Isabel II, la reina del siglo pop
De baratijas ir¨®nicas a obras de cientos de miles de euros, pasando por el subversivo himno de los Sex Pistols, la imagen de la reina ha traspasado todos los estratos de la cultura popular
El 29 de abril de 1929, la portada del semanario Time era una ni?a de tres a?os reci¨¦n cumplidos con un vestido amarillo pastel y cara de aburrimiento. El titular: ¡°P¡¯incess Lilybet¡±, imitaba la pronunciaci¨®n infantil de su propio nombre. La cr¨®nica interior arrancaba l¨²gubre, especulando con la muerte necesaria de tres hombres para que la cumplea?era reinase (su abuelo, su t¨ªo y su padre), pero acababa con un tono bien distinto en la planta infantil de los grandes almacenes Selfridge¡¯s de Londres. ¡°Antes solo hab¨ªa rosa, azul y blanco¡±, explicaba una dependienta, ¡°pero ahora casi todas las madres quieren comprar un vestido o un gorrito amarillo p¨¢lido como los de la princesa Elizabeth¡±.
La ni?a acab¨® reinando 70 a?os. El ¡°primrose yellow¡± nunca la abandon¨® (lo luci¨® en su 90 cumplea?os y en la boda de Guillermo y Kate). Es uno de los tonos que aparecen en la gu¨ªa de color Pantone Queen, una edici¨®n limitada del t¨ªpico muestrario en abanico con la silueta de la reina (abrigo, sombrero y sempiterno bolso Launer) en celestes, corales, lilas, pistachos¡ Como millones de objetos inspirados por su majestad ¡ªdesde recuerdos de un par de libras a obras de arte de cientos de miles¡ª la gu¨ªa Pantone rezuma cierto humor blanco y resulta inmediatamente reconocible. Claves de la cultura pop, que naci¨® y floreci¨® a lo largo del siglo que vivi¨® Isabel II, mientras la idea de la monarqu¨ªa se hund¨ªa en la obsolescencia.
Isabel II, el icono, traspas¨® todos los estratos, de la alta cultura a lo kitsch. La ubicua Solar Queen, un ir¨®nico juguete que saluda con la mano cuando le da la luz, ilustra la portada del libro Royal Fever: The British Monarchy in Consumer Culture. Pauline Maclaran, una de sus autoras, la escogi¨® porque ¡°ejemplifica la magnitud de la industria cultural alrededor de la realeza: hay un mercado para todo, hasta lo m¨¢s absurdo¡±.
¡°La reina es una marca¡±, dice por videoconferencia esta profesora de marketing de Royal Holloway. ¡°Como la monarca m¨¢s longeva de la historia, ha representado la estabilidad en un mundo cambiante y su aspecto afianzaba esa imagen; ella nunca fue una fashion victim como su hermana Margarita o Lady Di, sus sobrios conjuntos en acogedores colores pastel representaban sus valores m¨¢s que su personalidad¡±. Para Maclaran, la reina supo mantener su ¡°m¨ªstica¡±: ¡°No se convirti¨® en una celebridad (como algunos de sus familiares), siempre permaneci¨® por encima; incluso para quienes no apoyan la monarqu¨ªa, era alguien que nunca hizo nada fuera de lugar, a quien dabas por sentado, que simplemente siempre estuvo ah¨ª, imperturbable¡±. Para otra acad¨¦mica, Christina Jordan, editora del libro de ensayos Realms of Royalty, el rostro de Isabel II ¡°representa literalmente a la monarqu¨ªa en la cultura popular y en lo cotidiano: en los sellos, en las monedas, en los souvenirs¡ pero tambi¨¦n en las obras de Andy Warhol o en la mirada subversiva de los Sex Pistols¡±.
La m¨¢s retratada
El director de la National Portrait Gallery dijo una vez que la reina era ¡°la mujer m¨¢s retratada de la historia¡± (solo en ese museo hay 967 fotos y cuadros de Isabel II). Muchos son de los fot¨®grafos oficiales de la casa real. En los a?os cincuenta, posaba toda armi?o y joyas reales para Cecil Beaton, y rom¨¢ntica y glamurosa para Dorothy Wilding; en los setenta, Patrick Lichfield empez¨® a tener acceso a im¨¢genes m¨¢s informales (la reina riendo, navegando, con sus perros por el campo).
Buckingham comision¨® hasta 200 retratos a distintos artistas, como el italiano Pietro Annigoni que la dibuj¨® introspectiva: ¡°No la quise pintar como una estrella de cine¡±, dijo, ¡°sino como una monarca a solas con los problemas de su responsabilidad¡±. Isabel II se fue adaptando a los tiempos y pos¨® para Annie Leibovitz en la intimidad de Windsor, para Justin Mortimer (que la retrat¨® descompuesta, con la cabeza separada del cuerpo, sobre un fondo amarillo), para el artista hologr¨¢fico Chris Levine y para Lucien Freud. Este ¨²ltimo retrato, de 2001, indign¨® y fascin¨® por igual; algunos cr¨ªticos lo consideran el mejor de Isabel II, por su crudeza; otros publicaron que la sac¨® parecida a sus perros. La reina, seg¨²n su bi¨®grafo, se limit¨® a agradecerle el trabajo a Freud y comentar: ¡°He disfrutado mucho viendo c¨®mo mezcla los colores¡±.
