Eufrosina Cruz: ¡°Ante la violaci¨®n de los derechos humanos no caben usos y costumbres¡±

En plena infancia, Eufrosina Cruz Mendoza se rebelaba por tener que madrugar para hacer las tortillas y tiraba la mitad de la masa a la cubeta de los cerdos. Su prioridad era irse a la escuela, donde un maestro, Joaqu¨ªn Rodr¨ªguez, le abri¨® un mundo que no cab¨ªa en su pueblito zapoteco. Pronto atisb¨® su destino, que no era el que le ten¨ªan previsto. Recibi¨® por ello las palizas de su padre, el desprecio de la comunidad y, andando el tiempo, dos intentos de atentado por luchar contra la despiadada realidad que viv¨ªan las mujeres de los pueblos ind¨ªgenas. No quiso que la casaran con 12 a?os y muc...

En plena infancia, Eufrosina Cruz Mendoza se rebelaba por tener que madrugar para hacer las tortillas y tiraba la mitad de la masa a la cubeta de los cerdos. Su prioridad era irse a la escuela, donde un maestro, Joaqu¨ªn Rodr¨ªguez, le abri¨® un mundo que no cab¨ªa en su pueblito zapoteco. Pronto atisb¨® su destino, que no era el que le ten¨ªan previsto. Recibi¨® por ello las palizas de su padre, el desprecio de la comunidad y, andando el tiempo, dos intentos de atentado por luchar contra la despiadada realidad que viv¨ªan las mujeres de los pueblos ind¨ªgenas. No quiso que la casaran con 12 a?os y mucho antes de que amaneciera sali¨® caminando de su aldea para pasar a¨²n m¨¢s penurias y soledad. Pero lo consigui¨®: hoy es diputada en el Congreso federal (PRI) y antes fue la presidenta del Congreso de Oaxaca. Desde esos puestos cambi¨® las leyes para que aquellos procesos electorales en donde no participaran las mujeres ind¨ªgenas quedaran invalidados. Todo lo cuenta ahora en un libro, Los sue?os de la ni?a de la monta?a (Grijalbo), la que hund¨ªa sus huaraches en el barro y no sab¨ªa c¨®mo deshacerse de los piojos y las lombrices. Antes de morir, su padre comprob¨® que aquella hija rebelde no se hab¨ªa equivocado, que no volvi¨® al pueblo sola y embarazada, sino que trajo consigo derechos humanos para sus paisanos. En seis a?os, Cruz Mendoza se quiere presentar para gobernadora de Oaxaca. Salvo la alcald¨ªa de su pueblo, frenada por los usos y costumbres, hasta ahora no se le ha resistido ninguna meta. Que tiemblen los Tigres del Norte, porque se ha propuesto que vayan a tocar a Santa Mar¨ªa de Quiegolani, donde naci¨® hace 43 a?os.

Pregunta. Afirma que en los pueblos ind¨ªgenas hay miseria, pero no vulnerabilidad. ?La miseria no trae vulnerabilidad, la falta de colegios, de maestros, de agua corriente?

Respuesta. Lo que trato de manifestar es el poder de la palabra, que hace que tu mente se minimice. Tanto tiempo nos han dicho que somos vulnerables que la mente acaba creyendo que lo es, que no podemos cambiar eso. Por eso recalco mucho esto, se tiene que reaprender a ver a los pueblos ind¨ªgenas. No soy vulnerable porque no me falta el cerebro, sino las oportunidades para aportar mi capacidad, lo que s¨¦ hacer aunado con el conocimiento de afuera: la ciencia y la tecnolog¨ªa de la mano con los saberes de la comunidad.

P. ?Opina que quieren hacerles vulnerables?

R. Por supuesto, el exterior siempre define qu¨¦ es bueno o malo para nosotros, porque somos pocos los que hemos podido llegar a los espacios de toma de decisi¨®n. Si estuvi¨¦semos representados como corresponde a los m¨¢s de 20 millones de personas ind¨ªgenas, cambiar¨ªa la mirada y la menci¨®n de las cosas. Somos poblaci¨®n, personas, con una identidad cultural, pero eso no nos hace diferentes del resto de la sociedad.

P. Los del exterior nos denominan, dice usted. Pero tambi¨¦n las miradas en el pueblo son distintas, no es lo mismo la suya que la de los caciques de su comunidad, ni que de la de su padre, con el que usted pele¨® mucho de peque?a por abrirse espacio. ?Qui¨¦n tiene entonces que decidir qu¨¦ es lo correcto o incorrecto para las comunidades ind¨ªgenas, si se debe dormir en cama o en petate, si las mujeres est¨¢n en el suelo y los hombres sentados?

R. Yo dorm¨ªa en el suelo hasta que vi que mi maestro de escuela ten¨ªa cama y ya quise dormir en una cama. Cuando das posibilidades, que no las hay todav¨ªa en estos entornos, esas posibilidades te dictan lo bueno y lo malo, esa es mi mirada. A mi pap¨¢ nadie le ense?¨® otras posibilidades, ah¨ª nacen, ah¨ª crecen y eso es lo que les toc¨® hacer y cumplir porque siempre se hizo por siglos.

