Valle Encantado, la favela de R¨ªo que invent¨® su red de alcantarillado
Esta peque?a comunidad brasile?a depura sus aguas residuales con un sencillo sistema biosanitario y las devuelve a los r¨ªos
La favela del Valle Encantado tiene motivos de sobra para llamarse as¨ª. Incrustada en el coraz¨®n de la Floresta da Tijuca, la selva tropical que domina gran parte de R¨ªo de Janeiro, esta peque?a comunidad, que no llega al centenar de vecinos, es un remanso de paz en medio del caos. Con unas vistas deslumbrantes de la ciudad, seguridad -no la domina ni el narcotr¨¢fico ni la milicia- y una vegetaci¨®n exuberante, lo ten¨ªa todo para atraer a los turistas m¨¢s aventureros.
Es lo que pens¨® hace ya unos ...
La favela del Valle Encantado tiene motivos de sobra para llamarse as¨ª. Incrustada en el coraz¨®n de la Floresta da Tijuca, la selva tropical que domina gran parte de R¨ªo de Janeiro, esta peque?a comunidad, que no llega al centenar de vecinos, es un remanso de paz en medio del caos. Con unas vistas deslumbrantes de la ciudad, seguridad -no la domina ni el narcotr¨¢fico ni la milicia- y una vegetaci¨®n exuberante, lo ten¨ªa todo para atraer a los turistas m¨¢s aventureros.
Es lo que pens¨® hace ya unos a?os Ot¨¢vio Barros, presidente de la asociaci¨®n de vecinos y gu¨ªa local: ¡°Un d¨ªa acompa?¨¦ a un turista a hacer una excursi¨®n por la selva y me pregunt¨® si pod¨ªa ba?arse en una cascada que hay aqu¨ª cerca. Le dije que no, que el agua sucia de la favela acababa toda ah¨ª. Ahora no, con la limpieza de todas las aguas residuales la cascada est¨¢ limpia. Mira la calidad del agua: antes bajaba de color gris y apestando¡±, explica orgulloso.
Todo empez¨® a cambiar a partir de 2015. Cansados de esperar cualquier iniciativa por parte del Estado, los vecinos del Valle Encantado, capitaneados por Barros, se arremangaron para poner en marcha su propia red de alcantarillado. Entre todos, construyeron una red de tuber¨ªas que conecta todas las casas y termina en un dep¨®sito de cemento en forma de c¨²pula. All¨ª, la materia org¨¢nica se queda en el fondo, mientras por arriba se almacenan los gases de la descomposici¨®n. Ese biog¨¢s luego se canaliza para abastecer a las cocinas de unas casas cercanas. Al agua, que sigue sucia, le espera un bonito paseo por el ¡°jard¨ªn filtrante¡±; peque?as plataformas en desnivel cubiertas de plantas acu¨¢ticas. Las ra¨ªces act¨²an como una esponja, y al final, el agua, limpia en un 90%, acaba en un sumidero.
¡°Es muy simple. Bacterias y plantas. No hay m¨¢s¡±, explica Leonardo Adler, ingeniero ambiental sanitarista, socio fundador de Taboa Engenharia, y colaborador de Barros y del resto de vecinos desde hace casi una d¨¦cada. El sistema, que no requiere productos qu¨ªmicos ni energ¨ªa, se origin¨® en la China rural hace 50 a?os y se ha ido adaptando con el tiempo. En el Valle Encantado el proyecto fue creciendo a trompicones, debido a la falta de recursos, que fueron aportando poco a poco una fundaci¨®n de impulso a la investigaci¨®n del Estado de R¨ªo, ONG e inversores an¨®nimos. Tras unos 220.000 reales invertidos (unos 42.000 d¨®lares) ya abastece a toda la comunidad: las 40 familias que aqu¨ª viven dejaron de verter a la naturaleza alrededor de 1,5 millones de litros de aguas fecales al a?o. Antes, todo iba directamente de las cocinas y los ba?os a la calle. Esta favela est¨¢ asentada sobre varios manantiales, por lo que la situaci¨®n era especialmente tr¨¢gica.
Rozineida Machado, de 53 a?os, tiene la terraza de su casa a dos pasos de un estanque repleto de pececillos de color naranja. Es una especie de acuario vecinal, s¨ªmbolo del cambio radical que ha sufrido la favela. ¡°En verano aqu¨ª el olor era horrible, ten¨ªamos que estar con la casa cerrada. Daba miedo hasta por un tema de salud. Yo no dejaba que mis hijos fueran a jugar a la acequia¡±, recuerda. Otros vecinos celebran que las nubes de mosquitos sean cosa del pasado.
Luiz Carlos Silva fue uno de los que trabaj¨® para llenar el barrio de tubos blancos de PVC: ¡°Fue muy gratificante, aprend¨ª mucho. Ahora tenemos aguas limpias y podemos exigir a los edificios de alrededor que se adecuen a nuestra situaci¨®n¡±, dice, mirando de reojo a dos grandes torres de apartamentos en lo alto de la colina. Estos vecinos m¨¢s adinerados, de clase media-alta, siguen depositando sus residuos en fosas s¨¦pticas. La favela tom¨® la delantera.
Un problema hist¨®rico
El Ayuntamiento de R¨ªo se ha propuesto llegar al 90% de tratamiento de aguas residuales en 2030, pero no sabe cu¨¢l es el porcentaje actual. La actual empresa mayoritaria en la ciudad, ?guas do Rio, tampoco supo precisar cu¨¢l es la cobertura real a d¨ªa de hoy. La falta de transparencia en los datos es la regla, pero se calcula que en el Estado de R¨ªo, alrededor de 5,6 millones de personas no est¨¢n conectadas a la red de alcantarillas. Entre las aguas que s¨ª se recolectan de alguna forma el 52,8 por ciento acaban en los r¨ªos y el mar sin ning¨²n tipo de tratamiento, seg¨²n los datos m¨¢s recientes del Sistema Nacional de Informaciones sobre Saneamiento y el Instituto Trata Brasil, referentes a 2020.
El desaf¨ªo es monumental, pero Adler puntualiza: ¡°Es f¨¢cil de resolver. S¨®lo hace falta dinero y voluntad pol¨ªtica¡±, dice, cansado de grandilocuentes proyectos que se piensan en los despachos y dejan de lado los talentos y las necesidades reales de la poblaci¨®n local. Mientras tanto, en el Valle Encantado el poder p¨²blico ni est¨¢ ni se le espera. Barros, Silva y Machado siguen manos a la obra en su proyecto de favela verde. El pr¨®ximo desaf¨ªo es llenar los tejados de placas solares para abaratar la factura de la luz. Antes de que la pandemia lo frenara todo en seco, el turismo sostenible ya se vislumbraba como una fuente de renta para estas familias. Cuando llega alg¨²n grupo de turistas, Machado y sus colegas preparan comida vegana a base de lo que m¨¢s tienen a mano: yaca, pl¨¢tano y chayote, pura gastronom¨ªa kil¨®metro cero, pero sin aspavientos. Cuando lleguen los pr¨®ximos visitantes tendr¨¢n un aliciente m¨¢s: ya podr¨¢n refrescarse en la cascada.
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