Robustos controles fronterizos y monta?as pedregosas: el viaje de miles de j¨®venes ucranios que desertan
M¨¢s de 40.000 ucranios han cruzado ilegalmente la frontera de su pa¨ªs desde el comienzo de la guerra para evitar ir al frente, pese a la ley marcial vigente que proh¨ªbe abandonar el pa¨ªs a los hombres de entre 18 y 60 a?os
Ni remordimientos ni pena. Un grupo de j¨®venes ucranios se siente extremadamente radiante tras haber arriesgado sus vidas para huir de la guerra que devasta su pa¨ªs, ya fuera del alcance de las autoridades ucranias, en territorio de Rumania. Sus rostros de felicidad emanan alivio. Primero, porque han conseguido escapar de un posible alistamiento ¡ªla edad m¨ªnima de reclutamiento de soldados se redujo de 27 a 25 a?os esta primavera¡ª; segundo, porque han esquivado el control policial fronterizo ucranio, que se ha robustecido, y, por ¨²ltimo, han superado las severas pruebas f¨ªsicas que suponen cruzar la regi¨®n monta?osa de Maramure? y el r¨ªo Tisza, lim¨ªtrofes con Rumania.
¡°Asumimos conscientemente el riesgo de morir que implica huir tal como nos alertan las autoridades, pero no es tan grande como lo pintan, solo lo hacen para intimidar¡±, afirma Evgeni, un joven de 20 a?os que prefiere ocultar su apellido. En todo momento, se muestra euf¨®rico tras alcanzar en su segundo intento el prop¨®sito de atravesar la frontera cerca del paso de Sighetu Marma?iei, en el norte de Rumania. Un mes antes, se hab¨ªa aventurado por la monta?a, pero una indisposici¨®n estomacal le impidi¨® seguir. ¡°Sin alimento, no pude con la carga que soportaba y me entregu¨¦ a los guardias ucranios, que se alegraron de no tener que atrapar a nadie¡±. Lo dejaron marchar solo con una multa. Si hubiera tenido cinco a?os m¨¢s, lo habr¨ªan enviado a la guerra.
La traves¨ªa a pie de Evgeni se alarg¨® nueve d¨ªas desde Oleksandriia, una ciudad situada en el centro de Ucrania, hasta el punto fronterizo rumano. Sabe que Sighetu Marma?iei es uno de los pasos preferidos porque cuenta con una oficina de emigraci¨®n que emite r¨¢pidamente el estatuto de protecci¨®n subsidiaria que, al igual que los dem¨¢s refugiados ucranios acogidos en la Uni¨®n Europea, incluye el permiso de residencia y trabajo. El recorrido lo hizo junto a sus amigos de la infancia, Daniel y Danilo. Ambos expresan abiertamente su entusiasmo por abandonar su pa¨ªs, al tiempo que no dejan de hablar con sus padres por tel¨¦fono. ¡°Ellos entienden que merec¨ªa la pena jugarse la vida, pese a que los manten¨ªamos en vilo durante d¨ªas sin saber si estar¨ªamos a salvo¡±, matiza Daniel. En los pr¨®ximos d¨ªas, tienen planeado irse de Rumania. Egveni, que ha dejado a sus padres en Ucrania, se reunir¨¢ con su hermano y sus t¨ªos en Polonia, mientras que Daniel y Danilo viajar¨¢n a Estonia y B¨¦lgica, donde tambi¨¦n cuentan con familiares.
Ante la escasez de armamento y de hombres, y en un momento en el que Rusia est¨¢ tomando la iniciativa y multiplicando los asaltos en el frente ¡ªpese a la incursi¨®n ucrania en la regi¨®n rusa de Kursk¡ª, Kiev adopt¨® este a?o medidas para facilitar el reclutamiento y sancionar a los refractarios. Escuadrones de alistamiento rondan en ocasiones algunas calles a la caza de aquellos que no quieren inscribirse en un registro electr¨®nico, lo que ha incitado a miles de ucranios a partir a pa¨ªses vecinos. Seg¨²n datos recopilados por The Wall Street Journal, m¨¢s de 44.000 hombres han huido desde el comienzo del conflicto b¨¦lico a Rumania, Moldavia y Eslovaquia. Esa cifra no incluye a Polonia ni a Hungr¨ªa, ni a los que salieron del pa¨ªs con papeles conseguidos mediante sobornos. Mientras que se busca acceder a los dos primeros pa¨ªses por las monta?as, en las fronteras con el resto predominan los intentos con documentos falsos.
