La vela trajo algo de luz en la oscuridad de Putin; ahora la han apagado
La palabra utilizada en los comunicados oficiales sobre Navalni es ¡°muerto¡±. Entre muerto y asesinado hay una diferencia del tama?o de un pa¨ªs entero
Mi pa¨ªs y el de Alex¨¦i Navalni ya no existe. Una Rusia que destruye a sus hijos de esta manera no puede ser une terre des hommes, una tierra de los hombres. Este Estado que se hace llamar Federaci¨®n Rusa y trae la muerte y la calamidad sobre el mundo entero y su propia poblaci¨®n directamente no deber¨ªa existir.
En la Rusia actual,...
Mi pa¨ªs y el de Alex¨¦i Navalni ya no existe. Una Rusia que destruye a sus hijos de esta manera no puede ser une terre des hommes, una tierra de los hombres. Este Estado que se hace llamar Federaci¨®n Rusa y trae la muerte y la calamidad sobre el mundo entero y su propia poblaci¨®n directamente no deber¨ªa existir.
En la Rusia actual, Alex¨¦i Navalni iba a perder inevitablemente su vida. Una dictadura significa que el pueblo calla y se regocija con la palabra del l¨ªder. El r¨¦gimen ve¨ªa una amenaza contra s¨ª mismo en este hombre al que quiso callar encarcel¨¢ndolo durante m¨¢s de 20 a?os. Intentaron envenenarlo, sin ¨¦xito. Ahora lo han ejecutado. En Rusia no existe oficialmente la pena de muerte. Pero s¨ª que existe: aqu¨ª est¨¢ y esto es solo el comienzo. A este poder criminal no le importa a quien mata; a ucranios, a sus j¨®venes movilizados a este asalto mortal o a prisioneros pol¨ªticos. La ¡°rueda roja¡± sobre la que escribi¨® Solzhenitsyn sigue rodando.
Hoy, despu¨¦s de la brutal carnicer¨ªa perpetrada en Ucrania y la destrucci¨®n total de la oposici¨®n en Rusia, es imposible imaginar lo que hace apenas unos pocos a?os era una posibilidad: que Navalni pudiera haber participado en la campa?a electoral y haber hablado en actos electorales por todo el pa¨ªs.
?Qu¨¦ tipo de presidente habr¨ªa sido? No lo s¨¦. Podr¨ªa haber sido excelente, pero tambi¨¦n podr¨ªa haber sido un fiasco. Solo habr¨ªa habido una forma de comprobarlo: unas elecciones libres en las que hubiese ganado. Pero las elecciones libres requieren ciudadanos libres. La democracia comienza con la dignidad de la persona. ?Cu¨¢nta dignidad humana siente en su interior la mayor¨ªa de la poblaci¨®n rusa?
Nunca olvidar¨¦ c¨®mo despu¨¦s de un acto electoral en una ciudad de provincias rusa, una persona se acerc¨® a Navalni despu¨¦s de que este pronunciara su discurso y le dijo: ¡°Alex¨¦i, me gusta lo que dice, me gusta usted. Pero primero convi¨¦rtase en mi presidente y luego votar¨¦ por usted¡±.
Todos se preguntaban y ahora lo har¨¢n con m¨¢s raz¨®n, por qu¨¦ regreso Navalni a Rusia, a sabiendas de que ser¨ªa arrestado. Digo ¡°a sabiendas¡± porque s¨ª, ¨¦l lo sab¨ªa. Era un luchador. Sab¨ªa que ten¨ªa que recorrer todo el camino. Pero no quer¨ªa ser una v¨ªctima por el mero hecho de serlo, no quer¨ªa ir al matadero, quer¨ªa ganar. Cre¨ªa que vencer¨ªa y contagi¨® a todos con esta convicci¨®n, tanto a los de su entorno como al pa¨ªs entero y mucho m¨¢s all¨¢.
En Rusia, aquellos que derrocan el r¨¦gimen siempre han sido anteriormente prisioneros. As¨ª ocurri¨® en la Revoluci¨®n de 1917 y as¨ª ocurri¨® con el fin del poder sovi¨¦tico. El r¨¦gimen sovi¨¦tico, que parec¨ªa indestructible, se hundi¨® bajo los libros de Solzhenitsyn, un antiguo recluso. La experiencia en prisi¨®n resulta siempre beneficiosa para un pol¨ªtico ruso: quien estuvo en la c¨¢rcel, est¨¢ m¨¢s pr¨®ximo a esa ¡°masa de electores¡± cuya vida entera est¨¢ atravesada por la ¡°cultura de la prisi¨®n¡±.
