El segundo asalto a la vicepresidencia de Kamala Harris: ?sumar¨¢ esta vez?
La dem¨®crata, que sufre problemas de popularidad, fue clave en las elecciones de 2020 en el triunfo de Biden. Ahora vuelve a contar con ella en su reci¨¦n anunciada candidatura
Kamala Harris en el Despacho Oval. Kamala Harris manifest¨¢ndose junto a su esposo, Doug Emhoff. Kamala Harris a mitad de un selfi con una simpatizante. Kamala Harris caminando por el pasillo porticado que conduce al ala Oeste de la Casa Blanca con Joe Bien, antes de abrazarse a la esposa de este, Jill Biden.
La vicepresidenta es una presencia recurrente en los tres minutos del anuncio dado a conocer este martes con el que el presidente ha lanzado su campa?a para 2024. Con Harris comparti¨® papeleta en 2020 y fue, como la primera mujer y la primera persona no blanca en optar al cargo, una ilusionante clave en su victoria sobre Donald Trump. Y con Harris, Biden se dispone a la pelea de nuevo.
La pregunta inevitable es si esta vez sumar¨¢ tanto como entonces. O si sumar¨¢ en absoluto, teniendo en cuenta cu¨¢n instalada est¨¢ en Washington la idea de que en los dos a?os y tres meses que lleva en el cargo, Harris no ha conseguido encontrar su lugar.
Tal vez por ese motivo, termin¨® el d¨ªa, que comenz¨® con el anuncio de su segundo asalto a la vicepresidencia, en territorio amigo: la Universidad de Howard, en Washington. El hist¨®rico centro educativo conocido como ¡°la Meca¡±, templo de la excelencia docente afroamericana en Estados Unidos, es su alma mater, y acog¨ªa un acto en defensa de la libertad reproductiva de las mujeres, organizado por varias asociaciones, entre ellas, Planned Parenthood.
La vicepresidenta lo aprovech¨® para dar ante una audiencia joven, talentosa y negra, su primer mitin de la campa?a, una fiera defensa del derecho al aborto que est¨¢n empe?ados desde hace un a?o en socavar el Tribunal Supremo y ¡°pol¨ªticos extremistas por todo el pa¨ªs¡±, que, a?adi¨® Harris, ¡°han provocado en estos meses un mont¨®n de sufrimiento ¨ªntimo¡±. ¡°El verdadero signo del l¨ªder, su verdadera altura, no se basa en a qui¨¦n golpeas y menosprecias¡±, dijo. ¡°Se basa y se mide en a qui¨¦n alzas¡±.
La historia reciente de Estados Unidos dicta que lo m¨¢s natural es que los presidentes vuelvan a presentarse, y que si lo hacen sea con la misma compa?¨ªa de la primera vez. El caso de Biden ¨Dcuyo gran desventaja es su avanzada edad; tendr¨¢ 82 a?os cuando vuelva a jurar el cargo otra vez, si es que gana¨D es en cierta manera distinto. En 2020, el pol¨ªtico, que ahora pide que le dejen ¡°terminar el trabajo¡±, se present¨® como un ¡°puente¡± con una misi¨®n: restaurar la normalidad en el pa¨ªs tras los cuatro a?os de Trump para dejar paso a una nueva generaci¨®n.
Y Harris, de 58 a?os, pareci¨® en aquellos meses que siguieron al asalto al Capitolio, una de las horas m¨¢s bajas de la democracia estadounidense, como la opci¨®n m¨¢s l¨®gica puestos a renovar banquillo.
No hay muchos que piensen hoy de ese modo. Con un nivel de aprobaci¨®n en un poco halagador 40%, seg¨²n un agregado de encuestas de FiveThirtyEight, ha sido v¨ªctima tanto de las expectativas que gener¨® el salto al ruedo nacional de una senadora de California, hija de una india y un jamaicano, como de los sinsabores mismos de un puesto complicado como pocos en la pol¨ªtica estadounidense.
Salvo renuncia (Gerald Ford); bendita paciencia (de Bush padre al propio Biden, a los segundos de a bordo les llega a veces la oportunidad de ocupar el Despacho Oval); o fatalidad (Lyndon Johnson) ¡ªla clase de fatalidad que imaginaba la magistral pel¨ªcula Tempestad sobre Washington (Advise and Consent, 1959)¡ª, las funciones del vicepresidente parecen meramente cosm¨¦ticas para quienes carecen de acceso a los pasillos de la Casa Blanca. Y eso no es nuevo, sino tan viejo como Benjamin Franklin, que en cierta ocasi¨®n propuso dar tratamiento de ¡°su superflua excelencia¡± a quien ocupase el puesto.
