¡°En esta calle seis varones abusaron de una piba a plena luz del d¨ªa¡±
A casi una semana de la violaci¨®n grupal en el barrio porte?o de Palermo, EL PA?S reconstruye lo ocurrido a partir del testimonio de vecinos y las grabaciones de las c¨¢maras de seguridad difundidas
La plaza Serrano es el coraz¨®n de Palermo, uno de los barrios m¨¢s tur¨ªsticos de Buenos Aires. Est¨¢ rodeada de bares, tiendas y peque?as discotecas, lo que la convierte en un lugar muy transitado a todas horas. A pocos metros de esa plaza, el pasado 28 de febrero, lunes de carnaval, un grupo de hombres viol¨® a una mujer de 20 a?os en el interior de un autom¨®vil. Un par tocaba la guitarra fuera, se sospecha que para avisar a los dem¨¢s si se acercaba alguien y para disimular cualquier posible grito de la v¨ªctima. ¡°En esta calle seis varones abusaron de una piba a plena luz del d¨ªa¡±, dice un cartel enganchado en una de las paredes de la calle Serrano. ¡°Quiero salir sin miedo a que me violen¡±, dice otro cartel. ¡°Basta de violadores¡±, ¡°Si no hay consentimiento hay violaci¨®n¡±, agregan dos m¨¢s. El aberrante delito sexual ha conmocionado al barrio y desde all¨ª a toda Argentina.
Los v¨ªdeos de las c¨¢maras de seguridad de la ciudad y de algunos comercios de la zona captaron el itinerario de los seis j¨®venes desde que llegaron a Palermo hasta que quedaron detenidos por la polic¨ªa acusados de abuso sexual agravado. La pena m¨¢xima por el delito del que se les acusa es de 15 a?os. Se trata de ?ngel Ramos, de 23 a?os; Tom¨¢s Dom¨ªnguez, de 21; Lautaro Pasotti, de 24; Ignacio Retondo, de 22; Alexis Cuzzoni, de 20, y Franco Lykan, de 24. Son amigos y sol¨ªan viajar juntos. En sus redes sociales se los ve con mochilas al hombro en alguna sierra de C¨®rdoba, o compartiendo un asado. Retondo militaba en una agrupaci¨®n pol¨ªtica kirchnerista. Estudiaba Relaciones Internacionales en la Universidad de San Mart¨ªn, mientras que Passotti era alumno de Arquitectura en la misma universidad, pero ambos han sido suspendidos preventivamente por el centro de estudios.
El Volkswagen Gol blanco en el que viajaban cruz¨® la avenida C¨®rdoba en direcci¨®n a la calle Serrano minutos antes de las cuatro de la madrugada del 28 de febrero. Lo estacionaron en la calle Serrano 1.300, a dos calles de la plaza. Los j¨®venes fueron a la discoteca Espacio Ro, situada a unos trescientos metros de all¨ª. Los investigadores sospechan que en ese lugar conocieron a la v¨ªctima, cuya identidad permanece reservada. ¡°Nos angustia mucho saber que tanto la v¨ªctima como los violadores salieron de nuestro espacio ese mismo lunes por la ma?ana. Nos apena especialmente porque somos un espacio queer-feminista-disidente, donde damos especial importancia a la pol¨ªtica de cuidado¡±, escribi¨® la discoteca en sus redes sociales una vez se hizo p¨²blica la agresi¨®n sexual.
A las 12.29, el v¨ªdeo de la c¨¢mara de seguridad del bar Diggs, en la calle Serrano 1.500, capt¨® el momento en que la joven pasa abrazada a ¡ªo sostenida por¡ª uno de los acusados, vestido con una gorra verde y una camiseta gris, presuntamente Ramos. Se observa que caminaba con cierta dificultad y que dos de los otros acusados ¡ªDom¨ªnguez y Cuzzoni¡ª iban cerca de ellos e intercambiaban algunas palabras.
Antes de dirigirse hacia el veh¨ªculo, el grupo se sent¨® en un quiosco de la misma cuadra. ¡°Estuvieron ac¨¢ cerca de una hora. Vinieron a las 13.10 y los termin¨¦ echando como a las 14.00 porque me rompieron una de las mesas¡±, contaba el viernes Jonatan, empleado del quiosco, dos d¨ªas despu¨¦s de haber prestado declaraci¨®n durante cuatro horas en el juzgado que investiga el caso. Seg¨²n su testimonio, la joven lleg¨® acompa?ada de Cuzzoni, compraron unas cervezas y se sentaron a consumirlas. Luego se sumaron los dem¨¢s.
¡°Los pibes estaban bien, eran conscientes de lo que hac¨ªan, la que estaba mal era ella¡±, asegura Jonatan. ¡°Habl¨¦ con ella porque me pidi¨® pasar al ba?o y se tambaleaba¡±, a?ade.
