pocos d¨ªas de que se hubiera esfumado el Gobierno anterior, el mural multicolor, que homenajeaba a la primera orquesta femenina del pa¨ªs y a un equipo de rob¨®tica de ni?as que viaj¨® a Washington, desapareci¨®. Sobre ¨¦l luce ahora una enorme pintada con la bandera blanca y negra del Emirato. Omaid Sharifi, presidente del grupo, calcula que se han destruido ya un centenar en estas semanas. ¡°ArtLords ha estado llevando a cabo estos murales a lo largo de estos ¨²ltimos ocho a?os junto a teatro, shows, documentales o festivales de m¨²sica. Todo eso est¨¢ ahora detenido¡±.
¡°Me encontraba pintando en la calle en Kabul junto a mi equipo cuando llegaron los talibanes el 15 de agosto. La ciudad fue presa del p¨¢nico y volvimos a nuestra galer¨ªa. All¨ª destruimos nosotros mismos varias de nuestras esculturas porque no quer¨ªa que los talibanes las vieran¡±, comenta el l¨ªder de ArtLords desde un campo de refugiados de Abu Dhabi, adonde lleg¨® tras ser evacuado junto a su familia el 22 de agosto. Ahora teme, desde la distancia, que ese nuevo universo en blanco y negro acabe imponi¨¦ndose del todo.
La onom¨¢stica del 15 de agosto parece marcada a fuego por las constantes referencias que se hacen de ella. A Zahra Farahmand no se le olvidar¨¢ porque, adem¨¢s, justo ese domingo ella estaba recogiendo su t¨ªtulo de licenciada en Bellas Artes. Como hito cultural de aquellos a?os que a ella le pillaron muy ni?a, recuerda la destrucci¨®n de los Budas de Bamiy¨¢n.
Pese a que en los ¨²ltimos 20 a?os el mundo art¨ªstico se fue liberando del cors¨¦, los m¨¢s rancios del lugar nunca cejaron en su empe?o ultramoralizador. Cuenta que alguna vez se presentaron en su facultad los estudiantes de Shar¨ªa para amedrentarles. Pese a todo, a Farahmand le quedan ganas de mirar adelante: ¡°Yo quiero pensar en positivo y seguir trabajando, estudiando y aprendiendo ingl¨¦s¡±.
Tambi¨¦n se encuentra en dique seco el grupo de teatro Sonrisas y L¨¢grimas, que se hab¨ªa hecho conocido por representar obras en las que promov¨ªan la luchan contra la violencia de g¨¦nero o el terrorismo. Sus inquietudes iban m¨¢s all¨¢ y formaban parte activa del movimiento Fridays for Future que impuls¨® Greta Thunberg para alertar sobre el deterioro del medio ambiente.
Los talibanes han dado la puntilla a Sonrisas y L¨¢grimas, pero ya ven¨ªan sufriendo las dificultades de ejercer cierto tipo de activismo que incluso era arriesgado con el anterior Gobierno, cuenta Abdul Basir, de 23 a?os, uno de los actores. ¡°Una vez, cuatro chicos y cuatro chicas tuvimos que salir escoltados de la provincia de Kapisa sin posibilidad de representar la obra ante la actitud violenta de algunas personas¡±, explica. Si as¨ª estaba antes el patio el joven no es capaz de rascar optimismo por ning¨²n sitio. ¡°Muchos piensan en salir del pa¨ªs, especialmente las chicas¡±.
A Omaid Sharifi le duele todav¨ªa el bofet¨®n de aquel lustro que abraz¨® el cambio de siglo. ¡°Yo ten¨ªa 10 a?os cuando los talibanes tomaron Kabul y a los 12 comenc¨¦ a trabajar en la calle vendiendo galletas, pero al mismo tiempo iba al colegio y aprend¨ªa ingl¨¦s. As¨ª que tuve una vida ocupada bajo el r¨¦gimen de los talibanes. Encontr¨¦ mi futuro leyendo libros a escondidas de ellos¡±, recuerda el responsable de ArtLords.
La activista y artista Maryam Sadat, de 23 a?os, llega a la entrevista tras haber participado en una manifestaci¨®n delante del que hasta hace unos d¨ªas era el Ministerio de la Mujer y que ahora con los talibanes ser¨¢ el de la Propagaci¨®n de la Virtud y Prevenci¨®n del Vicio. Pese a que las protestas est¨¢n prohibidas desde el 8 de septiembre, dice que gritaban desafiantes: ¡°Talib¨¢n, si quieres matarme, m¨¢tame hoy. Ma?ana puede que sea tarde¡±. La presidenta de la asociaci¨®n Peace Afghanistan reconoce que ha intentado salir del pa¨ªs, pero no ha podido. Su particular manera de propagar la paz por el mundo, sin importar raza, sexo o religi¨®n supone claramente un aldabonazo a la ortodoxia talibana.
Como ejemplo, el cuadro que tiene al lado con la imagen del rostro de Jesucristo, corona de espinas incluida, hecho en punto de cruz. ¡°Piense en lo que es que una mujer de Kabul que se pone burka para salir de casa est¨¦ haciendo esto¡±, se?ala. En su evangelizaci¨®n integradora caben tambi¨¦n, adem¨¢s del islam, la religi¨®n jud¨ªa, el budismo y hasta la reina Isabel II de Inglaterra, que tambi¨¦n tiene su cuadro. Algunos est¨¢n escondidos en la galer¨ªa de Sadat, ubicada en un edificio tomado ahora por los barbudos armados. Ella, en su mente, vuela alto: ¡°Sue?o con una mujer liderando este pa¨ªs¡±.
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