¡°La g¨¹erificaci¨®n mental del mexicano me preocupa un mont¨®n¡±
El escritor Juli¨¢n Herbert advierte que el lenguaje pol¨ªticamente correcto es una soluci¨®n ¡°f¨¢cil¡±: ¡°Si me subo a ese tren, solo me estoy haciendo g¨¹ey con la realidad¡±
Naci¨® en el sur del pa¨ªs pero desde la adolescencia vive en el norte. Acota que se consider¨® un escritor ¡°del norte¡± solo cuando serlo carec¨ªa de prestigio. Se hizo conocido como poeta pero se consagr¨® con una novela, Canci¨®n de tumba (Premio Elena Poniatowska 2012), ampliamente reeditada y traducida, y pionera en la lengua castellana de la reciente ola narrativa de autoficci¨®n. Ahora es un explorador habitual de la cr¨®nica y la no ficci¨®n. Vivi¨® en un sitio llamado Ciudad Frontera y su trabajo literario pareciera residir a¨²n all¨ª, en las orillas y los l¨ªmites. No cabe duda de que Juli¨¢n Herbert (Acapulco, 1971) se siente c¨®modo en las charlas que saltan de la observaci¨®n social a la reflexi¨®n literaria.
Pregunta. Tu condici¨®n migrante tiene una importancia central en tus obras. ?C¨®mo era el pa¨ªs en que creciste y c¨®mo el que ves ahora?
Respuesta. Voy a contestar al rev¨¦s, partiendo del final de tu pregunta para ir hacia el principio, por una cosa muy b¨¢sica, que tiene que ver con que hace rato fui al s¨²per. Mi sensaci¨®n de ir al s¨²per fue muy proustiana, en el sentido de un regreso a la infancia muy intenso, muy cabr¨®n. La sensaci¨®n visceral de: ¡°Estamos metidos en una bronca tremenda¡±. Y tambi¨¦n la sensaci¨®n de los estantes medio vac¨ªos, de que este momento, m¨¢s all¨¢ de las decisiones pol¨ªticas, el momento de la pandemia, le pega mucho ¡ªen mi caso al menos, pero lo veo en otras personas¡ª a un sentimiento del pasado y un sentimiento de circularidad nefasta. Porque mi sensaci¨®n de la discusi¨®n contempor¨¢nea tiene que ver con lo mal que se est¨¢ llevando a cabo el tema del petr¨®leo en M¨¦xico, tiene que ver con el culto a la personalidad del presidente y con se?alamientos que el poder no quiere ver y, al mismo tiempo, con un extremo empresarial que te quiere salvar con discursos que son del tipo de ¡°No me ayudes, compadre¡±, o sea, que dan p¨¢nico tambi¨¦n. Siento mucha desaz¨®n. La polarizaci¨®n que veo en el pa¨ªs me regresa a ese sentimiento de la infancia, que para m¨ª fue la crisis de los ochenta, que en mi experiencia es el momento en el que m¨¢s he padecido en mi vida. Entre 1981 y 1984, m¨¢s o menos, la sensaci¨®n de zozobra fue muy directa, porque mi familia perdi¨® su casa. Vivimos casi en la miseria, cabr¨®n, y tuvimos que irnos a distintas casas incluso, los hermanos. Y hay una cosa muy b¨¢sica que va m¨¢s all¨¢ de la parte intelectual, que es c¨®mo vives estas experiencias como pap¨¢, c¨®mo vives estas experiencias como un g¨¹ey que tiene una familia y tiene que responder a ese contexto. Entonces tengo esta sensaci¨®n de que hay un presidente que es Jos¨¦ L¨®pez Portillo, ?no?, y luego se quita la m¨¢scara y debajo est¨¢ De la Madrid, luego se quita la m¨¢scara y debajo est¨¢ Salinas. Y as¨ª te vas hasta llegar a L¨®pez Obrador, pero es el mismo g¨¹ey con ocho m¨¢scaras distintas, y en el fondo lo que no ha cambiado nada es que la clase pol¨ªtica de este pa¨ªs est¨¢ podrida.
P. T¨² eres uno de esos escritores que no se fueron a vivir a Ciudad de M¨¦xico para impulsar su carrera. ?Qu¨¦ significa vivir en un pa¨ªs tan centralista pol¨ªtica, econ¨®mica y culturalmente, como M¨¦xico?