No se sabe la hora exacta en la que el grupo lleg¨® al coche, pero ya estaba estacionado frente a la panader¨ªa La familia cuando sus due?os, Natalia y Orlando, subieron la persiana el lunes a las siete de la ma?ana. Ese d¨ªa tambi¨¦n abri¨® la farmacia de la esquina, pero no la librer¨ªa Suerte Maldita que est¨¢ al otro lado de la acera.
Natalia y Orlando fueron los primeros en darse cuenta de lo que ocurr¨ªa fuera de su negocio y llamar a la polic¨ªa. Al ver que no llegaba, salieron a enfrentarse a los sospechosos con el palo de una escoba. ¡°No quedaba otra que meterse, no hab¨ªa tiempo¡±, responde Orlando, quien se ha convertido en un h¨¦roe para el barrio. Los vecinos traen regalos a la pareja, como peque?os chocolates y golosinas, para agradecerles haber actuado en vez de mirar hacia otro lado. La polic¨ªa les ha puesto custodia ante las amenazas recibidas.
¡°El auto estuvo ah¨ª toda la ma?ana, pero estaba vac¨ªo. No s¨¦ a qu¨¦ hora llegaron ellos. Pero a las 14.30, cuando sal¨ª a la farmacia y volv¨ª, vi a dos chicos tocando la guitarra en la vereda. Les ped¨ª que se movieran¡±, cuenta Orlando. ¡°Mi esposa llam¨® a la polic¨ªa y unos minutos despu¨¦s, un conocido se acerc¨® a ver qu¨¦ pasaba y los dos pibes que hac¨ªan de campana [avisar si viene alguien] intentaron echarlo. Cuando vi esa situaci¨®n agarr¨¦ el palo de la escoba y sal¨ª¡±, contin¨²a.
Entre los dos se enfrentaron a ellos y varios sospechosos intentaron escapar, pero fueron atrapados por otros vecinos. Tambi¨¦n los separaron de la mujer, a la que uno de ellos hab¨ªa sacado del coche ¡°arrastr¨¢ndola del brazo¡±, seg¨²n Orlando. Mientras algunos la conten¨ªan, la pelea con el grupo de j¨®venes se reanud¨®, se acercaron m¨¢s vecinos y lleg¨® la polic¨ªa.
Los seis hombres fueron detenidos, mientras que la joven fue trasladada al hospital Rivadavia. Los agentes incautaron marihuana y LSD encontrados dentro del autom¨®vil, as¨ª como siete tel¨¦fonos celulares que est¨¢n siendo peritados en busca de pruebas.
¡°No ten¨ªa fuerzas ni para gritar¡±
Natalia no estaba este viernes en la panader¨ªa, pero en los d¨ªas previos relat¨® a medios locales lo que hab¨ªa visto. ¡°No escuch¨¦ gritos, la chica no gritaba, no ten¨ªa ni fuerzas para gritar. Los cuatro j¨®venes tambi¨¦n estaban con los pantalones bajados, empezaron a insultarnos y nos quisieron agredir. Tambi¨¦n le pegaron a un vecino que con un tel¨¦fono celular quiso registrar lo que estaba pasando, para que exista una prueba de lo que hab¨ªamos visto. A ese vecino lo dejaron ensangrentado, tirado en el piso¡±, dijo a La Naci¨®n.
La panadera se acerc¨® a hablar con la v¨ªctima. Estaba en shock y no paraba de repetir que no entend¨ªa c¨®mo hab¨ªa aceptado entrar en el coche. ¡®No s¨¦ c¨®mo termine ah¨ª, me estaban violando¡¯¡±, le dijo la joven a Natalia, seg¨²n su relato. ¡®Gracias por salvarme la vida¡¯¡±, a?adi¨®.
Casi una semana despu¨¦s, el barrio entero a¨²n habla de un hecho al que todos se refieren como ¡°Lo de la chica¡±. El horror se mezcla con prejuicios muy arraigados, como culpar a la v¨ªctima por la ropa que llevaba puesta y con las reclamaciones de mano dura. ¡°Van vestidas de un modo que es f¨¢cil que las violen¡±, dice Guadalupe, de 70 a?os, aunque no sabe responder siquiera c¨®mo iba vestida la v¨ªctima (con pantal¨®n y top negros). Otro vecino, Juan, de 25 a?os, desea ¡°que [los responsables] se pudran en la c¨¢rcel, que no salgan nunca¡±.
El Ministerio de Seguridad de la Naci¨®n registr¨® 5.703 v¨ªctimas de violaci¨®n en 2020, 159 m¨¢s que en 2019 y 1.437 m¨¢s que en 2018. Si se tiene en cuenta todas las agresiones sexuales, los casos de 2020 suben hasta los 20.900. Una veintea?era que atiende uno de los bares de la zona asegura estar ¡°triste y angustiada y harta, muy harta¡±. ¡°Como sea esto lo tenemos que parar¡±, subraya y dice contar las horas para que sea 8 de marzo y abrazarse con sus amigas y otras mujeres en la manifestaci¨®n contra la violencia machista convocada en las calles de la ciudad.
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