El c¨¢lculo pol¨ªtico de Navalni result¨® ser incorrecto. Su sacrificio no impresion¨® a la mayor¨ªa de los rusos que han permanecido fieles a Putin y han hecho lo que el r¨¦gimen les exig¨ªa. Estoy seguro de que habr¨ªa sido un buen presidente para el pa¨ªs. ?Pero d¨®nde pod¨ªa encontrar una Rusia donde poder convertirse en presidente? Una Rusia as¨ª no existe en la actualidad.
Alex¨¦i no conoc¨ªa realmente el pa¨ªs al que entreg¨® su vida. Se convirti¨® en pol¨ªtico despu¨¦s del hundimiento de la URSS, en ese breve periodo hist¨®rico en el que la libertad lleg¨® a Rusia, la vida p¨²blica y la vida pol¨ªtica arrancaron y emergi¨® la prensa libre. Para ¨¦l, este era su pa¨ªs; un pa¨ªs donde todo era posible. Navalni se correspond¨ªa con la tipolog¨ªa de pol¨ªtico occidental, alguien que sabe que tiene que luchar por los votos de los electores, que tiene que ser una persona p¨²blica y un ser humano transparente, responsable de sus palabras y que debe rendir cuentas.
Pero la pol¨ªtica rusa no funciona as¨ª. En Rusia el poder no se consigue en las elecciones ¨Dde todas maneras, estas se manipulan¨D, sino que se debe ir a donde est¨¢ el poder verdadero.
Desde hace tiempo, hay una frase que se ha hecho conocida internacionalmente: la lucha pol¨ªtica en Rusia es una lucha de bulldogs bajo la alfombra. Navalni no pod¨ªa y no quer¨ªa ser uno de estos bulldogs. Cre¨ªa que las personas le seguir¨ªan en Rusia. Esta era una convicci¨®n idealista, bonita pero tambi¨¦n muy ingenua para este pa¨ªs.
La vida pol¨ªtica libre y activa en la que se volc¨® Alex¨¦i en los a?os noventa era solo un susurro sobre la superficie del oc¨¦ano ruso, o de la gigantesca ci¨¦naga rusa, dependiendo de la met¨¢fora que agrade m¨¢s a cada uno. Juzgaba a los hombres de acuerdo a sus propios par¨¢metros. Asum¨ªa que, si para ¨¦l los derechos del individuo, su libertad y su dignidad, eran los valores m¨¢s importantes en la vida, estos tambi¨¦n eran lo m¨¢s relevante para los dem¨¢s. Cre¨ªa poder convencer, inspirar y guiar a los hombres hacia el futuro. Y, de hecho, decenas de miles de j¨®venes lo siguieron. Pero el pa¨ªs se movi¨® en la direcci¨®n contraria.
El sue?o de Putin es el renacimiento de la URSS. El pa¨ªs es gobernado por aquellos que construyeron su carrera y su vida en la KGB sovi¨¦tica. Su sue?o ¡ªel resurgimiento del pa¨ªs de su juventud¡ª est¨¢ siendo llevado a cabo ante nuestros ojos. En este pa¨ªs, los ciudadanos apoyan obedientemente su cabeza en el cadalso y suspiran: el zar sabe por qu¨¦ morimos ahora, y debemos morir. En este pa¨ªs, no hay sitio para Navalni o para cualquier joven que no quiera construir su vida en el gulag sino en libertad.
Si Alex¨¦i hubiera sabido lo que ocurrir¨ªa despu¨¦s de su detenci¨®n; si hubiera sabido que la oposici¨®n perder¨ªa por completo, que el r¨¦gimen comenzar¨ªa una abominable guerra contra Ucrania y que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n apoyar¨ªa esta atrocidad, ?se habr¨ªa atrevido nuevamente a dar este paso? ?Habr¨ªa regresado a Rusia para ingresar en prisi¨®n y dejarse asesinar? No lo s¨¦. Pero sospecho que s¨ª lo habr¨ªa hecho. Pues siempre ha habido, hay y habr¨¢ personas que persiguen un objetivo que les importa m¨¢s que su propia vida.
Alex¨¦i Navalni nos ayud¨® a todos nosotros. Nos dio esperanza gracias a su existencia, a su disposici¨®n a no rendirse y aguantar hasta el final. Ahora somos su esperanza.
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