Los talibanes, bajo la sombra de la voladura de los Budas Gigantes
El regreso de los fundamentalistas al poder genera inquietud sobre el futuro del patrimonio cultural afgano
Desde los ventanales del inacabado Centro Cultural de Bamiy¨¢n hay una espectacular vista de los huecos donde se erig¨ªan los Budas Gigantes hasta que los talibanes los dinamitaron en marzo de 2001. A la sombra de esas cicatrices, y de la riqueza arqueol¨®gica del valle en el que se hallan, surgi¨® el BCC, como se conoce el proyecto por sus siglas en ingl¨¦s. Tras varios retrasos, la inauguraci¨®n estaba prevista antes de fin de a?o. El regreso de los fundamentalistas al poder ha abierto un gran interrogante sobre el futuro del BCC y del patrimonio cultural de Afganist¨¢n, en general. De momento, quieren tapiar la cristalera.
El mismo d¨ªa de su entrada en Bamiy¨¢n, el 15 de agosto, los talibanes se presentaron en el centro, que est¨¢ al lado de un cuartel, hoy vac¨ªo. ¡°Entraron de malas maneras pidi¨¦ndonos que entreg¨¢ramos las armas¡±, recuerda Nematullah Timori, el joven ingeniero que est¨¢ a cargo de la obra y que reside con otros empleados dentro del recinto. ¡°Les dije que no ten¨ªamos ninguna y quisieron saber qu¨¦ era esto. Se lo mostr¨¦ y cuando vieron que est¨¢bamos instalando el sistema de sonido del anfiteatro, lo primero que me preguntaron es si era para organizar bailes¡±, relata a¨²n incr¨¦dulo. ¡°Intent¨¦ convencerles de que era para la lectura del Cor¨¢n¡±.
En otra de las visitas, el jefe de la partida le indic¨® que deb¨ªan ¡°levantar una pared¡± ante el ventanal desde el que se observan las hornacinas donde un d¨ªa estuvieron los Budas Gigantes. Los dos monumentos tallados en el siglo VI en un acantilado del valle de Bamiy¨¢n, a 175 kil¨®metros de Kabul, eran el testimonio de que Afganist¨¢n fue una encrucijada de antiguas civilizaciones. Aunque el budismo hace siglos que se dej¨® de practicar aqu¨ª, la poblaci¨®n de etnia hazara (y credo chi¨ª), mayoritaria en la zona, se sent¨ªa orgullosa de ese legado y apreciaba el ocasional turismo que atra¨ªa.
Preocupado ante las recurrentes visitas de los milicianos, Timori fue a ver al gobernador talib¨¢n, Hal Mohammad Anas, para saber a qu¨¦ atenerse. ¡°Me dijo que pod¨ªamos seguir con el proyecto¡±, afirma. Pero donde deber¨ªa haber dos centenares de obreros en acci¨®n, apenas una docena se han presentado a trabajar y lo hacen sin entusiasmo. ¡°Muchos se han ido del pa¨ªs o est¨¢n en sus casas porque tienen miedo. Los que siguen viniendo dicen que no vale la pena, que los talibanes no nos van a dejar inaugurar¡±, explica.
?l mismo duda sobre cu¨¢l va a ser el final de un esfuerzo que arranc¨® en 2016 impulsado por la Unesco y al que ha dedicado los ¨²ltimos tres a?os. De los seis encargados que aparecen en la foto de la ¨²ltima entrada en Facebook del BCC, el pasado 23 de agosto, solo queda Timori. ¡°Todos tenemos mucho miedo. No me voy porque adquir¨ª el compromiso de terminar esto¡±, admite el ingeniero, que es de Herat y cuya familia le est¨¢ pidiendo que vuelva a casa. Hace un par de a?os, los talibanes asesinaron a dos de sus t¨ªos que trabajaban como traductores.
La voladura de los Grandes Budas llam¨® la atenci¨®n mundial sobre el extremismo islamista de los talibanes, medio a?o antes de que sus hu¨¦spedes de Al Qaeda llevaran a cabo los atentados del 11-S. Con el cambio de r¨¦gimen que trajo la intervenci¨®n estadounidense, la Unesco promovi¨® proyectos que contribuyeran a preservar la cultura local y a cohesionar una sociedad muy dividida por etnias y credos. El concurso del BCC lo gan¨® en 2014 el estudio argentino M2R arquitectos y ha sido posible gracias a la financiaci¨®n de Corea del Sur.
Debido a los precedentes, el regreso de los talibanes ha alarmado a quienes se ocupan la conservaci¨®n del patrimonio. La directora de la Unesco, Audrey Azoulay, ha pedido que se preserve ¡°la diversidad del patrimonio cultural de Afganist¨¢n y que se tomen todas las precauciones necesarias para protegerlo de da?os y saqueos¡±. El presidente del Consejo Internacional de Museos (ICOM), Alberto Garlandini, ha alertado del peligro que corren ¡°los hombres y mujeres que han dedicado sus vidas a conservar los tesoros del pa¨ªs¡±. La relatora especial de la ONU para los derechos culturales, Karima Bennoune, insta a las instituciones culturales y educativas de todo el mundo a que les den protecci¨®n.
