Boris Johnson da por zanjada la rebeli¨®n y dice que ¡°nada ni nadie¡± lo detendr¨¢
Los conservadores cr¨ªticos con el primer ministro brit¨¢nico declaran una tregua pero le exigen que env¨ªe una clara se?al al electorado con una rebaja de impuestos
El secreto de la felicidad, tambi¨¦n de la felicidad pol¨ªtica, est¨¢ en tener mala memoria. Y Boris Johnson parec¨ªa este mi¨¦rcoles, al comparecer ante la C¨¢mara de los Comunes para responder a las preguntas de la oposici¨®n, uno de esos adolescentes que se levanta por la ma?ana como una rosa y se va a jugar un partido, despu¨¦s de una larga noche de juerga. Acababa de sufrir, 48 horas antes, ...
El secreto de la felicidad, tambi¨¦n de la felicidad pol¨ªtica, est¨¢ en tener mala memoria. Y Boris Johnson parec¨ªa este mi¨¦rcoles, al comparecer ante la C¨¢mara de los Comunes para responder a las preguntas de la oposici¨®n, uno de esos adolescentes que se levanta por la ma?ana como una rosa y se va a jugar un partido, despu¨¦s de una larga noche de juerga. Acababa de sufrir, 48 horas antes, una humillante derrota en el grupo parlamentario conservador. Un 41% de sus diputados (148) exigieron con su voto la destituci¨®n del primer ministro. Hab¨ªan dejado de tener confianza en el pol¨ªtico que permiti¨® las bochornosas fiestas en Downing Street durante el confinamiento. No es Johnson uno de esos personajes que sentir¨ªa su legitimidad y autoridad cuestionadas despu¨¦s de recibir un castigo as¨ª en su propia casa. Se aferr¨® m¨¢s bien al apoyo de los otros 211 tories. Suficiente, seg¨²n ¨¦l, para dar por zanjado todo el asunto y pasar p¨¢gina.
En el Parlamento lo esperaba una oposici¨®n ¡ªlaboristas, pero tambi¨¦n nacionalistas escoceses¡ª dispuesta a hacer escarnio de la d¨¦bil situaci¨®n interna de Johnson. Pero el primer ministro conoce bien la cultura de su partido. Podr¨¢n despellejarse entre ellos, pero al enemigo, ni agua. Los gritos de apoyo a Johnson, y los abucheos a la bancada de enfrente, eran la clara se?al de que, por el momento, se ha acordado una tregua. Pr¨¢cticamente, ning¨²n diputado conservador ¡ªcon la excepci¨®n de Esther McVey, una vieja rival de Johnson¡ª ha levantado la voz contra su l¨ªder. Euf¨®rico, el primer ministro ha desafiado a los que a¨²n exigen su dimisi¨®n, y les ha dicho que ¡°absolutamente nada ni nadie¡± va a detenerlo en su empe?o de seguir gobernando y cumplir con su programa electoral. ¡°En mi larga carrera pol¨ªtica ¡ªque apenas acaba de comenzar¡ª me he granjeado rivales de todo tipo. Y eso responde a que este Gobierno ha hecho cosas muy grandes e importantes, con las que esos rivales no est¨¢n necesariamente de acuerdo¡±, ha proclamado Johnson.
Del mismo modo que el primer ministro conoce los ritmos de la pol¨ªtica y de su partido, tambi¨¦n los conoce el l¨ªder de la oposici¨®n laborista, Keir Starmer. No era el d¨ªa de volver a recordar las infames fiestas prohibidas, las multas de la polic¨ªa o el sangrante informe de la alta funcionaria Sue Gray, que denunci¨® una cultura de alcohol, excesos y falta de respeto en Downing Street, y se?al¨® como responsable directo a Johnson. Sobre eso hab¨ªan votado precisamente este lunes los diputados conservadores. Y el resultado hab¨ªa puesto en evidencia la profunda divisi¨®n interna, dif¨ªcilmente reparable. A enemigo que huye, puente de plata. Starmer se ha centrado en las promesas incumplidas de Johnson en materia de sanidad p¨²blica, para resaltar la supuesta ineficacia de un Gobierno m¨¢s concentrado en sobrevivir que en gestionar. ¡°Pretender que no se saltaron las normas [durante las fiestas del confinamiento] no funcion¨®; pretender que la econom¨ªa est¨¦ creciendo, no funciona; pretender que se van a construir cuarenta nuevos hospitales tampoco servir¨¢. Quieren que cambie [Johnson], pero sencillamente, es imposible¡±, aseguraba Starmer.
Menos impuestos
El ala dura del Partido Conservador, que so?¨® a la vez un Brexit que les despegara definitivamente de Europa y les permitiera desarrollar nuevas medidas econ¨®micas neoliberales, ha impuesto a Johnson de inmediato la condici¨®n inevitable para su supervivencia: una bajada de impuestos. ¡°Quiero ver rebajas fiscales tan pronto como sea posible¡±, ha dicho en la BBC Kwasi Kwarteng, ministro para las Empresas. ¡°Me gustar¨ªa que fu¨¦ramos m¨¢s osados en bajar impuestos¡±, se sumaba Sajid Javid, ministro de Sanidad y exministro de Econom¨ªa. David Frost, el pol¨ªtico que m¨¢s quebraderos de cabeza proporcion¨® a la UE mientras estuvo encargado de negociar el desarrollo del Brexit, y que ha acabado convirti¨¦ndose, ya desde la barrera, en la voz de la conciencia euroesc¨¦ptica del primer ministro, tambi¨¦n exig¨ªa una marcha atr¨¢s en todas las subidas fiscales del ¨²ltimo a?o. Johnson ha dejado entender, en sus declaraciones de las ¨²ltimas horas, que habr¨¢ bajada de impuestos, pero quiere esperar un tiempo prudente para comprobar el desarrollo de la situaci¨®n econ¨®mica ¡ªas¨ª se lo ha pedido Rishi Sunak, el ministro de Econom¨ªa¡ªantes de tomar decisiones que empeoren las cuentas p¨²blicas.
Los ritmos econ¨®micos no coinciden con los pol¨ªticos. Los conservadores se enfrentan el pr¨®ximo 23 de junio a un nuevo desaf¨ªo en las urnas. Habr¨¢ elecciones parciales en las circunscripciones de Wakefield y Tiverton, para reemplazar a los dos diputados conservadores, que dimitieron por esc¨¢ndalos sexuales. Las encuestas pronostican el triunfo de laboristas y liberaldem¨®cratas, respectivamente. Depender¨¢ de la magnitud de la derrota que comiencen o no a resonar tambores de guerra en el seno del partido y el futuro de Johnson vuelva a ponerse en cuesti¨®n.
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