El rescate con ¨¦xito de dos ni?as contra la violenta corriente del r¨ªo Tula
La Cruz Roja evacua a una familia que aguant¨® aislada durante 40 horas en un tercer piso en el centro inundado de la ciudad hidalguense
Dos hombres navegan por el centro de Tula en una peque?a barca gris. Hacen de correo entre los vecinos que todav¨ªa est¨¢n aislados y los equipos de ayuda que patrullan la ciudad. ¡°?Hay dos ni?as peque?as atrapadas en un edificio rodeado de agua! Necesitamos ayuda para sacarlas¡±, le ruegan a los integrantes de un veh¨ªculo anfibio de la Secretar¨ªa de Marina. La expedici¨®n de rescate pone rumbo hacia el lugar. Al llegar, se encuentran con una brigada ...
Dos hombres navegan por el centro de Tula en una peque?a barca gris. Hacen de correo entre los vecinos que todav¨ªa est¨¢n aislados y los equipos de ayuda que patrullan la ciudad. ¡°?Hay dos ni?as peque?as atrapadas en un edificio rodeado de agua! Necesitamos ayuda para sacarlas¡±, le ruegan a los integrantes de un veh¨ªculo anfibio de la Secretar¨ªa de Marina. La expedici¨®n de rescate pone rumbo hacia el lugar. Al llegar, se encuentran con una brigada de la Cruz Roja, que ya ha montado un complejo operativo de cuerdas, arneses y mosquetones, y prefieren que el cami¨®n no se acerque demasiado para no provocar m¨¢s corrientes que dificulten la misi¨®n de salvamento. Al otro lado de la calle, en el tercer piso de un callej¨®n sin salida, dos menores de edad, sus padres y dos ancianos esperan a ser evacuados. Llevan m¨¢s de 40 horas en el lugar, cercados por el desbordado cauce del r¨ªo Tula.
En la calle Leandro Valle, que discurre paralela al r¨ªo y ahora es parte de ¨¦l, hay dos coches y un gran cami¨®n atravesados, unas cuerdas naranjas aseguradas en los postes, un equipo preparado de la Cruz Roja y un grupo de vecinos que se asoma expectante desde una esquina. Hay que sacar a una familia con menores y nada puede salir mal.
La primera en llegar hasta la calle, agarrad¨ªsima a uno de los rescatistas, es Loany Mel¨¦ndez. Tiene 13 a?os y le han puesto un chaleco amarillo. Debe cruzar una avenida de dos carriles ahora invadida por la corriente violenta del r¨ªo. ¡°Estaba asustada. Solo me abrazaba muy fuerte del se?or¡±, cuenta a EL PA?S. El avance se hace metro a metro. Detr¨¢s sigue su madre, Areli Hern¨¢ndez, de 34 a?os, que lleva en brazos a Pinky, el perro de la familia. Ambas llegan sin inconvenientes al otro lado.
La parte m¨¢s compleja de la operaci¨®n es con Danna, que solo cuenta con siete a?os y el agua de la calle le llega al pecho. Lleva chaleco y un arn¨¦s para que, aunque caiga, siga amarrada a la cuerda que sujetan firme los miembros de la Cruz Roja. Para cruzar el tramo m¨¢s profundo, el brigadista la alza en brazos y otros dos compa?eros los esperan en la mitad de la corriente. Al final, como en una cadena, los rescatistas se pasan a la ni?a hasta que la alejan del agua. Un rato despu¨¦s, ya en tierra firme, Danna escucha seria a sus padres y solo sonr¨ªe para contar que Pinky es a veces ¡°latoso¡±, aunque se ha portado muy bien durante la evacuaci¨®n, que ha puesto final a dos d¨ªas de angustia y miedo al r¨ªo.
Carlos Mel¨¦ndez, de 36 a?os, reconoce que lleva dos noches sin dormir. Cuando el lunes por la noche empez¨® a llover, ¨¦l y su esposa Areli comenzaron a subir sus muebles y electrodom¨¦sticos a la parte m¨¢s elevada de su vivienda. Residen con las ni?as en un edificio de tres alturas a orillas del r¨ªo Tula, que se desbord¨® el lunes por la noche. Las inundaciones han dejado 17 fallecidos en el hospital del IMSS de la ciudad y 10.000 evacuados.
