La semana en la que Liz Truss termin¨® de hundir al Partido Conservador brit¨¢nico
La rebaja de impuestos, muy favorable para las rentas altas, debilita la credibilidad del Gobierno ante los mercados y provoca el desplome de la libra esterlina
Una rebaja de impuestos mal pensada y peor anunciada hundi¨® el valor de la libra esterlina el viernes 23 de septiembre. Seis d¨ªas despu¨¦s, el jueves 29, una encuesta de la empresa YouGov para el diario The Times ...
Una rebaja de impuestos mal pensada y peor anunciada hundi¨® el valor de la libra esterlina el viernes 23 de septiembre. Seis d¨ªas despu¨¦s, el jueves 29, una encuesta de la empresa YouGov para el diario The Times daba a la oposici¨®n laborista una ventaja de 33 puntos porcentuales sobre los conservadores en unas hipot¨¦ticas elecciones generales. El aroma de fin de ciclo que se respir¨® antes del verano, con la rebeli¨®n de los diputados y ministros contra Boris Johnson, se ha convertido en olor de descomposici¨®n y de s¨¢lvese quien pueda durante la semana en que Liz Truss, la primera ministra que estren¨® el cargo el 6 de septiembre, ha comenzado a desplegar sus primeras medidas de Gobierno.
En teor¨ªa, nadie deb¨ªa haberse llevado a enga?o. Truss se impuso en las primarias conservadoras con un mensaje neoliberal desafiante y bravuc¨®n: la econom¨ªa del Reino Unido llevaba m¨¢s de una d¨¦cada de letargo, plegada a una ortodoxia econ¨®mica miedosa y reprimida. Era hora de ¡°tomar medidas valientes¡±. Promet¨ªa una generosa rebaja de impuestos, a pesar de que la inflaci¨®n estuviera desatada, como en toda Europa, y el sentido com¨²n aconsejara lo contrario.
Las turbulencias provocadas durante siete d¨ªas por Truss y su ministro de Econom¨ªa, Kwasi Kwarteng, obedecen tanto a un problema de cifras como a una mezcla explosiva de arrogancia ¡ªla de ambos¡ª frente a desconfianza ¡ªde los mercados¡ª. Cuando Kwarteng expuso el primer viernes ante el Parlamento las nuevas medidas ¡ªunos 50.000 millones de euros en bajada de impuestos y otros 150.000 millones en ayudas directas a hogares y empresas para pagar la factura del gas y la electricidad¡ª fue incapaz de entender que un agujero tan descomunal en la deuda p¨²blica ¡ªcasi un 7% del PIB¡ª necesitaba ir acompa?ado de un informe econ¨®mico independiente que se?alara el efecto que iban a tener los nuevos planes en las cuentas del pa¨ªs. El ministro, igual que su jefa, no estaba, sin embargo, dispuesto a que la realidad enturbiara su visi¨®n econ¨®mica. Ambos hab¨ªan escrito conjuntamente 10 a?os antes Britannia Unchained (Gran Breta?a Desencadenada), un panfleto que defend¨ªa la necesidad de desregular la econom¨ªa brit¨¢nica y reducir la intervenci¨®n del Estado. B¨¢sicamente, el neoliberalismo de Reagan y Thatcher, ensayado y descartado a?os despu¨¦s por expertos, seg¨²n el cual una bajada de impuestos provoca un efecto derrame que reparte las migajas de la riqueza en el resto del pa¨ªs.
El ala m¨¢s dura del Partido Conservador, la misma que luch¨® con u?as y dientes por lograr un Brexit duro y una ruptura total con la UE, vive aferrada a ese ideal doctrinario. De hecho, son los mismos que reprocharon a Johnson ¡ªsu h¨¦roe circunstancial¡ª no haber tenido arrojo para llevar adelante el proyecto neoliberal hasta las ¨²ltimas consecuencias. Y los que ahora exigen a Truss que se ate al m¨¢stil de la nave y no ceda a las presiones de los mercados, a las advertencias de los expertos o al miedo desatado entre las filas conservadoras. ¡°Liz Truss se est¨¢ enfrentando al establishment econ¨®mico, a esa visi¨®n convencional impuesta por las clases internacionales intimidatorias, como el FMI, la Comisi¨®n Europea (...), o los consejos editoriales del Financial Times y The Economist, esa horrible pandilla que piensa que Occidente debe enfrentarse inevitablemente al estancamiento y al declive¡±, ha escrito esta semana David Frost, el negociador del Brexit con el que la UE fue incapaz de avanzar un solo mil¨ªmetro, por su fan¨¢tico antieurope¨ªsmo.
Truss ni siquiera era la favorita entre los diputados conservadores, pero acab¨® siendo la elegida para sustituir a Johnson por un pu?ado de afiliados, 81.000, que decidieron qui¨¦n iba a gobernar un pa¨ªs de 67 millones de habitantes. Su ascenso al poder coincidi¨® con la muerte de Isabel II. Durante esos 11 d¨ªas de luto, la primera ministra asumi¨® un papel institucional sobrio y templado que permiti¨® al pa¨ªs comenzar a conocer, en su faceta m¨¢s solemne, a una pol¨ªtica muy alejada de la popularidad que hab¨ªa gozado su predecesor. En cuanto termin¨® el luto, sin embargo, Truss comenz¨® a impulsar sin contemplaciones sus planes. Tanto ella como Kwarteng rechazaron la oferta de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria de preparar un informe independiente con las consecuencias presupuestarias de las medidas, para defender su sostenibilidad. Es lo habitual, ante medidas econ¨®micas de impacto. Nadie les iba a estropear la fiesta. La consecuencia fue estrepitosa. De inmediato, el valor de la libra esterlina se desplom¨® frente al d¨®lar, y perdi¨® mucha fuerza respecto al euro. Los mercados no se tragaban el cuento de que menos impuestos generar¨ªan mayor crecimiento, y lo que pusieron en duda fue la credibilidad del Gobierno conservador para manejar de modo responsable las cuentas del pa¨ªs.
