La nueva di¨¢spora afgana
Una agente de polic¨ªa, el incisivo entrevistador de talibanes o el profesor amenazado, son algunos de los huidos de Kabul que se hallan varados en el limbo de Pakist¨¢n


El objetivo es buscar la primera salida de emergencia. Un goteo peque?o pero incesante de huidos de Afganist¨¢n se une a los tres millones de refugiados de ese pa¨ªs que ya est¨¢n asentados en Pakist¨¢n. No importa que los pasos fronterizos est¨¦n medio cerrados por la pandemia y por temor a una llegada atropellada de afganos escapando del nuevo r¨¦gimen. EL PA?S ha entrevistado a tres de ellos en Islamabad, la capital paquistan¨ª. Son, adem¨¢s, chi¨ªes de la minor¨ªa hazara, especialmente perseguida por los talibanes y grupos terroristas sun¨ªes.
La agente de polic¨ªa Razia Hakimi tuvo que quemar su uniforme y ocultarse por vez primera bajo un burka para escapar. Mukhtar Lashkari era el presentador de la Liga espa?ola en la televisi¨®n afgana que, adem¨¢s, entrevistaba en su show sin remilgos a los talibanes. Y Ali Reza Faizi, el profesor que vio morir a 34 estudiantes de su academia el pasado octubre cuando se inmol¨® un terrorista y al que d¨ªas despu¨¦s le lleg¨® una carta inst¨¢ndole a que se fuera porque su vida corr¨ªa peligro. A todos les sobra el miedo y la desesperanza, pero han decidido dar la cara y contar su historia.

Razia Hakimi, oficial de polic¨ªa (25 a?os)
¡°Al ver aquellas llamas sent¨ª c¨®mo ard¨ªan mis sue?os¡±
A la carrera, intent¨® primero enterrarlo todo. Pero no fue capaz. Por eso decidi¨® preparar una fogata. ¡°Al ver aquellas llamas sent¨ª c¨®mo ard¨ªan mis sue?os¡±, cuenta Razia Hakimi con algunas l¨¢grimas descendiendo por su rostro. Gime entre leves sollozos luchando para que la garganta no se le bloquee. Quiere seguir prestando testimonio. Era el domingo 15 de agosto, con los talibanes ya en Kabul y ocupando el vecino palacio presidencial, entendi¨® que todo se hab¨ªa acabado. Siendo mujer y polic¨ªa, su vida quedaba en v¨ªa muerta en el nuevo Afganist¨¢n. Hab¨ªa ido a trabajar, pero al poco de llegar salt¨® la alerta y todos fueron presas del p¨¢nico en la oficina dependiente del Ministerio del Interior pr¨®xima a la plaza Mahmud Khan. Hubo desbandada bajo la orden superior de no ofrecer resistencia en ning¨²n caso.
Atr¨¢s quedaban cinco a?os que comenzaron, tras licenciarse en la Universidad de Kabul, con una formaci¨®n de seis meses en Turqu¨ªa. Durante ese lustro relata que, tenaz e ilusionada, hab¨ªa ido ascendiendo y gan¨¢ndose el respeto de la calle y de sus compa?eros. ¡°Al principio no pensaban que pudi¨¦ramos hacer el turno de noche o acudir a lugares considerados peligrosos¡±, se?ala sonriendo. Tras superar las primeras reticencias y la desconfianza familiar, no solo hab¨ªa logrado ser una de las 5.000 agentes del pa¨ªs sino que, adem¨¢s, trabajaba en lo que m¨¢s le gustaba. Hab¨ªa llegado al departamento de Derechos Humanos y G¨¦nero, con especial atenci¨®n a proteger a familias, mujeres y ni?os. Ocupaba, como responsable de derechos humanos en el distrito 1 de la capital, el segundo puesto en el escalaf¨®n de los 317 integrantes del cuerpo que trabajaban en su oficina, de los que 30 eran mujeres. Las mofas al verlas con uniforme eran cada vez menos y los casos que iban resolviendo les serv¨ªan para romper el grueso muro del tab¨². Cuando la guerrilla talib¨¢n tom¨® la capital, Hakimi dispon¨ªa de conductor y tres asistentes, dos mujeres y un hombre.
