Por qu¨¦ cambia nuestra relaci¨®n con nuestras madres cuando tenemos un hijo
Cada vez que llega una criatura a casa se recoloca todo el sistema familiar. Este nuevo encaje lleva un tiempo de adaptaci¨®n y puede que a las abuelas, en un inicio, les cueste entender que ahora su lugar es otro
Cada vez que llega una criatura a casa se recoloca todo el sistema familiar: las hijas se convierten en madres, las hermanas en t¨ªas y las madres en abuelas. Este nuevo encaje lleva un tiempo de adaptaci¨®n y puede que a las abuelas, en un inicio, les cueste entender que ahora su lugar es otro. Tambi¨¦n nos cuesta a las reci¨¦n madres dejar de ser el centro de atenci¨®n de nuestras madres para pasar a un segundo plano.
Cuenta la psic¨®loga Paola Roig-Gironella que una vez, una madre de las que asiste a sus clases posparto le cont¨® que su...
Cada vez que llega una criatura a casa se recoloca todo el sistema familiar: las hijas se convierten en madres, las hermanas en t¨ªas y las madres en abuelas. Este nuevo encaje lleva un tiempo de adaptaci¨®n y puede que a las abuelas, en un inicio, les cueste entender que ahora su lugar es otro. Tambi¨¦n nos cuesta a las reci¨¦n madres dejar de ser el centro de atenci¨®n de nuestras madres para pasar a un segundo plano.
Cuenta la psic¨®loga Paola Roig-Gironella que una vez, una madre de las que asiste a sus clases posparto le cont¨® que su relaci¨®n con su madre se hab¨ªa deteriorado desde el nacimiento de su hija. ¡°Es que parece que prefieras buscar en Google y que te responda un extra?o que pregunt¨¢rmelo a m¨ª. Yo he criado a tres hijos. Y no lo he hecho tan mal ?no?¡±, le reprochaba la abuela a la madre primeriza. Como en la mayor¨ªa de campos las investigaciones sobre beb¨¦s, crianza y maternidad avanzan. La psic¨®loga, miembro del espacio de crianza Pell a Pell, se?ala que ahora, por ejemplo, sabemos muchas m¨¢s cosas sobre c¨®mo funciona la lactancia materna o tenemos evidencia cient¨ªfica sobre lo problem¨¢tico de dejar llorar a los beb¨¦s. ¡°Sabemos tambi¨¦n sobre la importancia que tiene el movimiento libre o el contacto piel con piel despu¨¦s de nacer¡±.
Toda esta informaci¨®n est¨¢ al alcance de nuestra mano (por un click mediante) algo que nuestras madres simplemente no ten¨ªan. ¡°Ellas hicieron lo que pudieron con la informaci¨®n de la que dispon¨ªan, que era poca. La mayor¨ªa ten¨ªa el testimonio de su propia madre y lo que le dec¨ªa un solo pediatra¡±. Es por eso que, avanza la evidencia cient¨ªfica y se democratiza la informaci¨®n, as¨ª que la manera de criar entre generaciones es distinta.
Nuestras madres esperan ser el gran apoyo, darnos consejos y acompa?arnos d¨ªa y noche en el proceso de maternar. De una forma u otra volcar en nosotras todo lo que ellas vivieron y aprendieron. Roig-Gironella afirma que hoy en d¨ªa, hacemos las cosas muy distintas a c¨®mo las hicieron ellas y aunque no las juzguemos, ellas pueden sentirse precisamente as¨ª. Las abuelas pueden sentirse atacadas, e incluso sentir que no lo hicieron suficientemente bien. Y desde ese dolor, seg¨²n la psic¨®loga, puede ser que reaccionen ¡°meti¨¦ndose¡± con nuestra manera de criar. Celeste Vaiana es psic¨®loga especialista en crianza y educaci¨®n, cuenta que las madres intentamos criar teniendo muy presente lo que consideramos que nuestros padres no hicieron bien, ¡°lo que espeja en ellos un dolor por sus propios errores¡±.
Vaiana afirma que hay que tener en cuenta que la mayor¨ªa de consejos, aunque a veces expresados de manera err¨®nea o poco asertiva, vienen lanzados desde el amor. ¡°Desde el querer cuidarnos, a nosotras y a nuestro beb¨¦ y desde transmitirnos alguna cosa que a ellas les funcion¨® y que a ellas les fue bien¡±. Puede que si hacemos esta lectura y sobre todo la interiorizamos nos ser¨¢ mucho m¨¢s f¨¢cil lidiar con consejos que no pedimos. ¡°Quiz¨¢ podemos agradecer el consejo, verbalizar que lo tenemos en cuenta y transmitir tambi¨¦n que nosotras estamos buscando nuestra propia manera de hacer. Que no es ni mejor ni peor que la suya. Simplemente, es la nuestra, pero queremos probarla, igual que hicieron ellas¡±, dice la psic¨®loga Roig-Gironella.
Sobre c¨®mo podemos establecer l¨ªmites respecto a la crianza de nuestros ni?os con nuestras madres y padres, las psic¨®logas afirman que es muy ¨²til transmitir a los abuelos que los l¨ªmites cuidan. ¡°Nos cuidan a nosotras que estaremos m¨¢s tranquilas. Cuidan a las criaturas que sabr¨¢n qu¨¦ esperar en cada momento. Y cuidan tambi¨¦n a las abuelas, que podr¨¢n disfrutar de sus nietos y de una buena relaci¨®n con las hijas y nueras¡±. Lo importante es transmitirles que criamos y educamos a nuestros ni?os y ni?as a nuestra manera porque es lo que nos encaja mejor, y que ¡°cada maestrillo tiene su librillo¡±.
Los l¨ªmites dependen tambi¨¦n de qu¨¦ les estamos pidiendo a los abuelos. Muchos asumen grandes franjas horarias de cuidado de los nietos: los recogen en la escuela, juegan con ellos, les dan de cenar y hasta los ba?an. Lo hacen gratuitamente y con un derroche de amor. Para Roig-Gironella dice que esto no tiene un precio econ¨®mico, pero que quiz¨¢ el precio a pagar es que no har¨¢n las cosas exactamente como nosotras queremos. ¡°Las har¨¢n a su manera y ser¨ªa injusto pedirles otra cosa. Dejar a las criaturas dos o tres tardes a la semana con los abuelos y adem¨¢s pedirles que sigan veinte normas es inviable¡±, dice. La virtud est¨¢ en el punto medio, as¨ª que quiz¨¢ podemos comunicarles y establecer dos o tres normas que nos parezcan importantes y ¡°soltar el resto¡±.
A veces caemos en el barranco de querer educar a nuestras propias madres. ¡°Hacerles pedagog¨ªa de la crianza cit¨¢ndoles a la OMS y lo que recomiendan matronas y pediatras actualizados. Y en realidad, a veces lo que queremos es que nuestras madres y padres nos den la raz¨®n. Y es ah¨ª el n¨²cleo del conflicto: seguimos buscando la aprobaci¨®n de mam¨¢¡±, concluye Paola Roig-Gironella. Hemos de entender que a veces no nos dar¨¢n su aprobaci¨®n (ni compartir¨¢n nuestros procedimientos o formas de hacer) y que nosotras tampoco debemos ense?arles nada.
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