Israel quiere m¨¢s civiles armados en las calles
El ministro de Seguridad Nacional, el ultraderechista Itamar Ben Gvir, aumenta los medios y relaja los criterios para conceder la licencia de poseer pistola. Las peticiones ya marcaron un r¨¦cord el a?o pasado
Ilan Dagon duda, pero al final se decide por lo conocido: una Glock de 9 mil¨ªmetros, la pistola m¨¢s popular en Israel. Vale 4.000 s¨¦queles, unos 1.000 euros, incluido el entrenamiento obligatorio y la gesti¨®n del permiso. Dagon, conductor de autob¨²s, cuenta que apenas hab¨ªa empu?ado un arma desde que hace tres d¨¦cadas integr¨® una unidad de combate del ej¨¦rcito israel¨ª. Ahora, con 51 a?os, quiere una porque acaba de asumir una ruta de autob¨²s en Gush Etsion, el mismo gran bloque de asentamientos jud¨ªos al sur de Bel¨¦n en el que la compra, en la Academia de Contraterrorismo, Seguridad y Defensa Caliber 3. ¡°No hab¨ªa sentido la necesidad porque no me hac¨ªa falta en el trabajo. Pero ahora, con todos los atentados que hay, que suben al autob¨²s ¨¢rabes cuya cara no me suena, que tengo una responsabilidad hacia los pasajeros y que es m¨¢s f¨¢cil conseguirla¡ pens¨¦ que era el momento¡±, explica en la armer¨ªa del centro, mientras otros civiles israel¨ªes, miembros de las fuerzas de seguridad y turistas empapados de la cultura de las armas (principalmente, estadounidenses) prueban su punter¨ªa a pocos metros.
Su caso es paradigm¨¢tico. Tras dos d¨¦cadas de disminuci¨®n, el n¨²mero de licencias de armas para civiles viene aumentando en Israel en los ¨²ltimos a?os, al calor de los picos de violencia ¨Dque suelen disparar las peticiones¨D y de cambios legales que facilitan su obtenci¨®n. Ambas din¨¢micas suelen, de hecho, ir unidas. Ahora, Itamar Ben Gvir, el ultraderechista ministro de Seguridad Nacional, donde est¨¢ encuadrado el departamento que concede las licencias, ha decidido dar un aceler¨®n, con m¨¢s medios y criterios m¨¢s laxos para obtener la licencia.
Ben Gvir, que tambi¨¦n tiene pistola (vive en un conocido asentamiento del nacionalismo religioso) y la sac¨® en campa?a electoral en uno de los barrios palestinos m¨¢s explosivos de Jerusal¨¦n, ejemplific¨® el pasado febrero en dos atentados consecutivos la necesidad del cambio legal. En el primer ataque, dijo, ¡°no hab¨ªa civil armado alguno y, desagraciadamente, siete jud¨ªos santos fueron masacrados¡±, mientras que en el segundo ¡°afortunadamente un civil abri¨® fuego con su arma personal y neutraliz¨® r¨¢pidamente al terrorista¡±. Lo ha repetido desde entonces cada vez que alguien abate al atacante antes de que lleguen las fuerzas de seguridad. La ¨²ltima, cuando un miembro de la patrulla civil del asentamiento mat¨® en un tiroteo a uno de los milicianos del brazo armado de Ham¨¢s que acababa de abrir fuego en un restaurante a los pies del asentamiento de Eli.
El ministro, uno de los m¨¢s controvertidos del Gobierno de Benjam¨ªn Netanyahu, que cumple medio a?o en el poder, ya puso en febrero al departamento de licencias en modo de emergencia, con el doble de personal y horarios ampliados, para resolver los expedientes que se acumulan desde el a?o pasado. En los cuatro meses posteriores al anuncio, se concedieron 11.393 licencias, un 280% m¨¢s que en el mismo periodo de 2022. El objetivo es pasar de 2.000 entrevistas mensuales (son obligatorias) a 8.000.
Unos 150.000 civiles israel¨ªes (un 1,6% de la poblaci¨®n) tienen permiso de armas. Una parte para uso propio, otros por su trabajo. Para obtenerlo, es necesario llevar al menos tres a?os en Israel, carecer de antecedentes penales, hablar hebreo b¨¢sico, pasar una breve entrevista y un examen m¨¦dico, y tener al menos 21 a?os, si se ha hecho el servicio militar o civil; o 27, si no. Y cumplir al menos uno de tres criterios.