R. En las ¨²ltimas dos d¨¦cadas hubo cambios muy importantes en la cultura, en la manera en la que se concibe la cultura desde la ciudadan¨ªa, desde la vida cotidiana. No es f¨¢cil crecer y desarrollarte en estas zonas [¡°perif¨¦ricas¡±] o mantenerte ac¨¢. De alguna manera tambi¨¦n es una periferia buscada, tampoco quisiera romantizarla, porque yo creo que es una periferia que a muchos de nosotros nos dio un espacio de poder y un espacio de discurso. Precisamente porque no est¨¢s en el desgaste cotidiano. Hay una moneda de cambio en no vivir en la Condesa o en la Roma. Te da cierta perspectiva de las cosas. Puedes responder m¨¢s despacio a la discusi¨®n literaria, por ejemplo, puedes ir un poco m¨¢s lento. Mi sensaci¨®n como narrador y con los narradores de esta generaci¨®n, y algunos un poco m¨¢s j¨®venes como, por ejemplo, Fernanda Melchor, es que empezamos m¨¢s lento, que no ten¨ªas que estar todo el tiempo quem¨¢ndote por publicar tu novela a los 22 a?os¡ Y de pronto se pierde de vista el impacto que tuvo, no s¨¦ si lo va a seguir teniendo, pero el impacto que tuvo el Fonca [Fondo Nacional para la Cultura y las Artes] en muchos escritores. Porque no era solamente el paro de que te den una lana para trabajar, tener un ingreso, una entrada de dinero, sino la asesor¨ªa, la red de comunicaci¨®n¡ Aunque se diga que el Fonca ha beneficiado mucho m¨¢s al centro del pa¨ªs, creo que tuvo un efecto, para mi generaci¨®n, muy importante. Al mismo tiempo, M¨¦xico s¨ª sigue siendo un pa¨ªs sumamente centralista, con un discurso muy ensimismado en muchos de los casos, pero por lo mismo, creo yo¡ No te ven venir¡ [risas]. Perd¨®n que lo diga as¨ª, con una imagen tan de barrio, pero s¨ª es una condici¨®n que como escritor puede ser muy atractiva. Porque no te ven venir. Me acuerdo mucho de una pol¨¦mica que hubo entre Eduardo Antonio Parra y Christopher Dom¨ªnguez Michael sobre lo que estaba pasando con la literatura escrita en el norte de M¨¦xico, por ejemplo, hace veinte a?os. Si uno regresa a esa pol¨¦mica en este momento, pues no hay punto, ya no hay caso para la discusi¨®n. Si t¨² tienes a un narrador dici¨¦ndote dos o tres cosas, y al cr¨ªtico m¨¢s prestigioso del pa¨ªs diciendo lo contrario, y resulta que el narrador le atin¨® a todas y el cr¨ªtico m¨¢s serio y m¨¢s importante del pa¨ªs andaba medio desenganchado, pues s¨ª ves que es un tema acerca de la cultura en t¨¦rminos geogr¨¢ficos tambi¨¦n, ?no?
P. En un primer momento fuiste reconocido como poeta. A partir de Canci¨®n de tumba lo has sido como narrador, pero tambi¨¦n has incursionado en la no ficci¨®n, en la cr¨®nica. Es decir, has ido saltando entre g¨¦neros. ?Qu¨¦ cosas de algunas de estas vertientes literarias te llevas a las dem¨¢s? ?Qu¨¦ significa para ti ese trabajo ¡°poliamoroso¡± en t¨¦rminos literarios?
