Siete objetos que se quedaron sin su due?o por el coronavirus
La Escuela de Periodismo UAM/EL PA?S recuerda a los fallecidos por la pandemia a trav¨¦s de los testimonios de sus familiares
El coronavirus ha apagado la vida de m¨¢s de 44.000 personas en Espa?a, seg¨²n el c¨¢lculo publicado por EL PA?S el 26 de julio. Detr¨¢s de cada cifra se esconden las historias de personas an¨®nimas que sobreviven hoy a trav¨¦s de los objetos que les acompa?aron a lo largo de su vida: un puzzle, un anillo, una m¨¢quina de coser... Elementos convertidos en un verdadero tesoro para sus seres queridos.
El Premio Nobel turco Orham Pamuk escribi¨® en su libro El museo de la inocencia: ¡±Los objetos que nos quedan de los momentos felices guardan, con mucha m¨¢s fidelidad que las personas que nos hicieron vivir esa dicha, el placer de su recuerdo¡±. Los alumnos de la Escuela de Periodismo UAM/EL PA?S rinden homenaje a las v¨ªctimas de la pandemia a trav¨¦s de siete objetos que cuentan las historias de sus due?os.
La m¨¢quina de coser de Carmen
Carmen Venegas Cueli muri¨® el pasado 6 de abril, a los 83 a?os, en el Hospital Infanta Leonor de Madrid. Su nieta Andrea recuerda que las carcajadas de su abuela eran tan fuertes y estruendosas que cada vez que se re¨ªa inundaban la casa entera.
A Carmen le encantaba bailar sevillanas, tomar el sol en la playa, y se sab¨ªa de memoria todas las canciones de Raphael. No dej¨® su m¨¢quina de coser hasta seis meses antes demorir. ¡°Mi abuela era tan cari?osa que siempre que ¨ªbamos a tomar algo a un bar, al salir le quer¨ªa dar dos besos al camarero¡±, cuenta su nieta.
Andrea afirma con dolor que durante los peores meses de la crisis, las personas que murieron fueron tomadas como una cifra: ¡°Me acuerdo de que el d¨ªa despu¨¦s de su muerte, en el telediario celebraron que hab¨ªan fallecido solo 743 personas. Hemos vivido esta pandemia como un contador y no es justo. Mi abuela era m¨¢s que un n¨²mero¡±.
El reloj de Jes¨²s
Jes¨²s Garc¨ªa Gallegos era jefe de m¨¢quinas de un barco de la empresa petrolera Pemex. Cada domingo, salvaba a trav¨¦s de una videollamada los casi 10.000 kil¨®metros que separan Ciudad Madero (M¨¦xico) de Madrid, donde reside desde septiembre su hija Mariana. En esas charlas aprovechaban para ponerse al d¨ªa, compartir sus pasiones ¨Ccomo la fotograf¨ªa¨C, verse las caras y cuidarse, a pesar de la distancia. A Jes¨²s le apasionaban las antig¨¹edades. Por eso le regal¨® a su hija un reloj. Mariana, sin embargo, no sabe darle cuerda. Por esta raz¨®n no lo suele llevar puesto, pero le gusta tenerlo porque le recuerda a su padre.
Mariana amaneci¨® el 27 de junio con la noticia del fallecimiento de su padre en el Hospital Regional de Madero, el mismo lugar donde ella naci¨®. Jes¨²s contrajo el coronavirus a los 59 a?os, tras una traves¨ªa en alta mar en la que varios compa?eros tambi¨¦n se infectaron.
La familia a¨²n no ha recibido explicaciones por parte del hospital, solo una urna funeraria donde reposan sus cenizas.
El puzle de Santas
Mar¨ªa Santas (Arauzo de Miel, Burgos) aprendi¨® a ejercer de madre muy joven. Con 16 a?os qued¨® hu¨¦rfana y sac¨® adelante una familia conformada por cinco hermanos. Amaba coser, cocinar y pasear por el campo, pero sobre todo los puzles. La afici¨®n de Mar¨ªa por estos rompecabezas comenz¨® como una estrategia para hacer pasar m¨¢s r¨¢pido el tiempo durante los largos inviernos en el pueblo.
Falleci¨® a los 69 a?os en el Hospital Cl¨ªnico de Madrid, apenas cuatro d¨ªas despu¨¦s de dar positivo por covid-19, tras un a?o de reincidentes ingresos por infecciones renales.
Gabriel, el mayor de sus tres hijos, se emociona al recordar todo lo sucedido. ¡°Vivimos una aut¨¦ntica pesadilla. Uno jam¨¢s piensa que le vaya a tocar y, al final, pasa. Lo malo no es solo que ocurra, sino tambi¨¦n vivir un duelo por fasc¨ªculos. A medida que ha pasado el desconfinamiento, hemos tenido que ver a distintos familiares y contar la misma historia¡±, dice. Gabriel solo pide una cosa: ¡°Una misa y un funeral, ah¨ª, en el pueblo, para pasar todo¡±.
