El ¨²ltimo adi¨®s de un pa¨ªs unido por el duelo de la reina
Miles de personas acuden al funeral de Isabel II en un clima de reconciliaci¨®n nacional y de tregua ante los desaf¨ªos pol¨ªticos y econ¨®micos que afronta el Reino Unido
El ¨²ltimo adi¨®s antes del nuevo comienzo. Una marea humana ha colapsado este lunes el centro de Londres, convertido en escenario de una comuni¨®n nacional con motivo del funeral de la reina Isabel II. Salieron a la calle a despedirse de la monarca co...
El ¨²ltimo adi¨®s antes del nuevo comienzo. Una marea humana ha colapsado este lunes el centro de Londres, convertido en escenario de una comuni¨®n nacional con motivo del funeral de la reina Isabel II. Salieron a la calle a despedirse de la monarca con la que han crecido en la televisi¨®n de su cuarto de estar, en los sellos, en los billetes. La mujer que logr¨® que unos y otros se sintieran parte de un mismo proyecto nacional y que ahora vuelve a unirles en el duelo. Han sido diez d¨ªas que han cambiado al pa¨ªs. Que le han devuelto el orgullo nacional y la estatura internacional alica¨ªdos en los ¨²ltimos tiempos. El Reino Unido ha vuelto a ser el centro de un mundo que ha celebrado a su figura m¨¢s ilustre y admirada. Ha sido una suerte de tregua bals¨¢mica cuyo punto final ha sido el entierro de la reina en la capilla de San Jorge en Windsor.
Sentada en un banco en Hyde Park, rodeada de una multitud, Rebecca, venida desde Bournemouth (en el sur del pa¨ªs) para la ocasi¨®n reflexiona c¨®mo han llegado hasta aqu¨ª: ¡°Nos han pasado cosas muy duras ¨²ltimamente. La muerte de la reina ha llegado despu¨¦s del Brexit, de la pandemia, en plena crisis de inflaci¨®n. Pero como naci¨®n siempre nos unimos; es la manera brit¨¢nica¡±. A su lado, un hombre que acaba de conocer prosigue: ¡°S¨ª, la muerte de la reina nos ha unido, pero una vez que esto pase, los problemas seguir¨¢n estando ah¨ª¡±, teme Samuel Anderson, due?o de una f¨¢brica de semiconductores en Belfast y que ha volado desde Arizona (EE UU) para estar hoy en el funeral. La unidad tambi¨¦n se ha proyectado hacia el exterior y el mundo ha contemplado fascinado el exquisito funcionamiento de la maquinaria del protocolo y la tradici¨®n brit¨¢nica en su m¨¢ximo esplendor. Atr¨¢s han quedado la lluvia de lamentos de que nada funciona en este pa¨ªs. ¡°Est¨¢ bien sentir orgullo despu¨¦s de haber sido el hazmerre¨ªr de medio mundo¡±, cree James Bauer-Doodson, un electricista de Leeds.
En la cola de una furgoneta que vende caf¨¦ y bollos, Stewart Richards, vestido con traje impecable de pantal¨®n escoc¨¦s hace tambi¨¦n alusi¨®n a la imagen internacional del Reino Unido, empa?ada por un divorcio tortuoso con la UE y la serie de esc¨¢ndalos pol¨ªticos que culmin¨® con la salida de Boris Johnson como primer ministro. ¡°Siempre hab¨ªamos sido muy respetados, pero en los ¨²ltimos tiempos ha sido bochornoso. Si solo pudi¨¦ramos estar siempre as¨ª, en paz¡¡±. Y contin¨²a: ¡°Tenemos nuevo rey y nueva primera ministra. Se ha trazado una l¨ªnea y empezamos de nuevo, con una nueva imagen ante el mundo¡±, reflexiona este hombre de 53 a?os, que trabaja en el protocolo del Parlamento.
No muy lejos de all¨ª, cientos de personas sentadas en el suelo no quitaban ojo de las pantallas gigantes en las que se proyectaron en directo el funeral y el cortejo f¨²nebre. Hab¨ªa gente de todas las edades. Con ch¨¢ndal y con traje de chaqueta. Todos dispuestos a vivir este momento hist¨®rico que sab¨ªan que no volver¨ªa a repetirse a lo largo de sus vidas. Quer¨ªan participar en este rito colectivo y contribuir a escribir la historia de este pa¨ªs. ¡°Se trata de absorber, de ser consciente de lo que ha sucedido. De compartirlo con gente con la que normalmente no te juntar¨ªas¡±, sostiene Jordan Wright, un jovenc¨ªsimo director de cine vestido de negro y con collar de perlas. Se hace un silencio entre la multitud. El f¨¦retro acaba de salir de Westminster Hall rumbo a la abad¨ªa y los m¨®viles se disparan. Nadie quiere perderse ese momento.