En Rumania se ha duplicado el n¨²mero de llegadas irregulares desde enero de 2024, en comparaci¨®n con los a?os anteriores, seg¨²n la polic¨ªa de frontera rumana. Desde enero, m¨¢s de 7.000 ucranios han entrado clandestinamente frente a los 3.800 de 2023 y a los 4.500 de 2022, mientras que se desconoce la cifra real de capturados por la polic¨ªa ucrania, aunque se estima en al menos un centenar. En total, se contabilizan m¨¢s de 15.000 huidos solo a ese pa¨ªs vecino. Entre ellos se registraron 25 muertes por hipotermia, 15 en el r¨ªo Tisza y otras 10 en las pedregosas monta?as. Adem¨¢s de jugarse la vida, los desertores se enfrentan a condenas de prisi¨®n si los guardias ucranios los atrapan en su tentativa. La salida ilegal del pa¨ªs de hombres de 18 a 60 a?os se traduce en penas de hasta 12 a?os de c¨¢rcel en virtud de la ley marcial.
Cruzar el r¨ªo en chanclas
Los tres amigos anduvieron por la noche en frondosos bosques con los m¨®viles apagados para que no detectaran ninguna se?al. ¡°Nos escondimos de los guardias forestales, cruzamos prominentes crestas y r¨ªos y dormimos en sacos de dormir en zonas rocosas, y desechamos la mayor parte del equipamiento que llev¨¢bamos por falta de uso o porque era pesado¡±, cuenta Evgeni, mientras ense?a un filtro que sirve para potabilizar el agua que extra¨ªan de los arroyos, una toalla de 30 gramos y unos sobres de pasta de crema de champi?ones y sopa con carne de cordero. Atravesaron en media hora el r¨ªo en chanclas y con el agua a la altura de la cintura. ¡°Nos fuimos directamente a la polic¨ªa de frontera y les contamos c¨®mo hab¨ªamos llegado¡±, narra. Al d¨ªa siguiente, la Inspecci¨®n General de Inmigraci¨®n, que ha abierto una oficina en el mismo punto de frontera, les concedi¨® el estatuto de protecci¨®n temporal. Evgeni justifica su huida porque las condiciones de vida en Ucrania se han deteriorado mucho y cree que la situaci¨®n va a empeorar los dos pr¨®ximos a?os. El joven, que tuvo que ahuyentar a linces y corzos durante la traves¨ªa, remarca que ¡°las propias autoridades est¨¢n preparando a la poblaci¨®n para lo peor¡±.
En Sighetu Marma?iei, los j¨®venes conocieron a Nazer, otro ucranio de 24 a?os que tambi¨¦n entr¨® irregularmente en Rumania tras haberlo planificado desde principios de verano. Con una sonrisa abierta de par en par exhibe su j¨²bilo por haber huido. ¡°Cuando empec¨¦ a trabajar, se me acercaron varios militares que reclutaban haci¨¦ndome preguntas; intu¨ªa que me estaban esperando para llevarme a la guerra¡±, relata este joven de Lviv, que se decant¨® por ir a Rumania en vez de Polonia porque el Gobierno polaco ha manifestado, junto al lituano, su disposici¨®n a ayudar a Kiev para que los hombres en edad de luchar vuelvan a su pa¨ªs.
¡°Corr¨ª con un amigo entre los arbustos, que eran dif¨ªciles de esquivar porque eran espesos; despu¨¦s cruc¨¦ el r¨ªo, el agua me llegaba hasta el pecho y, tras un recorrido que parec¨ªa que no se terminaba, llegu¨¦ al otro lado de la frontera¡±, revela Nazer. El pesimismo se adue?a de sus pensamientos en estos momentos: ¡°Muchos ucranios morir¨¢n hasta que Estados Unidos no nos d¨¦ el permiso a usar sus armas en Rusia en objetivos como aeropuertos o almacenes con armamento; los soldados no son eternos¡±, esgrime el huido. Al igual que Evgeni, Nazer tomar¨¢ pronto un tren repleto de conciudadanos esc¨¦pticos de contar sus historias rumbo a Occidente, con la esperanza de poder construir una ¡°vida feliz¡±, lo que su pa¨ªs no puede ofrecer ahora, enfatiza.
