Ucrania, la hora decisiva
EL PA?S recorre los 1.200 kil¨®metros de la l¨ªnea de guerra para retratar a lo largo de una serie de siete reportajes, con testimonios civiles y militares, las esperanzas en la contraofensiva que decidir¨¢ su destino
Natalia Valentinova Sitnik oy¨® explosiones y disparos de d¨ªa y de noche durante meses. Hasta sus vacas y terneros aprendieron a esconderse detr¨¢s de los ¨¢rboles cuando empezaban a caer proyectiles. Su ciudad, Snigurivka, en el sudeste de Ucrania, fue ocupada por los rusos desde abril hasta noviembre del a?o pasado y se convirti¨® en frente de guerra. Dice que ahora est¨¢ todo m¨¢s tranquilo, aunque la tranquilidad en Snigurivka incluye que hace un mes cayeran en un d¨ªa 10 misiles y que apenas camine gente por las calles. Natalia, de 66 a?os, vive en una casa de doble altura llena de tulipanes y margaritas con vistas al r¨ªo Ingulets, un lugar id¨ªlico donde prepara la leche reci¨¦n orde?ada, nata, mantequilla y queso que vende a sus vecinos. Arranca a llorar cuando piensa en la posibilidad de que la anunciada contraofensiva ucrania no salga bien, que los rusos regresen, que su ciudad vuelva a ser frente de batalla: ¡°Es nuestra esperanza para acabar con esta guerra y seguir adelante¡±.
Serhii y Olga Portianov necesitan tambi¨¦n que la contraofensiva sea un ¨¦xito, pero no para quedarse en su pueblo, sino para poder volver a ¨¦l. La l¨ªnea de frente es cambiante y ha dejado un sinf¨ªn de municipios en ruinas en los que vivir ya no es una opci¨®n. Como Kamianka, en la desoladora carretera de Izium a Sloviansk, a lo largo de la cual solo se ven edificios destruidos y amasijos de hierro. Atravesarla es como contemplar una gigantesca Gernika arrasada a lo largo de 45 kil¨®metros. Serhii y Olga, de 72 a?os, est¨¢n empe?ados en regresar a su hogar aunque sean los ¨²nicos residentes del pueblo, aunque tengan que dormir en un cobertizo, aunque los escombros y los campos est¨¦n plagados de minas. Serhii habla de la contraofensiva como la gran esperanza: ¡°Tiene que ir bien, tenemos que recuperar nuestra vida, nuestras casas, nuestros pueblos, la paz¡±.
Roman est¨¢ combatiendo. Vivi¨® durante 23 a?os en Alcal¨¢ de Henares, en Espa?a. D¨ªas despu¨¦s de que empezara la guerra, en la madrugada del 24 de febrero de 2022, decidi¨® volver a su pa¨ªs para alistarse y defender la libertad y la vida de personas como Natalia, Olga o Serhii. Y aqu¨ª sigue, con 52 a?os, ahora en el estrat¨¦gico frente de Liman, entre Donetsk y Lugansk. La mayor¨ªa de los soldados no son profesionales. Hasta hace un a?o y medio llevaban la vida de cualquier europeo: panaderos, profesores, ingenieros, conductores¡ como Roman, que era trabajador de la construcci¨®n. Su d¨ªa a d¨ªa hoy es luchar en una compa?¨ªa de infanter¨ªa en un conflicto que se ha cobrado ya la vida de unos 20.000 soldados ucranios, adem¨¢s de m¨¢s de 130.000 heridos, seg¨²n estimaciones de los servicios de inteligencia estadounidenses.
V¨ªdeo | Roman cuenta por qu¨¦ regres¨® a su pa¨ªs desde Espa?a.
Natalia, Serhii, Olga y Roman son algunos de las decenas de testimonios de civiles y militares recabados a lo largo de m¨¢s de dos semanas por un equipo de periodistas de EL PA?S que ha recorrido los 1.200 kil¨®metros de frente. Un retrato de la vida cotidiana de civiles y soldados y de sus esperanzas en la contraofensiva que determinar¨¢ hasta d¨®nde puede llegar Ucrania en la liberaci¨®n del territorio conquistado por Rusia.
