La guerra de Gaza deja en suspenso la vida cotidiana en Israel
Los israel¨ªes intentan reanudar sus actividades en colegios y centros de trabajo, con refugios antia¨¦reos a mano, tras cuatro semanas de conflicto. La contienda golpea tambi¨¦n a la econom¨ªa m¨¢s desarrollada de Oriente Pr¨®ximo
¡°Estoy desesperado. No s¨¦ c¨®mo vamos a salir de esta guerra¡±, musitaba Gideon Bor, de 79 a?os, arquetipo de la ¨¦lite askenaz¨ª (jud¨ªos de origen europeo) que forj¨® el Estado de Israel, la tarde del jueves en la plaza del Museo de Arte Contempor¨¢neo de Tel Aviv. ¡°Las im¨¢genes que llegan desde Gaza son terribles¡±, admite este ingeniero civil y constructor jubilado que combati¨® en anteriores conflictos, ¡°pero, ?qu¨¦ otra cosa podemos hacer despu¨¦s de la...
¡°Estoy desesperado. No s¨¦ c¨®mo vamos a salir de esta guerra¡±, musitaba Gideon Bor, de 79 a?os, arquetipo de la ¨¦lite askenaz¨ª (jud¨ªos de origen europeo) que forj¨® el Estado de Israel, la tarde del jueves en la plaza del Museo de Arte Contempor¨¢neo de Tel Aviv. ¡°Las im¨¢genes que llegan desde Gaza son terribles¡±, admite este ingeniero civil y constructor jubilado que combati¨® en anteriores conflictos, ¡°pero, ?qu¨¦ otra cosa podemos hacer despu¨¦s de la carnicer¨ªa cometida por Ham¨¢s el 7 de octubre?¡±, argumenta apesadumbrado con un mantra que salmodian la mayor¨ªa de los israel¨ªes ante matanzas de civiles como la del hospital gazat¨ª Al Shifa, esta misma semana.
Entre sus manos sostiene un cartel con la imagen de Monar Yanai, cu?ada de su hijo, de 40 a?os ¡ª¡±una mujer alegre, creativa¡±, recuerda¡ª, que hab¨ªa acudido a vender las joyas artesanales que dise?a al festival musical Supernova, cerca de la frontera de la Franja palestina, donde fue secuestrada junto con decenas de civiles israel¨ªes. ¡°No sabemos qu¨¦ hacer¡±, resume el sentimiento de una generaci¨®n que combati¨® contra pa¨ªses ¨¢rabes vecinos en las guerras de los Seis D¨ªas (1967) y Yom Kipur (1973) y so?¨® con hacer la paz con los palestinos en los Acuerdos de Oslo (1993). Despu¨¦s de haber perdido la fe en el Gobierno y participar en las marchas de protesta contra el primer ministro, Benjam¨ªn Netanyahu, durante los ¨²ltimos meses, dice haber perdido tambi¨¦n la fe en el ej¨¦rcito. ¡°Lo ¨²nico que est¨¢ claro es que hay que acabar con Ham¨¢s para siempre¡±, sentencia.
Como el resto de los israel¨ªes, Bor ha visto su vida cotidiana ¨Dde jubilado habituado a las salidas con hijos y nietos, a las aficiones compartidas con amigos¨D, suspendida en el tiempo con la contienda en Gaza. Ahora se moviliza cada tarde con lazos amarillos junto con otras familias de rehenes ¨Dnada saben de ellos desde hace cuatro semanas¨D capturados por la milicia islamista. Como se han movilizado m¨¢s de 350.000 hombres y mujeres de entre 21 y 40 a?os como reservistas del ej¨¦rcito, enviados al frente de la Franja, de L¨ªbano, o a Cisjordania, desde sus puestos en f¨¢bricas y comercios, en el campo y en las aulas de los colegios.
Israel era un pa¨ªs de ciudades fantasma en los primeros d¨ªas del conflicto. Ahora intenta retomar el pulso anterior al 7 de octubre. Desde finales del mes pasado, los alumnos han vuelto a escuelas e institutos, siempre que exista un refugio antia¨¦reo a mano, lo que no ocurre en un 20% de los centros.
