Ataques a Israel y Ucrania: c¨®mo dos guerras distintas ensanchan las mismas fracturas geopol¨ªticas
Las democracias occidentales y del Pac¨ªfico son el n¨²cleo del apoyo a Kiev y al Estado jud¨ªo. El nuevo estallido, como el anterior, exacerba la confrontaci¨®n entre ese bloque y actores como Ir¨¢n, Rusia, China o Turqu¨ªa. La India, alineada en la crisis actual con Occidente, es la gran diferencia
En unos 20 meses, dos crisis grav¨ªsimas, de rasgos inusitados, han sacudido el mundo. Primero, en febrero de 2022, la invasi¨®n a gran escala de Ucrania por parte de las fuerzas rusas, un desaf¨ªo frontal al orden global vigente. Ahora, una ofensiva sin precedentes de Ham¨¢s contra Israel con una r¨¦plica de rasgos brutales. Los dos conflictos no est¨¢n conectados, tienen din¨¢micas y reacciones espec¨ªficas. En t¨¦rminos geopol¨ªticos, uno busca la voladura del proceso de acercamiento de Ucrania a Occidente; otro, de la normalizaci¨®n de relaciones entre Israel y los pa¨ªses ¨¢rabes. Pero, aun con diferencias, ambos se¨ªsmos generan fracturas que se propagan en el atlas mucho m¨¢s all¨¢ de su regi¨®n, configurando bloques de pa¨ªses favorables a un bando, a otro, o no alineados y, sobreponiendo los posicionamientos, se ve que en buena medida los dos inciden en las mismas brechas que desgarran el mundo.
Una prospecci¨®n de las reacciones globales al ataque de Ham¨¢s realizada por Le Grand Continent, una revista de geopol¨ªtica publicada en varios idiomas europeos ¡ªentre ellos el espa?ol¡ª, permite tener una mirada de conjunto en yuxtaposici¨®n con la votaci¨®n en la Asamblea General de la ONU de la resoluci¨®n sobre la invasi¨®n de Ucrania de marzo de 2022. Por naturaleza, la radiograf¨ªa actual no puede ser tan inequ¨ªvoca como una votaci¨®n en la ONU. Adem¨¢s, el desarrollo de los acontecimientos ¡ªcon una respuesta de Israel que est¨¢ provocando mucha indignaci¨®n¡ª puede causar giros y matices. Pero el lenguaje diplom¨¢tico de las primeras reacciones permite un reparto bastante claro y pol¨ªticamente significativo entre tres bloques: el de la condena rotunda de Ham¨¢s con firme apoyo a Israel; el de quienes ponen el acento en reclamar la desescalada (con distintos tonos de cr¨ªtica hacia los dos actores); y el del respaldo a Ham¨¢s frente a Israel.
Occidente
La primera constataci¨®n en los alineamientos ante ambos conflictos es que en el grupo que ha ofrecido el apoyo m¨¢s expl¨ªcito a Israel ¡ªunos 60 pa¨ªses, seg¨²n la catalogaci¨®n de Le Grand Continent¡ª, el n¨²cleo esencial es la galaxia de unos 40 Estados que brinda el respaldo m¨¢s activo a Ucrania imponiendo sanciones a Rusia. Se trata de un conjunto de democracias avanzadas conectadas por valores comunes, alianzas (OTAN) o estructuras del poder compartido (UE).
Por supuesto, ni en el caso de Ucrania ni en el de Israel la posici¨®n occidental es monol¨ªtica: hay matices y discrepancias. La respuesta militar de Israel, con claros visos de exceder del derecho internacional, concita cr¨ªticas m¨¢s firmes en unos que en otros. De seguir as¨ª, podr¨ªa deshacerse la cohesi¨®n. Ya algunos avalaron la suspensi¨®n de fondos humanitarios para los palestinos, mientras otros la rechazaron (prevaleciendo en la UE). En la crisis de Ucrania tambi¨¦n ha habido y hay disensos o miradas diferentes.
Aun as¨ª, se detecta un considerable grado de convergencia del bloque ante dos ataques que golpean a dos democracias ¡ªaunque claramente imperfectas, cada una a su manera¡ª y a dos procesos que interesan a Occidente (y sobre todo a EE UU) ¡ªel del acercamiento de Ucrania y el de la normalizaci¨®n entre Israel y los pa¨ªses ¨¢rabes¡ª. Cuando menos, este grado de convergencia es m¨¢s estructurado y expl¨ªcito que el de otros polos reales o potenciales, como los BRICS o el sur global.