Kiev sopesa el mejor momento para lanzarla. Desde la provincia de J¨¢rkov, en el noreste, a Jers¨®n, en el sur, civiles y militares sobreviven mientras cuentan los d¨ªas que quedan para el momento en el que el pa¨ªs decidir¨¢ su destino. El presidente ucranio, Volod¨ªmir Zelenski, afirm¨® el 11 de mayo en la BBC que la ofensiva necesita m¨¢s tiempo para empezar, para evitar un mayor n¨²mero de bajas: ¡°Con lo que tenemos podemos tirar adelante, y creo que con ¨¦xito, pero perder¨ªamos a mucha gente, y eso es inaceptable. Por eso necesitamos esperar un poco m¨¢s¡±.
A punto para el combate
Ucrania est¨¢ reservando sus mejores soldados para la contraofensiva. Dos brigadas blindadas explican que sus tanquistas m¨¢s j¨®venes han sido formados en el extranjero en el manejo de los Leopard, y que ya est¨¢n a punto para entrar en combate. En la l¨ªnea de batalla de Donetsk, soldados de infanter¨ªa confirman que las tropas mejor entrenadas han dejado la primera l¨ªnea para tomar parte en el inminente ataque a gran escala.
A la contraofensiva se destinar¨¢ lo mejor con lo que cuenta Ucrania, y esto son blindados como los Leopard. En el frente de Zaporiyia, Pastor, nombre en clave de un sargento instructor de la 1? Brigada Blindada, confirma lo que en meses pasados hab¨ªan indicado a este diario otras unidades blindadas: que un Leopard alem¨¢n, un Abrams estadounidense o un Challenger brit¨¢nico equivalen a dos o incluso tres de los tanques m¨¢s utilizados por los ucranios y los rusos, es decir, los sovi¨¦ticos T-64 y T-72: ¡°Para dejarlo claro, es como si los rusos tuvieran un Tavria [un utilitario sencillo sovi¨¦tico que fabricaba la empresa ucrania ZAZ] y nosotros pudi¨¦ramos tener la opci¨®n de conducir un Mercedes. Esta es la diferencia entre un Leopard y un Abrams respecto a los tanques como un T-72. Los tanques ya est¨¢n aqu¨ª, nuestros chicos ya han sido entrenados para ello¡±.
Los Leopard son Mercedes¡±Sargento instructor de la 1? Brigada Blindada con nombre en clave Pastor
V¨ªdeo | El sargento instructor explica las ventajas de usar tanques Leopard.
Los tanquistas m¨¢s j¨®venes de la 1? Brigada han estado form¨¢ndose con los Leopard en Polonia. Los soldados de m¨¢s edad se han quedado en el frente con los viejos tanques sovi¨¦ticos. Ucrania no tiene tantos recursos humanos como Rusia. Un mill¨®n de hombres y mujeres est¨¢n implicados en la defensa del Estado, y de estos, cerca de 700.000 sirven en las Fuerzas Armadas ucranias. Pero el frente de guerra es extenso como ning¨²n otro en Europa desde la II Guerra Mundial y las rotaciones de los soldados en primera l¨ªnea son escasas: si el ideal ser¨ªa disfrutar de libranzas cada dos meses, seg¨²n admit¨ªa en abril a este diario el general Sergu¨¦i Melnik, hay combatientes que llevan incluso 10 meses sin regresar a casa.
Pastor no ha tenido ni un solo d¨ªa libre desde que empez¨® la invasi¨®n. Pese a ello, y como muchos otros militares entrevistados durante dos semanas de viaje, este sargento transmite una energ¨ªa y templanza que ocultan cualquier se?al de cansancio. Oficiales de artiller¨ªa en Donetsk, de las fuerzas especiales en Jers¨®n, de unidades blindadas en Zaporiyia, incluso el general al cargo de la provincia de J¨¢rkov, Melnik, aseguran que todo est¨¢ a punto para que Ucrania se enfrente a la hora de la verdad. A la hora en la que cada hombre y mujer, seg¨²n las c¨¦lebres palabras de Winston Churchill, est¨¢ llamado a dar lo mejor de s¨ª.