¡°Ya lo dec¨ªa siempre Margaret¡±
Kenneth Clarke, ministro de Econom¨ªa con Margaret Thatcher de 1993 a 1997, ha recordado estos d¨ªas: ¡°Disciplina fiscal, como un buen manejo de la econom¨ªa dom¨¦stica. Eso dec¨ªa siempre Margaret. Esa era una de las bazas m¨¢s s¨®lidas con las que contaba un Gobierno, porque la gente nos consideraba competentes en el manejo de la econom¨ªa¡±.
Los mayores cr¨ªticos de Truss en su propio partido han decidido callar y esperar ante la posibilidad muy real de que la primera ministra logre el r¨¦cord de despe?arse a las pocas semanas de ocupar el cargo. Otras figuras relevantes del partido le piden que d¨¦ un giro, que rectifique antes de que sea demasiado tarde. ¡°No es posible crear una econom¨ªa de bajos impuestos a base de endeudarte. B¨¢sicamente, es necesario resolver esta esquizofrenia. Es imposible tener un Estado reducido, con fiscalidad baja, y a la vez un gasto p¨²blico descomunal¡±, advert¨ªa George Osborne, el ministro de Econom¨ªa con el conservador David Cameron. Fue ¨¦l quien impuso a?os de austeridad, despu¨¦s de la crisis financiera de 2008. Austeridad que se tradujo en pobreza y m¨¢s desigualdad, una factura que los tories tienen pendiente de pago. Una palabra que Johnson aborrec¨ªa y quer¨ªa desterrar. Una posibilidad que reaparece, porque cuando la deuda se dispara, hay que recortar por alg¨²n sitio. ¡°Me temo que lo ¨²nico que va a hacer este ministro de Econom¨ªa es empeorar las cosas. No quiere rectificar, y acabar¨¢ haciendo lo peor que puede hacer. Va a reducir el gasto social y la inversi¨®n p¨²blica, y har¨¢ que al Reino Unido le cueste mucho m¨¢s recuperarse¡±, dec¨ªa a la BBC el economista y exministro griego Yanis Varoufakis.
Lo impensable. Alguien tan heterodoxo como Varoufakis poniendo en cuesti¨®n la seriedad del Gobierno brit¨¢nico. No era el ¨²nico. El Fondo Monetario Internacional tambi¨¦n irrump¨ªa en escena con un duro e inusual comunicado en el que aseguraba no recomendar ¡°medidas fiscales amplias e indiscriminadas en estos momentos (...) de elevados niveles de presi¨®n inflacionista¡±, y advert¨ªa de un incremento de las desigualdades. Incluso la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, indicaba que su pa¨ªs ¡°segu¨ªa muy atentamente los acontecimientos¡± en el Reino Unido.
Conscientes de que necesitan comenzar a nadar si no quieren ahogarse, Truss y su ministro han comenzado un proceso gradual de contrici¨®n, en el que Kwarteng ¡ªalgunos diputados conservadores han pedido ya su dimisi¨®n¡ª es, entre los dos, el que m¨¢s agacha la cabeza.
El lunes, en una acci¨®n concertada con el Banco de Inglaterra, prometi¨® que el 23 de noviembre presentar¨ªa sus planes presupuestarios, acompa?ados del pertinente informe de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR), en los que quedar¨ªa claro la voluntad del Gobierno de seguir reduciendo el nivel de la deuda p¨²blica respecto al PIB.
Este viernes, Truss y Kwarteng, en un movimiento extraordinario, se reunieron con el presidente de la OBR, Richard Hughes. Era un intento m¨¢s de recuperar la sensaci¨®n perdida de seriedad. Sin embargo, poco despu¨¦s de que la instituci¨®n anunciara que tendr¨ªa listo el informe sobre las nuevas medidas en una semana, el Gobierno dejaba claro que manten¨ªa su intenci¨®n de no publicarlo (es su prerrogativa) hasta mediados de noviembre. ¡°El plan fiscal a medio plazo [cuya presentaci¨®n ha sido anunciada para el 23 de ese mes] presentar¨¢ una agenda cre¨ªble para lograr que la deuda se reduzca a medio plazo, con nuevas reglas fiscales y una disciplina de gasto¡±, ha escrito en el Daily Telegraph este s¨¢bado el ministro, en su en¨¦simo intento de transmitir calma a los mercados. Mientras, Truss, insiste en que no se mover¨¢ un ¨¢pice, porque su proyecto econ¨®mico ¡°es el correcto para el inter¨¦s del pa¨ªs¡±.
El Parlamento brit¨¢nico reanuda sus sesiones el pr¨®ximo 11 de octubre. Tres d¨ªas despu¨¦s, finalizar¨¢ la compra masiva de deuda p¨²blica que el Banco de Inglaterra ha anunciado para sostener la libra. Durante ese plazo de apenas dos semanas, Truss deber¨¢ decidir si mantiene hasta el final su apuesta o si da la vuelta a la situaci¨®n para intentar salvar el estrenado mandato como primera ministra, y el futuro electoral del Partido Conservador.
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