El adi¨®s de Merkel deja a Alemania y a la UE ante un desaf¨ªo in¨¦dito
El socialdem¨®crata Olaf Scholz y el democristiano Armin Laschet disputan este domingo unas re?idas elecciones que marcan el inicio de una nueva era pol¨ªtica
Merkel se va. Se despide del poder despu¨¦s de 16 a?os y lo hace como acostumbra, sin grandes aspavientos, con ese estilo pol¨ªtico singular que ha marcado una era. En Berl¨ªn y en Bruselas, donde Alemania ha ejercido de hegemon¨ªa de facto durante sus cuatro mandatos consecutivos. Ese hacer pol¨ªtico sosegado, racional, posibilista, incremental y en constante b¨²squeda del compromiso casi a cualquier precio le ha proporcionado incontables ¨¦xitos. Fuera y dentro de su pa¨ªs, convertid...
Merkel se va. Se despide del poder despu¨¦s de 16 a?os y lo hace como acostumbra, sin grandes aspavientos, con ese estilo pol¨ªtico singular que ha marcado una era. En Berl¨ªn y en Bruselas, donde Alemania ha ejercido de hegemon¨ªa de facto durante sus cuatro mandatos consecutivos. Ese hacer pol¨ªtico sosegado, racional, posibilista, incremental y en constante b¨²squeda del compromiso casi a cualquier precio le ha proporcionado incontables ¨¦xitos. Fuera y dentro de su pa¨ªs, convertido en una isla de estabilidad pol¨ªtica en medio de una creciente volatilidad internacional, y la ha ensalzado como l¨ªder global. Pero a la vez, la canciller eterna ha hipotecado la transformaci¨®n de una Alemania que acumula reformas pendientes y de una Europa anclada en un statu quo insostenible. Las costuras de su m¨¦todo posibilista se vuelven cada vez m¨¢s tirantes ante la magnitud de los desaf¨ªos a los que se enfrentar¨¢ su sucesor. La era pos-Merkel se adivina muy agitada.
Valorar el legado y el lugar que la canciller ocupar¨¢ en los libros de historia requiere a¨²n de tiempo y cierta distancia. Es evidente la mancha imborrable que supusieron las pol¨ªticas de austeridad alemanas en Europa. O el haber permitido la entrada a m¨¢s de mill¨®n y medio de refugiados en tiempos de nacionalismos xen¨®fobos. El legado de la pol¨ªtica de los pasos peque?os trasciende, sin embargo, las grandes decisiones. Es m¨¢s difuso y complejo. De momento, Alemania se resiste a pasar p¨¢gina y parece querer m¨¢s Merkel.
Este domingo se celebran las elecciones generales, las primeras en tres lustros a las que no se presenta la canciller y los candidatos compiten por ver qui¨¦n es m¨¢s merkeliano. Qui¨¦n logra transmitir a los ciudadanos esa sensaci¨®n de seguridad desde el centro pol¨ªtico, que a estas alturas sigue cautivando al electorado. Una ¨²ltima encuesta para la televisi¨®n p¨²blica refleja que un 80% de los alemanes consideran positiva la herencia de Angela Merkel. Si se volviera a presentar, probablemente volver¨ªa a ganar. La consideran una funcionaria decente y responsable que aspira a resolver los problemas m¨¢s a que a pasar a la historia como una gran estadista.
A la hora de evaluar el legado merkeliano, Christian Odendahl, economista jefe del Centre for European Reform, se detiene en la crisis del euro, con la que Alemania abri¨® profundas fisuras en la Uni¨®n enarbolando la bandera de una austeridad que reg¨® de cad¨¢veres laborales y sociales el continente y lastr¨® a econom¨ªas del sur como la espa?ola. ¡°Fue demasiado larga y solo acab¨® resolvi¨¦ndose porque al final, Merkel permiti¨® que Europa y el Banco Central traspasaran e ignoraran las propias l¨ªneas rojas alemanas. Los programas de austeridad se relajaron y [Mario] Draghi pronunci¨® el famoso ¡°whatever it takes¡± (lo que sea necesario). Merkel hizo lo que hubiera hecho cualquier canciller alem¨¢n. Intent¨® salvar la econom¨ªa y proteger los ahorros de los alemanes¡±. Recuerda tambi¨¦n que, sin embargo, para Merkel no fue f¨¢cil, que le toc¨® lidiar con una opini¨®n p¨²blica hostil a una mayor solidaridad intraeuropea, pero tambi¨¦n cada vez m¨¢s consciente de lo mucho que Alemania necesita al mercado ¨²nico europeo.
