G?rlitz, donde uno de cada dos alemanes vota a la ultraderecha: ¡°Solo ellos se ocupan de los problemas de la gente¡±
Las pocas personas de esta ciudad fronteriza con Polonia que dicen abiertamente apoyar a AfD achacan al resto de partidos no hacer nada para controlar la emigraci¨®n y mejorar el nivel de vida
Un cartel informa al visitante de que acaba de llegar a ¡°la ciudad m¨¢s bonita de Alemania¡±. La belleza de G?rlitz es innegable, pero ese no es el motivo por el que muchos polit¨®logos se interesan por lo que ocurre aqu¨ª. Esta es una de las joyas de la corona de Alternativa por Alemania (AfD). El pasado domingo, casi la mitad de los votantes de este distrito electoral apoyaron al partido ultra liderado por Alice Weide...
Un cartel informa al visitante de que acaba de llegar a ¡°la ciudad m¨¢s bonita de Alemania¡±. La belleza de G?rlitz es innegable, pero ese no es el motivo por el que muchos polit¨®logos se interesan por lo que ocurre aqu¨ª. Esta es una de las joyas de la corona de Alternativa por Alemania (AfD). El pasado domingo, casi la mitad de los votantes de este distrito electoral apoyaron al partido ultra liderado por Alice Weidel y Tino Chrupalla, quiz¨¢s no por casualidad originario de la zona. Y, sin embargo, en contra de lo que sugiere la estad¨ªstica, en G?rlitz no es f¨¢cil encontrar gente que diga abiertamente que vota a AfD.
Uno de los pocos que no tiene problemas en hacerlo es Thomas Scholz. ?Scholz? ?Igual que el canciller? ¡°S¨ª, por desgracia¡±, respond¨ªa con una sonrisa este lunes, un d¨ªa despu¨¦s de las elecciones que han lanzado a los ultras hasta el punto de so?ar que en un futuro no tan lejano podr¨¢n gobernar el pa¨ªs.
Desde el centro de esta ciudad de 55.000 habitantes, enclavada junto a las fronteras de Polonia y Rep¨²blica Checa, Scholz asegura que solo AfD busca cambios reales, que solo ellos pueden reducir la creciente criminalidad y expulsar a los ¡°inmigrantes ilegales¡±. ¡°Son los ¨²nicos que se ocupan de los problemas de la gente¡±, resume este electricista de 54 a?os.
?Qu¨¦ opina del pr¨®ximo canciller, Friedrich Merz? ¡°Palabrer¨ªa, puro humo¡±. ?Y del actual, Olaf Scholz, con el que comparte apellido? ¡°Puf. A¨²n peor. Un mentiroso. Un timador. Al final, todos son actores, como ese Zelenski¡±. ?Y qu¨¦ dir¨ªa a los que tienen miedo de que por primera vez desde la II Guerra Mundial un partido ultra llegue tan lejos en Alemania? ¡°Pues que no se han le¨ªdo su programa. Tengo amigos extranjeros que votan a AfD. No tenemos nada en contra de los homosexuales. Eso s¨ª, que no me digan tonter¨ªas como que existen 72 g¨¦neros¡±.
La ola que ha impulsado en toda Alemania a AfD es un tsunami en G?rlitz. El domingo, el partido recibi¨® en el conjunto del pa¨ªs el 20,8% de los votos. Pero los porcentajes mejoran a medida que nos acercamos al este. Los ultras son ya la primera fuerza en los cinco Estados que formaban la antigua RDA. En Sajonia, donde est¨¢ G?rlitz, el apoyo llega al 38,5%. Y aqu¨ª, donde estamos, el porcentaje estalla hasta el 48,9%. Solo una circunscripci¨®n cercana supera por unas d¨¦cimas este porcentaje.
?C¨®mo explicar que, 35 a?os despu¨¦s de la reunificaci¨®n del pa¨ªs, las visiones pol¨ªticas sean tan distintas a un lado y otro del antiguo tel¨®n de acero? El polit¨®logo Timo Lochocki apunta, en primer lugar, a la mayor proporci¨®n en el este de trabajadores con ingresos medios o bajos. Pero m¨¢s importante a¨²n es la idea extendida en la parte oriental de que la mejora que iba a traer la uni¨®n con el oeste nunca ha terminado de llegar. ¡°A eso se une que en la ¨²ltima d¨¦cada mucha gente ha sentido la frustraci¨®n de ver que los mismos pol¨ªticos que les negaban recursos por la austeridad los destinen a los refugiados que acaban de llegar¡±, asegura en conversaci¨®n telef¨®nica este analista del think-tank ECFR.