¡°Mis dos nietos mayores se han integrado en un colegio y un jard¨ªn de infancia de Jerusal¨¦n. El beb¨¦ est¨¢ con sus padres¡±, relata Meir Margalit, de 71 a?os, historiador israel¨ª alineado con la izquierda pacifista. ¡°Mi hijo fue evacuado de la ciudad de Ascal¨®n (a unos 15 kil¨®metros de la frontera de Gaza, donde caen a menudo cohetes de Ham¨¢s). Los cinco miembros de su familia viven ahora en una habitaci¨®n de mi casa¡±, explica. ¡°No es demasiado dram¨¢tico si se compara con lo que est¨¢n viviendo miles de familias palestinas¡±, aclara Margalit, quien admite que ya no quiere seguir las noticias: ¡°El dolor me supera y hago todo lo posible por evadirme de los relatos desgarradores de los supervivientes del ataque asesino [de Ham¨¢s] del 7 de octubre, pero el esfuerzo es infructuoso¡±.
Ante la carencia de docentes, la mayor¨ªa de los alumnos estudia en Israel a caballo entre el modelo presencial y el de ense?anza virtual, salvo en ¨¢reas pr¨®ximas a Gaza y L¨ªbano, donde han sido evacuadas m¨¢s de 200.000 personas y los colegios permanecen cerrados. Muchos padres han tenido que dejar sus empleos para cuidar de sus hijos.
Casi todos los universitarios jud¨ªos se han marchado al frente. Los ¨¢rabes israel¨ªes (un 20% de la poblaci¨®n) no est¨¢n obligados a cumplir el servicio militar, pero las aulas siguen cerradas. El inicio del curso acad¨¦mico, que previsiblemente se prolongar¨¢ varias semanas durante el pr¨®ximo verano, ha quedado aplazado hasta el 3 de diciembre, como pronto, en la Universidad Hebrea de Jerusal¨¦n, seg¨²n el portal digital informativo Times of Israel.
El Banco de Israel trabaja con el escenario de que la guerra no acabar¨¢ hasta mediados o finales de diciembre. La econom¨ªa se est¨¢ viendo duramente golpeada por la contienda en Gaza, que ha recortado del 3% al 2,3% la previsi¨®n de crecimiento para este a?o y ha depreciado ya cerca de un 10% el sh¨¦quel frente al d¨®lar y el euro. El gobernador del Banco de Israel, Amir Yaron, asegura, sin embargo, que la econom¨ªa sigue siendo estable y resiliente. ¡°Ya se recuper¨® con rapidez en el pasado tras atravesar tiempos m¨¢s dif¨ªciles¡±, ha recordado al diario Yediot Ahronot.
El ingeniero de origen argentino Ricardo Grichener, de 56 a?os, ha despedido a los 500 palestinos que estaban empleados en las obras que dirige en Jerusal¨¦n y otros puntos de Israel. ¡°Ya no tenemos que ver nada con ellos. No veo posible una soluci¨®n pol¨ªtica despu¨¦s de lo que ha pasado¡±. Los 140.000 palestinos de Cisjordania y los m¨¢s de 18.000 de Gaza con permiso de trabajo en Israel no pueden acudir a sus puestos desde el 7 de octubre. Su sobrino Omer Wonked, de 22 a?os, jefe de sala en un restaurante de Tel Aviv, tambi¨¦n fue secuestrado en el festival Supernova.
¡°Sabemos que est¨¢ vivo, aparece maniatado en una imagen de las redes sociales de Ham¨¢s¡±, advierte. ¡°Nuestras tropas tienen que seguir avanzando en Gaza y acabar con los terroristas hasta liberar a Omer. Lo que hizo Ham¨¢s fue una exaltaci¨®n loca de la muerte, como los nazis¡±, sostiene Grichener ante la biblioteca p¨²blica central de Tel Aviv, donde familiares de secuestrados en Gaza se concentran a diario en la explanada del complejo cultural que agrupa las sedes de la ¨®pera y el museo de arte moderno.
A pocos centenares de metros, en la gran avenida dedicada a Ibn Gabirol, el fil¨®sofo y poeta jud¨ªo nacido hace un milenio en M¨¢laga, todas las mesas del restaurante Benz est¨¢n ocupadas en la tarde del jueves, en el inicio del fin de semana en Israel. ¡°La mitad de los camareros est¨¢n ahora en el ej¨¦rcito, hemos tenido que recurrir a familiares para no cerrar¡±, explica Maya Benz, responsable del local, en medio del recobrado bullicio de la noche de Tel Aviv, a 70 kil¨®metros en l¨ªnea recta de la capital de Gaza, y donde el miedo que generan las alarmas antia¨¦reas al activarse es c¨ªclico.