Tanto la crisis de Ucrania como la de Israel evidencian adem¨¢s dos fracturas en esta parte de mundo. Una, geopol¨ªtica: la distancia de esta agrupaci¨®n con Turqu¨ªa (que est¨¢ vinculada con Occidente como miembro de la OTAN, pero ni sanciona a Rusia ni respalda a Israel como los dem¨¢s). Otra, puramente pol¨ªtica: las fricciones internas en las distintas almas de la izquierda (con las moderadas m¨¢s expl¨ªcitas en el respaldo a Israel y a Ucrania, y las extremas poniendo el acento m¨¢s bien en los abusos contra los palestinos y en un pacifismo que negar¨ªa a Kiev el beneficio de ayuda militar para defenderse).
Para Occidente, adem¨¢s, las dos crisis se conectan por la v¨ªa del espectro del doble rasero que, muchos, en el mundo, le reprochan. Su reacci¨®n ante la invasi¨®n de Ucrania se ve a la luz de la de Irak, y sus cr¨ªticas a los excesos de Putin se comparar¨¢n a la posici¨®n ante los de Israel.
Las democracias del Pac¨ªfico
Otro patr¨®n que se repite en las dos crisis es el claro alineamiento con Occidente de democracias avanzadas de la regi¨®n del Pac¨ªfico ¡ªcomo Jap¨®n, Corea del Sur, Australia y Taiw¨¢n¡ª. Ambas crisis se producen muy lejos de sus zonas directas de inter¨¦s. Pero, m¨¢s all¨¢ del impulso relacionado con los valores, en el inter¨¦s de estos pa¨ªses est¨¢ un alineamiento expl¨ªcito y activo en estas cuestiones en la perspectiva de disfrutar de reciprocidad ante los potenciales riesgos vinculados con el auge de China (sobre todo) y los desmanes de Corea del Norte.
Aunque no lo sean en t¨¦rminos geogr¨¢ficos, estos pa¨ªses se insertan cada vez m¨¢s en el concepto geopol¨ªtico de Occidente, por ejemplo con el proyecto Aukus (entre Australia, el Reino Unido y EE UU) y con una mayor coordinaci¨®n con la OTAN, que ha empezado a invitar a algunos de ellos a sus cumbres. A la vez, estrechan lazos entre ellos, bien de forma bilateral o multilateral.
Grandes reg¨ªmenes de Eurasia
Una mirada al conjunto de pa¨ªses que optan por poner el acento en la desescalada o directamente apoya a Ham¨¢s y a aquellos que no han condenado la invasi¨®n de Ucrania evidencia a grandes rasgos la gran fractura del mundo contempor¨¢neo: el marco de confrontaci¨®n o fuerte discrepancia entre las democracias avanzadas y los reg¨ªmenes eurasi¨¢ticos, con China, Rusia e Ir¨¢n a la cabeza.
Es razonable pensar que, con la invasi¨®n de Ucrania, Rusia haya querido no solo perseguir objetivos espec¨ªficos, sino tambi¨¦n ponerse de punta de lanza de un movimiento de rechazo a Occidente con la esperanza de animar a otros a seguir la senda de distintas maneras. Sin duda lo ha logrado con Ir¨¢n, que le suministra armas, y que es ahora un actor clave en el conflicto entre Ham¨¢s e Israel.
Queda pendiente comprobar si, y hasta qu¨¦ punto, Teher¨¢n ha cooperado en la planificaci¨®n concreta del ataque, pero es evidente su papel instrumental como valedor de Ham¨¢s, adem¨¢s de gran sostenedor de Hezbol¨¢, en L¨ªbano, que pronto podr¨ªa ser un nuevo actor en la contienda. La tensi¨®n entre Ir¨¢n y Occidente viene de d¨¦cadas atr¨¢s. Tanto la crisis de Ucrania como la de Israel la exacerban.
En la cercan¨ªa entre Rusia e Ir¨¢n es interesante notar como Mosc¨², que durante gran parte del mandato de Putin cultiv¨® la profundizaci¨®n de la relaci¨®n con Israel, ha sido en cambio muy tibio en las actuales circunstancias. Sin duda la sinton¨ªa con Teher¨¢n y el antagonismo total con el Occidente que respalda a Israel han marcado su posici¨®n. El viernes, el Kremlin mov¨ªa una posible resoluci¨®n en la ONU, y de alguna manera se postulaba como posible mediador entre las partes. Veremos. Lo que queda evidente es que esta crisis deja en evidencia un giro conectado con la anterior.
