Irlanda despierta de golpe ante la violencia xen¨®foba de la ultraderecha
Grupos racistas de extrema derecha y delincuentes callejeros revientan las calles de Dubl¨ªn. El repartidor de Deliveroo que redujo al hombre que apu?al¨® a tres ni?os y a una mujer explica a EL PA?S c¨®mo sucedi¨® todo
Irlanda necesitaba desesperadamente un s¨ªmbolo, una moraleja, que la sacara de su congoja. La mayor¨ªa de los irlandeses que quedaron aterrados despu¨¦s de la noche de violencia callejera, veh¨ªculos incendiados, cristales rotos y consignas racistas y xen¨®fobas que sufri¨® el centro de Dubl¨ªn el pasado jueves se han aferrado al brasile?o Caio Benicio, de 43 a?os, nacido en R¨ªo de Janeiro y repartidor de Deliveroo en esta ciudad desde hace un a?o.
¡°No me veo como un h¨¦roe, por mucho que lo repita la gente. Yo tambi¨¦n tengo dos hijos. Cualquiera habr¨ªa hecho lo mismo que hice yo. Cuando ves a un hombre corpulento, con un cuchillo grande, que est¨¢ atacando a una ni?a¡ No se te pasa por la cabeza si t¨² eres un inmigrante o ¨¦l es un inmigrante. Eres simplemente un ser humano que decide actuar. Es un instinto, no te planteas si es peligroso o no¡±, explica a EL PA?S el hombre que m¨¢s aplausos y elogios ha recibido esta semana de tanto dolor.
A las 13.40 (14.40, en horario peninsular espa?ol), un hombre armado con un cuchillo sembr¨® el terror en Parnell Square, en el centro de Dubl¨ªn. Sal¨ªan a esa hora los alumnos de la escuela primaria Gaelscoil Chol¨¢iste Mhuire [en irland¨¦s]. Apu?al¨® a tres ni?os y a una profesora que intent¨® defenderlos. De ellos, tanto una ni?a de cinco a?os como la mujer permanecen hospitalizadas en estado cr¨ªtico.
Benicio dej¨® su motocicleta en el suelo y propin¨® un enorme golpe con su casco al agresor. Lo tumb¨® de inmediato y logr¨® alejar el cuchillo. No antes de que el hombre se hubiera infligido ya a s¨ª mismo varias pu?aladas. Permanece hospitalizado y bajo custodia policial.
¡°Volv¨ª a golpearle cuando ya estaba en el suelo. Enseguida se acerc¨® un mont¨®n de gente que comenz¨® a darle patadas. No se mov¨ªa en absoluto. Alguien alej¨® de all¨ª a la ni?a¡±, explica Benicio este s¨¢bado por la ma?ana frente a la puerta del colegio, adornando con gestos su relato. ¡°A partir de entonces, solo recuerdo destellos luminosos. Vi a tres se?oras que intentaban protegerle, porque si no, me temo que hubieran acabado mat¨¢ndole¡±, cuenta el brasile?o.
La noticia se esparci¨® por las redes sociales de modo instant¨¢neo. La rabia de los presentes se convirti¨® en la ira y la furia de cientos de fan¨¢ticos de extrema derecha que se lanzaron a las calles. Corri¨® el rumor, nunca confirmado por la polic¨ªa, de que el agresor era un extranjero. Algunos lo identificaban como argelino.
¡°Todos a la calle esta tarde a las siete. No hay excusas. Todos fuera. Ya basta¡±, escribi¨® en X (antes Twitter) Gavin Pepper, uno de los ultraderechistas m¨¢s activo en las campa?as contra la inmigraci¨®n llevadas a cabo en los ¨²ltimos meses en Irlanda. Luego lo borr¨®, pero la mecha ya hab¨ªa prendido por completo. ¡°No podr¨¢n controlarnos a todos. Divid¨¢monos en peque?os grupos y hagamos lo que tenemos que hacer. A las siete, todos a la calle. Bien pertrechados. Cualquier puto extranjero que ve¨¢is, matadlo. A todos. Matadlos a todos¡±, dec¨ªa en Telegram un mensaje de voz de una cuenta que se hace llamar Kill All Immigrants (Matad a Todos los Inmigrantes). Lo contaba en The Irish Times el periodista especializado en seguridad Conor Gallagher.
Por eso, el brasile?o Caio Benicio es la esperanza a la que se agarran muchos ciudadanos para intentar convencer a los compatriotas que puedan caer en la duda ante una ola migratoria que en Irlanda es tan alta como en el resto de Europa de que nunca abandonen el lado humano de esta crisis.
Racismo y delincuencia callejera
El centro de Dubl¨ªn se llen¨® de gritos contra los inmigrantes la noche del jueves. Y algunos grupos de manifestantes intentaron ir a la caza de los refugiados que duermen dispersos en hoteles y alojamientos por toda Irlanda. Unos 73.000, de los cuales m¨¢s de 50.000 son de Ucrania. Las puertas y ventanas de la residencia-dormitorio Dublin City Dorms amanec¨ªan este fin de semana tapadas con paneles de madera. Hac¨ªa ya meses que all¨ª no dorm¨ªa ning¨²n inmigrante, pero los asaltantes intentaron entrar en el edificio.
