El infierno de Bukele en El Salvador: un pa¨ªs sumergido en un Estado policial, sin derechos ciudadanos y bajo censura
El presidente ha impuesto un Estado de excepci¨®n que le permite un control sin precedentes y consolidar un sistema autoritario bajo el argumento de poner fin a la violencia
El Gobierno de El Salvador movi¨® a inicios de julio su maquinaria diplom¨¢tica para prohibir la presentaci¨®n de una obra en la Feria Internacional del Libro de Guatemala, la m¨¢s grande de Centroam¨¦rica. El r¨¦gimen del populista Nayib Bukele exigi¨® que se suspendiera del programa la colecci¨®n de cuentos Sustancia de h¨ªgado, de la escritora salvadore?a Michelle Recinos, que denuncia las arbitrariedades cometidas por las autoridades durante m¨¢s de un a?o de ...
El Gobierno de El Salvador movi¨® a inicios de julio su maquinaria diplom¨¢tica para prohibir la presentaci¨®n de una obra en la Feria Internacional del Libro de Guatemala, la m¨¢s grande de Centroam¨¦rica. El r¨¦gimen del populista Nayib Bukele exigi¨® que se suspendiera del programa la colecci¨®n de cuentos Sustancia de h¨ªgado, de la escritora salvadore?a Michelle Recinos, que denuncia las arbitrariedades cometidas por las autoridades durante m¨¢s de un a?o de un estado de excepci¨®n impuesto por el mandatario para hacer frente a la violencia de las pandillas que desangraba al pa¨ªs.
Los ojos de la censura se posaron principalmente en el cuento Barberos en huelga, una dram¨¢tica y terrible historia que narra c¨®mo los hombres ¡ªvendedores ambulantes, dependientes de tiendas, ayudantes de barberos, ch¨®feres de transporte p¨²blico¡ª desaparecen al ser detenidos por vincularlos sin pruebas con las llamadas maras. Un recuento de una realidad infernal en un pa¨ªs donde han sido detenidas m¨¢s de 77.000 personas, se han suspendido las garant¨ªas ciudadanas, se ha militarizado la seguridad, han sido denunciadas torturas y desapariciones y la censura se impone como pol¨ªtica de Estado.
Bukele, que mantiene niveles altos de popularidad que son la envidia de otros l¨ªderes latinoamericanos, impuso desde marzo del a?o pasado un r¨¦gimen de excepci¨®n que le ha dado luz verde para restringir los derechos constitucionaless en un pa¨ªs que no ha logrado cerrar a¨²n las heridas de una guerra civil que, en la d¨¦cada de los ochenta, caus¨® m¨¢s de 70.000 muertos y dej¨® un nefasto recuerdo de abusos militares. A trav¨¦s del estado de excepci¨®n, las autoridades salvadore?as han desatado una cacer¨ªa que recuerda los abusos de aquella ¨¦poca. Miles de personas son sometidas a diario a revisiones y cateos en retenes militares establecidos en todo el pa¨ªs y se ha desatado una cacer¨ªa contra hombres j¨®venes, por vivir en zonas controladas por pandillas o llevar tatuajes. Hay denuncias de torturas y condiciones inhumanas en las c¨¢rceles, adem¨¢s de un centenar de muertos bajo custodia por maltratos de las autoridades carcelarias. La censura es ya una norma y la persecuci¨®n contra voces cr¨ªticas, periodistas y sindicalistas ha impuesto un estado de terror en la sociedad.
¡°Cualquier persona puede ser capturada arbitrariamente¡±, afirma Abraham Abrego, director de litigio estrat¨¦gico de Cristosal, una organizaci¨®n que vela por el respeto a los derechos humanos en El Salvador, Guatemala y Honduras. ¡°Hemos encontrado en las denuncias recibidas que han sido detenidos jornaleros, sindicalistas, pescadores, agricultores, personas que han cuestionado a la polic¨ªa. Hay sindicalistas capturados por protestar porque no les han pagado sus sueldos y m¨¢s de 3.000 vendedores informales han sido desalojados de San Salvador, la capital, y amenazados con capturarlos bajo el r¨¦gimen de excepci¨®n si protestan¡±, explica el activista.