Al llegar a casa, su familia ya hab¨ªa empezado a recoger sus cosas para hacerlas desaparecer. El fuego devor¨® documentaci¨®n, objetos, uniformes policiales¡ Entonces, la apremiaron a irse a casa de unos vecinos por si ven¨ªan a buscarla. Pero all¨ª no dur¨® mucho. Estos no quer¨ªan correr riesgos. ¡°Yo no pod¨ªa creer lo que me estaba pasando¡±, contin¨²a. La ¨²nica soluci¨®n que quedaba era abandonar el pa¨ªs.
Pronto, los talibanes empezaron a registrar las oficinas gubernamentales y as¨ª se hicieron con la identidad de Hakimi, su direcci¨®n y sus tel¨¦fonos. Incluso accedieron a sus perfiles en redes sociales, donde tuvieron estaban sus fotos, entrevistas y todo tipo de informaci¨®n que la pon¨ªa en riesgo extremo. Ahora, las amenazas por tel¨¦fono alcanzan tambi¨¦n a su familia, que vive escondida.
As¨ª fue como en la noche del lunes d¨ªa 16 se cubri¨® con un burka por primera vez en su vida y emprendi¨® un viaje en transporte compartido acompa?ada de su hermano menor, de 16 a?os. De esa forma, cuenta, pod¨ªa cumplir con el precepto talib¨¢n que impide a las mujeres ir sin la compa?¨ªa de un var¨®n. La ruta hacia el sur es una v¨ªa de escape habitual en estas semanas para los que huyen del nuevo r¨¦gimen, seg¨²n diversos testimonios recogidos por EL PA?S. Por la ma?ana cambiaron de veh¨ªculo en Kandahar y as¨ª consiguieron llegar a Spin Boldak, en la frontera con Pakist¨¢n. Por la carretera solo se encontraron con tres controles en la carretera que superaron sin contratiempos. Pero los guardias paquistan¨ªes no se lo pusieron f¨¢cil. El hermano de Hakimi se llev¨® varios palos hasta que lograron cruzar pagando 25.000 rupias de soborno.
Adem¨¢s de su trabajo habitual, impart¨ªa formaci¨®n a sus compa?eros, hac¨ªa de orgullosa portavoz en medios de comunicaci¨®n, se reun¨ªa con pol¨ªticos y organizaciones de derechos humanos y participaba en seminarios. Todo ha quedado estos d¨ªas guardado en el ba¨²l de los recuerdos de esta mujer que hasta el mes pasado era el ¨²nico sustento de toda la familia. Eso la angustia casi tanto como la educaci¨®n de su hermano.
A Hakimi se le ilumina el rostro cuando habla del d¨ªa de 2018 en que, junto a otras autoridades, estuvo reunida con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenber. Le habl¨® de c¨®mo era ser mujer polic¨ªa en Afganist¨¢n. Guarda con orgullo la foto que se hizo con ¨¦l y la muestra como si fuera el salvoconducto necesario para la protecci¨®n internacional que implora. Una carrera de obst¨¢culos en la que compite con decenas de miles de compatriotas. Todos desesperados como ella.

Mukhtar Lashkari, presentador y vicepresidente del canal 1 TV (34 a?os)
¡°Desafortunadamente, han ganado ellos¡±
¡ª ?Qu¨¦ pasar¨ªa si en la ¨¦poca de los talibanes usted me viera as¨ª peinado y vestido?
¡ª Ordenar¨ªa a mi gente que le pusieran a buen recaudo hasta que le creciera la barba.
