Clases de lengua por Zoom entre misiles a las puertas de Bajmut
M¨¢s de un a?o despu¨¦s del inicio de la invasi¨®n rusa de Ucrania, ni?as como Diana y Yuliana siguen sin poder volver a la normalidad, recluidas en su casa de la localidad de Kostiantinivka
Diana y Yuliana se despertaron a las cinco de la madrugada el 24 de febrero de 2022 por las fuertes explosiones. Diana ten¨ªa 15 a?os y supo al instante que la guerra hab¨ªa empezado, que Rusia estaba invadiendo Ucrania. Su hermana Yuliana ten¨ªa ocho y no entendi¨® nada. ¡°Solo me asust¨¦ mucho¡±, recuerda m¨¢s de un a?o despu¨¦s. Su vida de ni?as cambi¨® del todo. Dejaron de ir a la escuela. Otra vez. Pasaron casi directamente de las restricciones de la pandemia a las de la guerra, a conectarse a una clase online entre sonidos de misiles, morteros, obuses, ametralladoras, sirenas, defensas antia¨¦reas o tanques recorriendo las calles de su ciudad. Viven en Kostiantinivka, a 10 kil¨®metros del infierno del frente de Bajmut. Hay muchos d¨ªas que ni siquiera pueden salir de casa.
Las noches y los d¨ªas se han convertido en secuencias temporales casi id¨¦nticas a lo largo de las semanas y los meses. Despertarse. Conectarse a Zoom (la aplicaci¨®n de comunicaci¨®n por internet) de la escuela. Estudiar. Comer. Por la tarde, la peque?a juega un poco e intenta bajar un rato a la calle con su madre y alg¨²n amigo si no se oyen explosiones. La mayor charla con sus amigas a trav¨¦s de una pantalla, usa Telegram, Instagram, TikTok y hace algo de ejercicio en casa. Cenan. Se acuestan. Rezan para que la noche no sea movida. Y vuelta a empezar.
Kostiantinivka, una ciudad que antes de la invasi¨®n ten¨ªa unos 70.000 habitantes, a menos de 70 kil¨®metros de Donetsk, ha sufrido bombardeos constantes desde el comienzo de la guerra. Es la segunda vez que ocurre, porque las tropas alemanas provocaron ya numerosos destrozos en la ciudad tras su retirada al final de la II Guerra Mundial. Y en 2014, cuando los rusos comenzaron la guerra por la regi¨®n de Donb¨¢s, consiguieron tomar algunas calles durante un par de meses, calles que luego fueron recuperadas por los ucranios. Ahora est¨¢ de nuevo sufriendo intensos bombardeos.
D¨ªas sin salir de casa
¡°Pueden pasar muchos d¨ªas sin que yo salga de casa¡±, dice Diana, una adolescente pausada y tranquila con una larga melena rubia. ¡°Cada vez las explosiones se escuchan m¨¢s cerca y m¨¢s fuerte. Hubo un momento en el que nos acostumbramos a tenerlas de tel¨®n de fondo, pero ahora suenan mucho y muy mal¡±. Yuliana, la peque?a, pensaba que todo durar¨ªa dos o tres meses como mucho, pero la guerra no solo sigue, sino que durante el ¨²ltimo mes los ataques se han recrudecido en su ciudad. Ni?os y mayores se han vuelto expertos en saber cu¨¢ndo una bomba es de salida o de entrada; si la explosi¨®n es de un misil, un dron, artiller¨ªa, disparos.
A la clase por Zoom de Diana solo suelen asistir la mitad de los alumnos. Unos porque no pueden dormir por la noche debido a los ataques de artiller¨ªa o misiles y aprovechan la ma?ana para dormir. Otros no tienen luz o han decidido no seguir las clases y hacer solo las tareas. La escuela est¨¢ abandonada y bombardeada. Muchos profesores, aunque siguen dando clase a sus alumnos, lo hacen desde Kiev, Lviv o incluso desde el extranjero. Se han ido por puro miedo, por ellos y por sus familias, aunque intentan seguir haciendo su trabajo y ayudar a los estudiantes lo m¨¢s que pueden.
La maestra de Lengua Anna Korotkiya ¡ªdel pueblo arrasado de Kamianka, pero que ahora vive en la regi¨®n de Poltava y da clases online a alumnos de Izium¡ª cuenta lo mismo que Diana. ¡°Hay ni?os que no s¨¦ ni d¨®nde est¨¢n, otros no tienen internet y los hay que directamente te dicen que necesitan un psic¨®logo, que necesitan ayuda, porque no pueden m¨¢s. Y luego est¨¢n los chavales que fueron alumnos m¨ªos hace poco y que s¨¦ que est¨¢n ya combatiendo en la guerra. Es todo muy dif¨ªcil de asimilar¡±.
Diana y Yuliana salieron unos meses del pa¨ªs con su madre. Estuvieron de abril a noviembre en una ciudad cercana a Cracovia, en Polonia, pero siguieron las clases online ucranias. Despu¨¦s volvieron a Kostiantinivka. ¡°Mi marido se hab¨ªa quedado aqu¨ª y adem¨¢s yo sent¨ªa que deb¨ªa volver a mi ciudad y contribuir a que la vida siga adelante en la comunidad¡±, explica su madre, Yulia Krivosheyeva, de 37 a?os. ¡°Necesit¨¢bamos estar todos juntos de nuevo¡±.