Este organismo hizo p¨²blico a finales de mayo un informe demoledor, en el que denunciaba que al menos 153 reos murieron por torturas, golpes, estrangulaci¨®n o por falta de atenci¨®n m¨¦dica. El organismo documenta que 75 cad¨¢veres presentaban laceraciones y hematomas, heridas con objetos cortopunzantes o se?ales de ahorcamiento. ¡°Las violaciones masivas y sistem¨¢ticas ya son una pol¨ªtica del Estado¡±, advirti¨® en esa ocasi¨®n Cristosal. Para reforzar su pol¨ªtica de seguridad, Bukele orden¨® la construcci¨®n de la que ha llamado la prisi¨®n m¨¢s grande de Am¨¦rica, un inmenso complejo de alta seguridad donde han sido trasladados miles de reos y que es denunciado como centro de torturas. A ese infierno carcelario se une la angustia que genera en la ciudadan¨ªa la presencia constante de militares en las calles del pa¨ªs.
Los militares tienen luz verde para detener autobuses y bajar a quienes consideren sospechosos, allanar casas sin ¨®rdenes judiciales, basados en denuncias an¨®nimas, o imponer estados de sitio en zonas del pa¨ªs donde la poblaci¨®n se encierra por temor a ser capturada. ¡°De las denuncias que hemos recibido, m¨¢s de 3.400, en el 98% de los casos no hay pruebas de que las personas detenidas tengan v¨ªnculos con las pandillas. El procedimiento usado para estas capturas muestra que no hay una investigaci¨®n previa, ni orden de captura dictada por un juez, sino por operativos policiales y detenciones a criterio. Este nivel de arbitrariedad hace que buena parte de estas capturas no tenga sustento¡±, explica Abrego. El mandatario, que controla el Congreso y las cortes, ha logrado una reforma que le permite desarrollar juicios masivos, con audiencias de hasta 900 presos. ¡°Estos juicios colectivos limitan el ejercicio de la defensa, porque hacen que los abogados tengan menos oportunidad de demostrar que su defendido es inocente¡±, advierte el activista.
Lo que desconcierta a los analistas es que a pesar del infierno desatado por Bukele en su guerra contra las pandillas, sus niveles de popularidad siguen siendo altos, hasta de un 90% seg¨²n algunos sondeos. Esa popularidad se debe al hecho de que muchos salvadore?os se sienten seguros ahora, dado que las maras hab¨ªan impuesto su ley en amplias zonas del pa¨ªs, donde cobraban impuesto incluso a las vendedoras callejeras de comida, el pago de una cuota para entrar o salir de un barrio o redadas violentas que dejaban decenas de muertos. El Salvador ten¨ªa una de las tasas de homicidio m¨¢s altas del continente.
¡°Hay pr¨¢cticas de violaciones a derechos humanos que no ve¨ªamos desde el conflicto armado. Se est¨¢ utilizando el r¨¦gimen de excepci¨®n para la represi¨®n, para limitar la libertad de expresi¨®n. El Gobierno cuenta con un aparato de comunicaci¨®n muy fuerte y una estrategia publicitaria muy exitosa, que genera un mensaje importante, con el que cala la idea de que la seguridad est¨¢ encima de los derechos. La baja criminalidad hace que la gente se sienta aliviada¡±, explica Abrego. Un alivio que, sin embargo, mantiene a los salvadore?os en una tensi¨®n constante: nadie est¨¢ a salvo de ser arrestado de forma arbitraria en el infierno desatado por el joven presidente Bukele en el peque?o pa¨ªs centroamericano.
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