Mukhtar Lashkari sab¨ªa que la televisi¨®n de la que es vicepresidente estaba directamente amenazada por los talibanes. Aun as¨ª, sacaba a relucir su pico afilado con asiduidad. Este intercambio de disparos dial¨¦cticos es solo uno de muchos de los que ha protagonizado. Corresponde a la entrevista que le realiz¨® en 2019 a Mawlawi Qalamuddin, ministro de la Propagaci¨®n de la Virtud y Prevenci¨®n del Vicio en el gobierno que les mantuvo en el poder entre 1996 y 2001 y uno de los negociadores en Qatar en los ¨²ltimos meses.
El l¨ªder acept¨® acudir a Cactus, un show emitido cada jueves por la noche con m¨²sica en directo y todos los alicientes para enervar a algunos recalcitrantes invitados. De hecho, el presentador y productor hurg¨® en la herida y le record¨® que estaba asistiendo a un espect¨¢culo, como ese televisivo, que ellos mismos hab¨ªan prohibido cuando estaban en el poder. Pero el invitado no se arredraba y dijo que su presencia en el plat¨® no era ni una derrota ni un cambio de mentalidad pero que algunos de los que trabajan en ella propagaban el pecado. Como despedida, el periodista le entreg¨® de recuerdo una foto de los Budas de Bamiy¨¢n que hab¨ªan destruido despu¨¦s de que este dijera que ¡°nuestro l¨ªder el mul¨¢ Omar no ten¨ªa ni idea sobre eso¡±.
En otra ocasi¨®n logr¨® llevar a Cactus a Abdul Shokor Motmaen, otro l¨ªder y, adem¨¢s, amigo del famoso fundador de la guerrilla. A Lashkari no se le ocurri¨® otra cosa que emitir el programa desde el estadio de f¨²tbol de Kabul, que los talibanes convirtieron en un mortal y macabro escenario donde asesinaron y amputaron manos delante de miles de personas para imponer el terror. El presentador le pregunt¨® que c¨®mo se sent¨ªa en aquel lugar y la respuesta fue que era ¡°obligatorio¡± obedecer al mul¨¢ Omar y llevar a cabo aquellos ajusticiamientos. ¡°El mul¨¢ dec¨ªa que las mujeres no pueden salir de casa sin su marido o su padre, ?c¨®mo va a ser posible que hagan deporte delante de los ojos de los hombres?¡±, defendi¨® Abdul Shokor Motmaen.
Con estos antecedentes no era de extra?ar que el periodista cogiera a su familia y, tras cortarse el pelo y ocultarse tras unas gafas de sol, emprendiera el camino hacia Pakist¨¢n, donde concede esta entrevista en un lugar que no quiere que sea desvelado, como los dem¨¢s protagonistas de este reportaje.
Lashkari, de 34 a?os, ven¨ªa de trabajar en Tolo TV entre 2010 y 2013. Despu¨¦s fue fichado por 1 TV, la otra gran cadena privada del pa¨ªs. Hab¨ªa presentado y producido tambi¨¦n concursos en los que se ganaba dinero y bromeaba con los concursantes, una ofensa para los radicales islamistas. Escocieron especialmente unas im¨¢genes en las que aparec¨ªa bailando en el plat¨® con Aryana Sayeed, una famosa cantante afgana, tambi¨¦n azote de los talibanes, que logr¨® salir el mes pasado en los primeros aviones de evacuaci¨®n y se encuentra acogida en EE UU.
Es, adem¨¢s, un conocido comentarista deportivo. Tras los mundiales de 2010, uno de sus mayores golpes de audiencia fue ser el rostro de la Liga cuando 1 TV adquiri¨® los derechos. ¡°Recuerdo que Neymar estaba en el Bar?a, que por desgracia gan¨® ese a?o la Liga¡±, dice entre risas. Su hijo Mushtaba, de siete a?os, que atiende al relato, empieza entonces, como si cantara la tabla de multiplicar, a cantar la alineaci¨®n del Real Madrid.