La mayor¨ªa de ellos, sin embargo, estaban m¨¢s preocupados por quemar autom¨®viles, veh¨ªculos policiales, autobuses, vagones del tranv¨ªa. Y por hacerse con un buen par de zapatillas deportivas despu¨¦s de reventar los cristales de Foot Locker o de JD Sports, dos comercios especializados en prendas deportivas que tambi¨¦n este s¨¢bado amanec¨ªan completamente cubiertos con paneles protectores.
¡°Reventaron tambi¨¦n los escaparates de ese Spar¡±, se?ala el supermercado de la acera de enfrente la mujer que regenta una tienda Oxfam de libros de segunda mano con fines ben¨¦ficos. ¡°Solo les interesaban los cigarrillos y el chocolate¡±, r¨ªe, con el alivio de pensar que lo peor ya ha pasado.
Se han desplegado por el centro de la ciudad cientos de polic¨ªas para evitar la repetici¨®n de unos disturbios que, admite el Gobierno, han sido los peores registrados en Irlanda, al menos desde 2006. La Garda, como se conocen a las fuerzas del orden (Guardianes de la Paz, en irland¨¦s), no estaba preparada para una violencia tan descomunal. Varios de sus agentes sufrieron ataques y heridas. Llev¨® trabajo controlar a 200 o 300 personas que se mov¨ªan como una serpiente de m¨²ltiples cabezas empe?ada en destrozar todo a su paso.
Degeneraci¨®n en el barrio
¡°La amenaza de la ultraderecha y los movimientos xen¨®fobos lleva all¨ª al menos dos a?os. Se ha agravado con la llegada de refugiados de Ucrania, y los mensajes de odio que se extienden por las redes se han disparado¡±, se?ala Peter Farrelly, coordinador de campa?a de uno de los diputados del Fine Gael, uno de los tres principales partidos pol¨ªticos irlandeses. El m¨¢s escorado hacia el centroderecha en un escenario en que todos son, antes que nada, nacionalistas. ¡°Pero hay un segundo factor que hizo que todo se desbordara. Existe una degeneraci¨®n creciente en Dubl¨ªn Uno [el distrito del centro de la ciudad al norte de la r¨ªa, cada vez m¨¢s de moda, pero con serios problemas de seguridad]. Hay un consumo de droga masivo, a la luz p¨²blica, y un aumento considerable de la delincuencia. Son esta gente, los que nada tienen que perder, los que combinaron sus fuerzas con la ultraderecha para arrasar la ciudad¡±, se?ala.
Es un consuelo doble para muchos. No solamente resulta m¨¢s f¨¢cil, por lo que tiene de excepcional, culpar a los maleantes de la violencia y los disturbios. Sirve adem¨¢s para preservar la imagen de Irlanda como un pa¨ªs de acogida y tolerancia.
Las se?ales que emite la realidad, sin embargo, son m¨¢s preocupantes. El a?o pasado llegaron a Irlanda, un pa¨ªs de cinco millones de personas con graves problemas de vivienda y servicios p¨²blicos, casi 150.000 extranjeros. Pueden ser minor¨ªa, pero los fan¨¢ticos ultras que recorren las calles de Dubl¨ªn con carteles en los que exigen Houses for Irish not for the world (Casas para los Irlandeses, no para el resto del mundo) se mueven a sus anchas. El corresponsal pudo ver a una de ellas mientras persegu¨ªa y acosaba a dos periodistas locales, los grababa en su tel¨¦fono m¨®vil y les acusaba de proteger al autor del apu?alamiento de la ni?a. A continuaci¨®n, junto a otro grupo de radicales, se ufanaba mientras colgaba el v¨ªdeo en las redes.
¡°La polic¨ªa nos dijo enseguida que busc¨¢ramos protecci¨®n [el jueves] y me escond¨ª. Hoy vuelvo a sentirme a gusto, pero te admito que pas¨¦ miedo¡±, explica Promise Enofe. Es nigeriano. Lleva 20 a?os en Irlanda. Trabaja en la calle, solicitando donativos y suscripciones para la organizaci¨®n humanitaria ActionAid. Cerca de ¨¦l, este fin de semana, hay un grupo considerable de agentes que patrulla la calle comercial donde se mueve Enofe.
¡°Me siento muy seguro en Dubl¨ªn. Recuerda que vengo de R¨ªo de Janeiro¡±, bromea Benicio. ¡°Conozco muchos irlandeses que me han tratado muy bien. Hay un grupo peque?o de personas que odia a los inmigrantes, pero creo que no se puede generalizar¡±, dice.
En el optimismo del brasile?o se apoyan hoy muchos irlandeses, pero el Gobierno ya ha anunciado que endurecer¨¢ las leyes contra los delitos de odio y reforzar¨¢ las capacidades de la polic¨ªa. Lo ocurrido esta semana en el centro de Dubl¨ªn, admiten todos, es una se?al de alerta que debe ser atendida.
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