Hay chavales que fueron alumnos m¨ªos hace poco y que s¨¦ que est¨¢n ya combatiendo en la guerra. Es todo muy dif¨ªcil de asimilar¡±Anna Korotkiya, maestra
Yulia trabaja en una boutique del pan en el centro de Kostiantinivka. Despacha tartas de manzana, pasteles t¨ªpicos de J¨¢rkov y de Donetsk, unos bollos rellenos de crema de pl¨¢tano, galletas, empanadas, pizzas y 12 distintos tipos de pan. El olor es delicioso porque lo hornean todo aqu¨ª. Al fondo, un grupo de panaderos y pasteleros trabaja por turnos las 24 horas. Como siempre hay gente dentro, aunque est¨¦ cerrado, los soldados que vienen del frente de Bajmut muchas veces se acercan por la noche para comer algo.
Kostiantinivka sirve de base de las Fuerzas Armadas Ucranias. Su posici¨®n es estrat¨¦gica, entre el frente de Bajmut y el de Avdiivka, los dos puntos m¨¢s calientes de la guerra. Cuando los soldados en primera l¨ªnea rotan unos d¨ªas, lo hacen en Kostiantinivka. Adem¨¢s, por el municipio pasan inevitablemente los suministros para las tropas procedentes del oeste, de Kramatorsk. El lugar es un objetivo claro de las fuerzas invasoras, y cada edificio puede ser blanco de su artiller¨ªa.
Normalidad y devastaci¨®n
Justo al lado de la acogedora pasteler¨ªa de Yulia, como un contraste m¨¢s entre la normalidad y la devastaci¨®n de la guerra, hay un imponente edificio destruido. Es una casa de la cultura construida en 1976, cuando Ucrania era parte de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Uno de esos lugares que hace un a?o y medio todav¨ªa celebraba obras de teatro, conciertos y ofrec¨ªa clases de arte y danza a los ni?os. Fue bombardeada el d¨ªa de San Valent¨ªn, el 14 de febrero pasado, y ahora no hay nada m¨¢s all¨¢ de escombros en la puerta y ventanas rotas tapadas con metales y maderas.
Como en todo el pa¨ªs, las calles de Kostiantinivka est¨¢n llenas de gigantescos carteles animando al alistamiento: ¡°Defendamos juntos Ucrania¡±. El hospital civil de la ciudad ha pasado de atender enfermos a asistir heridos. ¡°Lo m¨¢s duro de estos meses de guerra ha sido ver a los ni?os heridos¡±, explica el jefe de cirug¨ªa, Yurii Mishastii, de 63 a?os. ¡°Hemos atendido a un beb¨¦ de un a?o y tres meses. Lo estabilizamos y lo llevamos a Dnipr¨®. La familia estaba saliendo en coche de Bajmut cuando dispararon a la madre, al padre y al hijo. Hay tambi¨¦n adolescentes con heridas graves. Es complicado¡±.
Veremos en el futuro las consecuencias de todo esto en la salud mental de esa generaci¨®n¡±Yuri Mishati, jefe de ciruj¨ªa del hospital de Kostiantinivka
Los ni?os y adolescentes de Kostiantinivka y otros municipios cercanos al frente llevan m¨¢s de un a?o conviviendo de forma permanente con muertos, heridos, misiles, miedo, ansiedad, histeria propia y ajena, vivir sin gas, ni electricidad, ni agua corriente durante meses¡ ¡°La guerra es un gran desaf¨ªo para esta generaci¨®n¡±, opina el jefe de cirug¨ªa Mishastii. ¡°Ni?os, adolescentes, j¨®venes. Creo que por el momento no entienden por completo lo que estamos viviendo. La conciencia llegar¨¢ en el futuro¡±.
¡°La situaci¨®n es muy complicada¡±, insiste Yulia. ¡°Cada vez tenemos m¨¢s miedo. Y los ni?os no pueden estar aqu¨ª¡±. Su marido se quedar¨¢ en Kostiantinivka, pero ella ha decidido mudarse a Kiev con Diana y Yuliana. Conf¨ªa, como todos, en que la contraofensiva ucrania vaya bien, en que los rusos se alejen, en que la guerra se acabe, en poder volver en alg¨²n momento a su ciudad, a su pasteler¨ªa y a las tranquilizadoras rutinas de la vida en paz.
Sobre este proyecto
Un equipo multimedia de cuatro periodistas de EL PAÍS ha recorrido el este de Ucrania, 1.200 kilómetros entre Járkov y Jersón, en las semanas previas a la contraofensiva que determinará hasta dónde puede llegar el país en la liberación del territorio conquistado por Rusia.
Decenas de testimonios de civiles y militares recabados a lo largo de la línea del frente retratan el impacto que tiene una guerra de larga duración en el día a día de la población: tomar cervezas en un bar mientras se recibe un aviso por Telegram de que un misil caerá en cuestión de minutos; qué sucede cuando una línea de pueblos se convierte en frente de batalla; cómo es celebrar las bodas de oro en medio de una ciudad arrasada; la cotidianidad de los soldados, que consiste también en muchos momentos de espera; el miedo de vivir frente a la central nuclear más grande de Europa, ocupada por Rusia, en medio de un conflicto; ser adolescente y vivir a 12 kilómetros del peligroso frente de Bajmut recluido en casa y recibiendo clases online; la búsqueda de colaboradores rusos por parte de Kiev.
Una serie de siete reportajes sobre cómo la vida sigue, a pesar de todo, en medio de la violencia y la destrucción de la guerra, en un momento decisivo para Ucrania: una contraofensiva en la que se juega su destino.
Documental | Ucrania, ante la contraofensiva
Cr¨¦ditos
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