¡°Tengo la conciencia tranquila. Creo que hice mi trabajo y luch¨¦ por la democracia de los afganos¡±, afirma algo cabizbajo y preocupado por su seguridad y su futuro junto a su familia. Con los talibanes a las puertas de Kabul, la ¨²ltima emisi¨®n de Cactus tuvo lugar el jueves 12 de agosto. El invitado fue el expresidente iran¨ª Mahmud Ahmadineyad, que fue entrevistado por v¨ªdeoconferencia.
Mirando hacia atr¨¢s, recuerda que Mawlawi Qalamuddin le dijo en el plat¨® hace dos a?os que el tiempo dir¨ªa qui¨¦n gana y qui¨¦n no. ¡°Desafortunadamente, han ganado ellos¡±, zanja Muhktar Lashkari.

Ali Reza Faizi, profesor (27 a?os)
¡°Abandone el pa¨ªs si es posible¡±
Ali Reza Faizi, profesor de matem¨¢ticas, recuerda con horror el mediod¨ªa del s¨¢bado 24 de octubre del a?o pasado. Un terrorista lleg¨® a la academia privada Kawsar-e-Danesh en el oeste de Kabul, donde se prepara a alumnos para acceder a la universidad. Quiso acceder a las instalaciones con la carga explosiva, pero fue detectado por un guardia de seguridad. El kamikaze se inmol¨® entonces en el callej¨®n que da acceso al edificio.
El joven, que se encontraba en el interior, guarda en su tel¨¦fono m¨®vil el v¨ªdeo de la c¨¢mara de seguridad que recogi¨® la explosi¨®n, las escenas con los muertos y heridos, los restos de libros, ropa, calzados y sangre, y un montaje con los retratos de los 34 muertos. La mayor¨ªa eran estudiantes pero tambi¨¦n engrosa la funesta lista el guardia que descubri¨® al atacante. Pertenecen a la etnia hazara, minor¨ªa chi¨ª amenazada y perseguida.
En el lugar donde se produjo la explosi¨®n, segu¨ªa luciendo la lona con el retrato de Shamsia, la alumna que mejor nota hab¨ªa obtenido el a?o antes en los ex¨¢menes de acceso a la universidad que se hab¨ªa preparado en esa academia, como inform¨® al d¨ªa siguiente del atentado Tolo News.
Pocos d¨ªas despu¨¦s, con fecha 2 de noviembre, a Faizi le lleg¨® una preocupante carta de las autoridades locales. EL PA?S ha tenido acceso a ella. En la misiva, con membrete, sello oficial y a su nombre, le informan de que hay sobre ¨¦l ¡°amenazas serias de muerte¡±. Tras el ataque con bomba ¡°es posible que hayan designado personas espec¨ªficas para asesinarle a usted y a miembros de su familia. Por su propia seguridad y la de su familia, abandone el pa¨ªs si es posible¡±.
El joven, casado y sin hijos, deja entonces la academia Kawsar-e-Danesh, que no era la primera vez que era objetivo de los terroristas y empieza a dar clases en otra, la Istiqlal High School, en la provincia de Vardak, al suroeste de la capital. En ambas instituciones la ense?anza era compartida por ambos sexos, algo que Faizi no cree que vaya a seguir produci¨¦ndose con el nuevo r¨¦gimen. ¡°Consideran un crimen que ense?emos a la vez a chicos y chicas¡±, apunta.
¡°Lo primero que hace falta es seguridad y protecci¨®n. Es muy complicado saber qu¨¦ va a pasar¡±, se?ala este licenciado en Matem¨¢ticas en 2013 en la universidad de Kabul desde el lugar en el que se oculta en Islamabad. Ha viajado solo y su mujer y el resto de la familia se qued¨® en Afganist¨¢n. ¡°Ahora mismo no hay esperanza¡±, reconoce hastiado consciente de que, al menos a corto plazo, no hay el m¨¢s m¨ªnimo hueco para el optimismo.
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Sobre la firma

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