D¨ªa de fiesta nacional
Restaurantes, colegios, tiendas, servicios sanitarios¡ todos han echado hoy el cierre. El d¨ªa del funeral de la Reina hab¨ªa sido declarado fiesta nacional. La calma extrema que se respira en los barrios de Londres contrasta con la intensidad de las emociones y del formidable despliegue log¨ªstico que ha supuesto el sepelio en Londres. 10.000 agentes desplegados en una operaci¨®n de una escala y complejidad descomunal. Horas antes del funeral, todos los accesos al recorrido del cortejo f¨²nebre estaban vallados y la polic¨ªa y un ej¨¦rcito de voluntarios fueron canalizando los r¨ªos humanos.
La gente, paciente, no protestaba pese a las colas, las aglomeraciones y los interminables desv¨ªos a pie a los que se ve¨ªan sometidos. Su determinaci¨®n a vivir este momento hist¨®rico resist¨ªa cualquier contratiempo. Miles de personas han viajado de noche para llegar a alguno de los actos en la capital brit¨¢nica. Otros han acampado sobre el asfalto en pleno centro de la ciudad para estar en primera fila de los desfiles.
Y, sobre todo, la cola. Porque ese deseo de estar juntos y a la vez de ser parte de la historia cristaliz¨® en la cola que se form¨® para acceder a la capilla ardiente como en ning¨²n otro lugar. Se mantuvo en pie durante cinco d¨ªas y sus correspondientes noches hasta las seis y media de la ma?ana de este lunes. Se alarg¨® durante kil¨®metros y oblig¨® a esperar m¨¢s de diez horas a los miles de personas que desfilaron por ella. La televisi¨®n, que no dej¨® de conectar en directo ¡ªhab¨ªa enviados especiales al principio y al final de la cola¡ª, ejerci¨® de efecto llamada: familias que no ten¨ªan pensado ir acababan embarc¨¢ndose a Londres en medio de la noche. Estar de pie toda la noche se convirti¨® en un reto, una aventura inolvidable. Haber estado en la cola es algo que contar¨¢n a sus nietos y pasar¨¢ de generaci¨®n en generaci¨®n. Muestra de ello es el aproximadamente mill¨®n de personas que ha pasado estos d¨ªas por Londres para presenciar los actos f¨²nebres.
En sus casas, miles de personas siguieron en directo el desfile silencioso de la capilla ardiente ensimismados. Otros se conectaban al canal de Youtube en el que las autoridades informaban de la longitud de la cola y de las horas de espera. Porque ha sido una semana de ceremonias con la m¨¢xima pompa y esplendor de la tradici¨®n brit¨¢nica, pero a la vez muy contempor¨¢nea. Todo se ha retransmitido en directo a trav¨¦s de las televisiones, las radios y las redes sociales. Las de la casa real brit¨¢nica funcionando a todo gas.
Por momentos, se ha respirado una cierta sensaci¨®n de catarsis. Hay quien estos d¨ªas ha llorado a sus muertos durante la pandemia. No los pudieron velar ni enterrar como hubieran querido y ahora el duelo de la reina, las im¨¢genes del f¨¦retro y el adi¨®s hizo que esas emociones encontraran v¨ªas de escape inesperadas. Hubo tambi¨¦n quien reconoc¨ªa que se sorprendi¨® a s¨ª misma entristecida. Que no hubiera imaginado que se iban a sentir as¨ª, pero que de repente tuvieron la sensaci¨®n de que se hab¨ªa muerto un miembro de su familia. Que al ver en la televisi¨®n retransmitiendo en bucle cada instante del duelo acabaron sucumbiendo al estado de ¨¢nimo nacional. Pero tambi¨¦n ha trascendido el hast¨ªo de quienes consideran desmedidas las ceremonias y el desembolso que requieren. De quienes desean volver a la normalidad lo antes posible. O los que protestaban en la radio porque el lunes de fiesta nacional oblig¨® a cancelar su cita m¨¦dica en un pa¨ªs con unas listas de espera de longitud sideral.
A partir del martes todo eso formar¨¢ parte del pasado. Imposible adivinar hasta qu¨¦ punto la reconciliaci¨®n nacional ha permeado y durar¨¢ en el tiempo o resultar¨¢ ef¨ªmera. En los m¨¢rgenes del cortejo f¨²nebre, Vince Hutchins, un perito agr¨ªcola que ha venido con su hijo desde el norte a Londres a ver el cortejo f¨²nebre, no alberga muchas esperanzas: ¡°La tregua no va a durar ni una semana. Todo se va a olvidar y pronto volveremos a lo de antes. A las huelgas y a la bronca. Ya lo ver¨¢¡±.
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