El primero es vivir o trabajar en una lista de localidades consideradas peligrosas, que son principalmente los asentamientos jud¨ªos en Cisjordania. Otro, haber servido en determinadas unidades especiales del ej¨¦rcito. Y un tercero es ejercer profesiones como enfermero y bombero (que suelen ser de los primeros en llegar al lugar de un ataque), gu¨ªas tur¨ªsticos, instructores de tiro, transportistas de bienes de valor o de explosivos, etc.
¡°Hay unos 500.000 potenciales que, si quisieran, tendr¨ªan un arma ma?ana. Y no han querido. De repente, una parte de ellos, por la situaci¨®n y porque ven que un arma es de verdad efectiva y que los civiles matan terroristas, se est¨¢ sacando la licencia¡±, explica el fundador y gerente de Caliber 3, Sharon Gat, coronel de las fuerzas especiales en la reserva.
Es el caso de Itai Nizhor, un trabajador de la construcci¨®n de 27 a?os que elige una pistola checa CZ de 3.200 s¨¦queles. ¡°La situaci¨®n est¨¢ mucho m¨¢s tensa, se nota¡±, argumenta. Nizhor vive en Jerusal¨¦n y ve ¡°preferible¡± tener ¨¦l la capacidad de abrir fuego en caso de ataque a ¡°esperar a que lleguen los soldados o los polic¨ªas¡±.
Ben Gold, de 46 a?os y voluntario en la polic¨ªa de fronteras, acude dos veces por semana a entrenar al centro. Cuenta con fascinaci¨®n el d¨ªa que mat¨® a un palestino, en una mezcla de la normalizaci¨®n de las armas en su Tennessee natal ¨Ddonde aprendi¨® a disparar con seis a?os¨D y de un discurso (m¨¢s habitual fuera que dentro de Israel) de reivindicaci¨®n de un ¡°nuevo jud¨ªo¡±, fuerte y armado, que ya no lleva ¡°la estrella amarilla en la solapa¡±. Gold cuenta que detuvo el coche al verlo andar por la calle con un abrigo sospechoso y lo interrog¨® desde la distancia. Este le lanz¨® un cuchillo y sali¨® corriendo hacia un autob¨²s, afirma. Gold le dispar¨® y luego lo remat¨® en el suelo. ¡°Mientras piensas si puede o no hacer algo, tienes que garantizar que no puede. Y la ¨²nica forma de lograrlo es apagarle las luces. ?l quer¨ªa matar a un jud¨ªo [¡]. Para m¨ª nunca m¨¢s no es un lema en una pegatina¡±, asegura, antes de quejarse porque le suspendieron durante meses el permiso de armas.
Una pistola y 50 balas
Lo que Nizhor y Gold pueden comprar est¨¢ muy regulado: una pistola y 50 balas. El permiso, de hecho, no es para un tipo de arma, sino para un ejemplar en concreto y va asociado al n¨²mero de serie. No son los rifles autom¨¢ticos que se pueden ver por la calle en Israel y suelen sorprender a los turistas. Esos pertenecen al Ej¨¦rcito o la Polic¨ªa y quienes los llevan son bien soldados de libranza, bien voluntarios o pelotones de alerta a los que se las proveen.
El mes pasado, Ben Gvir impuls¨® un cambio en los criterios de obtenci¨®n del permiso de armas ligeras que extender¨ªa la posibilidad a otros 50.000 israel¨ªes. La propuesta, pendiente de aprobaci¨®n por el Comit¨¦ de Seguridad parlamentario, consiste en aumentar el n¨²mero de unidades de combate elegibles e incluir a los voluntarios ¨Dy no solo a los empleados¨D de organizaciones como el equivalente local de la Cruz Roja. ¡°Hacer que los criterios sean m¨¢s accesibles es uno de mis objetivos principales en el Ministerio de Seguridad Nacional. No hay ning¨²n motivo por el que tanquistas e ingenieros, que estuvieron en primera l¨ªnea de combate con las fuerzas terrestres, no puedan poseer un arma, as¨ª como muchos otros soldados que hasta el d¨ªa de hoy siguen absurdamente sin cumplir los criterios¡±, tuite¨®. Tambi¨¦n pretende exonerar de la entrevista a cualquier soldado de una unidad de combate que haya colgado las armas en los cinco a?os previos, as¨ª como a reservistas en activo, polic¨ªas y bomberos.