R. Me gusta mucho esa definici¨®n de poliamoroso.... Yo creo que tiene que ver con la migraci¨®n. Para m¨ª tiene que ver con haber salido de Acapulco y haber llegado a Coahuila, y tiene que ver con cosas de la cultura pop. Tiene que ver con mixturas¡ Hay una cierta fuerza inherente, desde mi perspectiva, hacia lo impuro, hacia esa cosa fronteriza¡ Por ejemplo, tiene que ver con la lengua inglesa, yo creo. Yo nunca estudi¨¦ formalmente ingl¨¦s, pero en la calle, en Acapulco, oyes ingl¨¦s todo el tiempo. Los ni?os hablan ingl¨¦s ah¨ª porque andan en la Costera consigui¨¦ndose una moneda. Luego en¡ en la frontera, en Ciudad Frontera, ?yo crec¨ª en un pueblo que se llama Ciudad Frontera! Y la infancia es destino, dicen. Entonces, tambi¨¦n, en ese pueblo la televisi¨®n que ve¨ªa era el canal 8 de Laredo, que es un canal de televisi¨®n en ingl¨¦s. Mi sensaci¨®n es vivir en esa zona fronteriza de lenguajes y la sensaci¨®n de estar escuchando, de este lado de la oreja, rock todo el tiempo, porque es lo que hab¨ªa en la casa y lo que o¨ªa mi hermano mayor, y del otro lado, en el barrio, todo el tiempo cumbias¡ Hab¨ªa una cosa ah¨ª muy flexible. Para aterrizar en la literatura, yo siempre parto de la idea de la poes¨ªa para lo que hago, pero tambi¨¦n son condiciones cognitivas, porque yo siempre empiezo por la oreja, a trav¨¦s de la poes¨ªa. Pero como buen neur¨®tico, como buen obsesivo-compulsivo, quiero que las cosas tengan un cierto orden. Entonces, esta tensi¨®n entre el flujo de lo sonoro y la necesidad de un orden, a m¨ª me empuj¨® desde el principio a la poes¨ªa narrativa y luego a buscar las distintas formas de la prosa. Muchos escritores de mi generaci¨®n se formaron en otras cosas, estudiaron econom¨ªa, o no s¨¦¡ Yo estudi¨¦ letras, que es una cosa que se volvi¨® rara con el paso del tiempo. Y este rollo con las formas... Para m¨ª, m¨¢s que ser experimental es medieval. La literatura medieval era as¨ª, muy impura, y los g¨¦neros estaban mezclados y de repente en las novelas aparece a la mitad un poema, y luego est¨¢n cont¨¢ndote una historia, o digamos Historia, con may¨²sculas, pero est¨¢ narrada como novela¡
P. La literatura del norte del pa¨ªs cobr¨® notoriedad a principios de este siglo en M¨¦xico y dej¨® toda una serie de nombres propios a seguir. Daniel Sada o ?lmer Mendoza ya son escritores del todo el orbe hisp¨¢nico. Roberto Bola?o lleg¨® a decir que Sada era el mejor escritor de su generaci¨®n. Literariamente es muy evidente, digamos, tu filiaci¨®n, pero tambi¨¦n tu tensi¨®n con la literatura del norte. ?C¨®mo te ubicas en ese mapa?
R. Eso tambi¨¦n se me hace que es un tema muy ching¨®n¡ Yo creo que me sent¨ª m¨¢s escritor norte?o en la medida en que no val¨ªa gran cosa serlo, ?no? Como Dani Sada, caracter¨ªsticamente... Porque ese g¨¹ey invent¨® un lenguaje, invent¨® un norte. Yo crec¨ª en la peque?a regi¨®n donde sucede la mayor parte de las p¨¢ginas escritas por Sada y, bueno, es un mundo que escribe de manera muy precisa, y al mismo tiempo que no existe. Es uno que se invent¨® Daniel, con una potencia ling¨¹¨ªstica y una imaginaci¨®n muy impresionantes. Pero Daniel Sada no estaba usufructuando ser un escritor norte?o, digamos, ?no? A m¨ª me importa mucho vivir aqu¨ª, vivir en Saltillo, vivir aqu¨ª en la esquina donde vivo, enfrente de un antiguo cine que pint¨® Edward Hopper. Pero con los temas y las met¨¢foras que se fueron volvieron b¨¢sicas para hablar de ¡°literatura norte?a¡± ah¨ª ya trat¨¦ de pintar mi raya. Todav¨ªa a veces visito esos temas y a veces me cruzo por ah¨ª, pero prefiero que sea por accidente o que yo no me d¨¦ cuenta; no lo busco, incluso trato de irme m¨¢s hacia otro lado, geogr¨¢ficamente y ling¨¹¨ªsticamente. Yo creo que hay muchos discernimientos mitificados de uno como escritor, ?no? Trato de sacarles un poco el cuerpo a esos discernimientos mitificados, a esa noci¨®n de que t¨² eres un ¡°poeta de la tradici¨®n¡± o ¡°de la transparencia¡±, o que eres ¡°un escritor norte?o¡±¡ Todas esas posibilidades y etiquetas me parecen interesantes, pero tambi¨¦n es un riesgo engancharse con ellos y quedarse ah¨ª, porque siento que se te mella el filo. S¨ª, para m¨ª la relaci¨®n con el norte en esta ¨¦poca tiene menos que ver con la literatura que con la vida cotidiana. Me gusta mucho vivir en el norte. Es una zona que me produce muchas im¨¢genes mentales. Y prefiero lidiar con el tr¨¢fico de Saltillo. Dos d¨ªas del tr¨¢fico de Ciudad de M¨¦xico y ya me estoy asfixiando.