Por esa crisis y por el sempiterno nein (no) a pol¨ªticas de integraci¨®n europeas se acusa a Merkel a menudo de haber arrastrado los pies en la UE frente a la ambici¨®n francesa. De haber mantenido en el tiempo una reticencia a dotar a la UE de instrumentos necesarios para afrontar crisis venideras, como la culminaci¨®n de la uni¨®n bancaria. Pero, a la vez, es evidente que la sed de mayor federalismo no se vive con la misma intensidad en las distintas capitales europeas. ?Huir hacia delante o priorizar la consolidaci¨®n de lo existente en tiempos de Brexit y neopopulismos eur¨®fobos?
Quienes perciben el vaso medio lleno recuerdan que el Reino Unido se fue y los vaticinios agoreros de Nexits y Grexits y todo lo dem¨¢s no se han cumplido. La UE volvi¨® a mostrarse cohesionada en el plan de vacunaci¨®n y sobre todo en el fondo de reconstrucci¨®n pand¨¦mico con el que una Merkel desconocida traspas¨® una l¨ªnea hasta entonces infranqueable en Alemania. Abrir la puerta al endeudamiento com¨²n es probablemente su legado europeo m¨¢s importante. Odendahl piensa que ¡°estabiliz¨® la zona euro y dej¨® claro que en una crisis aguda, Europa permanece unida y est¨¢ dispuesta a transferir grandes sumas de dinero a los pa¨ªses m¨¢s d¨¦biles, y esto es muy importante¡±. Y a?ade: ¡°Su decisi¨®n estuvo motivada porque es consciente de que es necesaria una Europa unida y fuerte para navegar en la nueva realidad geopol¨ªtica¡±. En esa nueva realidad proliferan las amenazas globales con la emergencia clim¨¢tica al frente. El creciente poder¨ªo chino, la desafiante asertividad rusa, la inestabilidad estadounidense, el cuestionamiento del Estado de derecho en el seno de la Uni¨®n y las guerras comerciales requieren una acci¨®n pol¨ªtica decidida.
Sus cuatro mandatos han estado marcados por crisis de una envergadura formidable. La del euro, la de Ucrania, la de los refugiados, la pandemia¡ Merkel las ha domado con un arte negociador y una capacidad para tejer compromisos que ha ido perfeccionando con los a?os. Conoce a la perfecci¨®n los ritmos, a qui¨¦n hay que llamar y cu¨¢ndo. Qu¨¦ se?ales diplom¨¢ticas hay que emitir y con qu¨¦ intensidad en un mundo multilateral cuya mec¨¢nica del poder domina a estas alturas como pocos. ¡°Las ¨¦lites pol¨ªticas europeas consideran a Alemania como un socio con el que cooperan y al que ven con buenos ojos. Piensan que Merkel se ha preocupado por los pa¨ªses grandes y tambi¨¦n por los peque?os y la consideran una figura mucho menos disruptiva que, por ejemplo, Emmanuel Macron¡±, explica Jana Puglierin, al frente del European Council on Foreign Relations en Berl¨ªn, en alusi¨®n a una reciente encuesta global del instituto.
Decisiones meditadas
Las decisiones de Merkel acostumbran a estar ultrameditadas. Consulta a los expertos, reflexiona y vuelve a consultar. En Alemania se ha acu?ado incluso un nuevo verbo ¡ªmerkeln¡ª, en alusi¨®n a esa forma de arrastrar los pies y dudar a la hora de decidir. Ese ritmo paquid¨¦rmico, a menudo a remolque de encuestas de opini¨®n, ha desesperado a muchos y ha contado tambi¨¦n con notables excepciones. La decisi¨®n de mantener abiertas las fronteras para los refugiados aquel 4 de septiembre de 2015 o la de cerrar todas las centrales nucleares alemanas tras la cat¨¢strofe de Fukushima en 2011 son algunas de ellas.