¡°El primer factor que explica esta disparidad es que las estructuras democr¨¢ticas que el oeste tiene desde 1949 solo existen en el este desde 1990. Un segundo factor son los diferentes niveles de renta y riqueza. Y el tercero son las desventajas en la zona oriental, ya sean reales o percibidas, que hace que algunas personas se sientan como ciudadanos de segunda clase¡±, a?ade Gero Neugebauer, polit¨®logo especialista en la evoluci¨®n de los partidos en la antigua Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana.
Es obvio que en G?rlitz mucha gente apoya a AfD. Pero no tienen ganas de cont¨¢rselo a un periodista extranjero. De las casi 30 personas consultadas el lunes, solo dos respondieron claramente que s¨ª. Otras dos dijeron ser ¡°neutrales¡±. El resto se divid¨ªa en dos grupos: los que estaban claramente en contra y los que rechazaban hablar de pol¨ªtica con un desconocido. Annette, enfermera de 53 a?os que com¨ªa una salchicha en un banco durante la pausa del trabajo, lo explicaba de una manera muy gr¨¢fica. ¡°Yo soy antiAfD. Y s¨¦ que aqu¨ª, de cada dos personas que veo por la calle, una los apoya. En el trabajo se supone que no hay nadie que los apoye. O a lo mejor es que no quieren decirlo¡±.
Ciudadanos enfadados
M¨¢s personas aseguran no haber votado a AfD. Como Jens Hoffmann, que trabaja en la construcci¨®n. No le gusta ese partido, pero tampoco parece muy preocupado: ¡°Conozco a muchos simpatizantes. Y no creo que sean extremistas. Simplemente, est¨¢n enfadados y es su forma de expresarlo¡±. M¨¢s pesimista es Martina, reci¨¦n jubilada. ¡°Es horrible, horrible. Que esto pase justamente aqu¨ª, en un lugar en el que nos ense?aron las consecuencias del fascismo¡±, asegura desde un banco en el que ve pasar la ma?ana con su marido. ?Cree que AfD es fascista? ¡°Desde luego no es un partido democr¨¢tico¡±, responde.
Octavian Ursu es el alcalde democristiano de G?rlitz. Naci¨® en Rumania, pero lleva m¨¢s de la mitad de su vida en Alemania. Desde su despacho, se muestra sorprendido por el hecho de que un periodista extranjero se interese por el alto apoyo en su ciudad a AfD. ¡°Quiz¨¢s ser¨ªa m¨¢s interesante para usted ir al oeste. Ah¨ª es una novedad que AfD haya tenido tan buen resultado. No es solo un fen¨®meno de la Alemania oriental¡±, responde.
Cuando se le pregunta cu¨¢les son las preocupaciones de sus conciudadanos que les han llevado a apoyar a AfD, asegura que no hay un ¨²nico tema, que son muchos, como los altos precios, la migraci¨®n, el miedo al futuro o la guerra de Ucrania. ¡°Ya me gustar¨ªa que fuera un solo tema. Ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil mi trabajo. Pero la pol¨ªtica no es un trabajo f¨¢cil¡±.
Cerca del Ayuntamiento, a unos pasos del puente que separa a G?rlitz de la frontera polaca, camina otra mujer, que dice rotunda: ¡°S¨ª, claro que he votado a AfD. Son los ¨²nicos que entienden a la gente de aqu¨ª, c¨®mo somos y nuestras preocupaciones sobre el futuro¡±. Ella, jubilada de su empleo de auxiliar de cl¨ªnica, tiene que seguir trabajando a sus 69 a?os porque los 1.100 euros que recibe cada mes no le llegan para pagar el alquiler y el resto de gastos. ?Y cree que si AfD gobernara mejorar¨ªa su pensi¨®n? ¡°No lo s¨¦. Pero s¨ª estoy segura de que se preocupar¨ªan de la gente como yo¡±.