Esta flem¨¢tica contenci¨®n tambi¨¦n ha colaborado a su estatus de icono cultural, seg¨²n las expertas. ¡°Sabemos muy poco de las opiniones y la personalidad de la reina, nunca se expuso, siempre hablaba desde la corona, hab¨ªa poco de lo que re¨ªrse, no era un objeto obvio de burla como el pr¨ªncipe Carlos¡±, dice MacLaran cuya representaci¨®n favorita de la monarca es de hecho la sat¨ªrica Spitting Image (la versi¨®n original de Los mu?ecos del gui?ol), donde el chiste era precisamente la solemnidad de Isabel II. Incluso los retratos menos oficialistas, como el mural callejero de Banksy en el que el rayo de Ziggy Stardust le cruza la cara, o los falsos selfis de Alison Jackson, en el que una doble posa tom¨¢ndose fotos burlonas con su familia o sentada en el v¨¢ter, son relativamente ben¨¦volas con el personaje.
¡°El cuidadoso manejo de la Casa Real de sus asuntos privados fortaleci¨® a la reina como icono¡±, apunta Jordan. ¡°Se sabe mucho de la vida de Diana, o de Harry y Meghan, pero la intimidad de la Reina siempre permaneci¨® secreta, alimentando la curiosidad de la gente y la creatividad de la industria cultural¡±. Pel¨ªculas como The Queen y sobre todo la serie The Crown de Netflix, vendr¨ªan a suplir ¡°ese vac¨ªo, rellen¨¢ndolo, en gran parte, con imaginaci¨®n y sentimientos que encandilaron al p¨²blico¡±.
Graffiti y punk
A mediados de los ochenta, Andy Warhol, que una vez dijo que quer¨ªa ¡°ser m¨¢s famoso que la Reina de Inglaterra¡±, realiz¨® una colorista serie de serigraf¨ªas de Isabel II semejante a las que hab¨ªa hecho de Marilyn o Elizabeth Taylor en los sesenta. En colores chillones y con polvo de diamante la ¨²ltima copia subastada alcanz¨® 140.000 euros en Sotheby¡¯s. La serie de Warhol fue la primera imagen pop, ¡°distinta a los aburridos retratos oficiales de la reina¡±, recuerda Pegasus, cuyas plantillas son un valor en alza en el mercado del arte urbano. ?l ha retratado a la reina en varias ocasiones como una pin up, escasa de ropa y con tacones de aguja, sobre lemas como ¡°The queen is in¡± (la reina mola). ¡°Mi mente retorcida quer¨ªa atisbar a la persona que nunca vimos tras las puertas cerradas, a la reina cuando se quitaba la corona y se soltaba el pelo, t¨² sab¨ªas que detr¨¢s hab¨ªa una persona con todo el rango de emociones humanas¡ Siempre admir¨¦ el completo control que ejerc¨ªa sobre su imagen¡±, dice por mail el artista que siempre ha considerado a la reina ¡°un s¨ªmbolo de fortaleza¡±. ¡°La familia real es como el marmite, la amas o la odias¡±, admite el grafitero refiri¨¦ndose a la pasta de extracto de levadura tan emblema brit¨¢nico como la propia monarca.
¡°We love our queen¡±, cantaban los Sex Pistols en God save the queen, el irreverente single de 1977 en el que tambi¨¦n dec¨ªan que no era un ser humano y que dirig¨ªa un r¨¦gimen fascista. Ni 10 a?os despu¨¦s The Smiths publicaron The queen is dead, que fantaseaba directamente con la muerte de ¡°su Bajeza¡± como ¡°algo maravilloso¡±, pero ya no despert¨® tanta pol¨¦mica. El collage de Jamie Reid que ilustraba el disco de la banda punk, en el que el t¨ªtulo de la canci¨®n con letras recortadas como en una nota de secuestro rasgaban la boca y los ojos de una joven Isabel II, se puede ver en la National Portrait Gallery. Malcolm MacLaren, el astuto manager de la banda, organiz¨® un concierto en un barco frente al palacio de Westminster coincidiendo con la celebraci¨®n del Jubileo de Plata (aunque la banda siempre neg¨® que la coincidencia del lanzamiento con el evento fuese voluntaria). MacLaren acab¨® detenido, pero aprovech¨® la pol¨¦mica para crear con su entonces pareja, la dise?adora Vivienne Westwood, una serie de camisetas con varias versiones de la imagen (con imperdibles punk cerr¨¢ndole la boca y esv¨¢sticas en los ojos). Una de ellas se puede ver en una vitrina del Museo Met de Nueva York. Incluso la versi¨®n m¨¢s subversiva de la Reina acab¨® institucionalizada. En 1977 el single fue censurado por la BBC. En 2012, la cadena retransmiti¨® los Juegos Ol¨ªmpicos de Londres en cuyo v¨ªdeo inaugural sonaban sus primeros acordes y el estribillo.
En aquella ceremonia, la reina se prest¨® a rodar un cortometraje junto a Daniel Craig haciendo de James Bond. ¡°Es mi representaci¨®n cultural favorita de la reina¡±, dice Jordan, especializada en el an¨¢lisis de los Jubileos, los aniversarios en el trono que se celebran con conciertos y grandes festejos multitudinarios y gratuitos en ¡°eventos medi¨¢ticos cuidadosamente orquestados por la casa real para producir recuerdos colectivos¡±. En los juegos ol¨ªmpicos, el agente 007 recog¨ªa a Isabel II real en Buckingham Palace para llevarla en helic¨®ptero al estadio ol¨ªmpico. Y ambos (sus dobles) saltaban en paraca¨ªdas a la pista central. Segundos despu¨¦s, la reina de verdad aparec¨ªa con su perfecto vestido rosa palo en la grada. ¡°Aquello revel¨® un poco el sentido del humor de Isabel II¡±, dice Jordan, ¡°y el deseo de la monarqu¨ªa de modernizarse¡±.
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