P. En Canci¨®n de tumba, pero tambi¨¦n en Un mundo infiel y en tus cuentos, en tus cr¨®nicas, asoma la calle, la vida cotidiana del pa¨ªs. Hay un contexto en el que suceden las cosas y ese contexto es M¨¦xico. ?Qu¨¦ tan importante es para ti contar el pa¨ªs?
R. Los escritores de otras generaciones, y pienso concretamente en Carlos Fuentes, narraron M¨¦xico program¨¢ticamente. Es decir, en la obra de Fuentes, para bien y para mal, hay un programa narrativo en torno a la construcci¨®n y el an¨¢lisis de M¨¦xico. Y para muchos de nosotros eso resulta muy chabacano ya, ?no? Pero tambi¨¦n creo en M¨¦xico como tema, creo que es un pa¨ªs fascinante de narrar. Muchos escritores extranjeros lo vieron as¨ª. Porque M¨¦xico est¨¢ lleno de met¨¢foras acerca del lado oscuro de la carretera. Lo que a m¨ª me pasa con narrar M¨¦xico es que yo voy por el material. Hay una densidad que tienen los materiales y uno va ah¨ª un poco como minero. A m¨ª no me toc¨® Par¨ªs y no me toc¨® tampoco Uganda. Trabajo con lo que tengo a la mano y a veces me gusta ir a otros territorios y a otras culturas, pero siempre inevitablemente las voy a ver con este marco de barbarie. Porque los europeos y los gringos siempre dicen que, de un modo o de otro, nosotros no somos Occidente, somos la periferia. Y yo les tomo la palabra, g¨¹ey: yo soy un pinche b¨¢rbaro, yo soy un pinche b¨¢rbaro latinoamericano, mestizo, injertado de apache y lo que me interesa m¨¢s de la cultura occidental es c¨®mo la puedo barbarizar.
P. Hace a?os se publicaron varias novelas importantes cuyo tema central es la hiperviolencia mexicana y una de las vetas de esa hiperviolencia tiene que ver con la que se ejerce contra los migrantes. T¨² pusiste sobre la mesa una pieza distinta con La casa del dolor ajeno rastreando las ra¨ªces xenof¨®bicas en el pasado, en la masacre de chinos en Torre¨®n. ?Qu¨¦ encontraste en esa indagaci¨®n que te pareci¨® relevante de llevar a este debate abierto?
R. Empec¨¦ queriendo hacer una cr¨®nica de unas veinte p¨¢ginas para publicarla. Mi intenci¨®n era entrevistar taxistas, ese era mi plan original. Y lo que fue saliendo, lo que creo que me peg¨® muy fuerte, fue este rollo de que hayan enterrado a estos g¨¹eyes [las v¨ªctimas de la matanza] en una fosa com¨²n afuera del pante¨®n. O sea, ?ni siquiera como muertos pueden entrar en nuestra realidad? Y para m¨ª eso le pega muy de lleno a mi tesis sobre este tema, que es el combustible que significa la impunidad. Yo creo que la impunidad, y esto funciona en distintas capas, es uno de los elementos que m¨¢s combustible le ponen a la forma en que se practica la violencia en M¨¦xico. Hay muchos factores en distintos lugares para que la violencia se estructure, ?no? Se habla de esto, c¨®mo surgen los grupos violentos y luego pierden su funci¨®n, pero mantienen su poder. O sea, m¨¢s all¨¢ de la guerrilla, m¨¢s all¨¢ de la autodefensa, ah¨ª se van generando estructuras violentas, pero estas estructuras violentas nunca son desarticuladas, para empezar, porque nunca hay un estado de derecho que llegue ah¨ª a decir: ¡°A ver, g¨¹ey, ?qui¨¦n hizo qu¨¦? ?C¨®mo sucedi¨® esto?