La te¨®rica militar m¨¢s b¨¢sica indica que un ej¨¦rcito que ataca necesita una superioridad de tres a uno para doblegar al bando que defiende. Pero el reto que afrontan las Fuerzas Armadas ucranias es mucho m¨¢s dif¨ªcil. Rusia ha levantado desde el pasado verano 800 kil¨®metros de l¨ªneas de defensa fortificadas, triples barreras antitanque y obst¨¢culos contra infanter¨ªa, b¨²nkeres y posiciones cubiertas para artiller¨ªa y ametralladoras. Melnik aventur¨® que la superioridad que necesita Ucrania ser¨¢ de cuatro a seis.
El ministro de Exteriores, Dmitro Kuleba, ha reiterado esta primavera que las expectativas puestas en la contraofensiva son excesivas, que la guerra no terminar¨¢ y que el apoyo militar internacional tendr¨¢ que mantenerse en los meses venideros. Pero el casi cheque en blanco dispuesto hasta ahora a Kiev por Estados Unidos, el Reino Unido y la Uni¨®n Europea puede tener fin. Y cuando llegue el momento de presionar a Ucrania para que negocie una salida a la guerra, cuanto m¨¢s territorio haya recuperado, mejor.
La gran mayor¨ªa de los ucranios no quiere saber nada de negociar con Rusia, entre un 60% y un 70%, seg¨²n coinciden las ¨²ltimas encuestas elaboradas a finales de 2022. As¨ª piensa Raisa Stnelcova, una anciana de 80 a?os que reside en Nikopol, a orillas del Dni¨¦per. Desde Energodar, ciudad ocupada desde marzo de 2022 y donde se ubica la mayor central nuclear de Europa [la de Zaporiyia], el enemigo bombardea la ciudad a diario. Un ob¨²s ruso impact¨® en un bloque de viviendas cercano al suyo. En el patio de su casa aprovecha el sol primaveral para hablar con su amiga y vecina Nadia. Tiene a un hijo en el ej¨¦rcito desde hace nueve a?os y la idea de terminar la guerra con ventajas para Rusia le provoca un enorme rechazo: ¡°Yo digo que nada de negociaciones. La guerra terminar¨¢ con la expulsi¨®n absoluta de Rusia por parte de Ucrania. Ha muerto tanta gente, tantos j¨®venes perecieron. ?De qu¨¦ negociaciones podemos hablar?¡±.
Como todos los ucranios, conf¨ªo en Zaluzhni¡±Olga Muja, vecina de Orsiv, peque?a aldea cercana a Nikopol
V¨ªdeo | Olga Muja expone su fe en el ej¨¦rcito de Ucrania
La esperanza de los civiles en la contraofensiva tiene nombre y apellido, el de Valeri Zaluzhni, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas ucranias. Olga Muja lo tiene claro. Vive tambi¨¦n frente a la central nuclear de Energodar, en una pedan¨ªa de Marganets, y cree que si los misiles dejan de sobrevolar cada noche su casa y sus campos de albaricoques, si los obuses rusos dejan de destruir su pueblo, ser¨¢ por el genio militar del comandante en jefe: ¡°No s¨¦ si saldr¨¢ bien el contraataque, porque soy una mujer normal, pero como todos los ucranios, conf¨ªo en Zaluzhni¡±. A?ade otra raz¨®n de peso para tener una fe casi religiosa en el general: su hijo est¨¢ combatiendo en la localidad de Bajmut.