Otro de los cambios apunta directamente a su p¨²blico. El Ej¨¦rcito israel¨ª ofrece un programa, dirigido a los nacionalistas religiosos (punta de lanza del movimiento colonizador m¨¢s radical) y a los ultraortodoxos m¨¢s cercanos al mismo, que permite combinar un servicio militar m¨¢s breve con el estudio de los textos sagrados. Como no entra en la categor¨ªa de ¡°completo¡± que marca la ley (32 meses para los hombres, 24 para las mujeres), sus integrantes se ven obligados a esperar hasta los 27 a?os para obtener la licencia. El ministro quiere ahora concederles el derecho si viven, trabajan o estudian en alguna de las localidades ¡°peligrosas¡±, a priori la inmensa mayor¨ªa .
Debbie Gild-Hayo, directora de Promoci¨®n de Pol¨ªticas y encargada del dossier en la Asociaci¨®n de Derechos Civiles de Israel, la mayor y decana del pa¨ªs, muestra su preocupaci¨®n por la propuesta. ¡°Cuantas m¨¢s armas haya en el espacio p¨²blico, m¨¢s gente resulta da?ada¡±, resume en conversaci¨®n telef¨®nica. Gild-Hayo critica la ¡°cultura de la desconfianza en las fuerzas de seguridad, de que hay que tomarse la justicia por cuenta propia porque no pueden hacer su trabajo¡±. Y subraya que otro de los grandes problemas (la enorme cantidad de armas ilegales en Israel) no procede ¨²nicamente del contrabando desde los pa¨ªses vecinos o de robos en los cuarteles, sino tambi¨¦n de sustracciones (o ventas bajo cuerda) de armas legales en manos de particulares. ¡°Cientos de pistolas que hoy son ilegales fueron legales en su momento¡±, recuerda.
Las ONG de derechos humanos tambi¨¦n han mostrado su preocupaci¨®n por la posible influencia en la violencia machista. Seg¨²n datos de la organizaci¨®n feminista Lobby de las Mujeres, un tercio de las israel¨ªes asesinadas en 2021 lo fue por armas de fuego legales. Un cambio legal hace un lustro permiti¨® a los miembros de algunos colectivos llev¨¢rselas a casa, en vez de dejarlas custodiadas en el lugar de trabajo. ¡°Ya no es solo cu¨¢ntas m¨¢s puedan resultar heridas porque haya m¨¢s armas, es tambi¨¦n que la sola presencia en la casa resulta amenazante para la mujer¡±, recalca.
Desde que en 2018 se triplic¨® el n¨²mero de israel¨ªes que pod¨ªan optar a la licencia, dos elementos han contribuido al aumento. Uno fue mayo de 2021, cuando una de las habituales escaladas de tensi¨®n trascendi¨® los territorios ocupados y degener¨® en disturbios y enfrentamientos entre jud¨ªos y palestinos ¨Dtodo ellos ciudadanos israel¨ªes¨D, en localidades con poblaci¨®n mixta. ¡°Es el punto en el que empez¨® a subir con fuerza, porque la gente de lugares con Yaffo, Lod o Acre, donde se sent¨ªan completamente seguros, entendieron de repente que el enemigo est¨¢ dentro¡±, asegura Gat. ¡°Hasta entonces el perfil eran m¨¢s bien hombres con pasado militar. Empezaron a llegar tambi¨¦n mujeres y de lugares como Tel Aviv¡±. El director del departamento de licencias, Israel Avisar, se?al¨® el pasado febrero en un comit¨¦ parlamentario que sol¨ªan procesar unas 10.000 peticiones anuales hasta 2021, en el que pasaron a 20.000. El particularmente violento 2022 marc¨® el r¨¦cord de solicitudes: 42.236.
El otro ha sido la entrada en escena de los ultraortodoxos, que por lo general mantienen una vida centrada en la familia y el estudio de los textos sagrados que casa mal con la cultura de las armas. Hace una d¨¦cada, no se les ve¨ªa en Caliber 3; hoy, s¨ª. El gerente asegura que ha gestionado un 200% m¨¢s de licencias de habitantes de la cercana Beitar Ilit, el mayor asentamiento ultraortodoxo en Cisjordania, desde el atentado del pasado enero frente a una sinagoga en Neve Yaakov, una colonia cercana a Jerusal¨¦n mayoritariamente ultraortodoxa. Ha sido el m¨¢s letal del a?o, con siete muertos: ¡°Es gente que en su vida hab¨ªa pensado conseguir un arma, pero vio que la polic¨ªa tard¨® 20 minutos en llegar¡±.
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