¡±. Ni siquiera el relato es posible y eso es una de las cosas que si tratas de contar la historia de un feminicida, tratas de rastrear un feminicida en M¨¦xico, va a estar muy dif¨ªcil darle la forma del relato, esa cosa que Revueltas llamaba el realismo dial¨¦ctico. Que la realidad cobre una cierta estructura que la vuelva narrable. Entonces, la impunidad es lo inenarrable y a m¨ª eso es lo que me interesaba sacar de La casa del dolor ajeno. Y por eso no es una novela, sino una cr¨®nica y por eso tiene esta forma como rizom¨¢tica de ir hasta el pasado chino y luego tratar de llegar hasta el presente, incluso hay un pasaje sobre una serie de asesinatos en Apatzing¨¢n o una menci¨®n a Ayotzinapa. Porque para m¨ª el tema es que no hay una estructura narrativa porque no hay un estado de derecho. Uno tiene que inventarse las estructuras narrativas de esta realidad. Tambi¨¦n para m¨ª el tema ah¨ª era pensar c¨®mo un pa¨ªs cuya vida y econom¨ªa dependen tanto de la migraci¨®n puede ser tan ciego frente a quienes migran. Los mexicanos tenemos esta cosa rara que si nos ponen un espejo enfrente todos somos m¨¢s o menos g¨¹eros, ?no? Entonces eso para m¨ª siempre ha sido muy extra?o. Esa ¡°g¨¹erificaci¨®n¡± mental del mexicano me alarma un mont¨®n. En M¨¦xico parecer¨ªa que todos descendemos de Agust¨ªn de Iturbide.... Lo que a m¨ª me interesa mucho decir en La casa del dolor ajeno es que, por ejemplo, la gente de Torre¨®n habla mucho de los migrantes que vinieron de Alemania, y la realidad es que Torre¨®n es una ciudad hecha de migrantes que ven¨ªan de M¨¦xico, que ven¨ªan del centro del pa¨ªs. El 80% de ellos, gente muy pobre y desempleada como en cualquier ciudad que est¨¢ en desarrollo. Entonces, esa como romantizaci¨®n del mexicano, de sus espacios y sus territorios¡ Me pas¨® ahora, m¨¢s all¨¢ del conflicto pol¨ªtico, cuando el gobernador de Jalisco, en un estallido de violencia, dice: ¡°En Jalisco no resolvemos as¨ª las cosas¡±. Y yo pienso: ¡°G¨¹ey, ?d¨®nde estabas mientras el C¨¢rtel Jalisco Nueva Generaci¨®n ha asolado este pa¨ªs?¡±. Y no es por hablar mal del gobernador de Jalisco, ni de Jalisco, esa es la realidad nacional. Hace poco recordaba que Foucault dice que el verdadero enemigo es el fascismo que tenemos en la cabeza y que nos hace amar lo que nos oprime. Eso es algo muy fuerte en M¨¦xico, esos brotes de racismo y esa lucha contra los migrantes en el fondo es convertirnos, como sociedad, en las herramientas de aquello que nos oprime a nosotros tambi¨¦n.
P. En el presente existen una serie de debates que tienen que ver con la posici¨®n que guarda la literatura ante las controversias sociales. Se discute si los personajes de una novela deber¨ªan o no comportarse con respecto a ciertas ¨®pticas o si al momento de abordar un tipo de comportamiento, el escritor est¨¢ justific¨¢ndolo o incluso promovi¨¦ndolo. ?C¨®mo se cruza ese campo minado que queda, a veces, para el escritor?