Millones de ucranios no olvidan que su Gobierno descartaba la invasi¨®n a gran escala hasta pocas horas antes de que comenzara. Zaluzhni, en cambio, seg¨²n explic¨® ¨¦l mismo a la revista Time, no dudaba de que Rusia atacar¨ªa para desintegrar el Estado ucranio. Y prepar¨® al ej¨¦rcito para ello, al margen del poder pol¨ªtico, con una prioridad: proteger Kiev. Traslad¨® regimientos enteros de sus cuarteles a posiciones secretas, cambi¨® la localizaci¨®n de las defensas antia¨¦reas y esper¨® a que empezase la ofensiva rusa. Permiti¨® que las tropas enemigas se adentraran en territorio ucranio desde la frontera norte, por las provincias de Chernihiv, Kiev y Yit¨®mir, para emboscarlas y cortar sus suministros. Un mes m¨¢s tarde, Rusia se retiraba del asalto a Kiev.
Generales como Zaluzhni, el comandante del Ej¨¦rcito de Tierra, Oleksandr Sirski, o el m¨¢ximo responsable de los servicios de inteligencia del Ministerio de Defensa, Kirilo Bud¨¢nov, son los h¨¦roes en los que conf¨ªa el ucranio de a pie. El ciudadano medio cree que est¨¢ bien que Zelenski sea la cara del pa¨ªs en el exterior, pero son estos j¨®venes generales, versados en la doctrina de la OTAN y no en la sovi¨¦tica, quienes idearon la contraofensiva sorpresa del pasado septiembre que expuls¨® a los rusos de la provincia de J¨¢rkov; son ellos los que liberaron en noviembre media provincia de Jers¨®n pese al enorme colaboracionismo pol¨ªtico y militar en la regi¨®n a favor de Rusia. Son ellos los que deben garantizar que el pa¨ªs pueda existir sin la amenaza rusa.
Hay escenas que valen m¨¢s que mil palabras. En el centro de Huliaipole, en el frente de Zaporiyia, pr¨¢cticamente no queda edificio intacto. Hasta el pasado febrero se libraron combates en la zona del municipio. La ofensiva rusa de invierno en este sector fue calamitosa y las tropas del Kremlin se batieron en retirada. Hoy el enemigo se sit¨²a a siete kil¨®metros. La artiller¨ªa rusa revienta el lugar cada hora. Sus habitantes ¡ªalg¨²n civil y muchos soldados¡ª evitan andar por el centro. Como Nina, que dej¨® su casa y se instal¨® en un s¨®tano-refugio h¨²medo y oscuro en el que malvive junto a otras seis personas en una sola habitaci¨®n. En medio de la estampa desoladora del pueblo, en una pared a¨²n en pie, alguien grafite¨® la cara de Zaluzhni, como s¨ªmbolo de la esperanza en la victoria.
Ucrania recibe el apoyo de casi todo el mundo¡±Svetlana Tsyba, funcionaria municipal en la comarca de Kupiansk
V¨ªdeo | Svetlana Tsiba, en la cocina de su casa.
Desde la comarca de Kupiansk, en el frente norte, la funcionaria municipal Svetlana Tsiba tambi¨¦n quiere expresar su admiraci¨®n por Zaluzhni: ¡°Veo que Ucrania le apoya, el pueblo le apoya. De lo que leemos, tengo una impresi¨®n muy positiva y hay una esperanza¡±. Sentada en la cocina de su casa, en un pueblo que fue ocupado durante meses por los rusos y liberado en la contraofensiva de J¨¢rkov del pasado verano, Tsiba mete el dedo en la llaga, en la relaci¨®n, a veces competitiva, que mantiene la presidencia con el comandante en jefe: ¡°No querr¨ªa que Zelenski relevara a Zaluzhni, yo no entiendo nada de las cosas militares, nada de nada. Pero quiero que Zaluzhni lleve a Ucrania a la victoria¡±. Lo que valora esta mujer de su presidente, como Muja, es que, por primera vez, la poblaci¨®n siente incluso orgullo por un l¨ªder pol¨ªtico y que, gracias a su buena labor en el exterior, ¡°Ucrania recibe el apoyo de casi todo el mundo¡±.