Otra cosa es hasta qu¨¦ punto la alemana podr¨ªa haber hecho m¨¢s y si podr¨ªa haber aprovechado su ingente poder y capital pol¨ªtico para transformar. ¡°Merkel ha buscado lo posible, aquello para lo que sab¨ªa que iba a ser capaz de lograr mayor¨ªas. Busca lo posible, no lo necesario. No ha sido una transformadora, ha sido una gestora¡±, piensa Puglierin, quien cree tambi¨¦n que su legado es a la vez producto de una UE dividida y contradictoria a la fuerza.
¡°Para los pa¨ªses frugales, Merkel hizo bien manteniendo el statu quo durante la crisis del euro y luego se sintieron traicionados durante la pandemia. Mientras, el sur de Europa sinti¨® que le impon¨ªan el dictado de la austeridad con una arrogancia y una superioridad moral que equival¨ªa a una injerencia ileg¨ªtima. Las dos visiones, la de Merkel como la salvadora de Europa o como el emperador buscando solo los intereses nacionales son hasta cierto punto ciertas. Que cada pa¨ªs espere algo distinto de Alemania ha hecho que el resultado hayan sido peque?os ajustes y el mantenimiento del statu quo¡±, termina Puglierin, quien piensa que tal vez el mayor error de la dirigente haya sido no pronunciarse con suficiente firmeza a favor del Estado de derecho en Hungr¨ªa.
En Alemania, los m¨¢s de tres lustros de Gobierno de Merkel han estado marcados por la estabilidad pol¨ªtica y la bonanza econ¨®mica, pero la canciller deja una larga lista de tareas pendientes. Cuando lleg¨® al poder en 2005, Alemania ten¨ªa m¨¢s de cinco millones de parados y se la consideraba el enfermo de Europa. Hoy, la gran econom¨ªa de la zona euro registra tres millones de parados menos y necesita urgentemente trabajadores en ciertos sectores y regiones. Mientras, buena parte de los refugiados que llegaron a partir de 2015 se han ido incorporando con relativo ¨¦xito al mercado laboral.
El milagro alem¨¢n obedeci¨® en buena medida a un contexto internacional favorable para la gran potencia exportadora germana. La demanda china, el super¨¢vit comercial y un euro d¨¦bil favorecieron la recuperaci¨®n de Berl¨ªn. Merkel se benefici¨®, adem¨¢s, de las profundas e impopulares reformas del mercado laboral que puso en marcha su predecesor, el socialdem¨®crata Gerhard Schr?der. Tras la crisis financiera, Alemania se recuper¨® en parte por pol¨ªticas dom¨¦sticas como el c¨¦lebre Kurzarbeit (reducci¨®n de jornada), al que ha vuelto a recurrir durante la pandemia, asegurando los empleos al resguardo del vendaval que arreciaba fuera.
Esos a?os de vacas gordas, sin embargo, no han sido aprovechados para invertir en un pa¨ªs que a menudo sorprende a quien aterriza all¨ª por primera vez y comprueba que el mito de la eficiencia alemana y las relucientes infraestructuras son eso, un mito. El pasmoso retraso en la digitalizaci¨®n, la falta de una acci¨®n clim¨¢tica a la altura de la emergencia hist¨®rica, el retraso en innovaci¨®n y la adaptaci¨®n de una econom¨ªa dependiente de un mundo exterior crecientemente vol¨¢til y, sobre todo, la indomable pir¨¢mide demogr¨¢fica son algunos de los retos urgentes que aguardan a su sucesor. ¡°Hubo muchas oportunidades perdidas. Alemania fue agraciada con unos tipos de inter¨¦s muy bajos, lo que la situ¨® en una situaci¨®n ideal para hacer su econom¨ªa m¨¢s resistente para el futuro, modernizar la Administraci¨®n, invertir en infraestructuras y actuar contra el cambio clim¨¢tico. Merkel perdi¨® la oportunidad de adaptar la econom¨ªa alemana al siglo XXI. No digo que fuera f¨¢cil porque ten¨ªa muchas otras crisis con las que lidiar¡±, sostiene Odendahl.