En el bazar de Bamiy¨¢n, comerciantes y clientes coinciden en que su principal preocupaci¨®n no es qui¨¦n manda, sino que haya trabajo. Con los funcionarios en paro y los m¨¢s acomodados huidos, el negocio ha ca¨ªdo en picado. El BCC no solo era un motivo de orgullo, sino tambi¨¦n una fuente de ingresos para muchas familias. Se ha utilizado piedra de canteras del valle y mano de obra local. En el mismo recinto se ha terminado una escuela de patinaje destinada a ofrecer entretenimiento a los j¨®venes de la zona. Todo est¨¢ congelado.
Desde que los talibanes tomaron el poder, se ha interrumpido la ayuda internacional, incluida la destinada al BCC, que ya empezaba a estar corto de fondos desde el pasado marzo. Los donantes quieren ver qu¨¦ camino toman los fundamentalistas. El pasado febrero dijeron que los vestigios de Afganist¨¢n eran parte de ¡°la historia, la identidad y la rica cultura¡± del pa¨ªs y que ¡°todos tienen la obligaci¨®n de protegerlos y preservarlos¡±. Un responsable de la Comisi¨®n de Cultura ha asegurado este jueves que van a respetarse todos los acuerdos internacionales firmados respecto a la protecci¨®n de monumentos hist¨®ricos. No est¨¢ claro si todas las facciones comparten esa postura. De hecho, empieza a haber signos preocupantes.
En la propia Bamiy¨¢n, los habitantes acusan a los fundamentalistas de haber derribado la estatua del m¨¢rtir Mazari, un l¨ªder hazara a quien asesinaron durante su anterior dictadura (1996-2001). En la rotonda en la que se encontraba, el pedestal est¨¢ ahora vac¨ªo. Un funcionario del gobierno provincial declar¨® a la agencia France Presse que los milicianos tambi¨¦n destruyeron algunos instrumentos y objetos de arte del Departamento de Cultura. Y, diga lo que diga el gobernador, sus tropas no dejan de repetir a diario a los trabajadores del BCC que est¨¢n construyendo ¡°un edificio budista¡±, algo que los radicales consideran anatema.
Incluso si su ideolog¨ªa no ha cambiado, es posible que la necesidad del reconocimiento internacional les obligue a mostrarse cautos en sus gestos. Saben que el mundo est¨¢ observando. La destrucci¨®n del patrimonio cultural se considera un crimen de guerra desde 2016. De momento, la ausencia de combates en la mayor parte del pa¨ªs ha evitado da?os. Pero la autonom¨ªa de la que gozan los responsables talibanes en cada provincia aumenta el riesgo de saqueo del patrimonio como forma de financiaci¨®n.
El Tesoro de Bactria, en paradero desconocido
La ¨²ltima vez que los talibanes estuvieron en el poder no solo destruyeron los Budas de Bamiy¨¢n, sino que saquearon el Museo Nacional, en Kabul, en particular sus vestigios preisl¨¢micos. Afortunadamente, las 22.000 piezas de oro que constituyen el Tesoro de Bactria, se mantuvieron a salvo en una c¨¢mara acorazada del Banco Central. Desde 2006, parte de ese legado se ha exhibido en una docena de pa¨ªses, hasta que el pasado febrero se puso por primera vez al alcance de los afganos en el Palacio Presidencial. Ahora los talibanes lo est¨¢n buscando.
Ahmadullah Wasiq, vicejefe de la Comisi¨®n Cultural del Gobierno talib¨¢n, ha dicho este jueves que est¨¢n buscando esas joyas del primer siglo antes de Cristo. ¡°Si se ha sacado del pa¨ªs, es una traici¨®n a Afganist¨¢n. Lo estamos investigando¡±, ha declarado citado por ToloNews. Seg¨²n Wasiq, el Museo Nacional, el Archivo Nacional, la Galer¨ªa Nacional y los monumentos hist¨®ricos est¨¢n seguros.
El Museo de Kabul lleva un mes y medio cerrado por lo que resulta imposible verificar su estado. Aunque durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas diferentes instituciones culturales de todo el mundo han colaborado con Afganist¨¢n para investigar y documentar su patrimonio, solo un tercio de los fondos del museo est¨¢n catalogados, lo que aumenta el riesgo de que puedan distraerse objetos para el mercado negro.
En 2001, d¨ªas antes de la voladura de los Budas, los talibanes publicitaron la destrucci¨®n de un centenar de estatuillas procedentes de varios museos y lugares arqueol¨®gicos de todo el pa¨ªs. Sin embargo, fuentes arqueol¨®gicas estimaron que la fetua contra los iconos decretada en febrero por el jeque Omar fue una simple tapadera para ocultar un lucrativo negocio de venta de piezas arqueol¨®gicas, muchas de las cuales se pod¨ªan comprar en los mercados de antig¨¹edades de Peshawar (Pakist¨¢n). Tras aquel ejercicio de iconoclasia, una misi¨®n de Arque¨®logos sin Fronteras solo encontr¨® restos de algunas vasijas de arcilla y unas min¨²sculas figuritas de p¨¢jaros a las que les hab¨ªan cortado la cabeza.
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