Zaluzhni declar¨® a finales de 2022 que Ucrania necesitaba 300 nuevos tanques, 700 veh¨ªculos blindados de infanter¨ªa y 500 obuses de la OTAN para liberar todos los territorios perdidos en esta guerra. De momento, ya cuenta con unos 200 carros de combate pesados (150 de ellos, tanques Leopard) y cerca de 700 veh¨ªculos de infanter¨ªa. Sobre el n¨²mero de ca?ones aportados no hay cifras oficiales, aunque a principios de este a?o, el Centro de Estudios Internacionales y Estrat¨¦gicos estimaba en unos 450 los obuses que los aliados de la OTAN hab¨ªan suministrado.
Las fuerzas a¨¦reas ucranias han reiterado que sin los aviones de combate F-16 estadounidenses, el ¨¦xito de la contraofensiva est¨¢ en juego. La Casa Blanca se hab¨ªa negado hasta el momento a entregar estas aeronaves, por miedo a que Kiev las utilice para atacar en territorio ruso, pero el presidente Joe Biden respald¨® el viernes una iniciativa internacional para empezar a formar pilotos ucranios para el uso de esos aparatos y anunci¨® su aval a que pa¨ªses aliados los entreguen. Mientras tanto, Eslovaquia y Polonia compensar¨¢n esta carencia transfiriendo dos escuadrones ¡ª12 aviones cada uno¡ª de los menos avanzados cazas sovi¨¦ticos MiG-29.
¡°Quiero vivir, pero ya no tengo miedo a la muerte¡±
La poblaci¨®n que vive a lo largo de estos 1.200 kil¨®metros de frente est¨¢ expectante. Lo militar y lo civil est¨¢n entrelazados. Unos trabajan para los otros, se cruzan en el supermercado, conviven. Aunque la gente intente seguir con su vida y sus trabajos all¨¢ donde es posible, la guerra lo impregna todo. Las clases por Zoom de matem¨¢ticas o lengua de los ni?os, que han pasado de las restricciones de la pandemia a la educaci¨®n online con bombas como sonido de fondo. Los hospitales, que ahora atienden heridos en vez de enfermos. Las mujeres que se enteran a trav¨¦s de un mensaje de Telegram de que su pareja acaba de morir combatiendo. Sirenas que no paran de sonar. O los pueblos en los que ni siquiera hay sirenas, sino explosiones incesantes que escuchan a diario aquellos que no pueden o no quieren abandonar sus hogares.
En las ciudades grandes como J¨¢rkov o Zaporiyia, un poco m¨¢s alejadas de la primera l¨ªnea de frente, la vida cotidiana se abre camino. Los restaurantes y bares siguen teniendo clientes, los j¨®venes toman copas y hacen fiestas. Y muchos han incorporado tanto la guerra a su realidad cotidiana que han dejado de tener miedo. Todos recuerdan a la perfecci¨®n d¨®nde estaban en la madrugada del 24 de febrero de 2022. La sensaci¨®n de p¨¢nico, histeria, incertidumbre. ¡°Yo estaba celebrando la boda de mi hermano fuera de mi ciudad¡±, recuerda Emil Prijodko, un joven veintea?ero de Zaporiyia, ciudad en el Dni¨¦per, a escasos 40 kil¨®metros del frente. ¡°Est¨¢bamos en Borsipil. A las 5.13 me despertaron los misiles. La guerra hab¨ªa empezado. Not¨¦ c¨®mo el coraz¨®n se me aceleraba, una vibraci¨®n dentro de m¨ª. Escuch¨¦ m¨¢s de 10 bombas caer cerca¡±.
Ahora, m¨¢s de un a?o despu¨¦s, uno de sus mejores amigos ha muerto combatiendo. Un ni?o de 12 a?os que iba a sus clases de crossfit perdi¨® la vida junto a su hermana, su padre y su madre. La abuela los enterr¨® a todos. Pero Emil ya no se arrastra cuando todo vibra por un misil: ¡°Quiero vivir, pero ya no tengo miedo a la muerte. La guerra lo ha cambiado todo. Y vivir con miedo es dejar que Rusia gane¡±. ?l habla en ruso con su familia y con sus amigos. Habla de paz y de fraternidad entre pueblos, pero dice, con pesar, que Rusia le ha empujado a odiarles.