¡°Entr¨® el agua por las coladeras y cuando nos dimos cuenta ya estaban tronando las puertas de las casas, y todas las primeras plantas se inundaron totalmente¡±, cuenta Areli Hern¨¢ndez. Creen que en la primera noche el agua super¨® los tres metros. La familia lleva d¨¦cadas viviendo en esa privada Leandro Valle. All¨ª residen junto a sus padres, primos y t¨ªos. En la noche del lunes, mientras ve¨ªan c¨®mo el r¨ªo rug¨ªa, Areli, Carlos y las dos ni?as brincaron por las azoteas hasta llegar a la casa de un familiar, para pasar lo que pensaban que ser¨ªa solo un par de d¨ªas todos juntos.
A pesar de la cercan¨ªa de la casa con el Tula, Hern¨¢ndez explica que en un primer momento no se alarmaron en exceso: ¡°Cont¨¢bamos con v¨ªveres suficientes, con comida, latas, agua...¡±. Adem¨¢s, ya ten¨ªan experiencia en estas lides: en 2008, otra riada golpe¨® la ciudad, aunque de forma mucho m¨¢s leve: ¡°Nos confiamos por la inundaci¨®n de hace 13 a?os, que no estuvo tan fuerte¡±.
El martes cuando despertaron, adem¨¢s de haberse quedado sin l¨ªnea telef¨®nica, tampoco hab¨ªa electricidad. El agua baj¨®, ya solo cubr¨ªa 40 cent¨ªmetros, as¨ª que sus primos, con hijos m¨¢s peque?os, aprovecharon para salir con un equipo de rescate. Ellos eligieron quedarse por miedo a las rapi?as que esa madrugada se hab¨ªan cebado con el centro de la ciudad.
El momento cr¨ªtico lleg¨® con el terremoto de 7,1 de magnitud que sacudi¨® el centro de M¨¦xico desde el Estado de Guerrero a las 20.47. Ah¨ª es cuando se asustaron de verdad. ¡°El movimiento fue muy fuerte, adem¨¢s la tierra est¨¢ muy blanda por la inundaci¨®n¡± describe Hern¨¢ndez. Por si fuera poco, por la tarde volvi¨® a llover con fuerza ¡ª¡°la corriente sub¨ªa y sub¨ªa, est¨¢bamos muy pendientes¡±¡ª y abrieron las compuertas para desfogar la presa, ya que las autoridades tem¨ªan que su pared pudiera llegar a romperse ¡ªeste jueves, la presa Endh¨® todav¨ªa se encontraba a un 107% de su capacidad y la presa Requena a un 125%, seg¨²n datos de la presidencia de Tula¡ª. Para las diez y media de la noche, el r¨ªo ya hab¨ªa sumergido las calles otra vez m¨¢s de dos metros. Fue la segunda inundaci¨®n.
El mi¨¦rcoles por la ma?ana, la familia decidi¨® que era el momento de abandonar su hogar. Metieron los documentos y una muda en las maletas, tomaron en brazos a Pinky y esperaron al equipo de rescate. Con ellos salieron los padres de Hern¨¢ndez. Alrededor de las cuatro de la tarde, y solo un rato antes de lo que amenazaba con ser el tercer d¨ªa de inundaciones en el centro por el desfogue de la presa, llegaron los brigadistas gritando hasta la puerta de su casa. Los seis descansan ya en casa de un familiar, fuera de peligro.
El Gobierno y las fuerzas de seguridad est¨¢n concentrando sus esfuerzos en evacuar a los ¨²ltimos vecinos atrapados por el agua que todav¨ªa no hab¨ªan querido dejar sus casas. Aunque las lluvias han parado, las presas que controlan el flujo del r¨ªo Tula siguen por encima de su capacidad. Durante esta semana, la presa m¨¢s grande, la Endh¨®, ha vertido su r¨¦cord hist¨®rico: 579,2 metros c¨²bicos por segundo. Esto quiere decir que, sin abrir las compuertas, las presas siguen soltando agua porque sencillamente ya no cabe m¨¢s, lo que obliga a las autoridades a ir desfog¨¢ndolas para evitar rupturas. En cuanto se abren las presas, el agua vuelve incluso a las calles que ya se hab¨ªan secado. La pregunta es ahora cu¨¢ndo podr¨¢n volver los vecinos a sus casas.
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