Relaciones internacionales
Como corresponde a esa discreta posici¨®n, Harris no ha dado m¨¢s se?ales en estos algo m¨¢s de dos a?os que de fidelidad al jefe. Pero si Biden, que se ha tomado su tiempo deshojando la margarita, hubiera decidido no volver a presentarse, todos los focos se habr¨ªan vuelto hacia ella. Miembros del Partido Dem¨®crata y analistas han expresado durante estos meses en conversaciones privadas sus reticencias ante esa idea por dos motivos principalmente: la sospecha de que en el actual y muy polarizado Estados Unidos una mujer negra y asi¨¢tica no ser¨ªa capaz de seducir a los votantes en zonas de eso que llaman la Am¨¦rica profunda, esenciales para ganar unas elecciones, y tambi¨¦n las dudas sobre su desempe?o como vicepresidenta.
¡°Dado lo que est¨¢ en juego¡±, escribi¨® este martes Thomas L. Friedman, columnista de The New York Times, sobre la amenaza de una vuelta de Trump a la Casa Blanca, ¡°Biden necesita explicarle a su partido, y, lo que es m¨¢s importante, a los independientes y republicanos moderados, por qu¨¦ Harris es la mejor opci¨®n para sucederlo, en caso de que no sea capaz de completar su mandato. No puede ignorar este tema, porque esa pregunta estar¨¢ en la mente de muchos votantes cuando llegue el momento de las elecciones¡±. Friedman citaba tambi¨¦n tres posibles motivos que explicar¨ªan el problema de popularidad de Harris: puede ser que le hayan tocado asuntos imposibles de solucionar, que se la haga continuamente de menos o que haya sido v¨ªctima de ¡°una mezcla de sexismo y racismo¡±.
Entre esos ¡°asuntos imposibles de solucionar¡± est¨¢n las relaciones internacionales, de las que se ha ocupado, con especial atenci¨®n a Latinoam¨¦rica y a los temas de la frontera sur. Tambi¨¦n, diversos temas sociales, en los que en buena medida se ha convertido en la cara de la Casa Blanca, como el aborto, el derecho al voto de las minor¨ªas, la brutalidad policial o el control de armas.
La parte de la pol¨ªtica exterior es la que m¨¢s quebraderos de cabeza le ha tra¨ªdo: su primer viaje internacional como vicepresidenta, una visita a Guatemala y M¨¦xico, fue tambi¨¦n su primer patinazo, cuando lanz¨® el siguiente mensaje a quienes sue?an con dejar atr¨¢s Centroam¨¦rica y la miseria: ¡°No vengan a Estados Unidos¡±, les dijo. Despu¨¦s, unas declaraciones en televisi¨®n en las que dec¨ªa que la frontera era ¡°segura¡± le dieron la idea al gobernador de Texas, Greg Abbott, de empezar a fletar autobuses de migrantes a la puerta de su residencia en Washington.
Mejor suerte ha tenido Harris en los temas sociales, y especialmente con el aborto. ¡°La libertad reproductiva est¨¢ bajo ataque y no podemos retroceder en nuestra lucha¡±, declar¨® este martes en la Universidad de Howard Mini Timmaraju, presidenta de NARAL Pro-Choice America, organizaci¨®n civil se?era fundada por Betty Friedan, icono del feminismo. ¡°Hoy, la vicepresidenta ha demostrado nuevamente que la administraci¨®n Biden-Harris siempre defender¨¢ nuestras libertades fundamentales¡±, agreg¨® Timmaraju.
En su intervenci¨®n, Harris emparent¨® los ataques a la libertad de decisi¨®n de las mujeres con la supresi¨®n del voto de las minor¨ªas, la prohibici¨®n de libros y la persecuci¨®n de los derechos de los colectivos LGTBI. Todo ello, afirm¨®, forma parte de ¡°una agenda nacional¡± republicana que ¡°va m¨¢s all¨¢ de Florida o de Dakota del Norte¡±, dos Estados en los que en los ¨²ltimos d¨ªas se han aprobado leyes que fijan un l¨ªmite de seis semanas para la interrupci¨®n del embarazo, lo que equivale en la pr¨¢ctica a una prohibici¨®n total.
La vicepresidenta estadounidense tambi¨¦n hizo memoria: ¡°Aqu¨ª lanc¨¦ la primera campa?a de mi vida, a delegada de la facultad de arte. Y hoy aqu¨ª me lanzo de nuevo. Me acuerdo cuando entr¨¦ por primera vez en este auditorio, cuando era una novata universitaria. Nunca pude imaginar que tanto tiempo despu¨¦s estar¨ªa hablando en este mismo escenario de pelear por derechos que d¨¢bamos por sentados¡±, sentenci¨®.
Entre el p¨²blico, Kayla Finley y Taniyah Smith, dos estudiantes de la edad que entonces ten¨ªa Harris, se mostraron dispuestas a concederle ¡°cuatro a?os m¨¢s¡±. ¡°No voy a decir que no me ha defraudado¡±, admiti¨® Finley, ¡°pero creo que se merece otra oportunidad¡±. Ser¨¢ el electorado el que decida si se la concede o no.
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