El peine de Casildo
Como cada d¨ªa, Casildo Lozano se levant¨®, desayun¨® y pas¨® la jornada tranquilo en su casa. Incluso dio un paseo de la mano de su hija. Falleci¨® esa misma noche, el 20 de marzo, a los 93 a?os, enfermo de coronavirus, tras meses de neumon¨ªas e ingresos continuos en el hospital. Dos d¨ªas antes, su familia hab¨ªa llamado a una ambulancia porque ten¨ªa dificultad para respirar. Ver a los sanitarios vestidos con las EPI le produjo tanta impresi¨®n que se neg¨® a moverse. ¡°No me vais a llevar a ning¨²n sitio. Si me tengo que morir, me muero en mi casa¡±, sentenci¨®. Y as¨ª tuvo que ser.
Los hospitales estaban desbordados en ese momento y un experto desaconsej¨® el traslado porque era ¡°muy mayor¡±. Su nieta Noelia recuerda la rabia que sintieron entonces y el alivio posterior. ¡°Nos dimos cuenta de que de esta manera estuvo acompa?ado y atendido perfectamente. Tuvo una calidad de vida de 10 hasta el ¨²ltimo momento¡±.
El principio de alzheimer que le hab¨ªan diagnosticado no pudo con su car¨¢cter dicharachero. Cantaba coplas sin parar, incluso en el hospital. Casildo nunca sal¨ªa de casa sin su peine. ¡°Siempre ten¨ªa que ir muy arreglado, ¡®si no, ?qu¨¦ van a pensar?¡¯, dec¨ªa. ?l ten¨ªa que ir en traje y con corbata¡±, relata Noelia.
La c¨¢mara de fotos de Geluca
Mar¨ªa Jes¨²s sac¨® sola adelante una familia de nueve ni?os. Su marido falleci¨® cuando ella estaba embarazada de la novena. Ese esp¨ªritu luchador marc¨® toda su vida. Cuando ingres¨® en el hospital, enferma de la covid-19, su hija fue la ¨²nica que pudo acompa?arla. No dud¨® en cuidarla a costa de cumplir una cuarentena.
Cada d¨ªa pon¨ªa al corriente al resto de sus familiares del estado de su madre a trav¨¦s de un grupo de WhatsApp. All¨ª mandaba tambi¨¦n fotos suyas. Entre ellas, su nieto Jaime evoca con especial cari?o una imagen del d¨ªa de su boda en la que su abuela sal¨ªa disfrazada en un fotomat¨®n. La ¨²ltima vez que habl¨® con ella fue a trav¨¦s de videollamada. Falleci¨® a los 93 a?os y ni siquiera el coronavirus logr¨® arrebatarle la sonrisa.
Mar¨ªa Jes¨²s le regal¨® a Jaime su primera c¨¢mara de fotos cuando este comenz¨® a estudiar comunicaci¨®n audiovisual. Ahora ¨¦l la guarda en su casa con especial cari?o.
La alianza de Valeriano
Valeriano S¨¢nchez pose¨ªa una vitalidad admirable, nunca estaba quieto. Trabaj¨® en Fiat fabricando coches toda su vida, excepto los tres a?os que estuvo en Alemania junto a su mujer, Julia. Durante ese tiempo sus dos hijas vivieron con sus t¨ªos en Espa?a. De ¨¦l dec¨ªan que era una persona elegante. Sobre todo cuando iba con sus amigos a los toros o a ver jugar el Real Valladolid, su equipo de f¨²tbol favorito.
Julia fue la primera en ser ingresada en el Hospital R¨ªo Hortega. Se le apag¨® la vida el 15 de junio. Su familia decidi¨® no contarle nada a Valeriano porque no lo habr¨ªa soportado, sent¨ªa devoci¨®n por ella. Sin embargo, quisieron que de alg¨²n modo Valeriano tambi¨¦n estuviera presente en el velatorio. Por eso, hicieron fotos de la despedida para que pudiera verlas cuando se recuperara, pero nunca lleg¨® a hacerlo. Catorce d¨ªas despu¨¦s muri¨® en el Hospital Cl¨ªnico Universitario, a solo cuatro kil¨®metros de distancia, tambi¨¦n por coronavirus. Ten¨ªa 88 a?os. Su familia guarda la alianza de ambos como si fuera un tesoro. Para ellos representa todo el amor que sent¨ªan el uno por el otro.
El abanico de Julia
A Julia Capell¨¢n le agobiaban los espacios cerrados. M¨¢s a¨²n en verano, cuando el calor castellano aprieta con fuerza. Por eso le gustaba pasar las tardes en el patio interior de la casa familiar en Pedrajas de San Esteban, un peque?o pueblo entre Valladolid y Segovia. All¨ª, al ritmo de su abanico, dej¨® correr muchas horas bajo la sombra de la enredadera, organiz¨® merendolas con las vecinas y recibi¨® visitas. En esa casa tambi¨¦n transmiti¨® a sus hijos su visi¨®n de la vida y, m¨¢s adelante, cuid¨® con ternura de sus nietos, siempre con una sonrisa. La misma que se apag¨® a los 83 a?os.
Valeriano y Julia se conocieron en Torrecilla de la Orden, un pueblo vecino a Pedrajas de San Esteban, cuando el padre de ella estaba construyendo una escuela all¨ª. Desde ese momento no se separaron en 63 a?os. Lo que m¨¢s les gustaba era pasear juntos, afici¨®n que cultivaron hasta la vejez, siempre sosteni¨¦ndose el uno en el otro. Nunca dejaron de apoyarse, ni siquiera cuando contrajeron el coronavirus.