China, por su parte, se ha situado tambi¨¦n en una posici¨®n alternativa a la de Occidente, en el bloque de aquellos que no toman claramente partido y exhortan a las partes a desescalar el conflicto. Es una posici¨®n en l¨ªnea con sus tradiciones diplom¨¢ticas. Pero la actual crisis representa una prueba especial para Pek¨ªn, poniendo a prueba la consistencia de sus ambiciones de actor global y su grado de influencia en la regi¨®n.
China ha tratado recientemente de asumir protagonismo en la zona acompa?ando la reanudaci¨®n de relaciones entre Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª mientras EE UU iba promoviendo el deshielo entre Israel y los pa¨ªses ¨¢rabes. Ahora no solo lo primero sufre un duro golpe, sino que una perspectiva de escalada b¨¦lica puede poner a China en el foco internacional de forma parecida a lo que ha ocurrido en Ucrania.
Si el actual conflicto entre Ham¨¢s e Israel escalara a una nueva dimensi¨®n con la plena implicaci¨®n de Hezbol¨¢, entonces se desatar¨ªa una ola de presi¨®n contra Ir¨¢n aun mayor que la actual. Por derivada, China ser¨ªa el objeto de reclamaciones por parte de Occidente que la exhortar¨ªa a usar su influencia sobre Teher¨¢n, que depende en buena medida del gigante asi¨¢tico en t¨¦rminos econ¨®micos. Lo mismo ocurri¨® con Rusia. Pek¨ªn no ha cedido, aunque tampoco suministrado ayuda estrat¨¦gica.
La India y el sur global
La India es el gran diferencial entre el escenario geopol¨ªtico de Ucrania y el de Israel. En el primero, Nueva Delhi se ha mantenido en una posici¨®n de no alineamiento con gestos favorables a Rusia, como la compra de su petr¨®leo. En el segundo, la potencia del sur de Asia se ha definido claramente a favor de Israel, alineada por tanto con Occidente.
Es la culminaci¨®n de un giro en la relaci¨®n con Israel iniciado hace a?os por Narendra Modi. Sin duda influye la visi¨®n pol¨ªtica del nacionalismo hind¨², que tiende a marginar la amplia comunidad musulmana de su pa¨ªs, un hecho interno con una proyecci¨®n pol¨ªtica. Es posible que, con esta base, el l¨ªder indio haya visto tambi¨¦n la oportunidad para hacer un gesto favorable a Occidente despu¨¦s del disgusto proporcionado con su posici¨®n acerca de Rusia. Occidente busca la complicidad de la India ante la compartida preocupaci¨®n por el auge chino. Nueva Delhi es sensible a ese argumento, pero no quiere alinearse con un bloque, sino ser una potencia independiente que juega a distintas bandas seg¨²n los intereses.
Este posicionamiento de Nueva Delhi es un episodio m¨¢s que muestra la escasa consistencia geopol¨ªtica de agrupaciones como los BRICS, cuyo ¨²nico verdadero denominador com¨²n es la reivindicaci¨®n de mayores cuotas de poder en el orden global. Como Rusia, tambi¨¦n Brasil est¨¢ moviendo un proyecto de resoluci¨®n en la ONU. Cada uno tiene sus intereses, en mucho sentido compiten para ser referentes y portabanderas de un sur global que, igual que ellos, tiene cosas en com¨²n en las reivindicaciones ante el Norte ¡ªy especialmente el Norte occidental¡ª pero no mucho m¨¢s.
Mundo musulm¨¢n
Por supuesto, la crisis desatada por el ataque de Ham¨¢s tiene muchas especificidades en las cuales no hay semejanza con la de la invasi¨®n rusa. El caso m¨¢s evidente es la fractura que provoca en el mundo musulm¨¢n, que de entrada responde a una l¨®gica regional propia. Los pa¨ªses con relaciones ya establecidas con Israel o con v¨ªnculos s¨®lidos con EE UU han optado por posiciones intermedias (entre ellos, Arabia Saud¨ª, Egipto, Jordania o Marruecos), con las que aunque por supuesto critiquen de forma expl¨ªcita los excesos de respuesta de Israel no llegan a ofrece respaldo claro a Ham¨¢s.
Hay en cambio otro grupo del mundo musulm¨¢n, claramente antag¨®nico a EE UU y Occidente en sentido amplio, que se han posicionado de manera favorable a Ham¨¢s (entre ellos, adem¨¢s de Ir¨¢n, Siria, Irak, Yemen, Argelia, Libia o Mauritania). Junto a ellos, fuera del mundo musulm¨¢n, se han pronunciado pa¨ªses antag¨®nicos de Occidente como Venezuela, Cuba o Nicaragua.
Las fracturas avanzan en el mapa. Quienes buscan ensancharlas, convertirlas abismos, parecen prevalecer sobre quienes quieren construir puentes.
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