Objetivo: que nadie olvide al periodista estadounidense encarcelado en Rusia
¡®The Wall Street Journal¡¯ mantiene una campa?a mundial para exigir la liberaci¨®n de Evan Gershkovich, cautivo desde hace nueve semanas. El director de la oficina londinense del peri¨®dico cree que Mosc¨² busca un nuevo canje de prisioneros y acabar con la cobertura internacional del pa¨ªs
El oficial al mando de las tropas rusas en Liman (Ucrania) debi¨® sentir una mezcla de sorpresa y terror. Corr¨ªa septiembre de 2022 y las tropas de Kiev estaban asediando esta peque?a ciudad al este de Ucrania ocupada por Rusia en plena contraofensiva del verano pasado. Los soldados rusos se mostraban incapaces de resistir la acometida. Esos hombres, mal coordinados y deficientemente equipados, estaban siendo rodeados por los ucranios gracias a la artiller¨ªa proporcionada por Occidente. Las bajas se contaban por decenas. No quedaba otra que batirse en retirada cuando, de repente, son¨® el tel¨¦fo...
El oficial al mando de las tropas rusas en Liman (Ucrania) debi¨® sentir una mezcla de sorpresa y terror. Corr¨ªa septiembre de 2022 y las tropas de Kiev estaban asediando esta peque?a ciudad al este de Ucrania ocupada por Rusia en plena contraofensiva del verano pasado. Los soldados rusos se mostraban incapaces de resistir la acometida. Esos hombres, mal coordinados y deficientemente equipados, estaban siendo rodeados por los ucranios gracias a la artiller¨ªa proporcionada por Occidente. Las bajas se contaban por decenas. No quedaba otra que batirse en retirada cuando, de repente, son¨® el tel¨¦fono. Una llamada desde Mosc¨² a trav¨¦s de una l¨ªnea encriptada. No era uno de los responsables de la invasi¨®n ni un alto general que conociera de primera mano lo que ocurr¨ªa sobre el terreno. Era Vlad¨ªmir Putin en persona. Y sus ¨®rdenes eran claras: ¡°No retrocedan¡±.
Este episodio sirvi¨® a Evan Gershkovich y a otros tres compa?eros como arranque de un reportaje para reconstruir la burbuja de desinformaci¨®n en la que supuestamente vive el presidente ruso desde el inicio de la guerra. Gershkovich, el corresponsal del diario estadounidense The Wall Street Journal (WSJ) en Mosc¨², fue detenido el pasado 29 de marzo por el FSB (los servicios secretos herederos del sovi¨¦tico KGB) y acusado de espionaje. Desde entonces est¨¢ recluido en soledad en una celda de 12 metros cuadrados en la c¨¢rcel moscovita de Lef¨®rtovo, construida durante el periodo estalinista y reservada para agentes extranjeros y disidentes. El Gobierno de EE UU lo ha declarado ¡°injustamente detenido¡±, lo que obliga al Departamento de Estado a crear una oficina espec¨ªfica que trabaje para su liberaci¨®n y su arresto ha provocado reacciones de decenas de medios y organizaciones de derechos humanos que exigen su liberaci¨®n. Tras nueve semanas encarcelado, su diario mantiene una campa?a a nivel global para lograr su liberaci¨®n.
El WSJ tiene claro lo que busca Rusia con la detenci¨®n de su periodista. ¡°Lo de Evan no tiene que ver con su trabajo. Tal vez se expusiera un poco, pero no era muy diferente a cualquier otro corresponsal¡±, dice David Luhnow, director de la oficina londinense del WSJ, que el pasado mi¨¦rcoles particip¨® en Madrid en el seminario titulado Periodismo en zonas de conflicto. Ucrania-Rusia, organizado por el Laboratorio de periodismo Larra, en Madrid.
¡°Creo que su arresto viene tras un c¨¢lculo muy fr¨ªo: hab¨ªa que detener a un periodista estadounidense porque para Rusia tiene un valor estrat¨¦gico; seg¨²n ellos EE UU es el enemigo principal¡±, mantiene Luhnow. Seg¨²n el editor, con el encarcelamiento de Gershkovich, Mosc¨² quiere conseguir un ¡°dos por uno¡±. Por un lado, ¡°lo han convertido en un pe¨®n, en un reh¨¦n para negociar, para hacer una transacci¨®n¡±. ¡°Quieren utilizarlo para canjearlo por otras personas¡±, algo que ya ocurri¨® con la jugadora de baloncesto Brittney Griner, detenida tras encontrar entre sus pertenencias aceite de c¨¢nnabis, e intercambiada despu¨¦s por el traficante de armas V¨ªktor Bout.