Al estado de la econom¨ªa alemana hay que a?adirle una preocupante polarizaci¨®n social explotada por una extrema derecha cada vez m¨¢s violenta. Alternativa para Alemania (AfD) entr¨® por primera vez en el Parlamento en 2017 con el 12,6% de los votos al calor de la crisis del euro y de la entrada de refugiados. El resto de partidos, tambi¨¦n el de Merkel, mantiene un f¨¦rreo cord¨®n sanitario con los extremistas, que sobre todo en el este del pa¨ªs trabajan por tender puentes con el ala m¨¢s conservadora de la CDU. De momento, el ostracismo pol¨ªtico ha dado sus frutos y las encuestas indican que el apoyo a los ultras se ha desinflado ligeramente, pero a la vez, el partido se ha vuelto cada vez m¨¢s radical.
Con sus errores y sus aciertos, lo cierto es que la candidata improbable, la cient¨ªfica divorciada y sin hijos que lleg¨® del otro lado del tel¨®n de acero ha terminado por sorprender a casi todos. Haber sido la primera mujer en acceder a la canciller¨ªa y haber permanecido en el puesto durante 16 a?os sin perder una elecci¨®n, ha supuesto un antes y un despu¨¦s en la pol¨ªtica alemana. Para una generaci¨®n de j¨®venes alemanes tener a una jefa de gobierno mujer es lo natural. Ese papel de referente no debe ser subestimado y es tambi¨¦n parte del legado.
Un partido dividido
Que en esta campa?a hayan proliferado los Zeligs pol¨ªticos (ubicuos y de gran capacidad de adaptaci¨®n al entorno) que emulan a la canciller refleja hasta qu¨¦ punto la manera de hacer pol¨ªtica de Merkel es tambi¨¦n parte de su herencia. Se trata de una influencia algo m¨¢s inasible pero no por ello menos relevante. Cuando se le pregunta a quienes han trabajado con ella por sus logros, a menudo acaban hablando de su personalidad y de su manera de concebir la pol¨ªtica. Merkel opera bajo la m¨¢xima de que en la calma reside la fuerza ¡ªIn der Ruhe liegt die Kraft¡ª. La mujer que creci¨® en la Alemania comunista, donde aprendi¨® a callar, a escuchar y a esperar no deja indiferente a quienes han negociado con ella. Esa flema imbatible, el respeto por las instituciones y el multilateralismo, el empe?o por aferrarse a los hechos con su complejidad y a la ciencia en tiempos de noticias falsas ha despertado un torrente de admiraci¨®n internacional. ¡°Ese estilo es lo que la gente y los colegas europeos m¨¢s van a echar de menos. No veo a nadie m¨¢s capaz de mantener sentados a los dem¨¢s negociando horas y horas buscando un compromiso. Ser¨¢ dif¨ªcil para quien venga despu¨¦s ponerse en sus zapatos¡±, piensa Puglierin.
El gran partido conservador europeo que ha dirigido sin dejar crecer la hierba queda en un estado calamitoso con su marcha; dividido y desnortado. Las encuestas le vaticinan el peor resultado de su historia. Merkel lo ha escorado al centro hasta volverlo pr¨¢cticamente irreconocible. Durante las coaliciones que ha presidido, el Gobierno ha decretado el apag¨®n nuclear, permitido la entrada de m¨¢s de un mill¨®n y medio de refugiados, abolido la mili obligatoria, aprobado el salario m¨ªnimo y el matrimonio de parejas del mismo sexo. Ha gobernado al comp¨¢s del sentir de la mayor¨ªa social acaparando pol¨ªticas propias y ajenas. Ha evitado las posiciones polarizantes que la alejaran del ese centro que ha hecho suyo, contribuyendo a adormecer la confrontaci¨®n pol¨ªtica.
Todo eso forma ya parte de un pasado que pronto parecer¨¢ remoto. Alemania est¨¢ a punto de inaugurar una etapa en la que Angela Dorothea Merkel (67 a?os), que ha hecho sentir a muchos alemanes que con ella estaban en buenas manos, ya no estar¨¢ a su lado. Y el efecto bals¨¢mico, casi narc¨®tico con el que ha adormecido la pol¨ªtica, se evaporar¨¢. El despertar promete ser abrupto.
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