El desenlace de la contraofensiva es un asunto de vida o muerte para Zaporiyia porque alejar¨ªa a los rusos y permitir¨ªa que la ciudad recuperara cierta normalidad, como as¨ª lo consigui¨® Kiev. Pero para los padres de Emil ya es tarde: perdieron su negocio con la guerra de Donb¨¢s, una operadora de viajes tur¨ªsticos entre Ucrania y Rusia. Su padre ha tenido que emigrar a otra ciudad de Ucrania para encontrar un empleo. Ellos son del este, de una regi¨®n que cre¨ªa en la necesidad de los v¨ªnculos culturales y sociales con Rusia. Hasta hoy. Emil relata c¨®mo progresivamente han ido cambiando las tornas: un amigo dejaba de escuchar m¨²sica rusa; otro dejaba de hablar en ruso para pasarse al ucranio; una de sus mejores amigas lleva m¨¢s de un a?o sin poder ver a sus padres, aislados en un pueblo de la provincia ocupado por el invasor. A ¨¦l le duele algo muy particular, vinculado a la infancia: el no poder volver al pueblo costero del mar de Azov en el que siempre ha veraneado la familia, Kirilivka. Rusia no solo le ha arrebatado amigos y la paz: le ha arrebatado las playas de su infancia.
Los pobladores de algunos pueblos en ruinas, muchos de ellos rusohablantes, confiesan su estupefacci¨®n e incredulidad ante esta guerra tan salvaje iniciada por aquellos que consideraban hasta hace poco hermanos. ¡°Ya ve, esto es el russki mir¡±, repite para sus adentros Olga mientras retira escombros de su casa destruida en Kamianka. El russki mir, el mundo ruso, es un concepto nacionalista ruso que proclama una unidad identitaria y cultural para todos los pueblos eslavos. Seg¨²n Vlad¨ªmir Putin y sus voceros, Ucrania forma parte del russki mir, quieran o no sus habitantes.
Los campos de Kamianka, como los de los pueblos vecinos, est¨¢n plagados de minas antitanque y antipersona. Pr¨¢cticamente no quedan casas en pie. En Krasnopillia, a 12 kil¨®metros de Kamianka, el alcalde, Serhii Bagrii, acompa?a a los periodistas por senderos en los que descansan los esqueletos de blindados destruidos. Tambi¨¦n el veh¨ªculo de un vecino que hace poco salt¨® por los aires con una mina. En Krasnopillia termina la jornada un equipo de desminado del Servicio de Emergencias Estatal ucranio especializado en abrir caminos seguros alrededor del tendido el¨¦ctrico. Preguntado sobre cu¨¢ndo prev¨¦n terminar de limpiar la regi¨®n de minas, un t¨¦cnico responde sin dudarlo: 40 a?os. Lo que parec¨ªa una exageraci¨®n fue confirmado el 17 de mayo en una entrevista en la televisi¨®n ucrania por Irina Kustova, directora de la Asociaci¨®n de Desminadores de Ucrania: el pa¨ªs no estar¨¢ libre de minas hasta por lo menos dentro de 60 a?os.
Esta es la realidad que espera a los territorios que ser¨¢n ahora el campo de batalla de la contraofensiva. Muchas son regiones que Rusia ocup¨® sin pr¨¢cticamente resistencia, frente a un ej¨¦rcito defensor que no estaba preparado y con la colaboraci¨®n interna de pol¨ªticos y parte de la sociedad. Los tambores de la guerra alcanzar¨¢n pueblos y campos de Zaporiyia y de Jers¨®n oriental. La capital de esta provincia, liberada el pasado noviembre, se encuentra en el frente. Solo el 25% de la poblaci¨®n sigue en ella. El comandante de otro batall¨®n de fuerzas especiales establecido en la ciudad no puede ocultar cierto pesimismo. Sus hombres llevan demasiados meses infiltr¨¢ndose detr¨¢s de las posiciones rusas y las bajas son importantes. Hay decisiones estrat¨¦gicas ¡ªpol¨ªticas y del Estado Mayor¡ª que le sacan de sus casillas: cuanto m¨¢s tiempo se retrase la contraofensiva, m¨¢s expuestos estar¨¢n sus soldados a delatores.