Los polic¨ªas fronterizos rumanos, que reciben el apoyo de decenas de guardias de la agencia europea de fronteras Frontex, vigilan atentamente unos 430 kil¨®metros de frontera con Ucrania. Tambi¨¦n participan los servicios de bomberos y rescate, as¨ª como la Inspecci¨®n General de Aviaci¨®n, que proporciona un helic¨®ptero. Hasta ahora, han intervenido en 150 ocasiones y han salvado la vida a 100 ucranios.
¡°Tenemos c¨¢maras ocultas entre los ¨¢rboles y veh¨ªculos equipados con tecnolog¨ªas de termovisi¨®n que detectan el calor humano, as¨ª como drones, para detectarlos¡±, explica Iulia Stan, jefa territorial de la polic¨ªa de frontera de Sighetu Marma?iei, que controla 360 kil¨®metros fronterizos con Ucrania. Admite que se vieron obligados a poner un control m¨¦dico por el rechazo de los ucranios a ser atendidos en un hospital: ¡°Llegan con altos niveles de adrenalina que les hace afirmar que no necesitan asistencia para evitar ser reconocidos, pero suelen presentar profundos cortes e incluso fracturas, adem¨¢s de fatiga e hipotermia, as¨ª que llamamos a una ambulancia¡±.
¡°Muchos declaran que preferir¨ªan morir en las monta?as que en los combates¡±, apunta Dan Benga, jefe del Servicio de Rescate de la regi¨®n de Maramure?, quien precisa que ¡°son hombres que desconocen los problemas con los que se van a confrontar en su huida¡±. A lo largo de los 120 kil¨®metros de zona monta?osa que comparten ambos pa¨ªses, los desertores se encuentran con cimas de hasta 2.000 metros de altitud, cataratas, cascadas y barrancos de hasta 200 metros. ¡°De media, nos lleva entre 14 y 16 horas salvar a una persona¡±, a?ade Benga, quien recuerda un rescate de seis personas en la v¨ªspera de la Navidad de hace dos a?os que dur¨® 132 horas. ¡°Hemos colocado se?ales para que eviten las zonas de peligro, pero aun as¨ª algunos desoyen las advertencias; creen que a lo mejor no los van a pillar si siguen otras rutas¡±, puntualiza. ¡°Casi todos llegan extenuados, deshidratados, con hambre y fr¨ªo¡±, asevera el rescatista que vaticina un aumento de llamadas de socorro con la llegada de las lluvias y la niebla.
¡°Ucrania ha intensificado sus misiones de control, mientras que nosotros hemos fortalecido nuestros puestos¡±, recalca Adi Opa, jefe de la polic¨ªa fronteriza de Sighetu Marma?iei, mientras supervisa el ¨¢rea desde un puente de madera que une a ambos pa¨ªses. ¡°Algunas veces nos avisan de que una persona est¨¢ cruzando el r¨ªo; en ese momento acudimos de manera inmediata para ayudarlo¡±, indica. Cada d¨ªa se acerca un ciudadano ucranio a los cub¨ªculos de informaci¨®n ubicados a cinco metros del control de pasaportes para orientar su nueva andadura. ¡°Viene sobre todo gente de zonas de guerra como J¨¢rkov para pedirnos informaci¨®n, pero les contamos que resulta complicado proporcionarles un alojamiento¡±, se?ala Stefana Dunca, representante del Consejo Nacional para los Refugiados, desde la oficina que mantiene el organismo en el punto de frontera.
Mientras, en el paso fronterizo, se observa a ucranios dentro de la franja de edad que tiene prohibida la salida de su pa¨ªs atravesando legalmente la frontera. Ese es el caso de Roman, que se ha desplazado con la familia a Slatina desde Tern¨®pil para pasar unos d¨ªas y que aprovecha para visitar tambi¨¦n el lado rumano. Cuando se le pregunta por qu¨¦ lo dejan cruzar, el ucranio de 38 a?os ense?a su mano izquierda sin cuatro dedos, un problema de nacimiento, asegura, que le hace escapar del reclutamiento. Reconoce que vive con miedo en su ciudad, donde unos drones destruyeron hace unos d¨ªas un dep¨®sito de petr¨®leo. ¡°No me marcho porque tengo a toda mi familia all¨ª, pero una veintena de amigos ya lo han hecho¡±.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.