R. Yo creo que en este momento lo m¨¢s honrado es decir: ¡°G¨¹ey, no s¨¦¡±, yo empezar¨ªa por ah¨ª. En este momento particular estoy en el estado de confusi¨®n por muchas cuestiones sociales y pol¨ªticas, pero tambi¨¦n personales y existenciales. Me recuerda mucho este momento en la juventud cuando empiezas a escribir y no est¨¢s seguro. Est¨¢s ah¨ª como en ese erotismo de lo est¨¦tico, ?no? Tengo dos o tres certezas que no vienen de ninguna clase de sabidur¨ªa, sino de la convicci¨®n. Yo tengo la convicci¨®n de que esta madre [la escritura] es una artesan¨ªa. Y, como artesan¨ªa, tiene una t¨¦cnica. A m¨ª me importan mucho la discusi¨®n social y la discusi¨®n pol¨ªtica, y me gusta estar ah¨ª, pero de pronto me sorprende que la discusi¨®n de lo t¨¦cnico de la literatura haya pasado a un segundo t¨¦rmino. Si yo quisiera discutir a la sociedad, me hubiera formado como soci¨®logo y me dedicar¨ªa a la sociolog¨ªa ?no? La discusi¨®n de lo social es importante, pero porque cruza el barrio donde vivo, que es el barrio de la literatura... Un cineasta puede discutir de filosof¨ªa y puede discutir de identidad de g¨¦nero, pero un cineasta siempre sabe c¨®mo es un emplazamiento, c¨®mo se llaman los encuadres, tiene una conciencia de c¨®mo va a editar y conoce la amplitud de sus lentes. Y t¨² puedes ser una gran compositora y una feminista feroz, pero el mecanismo con el que compones finalmente tiene un principio matem¨¢tico, una t¨¦cnica y un aprendizaje. Si yo tengo que escoger entre un personaje higi¨¦nico para la realidad y un personaje que refleje la realidad en la que vivo, voy a escoger, diez de diez veces, un personaje que refleje la realidad. Entonces, tambi¨¦n creo que eso pasa con los lenguajes pol¨ªticamente correctos, que para m¨ª son una de las cosas que m¨¢s le pegan a la cultura en general. Los lenguajes pol¨ªticamente correctos son f¨¢ciles de practicar. T¨² dices ¡®todes¡¯ y resuelves un problema, el de un falso neutro dentro de un idioma que ha sido hist¨®ricamente sexista. Entonces, ¡®todes¡¯. Es una soluci¨®n muy r¨¢pida, muy f¨¢cil. Y a m¨ª me parece que las soluciones f¨¢ciles no son para una mente que pone la raz¨®n est¨¦tica por delante. M¨¢s all¨¢ de cu¨¢l sea su identidad de g¨¦nero, sexual, etc¨¦tera. Me parece que a la banda que se dedica a las artes, lo que m¨¢s nos mueve y m¨¢s nos interesa son las soluciones dif¨ªciles, porque las soluciones dif¨ªciles lo que hacen es sacar la entra?a del conflicto. Tzvetan Todorov dec¨ªa que el lenguaje f¨¢cil, el lenguaje de la propaganda, se convierte en palabras bellas para camuflar la ausencia de hechos. Entonces, a m¨ª me parece que lo pol¨ªticamente correcto tiende a ponerle un barniz del lenguaje y ponerle un barniz de inclusi¨®n a una realidad que no es incluyente. Ese tambi¨¦n es otro de los temas: a m¨ª me convendr¨ªa ser pol¨ªticamente correcto. En esta ¨¦poca es muy conveniente ser pol¨ªticamente correcto, pero mi realidad cotidiana es que yo soy un g¨¹ey que se dedica a un oficio, tengo cincuenta a?os, lo practico con alguna habilidad y si yo viviera a mil kil¨®metros de donde vivo al norte, vivir¨ªa poca madre, y mi realidad es que vivo a esos mil kil¨®metros al sur y eso ya me parti¨® la madre, y el discurso pol¨ªticamente correcto no lo va a resolver. Y no es como que yo sea un g¨¹ey oprimido, ?no? Pertenezco a la clase media, tengo una cierta estabilidad y un cierto prestigio, y vivo en un pa¨ªs de gente que est¨¢ oprimid¨ªsima y jodid¨ªsima y si me subo en el tren de lo pol¨ªticamente correcto, pues nada m¨¢s estoy haci¨¦ndome g¨¹ey con una realidad que est¨¢ ah¨ª y no solamente con esa realidad, sino con mis carencias.... Finalmente, en ¨²ltima instancia, yo lo que quiero es escribir un libro que sea est¨¦ticamente relevante y que me importe. Me parece una chinga que tengas que escribir cosas que no te importan para que el mundo piense que eres una buena persona. A m¨ª no me importa que el mundo piense que soy una buena persona. Mi hijo tiene 10 a?os y acaba de empezar a escribir una novela¡ Y yo de pronto lo veo escribir toda la ma?ana sin parar y pienso: ¡°G¨¹ey, ?cu¨¢ndo dej¨¦ de pensar as¨ª? ?Cu¨¢ndo dej¨¦ de ser esa clase de escritor que es mi hijo de 10 a?os?¡±. Quiero volver a ser ese g¨¹ey. No quiero que me acepten en el pr¨®ximo partido m¨¢s liberal de M¨¦xico. Lo que quiero es volver a escribir as¨ª, cabr¨®n.
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