¡°Pero, al mismo tiempo, pretenden congelar la cobertura internacional de su pa¨ªs¡±, contin¨²a el editor. ¡°Los periodistas rusos ya no pueden cubrir su pa¨ªs; no pueden hacer un periodismo independiente¡±, recuerda Luhnow. ¡°Atacar a un periodista extranjero es la l¨ªnea que han decidido cruzar para que los medios extranjeros, que hasta ahora s¨ª pod¨ªan hacerlo, dejen de tener presencia all¨ª; muchos ya se han ido porque no se sabe cu¨¢les son las variables que el Gobierno ruso tiene en mente. La pr¨®xima v¨ªctima puede ser uno de sus reporteros¡±.
¡°Lo ir¨®nico es que han encarcelado a uno de los reporteros que m¨¢s amaba Rusia¡±, explica Luhnow. ¡°Su intenci¨®n era explicar el mundo desde el punto de vista ruso¡±, a?ade. La intenci¨®n de Luhnow y del resto del diario es evitar que la actualidad de cada d¨ªa sepulte el caso de Gershkovich. ¡°Lo que estamos tratando de hacer es mantener el foco en Evan, algo que puede influir en la presi¨®n diplom¨¢tica sobre Rusia¡±, prosigue el director de la principal oficina europea del WSJ. ¡°Pero tambi¨¦n lo hacemos por ¨¦l, porque las personas que han estado en situaciones similares siempre dicen que lo m¨¢s dif¨ªcil es no saber qu¨¦ est¨¢ pasando en el exterior y creer que el mundo te ha dejado solo¡±.
B¨¦lgorod, 14 de septiembre de 2022
B¨¦lgorod y su regi¨®n a escasos 40 kil¨®metros de la frontera norte de Ucrania, aparecen estos d¨ªas en los medios como uno de los blancos preferidos de los ataques con drones y sabotajes procedentes de paramilitares leales a Kiev en respuesta a los bombardeos masivos rusos sobre su territorio. Pero el 14 de septiembre de 2022, cuando Evan Gershkovich fue all¨ª, la noticia en esa ciudad rusa era que J¨¢rkov, al otro lado de la l¨ªnea pero a una hora escasa de coche, hab¨ªa sido recuperada por el ej¨¦rcito ucranio tras su toma por Rusia en febrero. El avance convirti¨® a B¨¦lgorod en destino de cientos de migrantes ucranios (m¨¢s de 1.300) que hab¨ªan trabajado para las autoridades de ocupaci¨®n en el este del pa¨ªs y tem¨ªan ser juzgados como colaboracionistas. Llegaban a la ciudad desorientados y decepcionados por lo ocurrido. At¨®nitos. ¡°La gente crey¨® a las tropas rusas cuando nos dijeron: ¡®No os dejaremos¡±, dijo uno de estos migrantes. ¡°No entendemos lo que pas¨®¡±, a?adi¨®.
El corresponsal encarcelado ahora en la siniestra c¨¢rcel de L¨¦ftovo es un reportero. Alguien que se traslada a un lugar y cuenta lo que ve. Sus cr¨®nicas est¨¢n cuajadas de entrecomillados. De testimonios de gente an¨®nima que, pese a la represi¨®n del r¨¦gimen ruso, se atrevi¨® a hablar con ¨¦l. Su compa?ero Drew Hinshaw, que cubre Europa central para el WSJ y ha firmado con ¨¦l varios art¨ªculos, explica esa facilidad. ¡°Es un tipo que en Rusia cae muy simp¨¢tico. El ruso puede ser un lenguaje muy formal, pero ¨¦l lo aprendi¨® en su familia, de sus padres, lo que lo convert¨ªa en alguien muy cercano¡±. Hinshaw recuerda c¨®mo en alguna ocasi¨®n, en comparecencias de prensa oficiales, causaba carcajadas entre sus compa?eros rusos. ¡°Ah¨ª estaban esos ministros o personas importantes y cuando llegaba el momento en el que le tocaba intervenir a Evan, parec¨ªa que hablaba con el descaro de un ni?o. La gente se re¨ªa¡±, relata ¡°Es un tipo normal, es fan¨¢tico del f¨²tbol y adora la m¨²sica, tal vez eso lo convirtiera en una persona simp¨¢tica para cualquiera¡±.
Gershkovich, como cualquier otro corresponsal en Rusia, era consciente de que ten¨ªa el tel¨¦fono intervenido, seg¨²n Hinshaw. Su compa?ero de redacci¨®n explica que, desde que la guerra de Ucrania dej¨® de ir bien y el ej¨¦rcito ruso se tuvo que replegar en direcci¨®n al este del pa¨ªs, sent¨ªa una mayor presi¨®n, algo que ocurri¨® tambi¨¦n con colegas de otros medios. ¡°Una vez me dijo que era consciente de que le hab¨ªan seguido, pero no le dio importancia¡±, recuerda Hinshaw. El periodista jam¨¢s pens¨® que pudiera ser detenido. ¡°Ten¨ªa el permiso oficial del Ministerio ruso de Asuntos Exteriores, as¨ª que pensaba que si al Kremlin no le gustaba su trabajo, el m¨¢ximo problema que podr¨ªa tener es que le retiraran la acreditaci¨®n en la pr¨®xima renovaci¨®n, con lo que tendr¨ªa que marcharse del pa¨ªs¡±.