Tanto para este oficial de alto rango como para los habitantes de Jers¨®n ya no hay alternativa: o las Fuerzas Armadas ucranias avanzan o su ciudad continuar¨¢ siendo bombardeada o, en el peor de los casos, los rusos volver¨¢n y el lugar se convertir¨¢ en el escenario de combates urbanos como los que borraron a Mariupol del mapa.
¡°La motivaci¨®n de los rusos es m¨ªnima¡±
Los oficiales en primera l¨ªnea muestran una convicci¨®n en la victoria que no parece impostada. Algunos de sus mejores hombres critican desde el anonimato decisiones en la c¨²pula pol¨ªtica y militar de las Fuerzas Armadas, pero todos est¨¢n seguros de que el ataque ucranio los llevar¨¢ hasta la costa del mar de Azov y a las puertas de Crimea, es decir, a la liberaci¨®n de las provincias de Zaporiyia y Jers¨®n.
Vlad¨ªslav es el comandante de un batall¨®n de fuerzas especiales que opera en el r¨ªo Dni¨¦per, en el frente sur. El r¨ªo, con un kil¨®metro de anchura, es aqu¨ª la zona gris que nadie controla: en una orilla est¨¢n los ucranios y en la otra, los rusos. Vlad¨ªslav tiene una barba pronunciada, de alguien a quien hace tiempo le dej¨® de preocupar su aspecto f¨ªsico, su cara est¨¢ tostada por horas apostado bajo el sol. En el veh¨ªculo lleva silenciadores para el fusil y gafas de visi¨®n nocturna. Acaba de volver de Bajmut, donde llev¨® a cabo una operaci¨®n encubierta m¨¢s all¨¢ de las l¨ªneas enemigas. Est¨¢ cansado, reniega de muchas decisiones de sus superiores, pero es m¨¢s que optimista: no duda del triunfo, porque el enemigo est¨¢ peor organizado.
Sus hombres llevan meses infiltr¨¢ndose en las posiciones rusas en el lado oriental del r¨ªo Dni¨¦per y est¨¢ seguro de que cuando reciban la orden de iniciar la contraofensiva y asaltar el r¨ªo, los rusos se batir¨¢n en retirada: ¡°Su motivaci¨®n es m¨ªnima. A la primera que est¨¦n bajo fuego, se largar¨¢n; as¨ª ha sido hasta ahora¡±. Vlad¨ªslav no duda de que sus hombres estar¨¢n este a?o en Crimea, la pen¨ªnsula anexionada unilateralmente por Putin en 2014 y que Mosc¨² considera parte inalienable de la identidad rusa.
Kirilo Babii es teniente, oficial de la 43? Brigada de Artiller¨ªa en el frente de Donetsk. Tiene algo de monje guerrero. Pausado, sensible a la naturaleza, lleva rastas y una barba de ermita?o. En otra vida quer¨ªa ser arquitecto. Cita a los periodistas en una colina de Kramatorsk desde la que se divisan columnas de humo y misiles cruzando el cielo. Babii imparte una breve lecci¨®n magistral de c¨®mo funciona la artiller¨ªa, de su rol imprescindible para abrir el camino a los tanques y a la infanter¨ªa en su avance. De su papel para desgastar la moral del enemigo en el momento de asaltar sus posiciones.
