Cuando un ni?o descubre que eres un rey mago
El d¨ªa que tu hijo te confiesa que lo sabe, sientes que ha crecido casi sin darte cuenta, que ha perdido la inocencia y te da v¨¦rtigo verle tan mayor
Recuerdo el d¨ªa en el que el peque?o de la familia entr¨® en la habitaci¨®n y, con tono contundente, me pidi¨® que dejase de disimular. Con cara de p¨ªcaro me explic¨® que se hab¨ªa hecho mayor para creer en la magia de la Navidad y que ya pod¨ªa dejar de disimular.
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Recuerdo el d¨ªa en el que el peque?o de la familia entr¨® en la habitaci¨®n y, con tono contundente, me pidi¨® que dejase de disimular. Con cara de p¨ªcaro me explic¨® que se hab¨ªa hecho mayor para creer en la magia de la Navidad y que ya pod¨ªa dejar de disimular.
El d¨ªa que tu hijo te confiesa que sabe que eres un Rey Mago sientes como si un jarro de agua fr¨ªa te recorriese la piel. Desde aquel preciso momento percibes que aquel ni?o que tiraba de la barba al Rey Melchor o lloraba cuando ve¨ªa a Baltasar, empieza una nueva etapa en su vida. Y sientes que ha crecido casi sin darte cuenta, que ha perdido la inocencia y te da v¨¦rtigo verle tan mayor.
Un per¨ªodo apasionante donde seguir¨¢ creciendo y desarrollar¨¢ su pensamiento abstracto. Donde empezar¨¢ a tomar sus propias decisiones, a tener nuevos intereses y demandar su autonom¨ªa y libertad.
Ese preciso momento en el que debes ir aprendiendo a dejarle volar y aceptar que deber¨¢ caer en muchas ocasiones para poder avanzar. En el que es imprescindible que sigas dici¨¦ndole a diario que est¨¢s a su lado sin condici¨®n, que le quieres con avaricia y que est¨¢s muy orgulloso de todos sus progresos.
Siempre he intentado mantener la magia con mis peque?os al igual que lo hicieron mis padres conmigo. Muchos a?os despu¨¦s recuerdo con a?oranza cuando mi padre limpiaba sus botas camperas con esmero el d¨ªa antes que apareciera Papa Noel en mi colegio y c¨®mo ese barrigudo con traje rojo me cog¨ªa en brazos y me recordaba con cari?o cada una de mis travesuras.
Creo firmemente en la necesidad de ayudar a nuestros hijos a desarrollar su pensamiento m¨¢gico, alimento imprescindible para germinar la fantas¨ªa y creatividad. Hacerles creer en personajes imaginarios, llenos de hechizo y sutileza, que colman la infancia de ensue?o y emoci¨®n.
Una magia que favorece el desarrollo su inteligencia emocional, la identificaci¨®n de las emociones y la gesti¨®n de todo aquello que les recorre por dentro. Una v¨ªa maravillosa para potenciar la imaginaci¨®n y la mentalidad l¨²dica. Gracias a ella los ni?os pueden entender y racionalizar situaciones o sucesos adaptados a su nivel intelectual.
Creer en la magia permite que los ni?os tengan una mentalidad curiosa, flexible y sepan asombrarse por cualquier cosa. Les ayuda a madurar y a desarrollar diferentes habilidades cognitivas, a imaginar lo que es imposible y creer que todo lo que se propongan es posible.
Nunca sent¨ª que cuando a mis hijos les hablaba de los Reyes Magos les estaba enga?ando, sino que ¨²nicamente acaramelaba el camino de hacerse mayor. Sin duda uno sus mejores recuerdos de la infancia ser¨¢ siempre cuando una noche del 5 de enero los tres Reyes se colaron en nuestro sal¨®n y se dejaron susurrar al o¨ªdo cada uno de sus deseos. Jam¨¢s olvidar¨¦ con la ternura que mis peque?os miraron a los magos de Oriente y les agradec¨ªan las visita carg¨¢ndoles de galletas y chocolate.
Creer en Gaspar, Pap¨¢ Noel o el Ratoncito P¨¦rez ayuda a los ni?os a comprender el mundo que les rodea y a sentirse empoderados. Personajes que reparten amor, ilusi¨®n, sonrisas y endulzan la vida con experiencias memorables que crean recuerdos. Que explican parte importante de nuestra cultura y nos permiten mantener en nuestra memoria instantes maravillosos de nuestra infancia.
Seres m¨¢gicos que se convierten en los mejores mensajeros de valores como el amor, la paz, la bondad, el compa?erismo o la generosidad y nos recuerdan que todos nuestros sue?os se pueden hacer realidad siempre que los persigamos con todo nuestro empe?o.
Y no encuentro mejor forma que mi hijo mayor haya entrado en el mundo de los adultos que convirti¨¦ndose en un ayudante m¨¢s los Reyes de Oriente. Un nuevo guardi¨¢n del secreto universal de la magia que desea sorprender y mimar a su hermano como lo hemos hecho nosotros con ¨¦l.
Esa magia en la que hay que seguir creyendo a lo largo de toda nuestra vida y que nos permitir¨¢ saborear la belleza de las cosas simples, aprender a ser feliz sin que haya ocurrido nada extraordinario, a no valorar las cosas ¨²nicamente cuando las hayamos perdido.
Una magia que nos contagia de esperanza e ilusi¨®n y nos ayuda a revertir lo que no nos va del todo bien, para querer mejorar nuestro entorno, para creer en el cambio.
Cuando los ni?os descubren el gran secreto es el momento de aprender que lo mejor de los regalos, no es lo que hay debajo del envoltorio, sino en las manos que te lo ofrecen.
De empezar a leer la vida de forma diferente aprendiendo que los sue?os se consiguen con constancia y mucho trabajo, de comprobar que los errores se convertir¨¢n en grandes maestros a la hora de caminar. De querer contribuir a que este mundo sea cada d¨ªa un poco mejor.
De saber que el agradecimiento es la memoria del alma, del coraz¨®n. Que las personas agradecidas son mucho m¨¢s felices, humildes, sencillas y son capaces de apreciar todas las cosas buenas que pasan a diario.
De aprender a cuidar a la gente importante que les acompa?a d¨ªa a d¨ªa, de sentir el privilegio de vivir, sentir y amar.
La tarea de los adultos sigue siendo la misma, hacer creer a nuestros hijos en la magia del mundo, de las personas, de los detalles, de las miradas, las sonrisas, de los te quiero.
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