En Jerusal¨¦n, a unos 85 kil¨®metros de la Ciudad de Gaza, el ulular de las sirenas es espor¨¢dico. La noche del jueves se vuelve a llenar tambi¨¦n de actividad en la c¨¦ntrica calle Jaffa. En la cafeter¨ªa Newman, abarrotada, los clientes hacen cola ante cuatro dependientes para comprar burekas, empanadas de carne o queso, y caf¨¦ para llevar.
Daniel Kupervaser, economista de 77 a?os, reconoce que la palabra ¡°frustraci¨®n¡± es la que mejor refleja sus sentimientos desde el inicio de la guerra y de los sufrimientos que causa. ¡°La preocupaci¨®n por los seres queridos, la impotencia ante una posible tragedia incontrolable, acompa?an d¨ªa y noche¡±, reflexiona en un intercambio de mensajes de texto de Herzliya, al norte de Tel Aviv. En su casa acoge a familiares del kibutz Or Haner, en la frontera norte de la Franja. ¡°El resto de mi familia sigue en sus viviendas, con peri¨®dicas carreras hacia los refugios¡±, detalla. ¡°Toda la rutina est¨¢ alterada y condicionada. El trabajo est¨¢ muy afectado por la situaci¨®n, y las escuelas para mis nietos retoman las actividades en forma gradual, seg¨²n la disponibilidad de refugios¡±.
Turno escolar duplicado
En Eilat, ciudad tur¨ªstica encajonada entre Egipto y Jordania, al fondo del golfo de ?qaba, la poblaci¨®n se ha duplicado ante la llegada de m¨¢s de 60.000 civiles desplazados por la guerra desde zonas fronterizas con la franja palestina y con L¨ªbano. Han sido realojados en hoteles de lujo de la costa del mar Rojo. Los menores han debido ser escolarizados con la misma urgencia y para ello se ha doblado en turnos de ma?ana y tarde la actividad docente en los colegios.
En el campo israel¨ª, mientras, la mano de obra ha desaparecido despu¨¦s de que los inmigrantes asi¨¢ticos hayan pedido ser repatriados tras el estallido del conflicto. Cientos de voluntarios llegados desde las ciudades les han sustituido en las tareas inaplazables, como la recogida de fruta o el orde?o de vacas lecheras. El ingeniero inform¨¢tico Ishai Atsmov, de 52 a?os, trabajaba el jueves por la ma?ana en la granja del kibutz Mirim, situado a menos de dos kil¨®metros de la franja de Gaza, una zona donde se produce un 20% de la leche de todo el pa¨ªs. Con chaleco protector antifragmentaci¨®n y casco de combate, se ha desplazado junto con otros voluntarios desde la provincia de Haifa (al norte de Israel). ¡°No es la primera vez que vengo. Las vacas no tienen la culpa de lo que est¨¢ pasando¡±, bromea poco despu¨¦s de haberse tenido que poner a cubierto a la carrera en un refugio tras activarse las alarmas por el disparo de cohetes Qasam desde la Franja.
Sonriente, Nir Zerav, de 33 a?os, a cargo de una pescader¨ªa en el mercado tradicional Mahane Yehuda, en el centro de Jerusal¨¦n, revela en buen castellano c¨®mo la guerra ha ahuyentado a muchos clientes, pero no ha afectado a la recaudaci¨®n. ¡°Los que vienen ahora acaparan alimentos en previsi¨®n de que la guerra se alargue y fallen las cadenas de distribuci¨®n¡±, razona. ¡°Pero lo que m¨¢s ha cambiado es la presencia de gente armada, muchos portan fusiles de asalto en lugar de pistolas¡±, advierte. Desde el 7 de octubre, m¨¢s de 120.000 israel¨ªes han solicitado licencia ¡°privada¡± de armas, seg¨²n datos del Ministerio de Seguridad Nacional, que dirige la actividad de la polic¨ªa, citados por el diario The Jerusalem Post, que inform¨® de que no quedan plazas para practicar en los clubes de tiro. El Gobierno de Netanyahu permite poseer el doble de munici¨®n, hasta llegar a las 100 balas, y ha rebajado los requisitos para la licencia. Hac¨ªa casi un decenio, en la guerra de Gaza de 2014, que no se ve¨ªan tantas armas en las calles de Israel.
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