Su apresamiento est¨¢ rodeado de paradojas que tienen que ver con el conflicto que cubr¨ªa y con el trabajo que dej¨® por publicar. Hijo de padre ruso (nacido en San Petersburgo) y madre ucrania (de Odesa), ambos emigraron a Estados Unidos en 1979, pero el idioma que siempre se habl¨® en su casa fue el ruso. Cuando los agentes del FSB fueron a por ¨¦l, acababa de terminar un reportaje sobre Wagner, el grupo de mercenarios de Yevgueni Prigozhin que, pese a luchar codo con codo con las fuerzas rusas en Bajmut, mantiene un enfrentamiento p¨²blico con la c¨²pula del ej¨¦rcito ruso y con el ministro de Defensa, Sergu¨¦i Shoigu. Pero en el momento en que lo arrestaron, preparaba ya otra informaci¨®n sobre Paul Whelan, el exmarine de EE UU detenido en Mosc¨² en 2018 y condenado a 16 a?os de c¨¢rcel por supuesto espionaje cuando acud¨ªa a una boda. Gershkovich, sin preverlo, ha corrido la misma suerte que ¨¦l.
Pskov, 1 de marzo de 2023
La guerra de Ucrania est¨¢ ya muy avanzada y Rusia ha tenido que retroceder desde hace meses hacia el este y el sur del pa¨ªs. Esta ciudad del este de Rusia pegada a Estonia, de unos 210.000 habitantes, es la sede de la 76? Divisi¨®n de Asalto A¨¦reo del Ej¨¦rcito ruso, la unidad de fuerzas especiales que se encarg¨® de ocupar la ciudad ucrania de Bucha, en las cercan¨ªas de Kiev, causando una de las matanzas m¨¢s tristemente conocidas de la invasi¨®n con al menos 340 civiles asesinados. Ha pasado casi un a?o de aquella tragedia y a Pskov, una ciudad deprimida en la que el Ej¨¦rcito es pr¨¢cticamente la ¨²nica salida laboral para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, no dejan de llevar ata¨²des de soldados. Gershkovich comprueba in situ c¨®mo, pese a la tragedia, el apoyo de la poblaci¨®n a la invasi¨®n sigue siendo cerrado. Incluso entre los familiares de los militares muertos. La maquinaria propagand¨ªstica del Kremlin funciona.
Tres meses despu¨¦s de esa cr¨®nica, los periodistas del WSJ recorren el mundo para que las noticias diarias sobre la guerra no provoquen el olvido de la suya. Cada mi¨¦rcoles, en conmemoraci¨®n con el d¨ªa de la semana en que fue detenido, una oleada de tuits reclamando su liberaci¨®n sale de los ordenadores de sus compa?eros. Sus jefes protagonizan actos y dan entrevistas a los medios m¨¢s importantes del mundo para que su nombre siga en los titulares, mientras que su compa?eros acuden a cada cobertura con pins en los que se lee #IStandWithEvan (Estoy con Evan). Una amiga, tambi¨¦n periodista, que trabaja para el Financial Times en Alemania, traduce cartas para ¨¦l de lectores de distintos pa¨ªses al ruso ¡ªel ¨²nico idioma admitido por sus carceleros¡ª para que no se sienta solo y reciba la solidaridad que, seg¨²n Luhnow, le mantiene fuerte. ¡°Le han llegado cartas de Cuba, de Ir¨¢n, de China... Incluso del altiplano mexicano¡±, asegura su editor.
La manera en la que su amigo Hinshaw le hace compa?¨ªa es leyendo los mismos libros que ¨¦l. ¡°Ahora est¨¢ con Vida y Destino, del escritor ucranio Vasili Grossman. Lo leemos al mismo tiempo y luego, cuando lo acabe, le mandar¨¦ una carta para comentarlo¡±, explica su compa?ero. Grossman, como Gershkovich, cubri¨® un conflicto ¡ªla II Guerra Mundial¡ª en Rusia y Ucrania. Vida y Destino, su obra maestra escrita en 1952, fue prohibida por el r¨¦gimen sovi¨¦tico por sus cr¨ªticas al estalinismo y no se pudo publicar hasta 1980 a partir de un borrador guardado en secreto. Hinshaw espera que su amigo Evan, le diga ahora cu¨¢l va a ser su nueva lectura. ¡°Con la siguiente novela, har¨¦ lo mismo¡±.
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