En su brigada cuentan con obuses de pa¨ªses de la OTAN, incluso con los estadounidenses HIMARS, la lanzadera de cohetes m¨¢s decisiva de esta guerra, capaz de golpear con una gran carga explosiva y enorme precisi¨®n objetivos a 80 kil¨®metros de distancia ¡ªcuando la distancia media de los obuses occidentales es de 30 kil¨®metros¡ª. El trasiego de veh¨ªculos militares pesados estas semanas en el frente oriental, entre J¨¢rkov y Donetsk, es tan intenso que, algo excepcional, los enviados especiales de EL PA?S pudieron ver dos camiones de lanzaderas HIMARS desplaz¨¢ndose en las cercan¨ªas de Izium. Todas las bater¨ªas m¨®viles de artiller¨ªa cambian constantemente sus posiciones para evitar ser detectadas. Otra se?al de la ofensiva que se avecina es la circulaci¨®n constante de camiones de transporte de grandes veh¨ªculos: de d¨ªa se mueven vac¨ªos porque es de noche cuando se mueven con su carga: m¨¢s y m¨¢s blindados que llegan al frente.
La mirada de Babii es penetrante y observa fijamente a los periodistas para decirles, completamente en serio, que este 2023 podr¨¢n reencontrarse en Crimea. La pen¨ªnsula del mar Negro es un lugar especial para Babii: es donde naci¨®, es lo m¨¢s importante de su vida. Le duele no poder volver. Le duele que, desde 2014, se haya repoblado con miles de colonos tra¨ªdos de Rusia. Sabe que lo que all¨ª les depara puede no ser una bienvenida como la de los aliados cuando liberaron Par¨ªs en la II Guerra Mundial: ¡°Es necesario que vuelvan los ucranios que han salido de Crimea desde la anexi¨®n, porque no solo debes recuperar el territorio, debes recuperar a su gente¡±.
A medida que pasan los d¨ªas y se acerca la hora decisiva, la ansiedad entre la poblaci¨®n y los militares va a m¨¢s. Oleksii Danilov, secretario del Consejo de Seguridad Nacional, revel¨® en abril que no m¨¢s de cinco personas ten¨ªan todos los detalles de la contraofensiva. Cada comandante o soldado desde su posici¨®n solo ve una pieza del gran puzle que ser¨¢ el ataque: desde el sargento en Bajmut que lamenta que no cuentan con los suficientes recursos porque est¨¢n siendo reservados para el ataque a gran escala, a la unidad de las fuerzas especiales que quiere avanzar ya. Todos tienen dudas y esperanzas, y a todos les une la fe en el mito de Zaluzhni. El alcalde de Krasnopillia, Serhii Bagrii, lo resume as¨ª: ¡°No tenemos otra opci¨®n. Es nuestra vida¡±.
Sobre este proyecto
Un equipo multimedia de cuatro periodistas de EL PAÍS ha recorrido el este de Ucrania, 1.200 kilómetros entre Járkov y Jersón, en las semanas previas a la contraofensiva que determinará hasta dónde puede llegar el país en la liberación del territorio conquistado por Rusia.
Decenas de testimonios de civiles y militares recabados a lo largo de la línea del frente retratan el impacto que tiene una guerra de larga duración en el día a día de la población: tomar cervezas en un bar mientras se recibe un aviso por Telegram de que un misil caerá en cuestión de minutos; qué sucede cuando una línea de pueblos se convierte en frente de batalla; cómo es celebrar las bodas de oro en medio de una ciudad arrasada; la cotidianidad de los soldados, que consiste también en muchos momentos de espera; el miedo de vivir frente a la central nuclear más grande de Europa, ocupada por Rusia, en medio de un conflicto; ser adolescente y vivir a 12 kilómetros del peligroso frente de Bajmut recluido en casa y recibiendo clases online; la búsqueda de colaboradores rusos por parte de Kiev.
Una serie de siete reportajes sobre cómo la vida sigue, a pesar de todo, en medio de la violencia y la destrucción de la guerra, en un momento decisivo para Ucrania: una contraofensiva en la que se juega su destino.
Documental | Ucrania, ante la contraofensiva
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