P. ?Dir¨ªa que la izquierda tiene una idea romantizada del mundo ind¨ªgena, cuando defienden por ejemplo que una embaraza sentada en el suelo est¨¢ en comuni¨®n con la tierra en su cosmovisi¨®n? ?O que determinadas cotas de bienestar acaban con la identidad?

R. M¨¢s all¨¢ de la izquierda o la derecha, son las formas en las que vemos. All¨¢ todav¨ªa no se sabe qu¨¦ es izquierda o derecha, el primer objetivo que tenemos como sociedad y como pol¨ªticos es que sepan distinguir eso. Pero el asunto es que, desde el exterior, la mirada de derecha o izquierda defina c¨®mo debe ser la ruta de esas comunidades. Yo he sido muy criticada porque cuestion¨¦ lo riesgos de nacer en la tierra, en lugar de un hospital, o bajo cuidados m¨¦dicos; dec¨ªan que yo quer¨ªa acabar con las costumbres. Yo solo digo que las dos visiones deben caminar juntas: que nazca en el agua si quiere, pero ?qu¨¦ tal si se le atora el pinche cord¨®n umbilical? Se va a necesitar la ciencia. Por eso cuestiono a los antrop¨®logos.

P. Tambi¨¦n entre los ind¨ªgenas se defienden cosmovisiones que no siempre casan con la ciencia.

R. Ya menos, ya hay variedad de visiones, ya hay arquitectos, ingenieros, m¨¦dicas, enfermeras, qu¨ªmicas, agr¨®nomas. La herramienta m¨¢s poderosa para crear nuestra visi¨®n propia es la educaci¨®n, que te ense?a los conceptos y adoptas el que crees mejor, no el que te imponen.

P. Pero a estos como usted que defienden determinados progresos para estas comunidades les dicen que se est¨¢n occidentalizando. Es m¨¢s, no ven en ello progreso, sino un cambio quiz¨¢ indeseable.

R. S¨ª, claro, a m¨ª me han acusado de ser ind¨ªgena ligth o fresa por llevar algunas prendas de ropa. Yo no dejo de ser ind¨ªgena porque me ponga un pantal¨®n, ni unas zapatillas de deporte, ni por jugar en la cancha ?En qu¨¦ momento he perdido mi identidad de ind¨ªgena porque no quiero ser estad¨ªstica? Yo no soy vulnerable, quiero estar presente en la toma de decisi¨®n, que me pregunten si quiero o no la miner¨ªa.

P. ?La quiere?

R. S¨ª, quiero trabajo en mi territorio, pero que los recursos econ¨®micos se queden en ¨¦l y que todo tenga el valor que necesitamos; lo estamos viendo con el mezcal en Oaxaca: en el palenque del maestro se vende a 450 pesos el litro, pero el intermediario se queda todo cuando sale fuera, porque en la ciudad, etiquetado, se vende a m¨¢s de 3.000 el litro. ?Qu¨¦ pretendo entonces con esta mirada comercial? Pues decir que tambi¨¦n somos capaces de ser empresarios y negociantes y de poner valor a nuestro trabajo.

P. Quiere usted caminar hacia el capitalismo, dir¨¢n algunos

R. Si eso es capitalismo, pues al capitalismo, porque genera econom¨ªa propia, en serio. Yo no creo en los subsidios de gobierno, creo en las corresponsabilidades.

P. Usted conf¨ªa plenamente en la capacidad personal para salir adelante, sin ayudas, o incluso luchando contra quienes se oponen a los cambios en casa, en la sociedad, en todas partes. Pero no todos poseen esa capacidad de superaci¨®n, de aguante ante el sufrimiento. Su hermana, sin ir m¨¢s lejos, se cas¨® con 12 o 13 a?os y se qued¨® en la comunidad cumpliendo el papel asignado a las mujeres.

R. Con una ni?a que cambie su entorno, en serio, cambiar¨¢n muchos otros. Esta ni?a que est¨¢ aqu¨ª cambi¨® el entorno de su familia, el del pueblo, y mi hermana aprendi¨® que tambi¨¦n su opini¨®n vale. Todo es un proceso de aprendizaje. Son procesos de evoluci¨®n. Lo que no podemos es decirle a una comunidad que tiene que vivir como hace 100 a?os, perd¨®n.

P. No es decirles que vivan como hace 100 a?os, al rev¨¦s, pero quiz¨¢ s¨ª recibir dinero, ayudas externas, no descargar el futuro bienestar en la voluntad de una ni?a, con todo el sufrimiento que eso acarrea.

R. Pues para eso escrib¨ª este libro. La ONU ya ha fijado la ruta, hay que introducir la ciencia y la tecnolog¨ªa desde la visi¨®n multiling¨¹e, ?por qu¨¦ la izquierda dice que no podemos meter Internet?

P. Tambi¨¦n dice usted que los ni?os de esas comunidades deben aprender espa?ol en las escuelas. Esa frase ya es complicada.

R. Los que piensan as¨ª son antrop¨®logos, lo digo con cari?o y respeto, pero hay otras visiones. En la sierra de Oaxaca, donde el promedio de casamiento de las ni?as sigue siendo de 13 o 14 a?os, se necesitan las tecnolog¨ªas, porque no es el aparato, sino el contenido educativo que se construye con ellos, desde la lengua materna y desde el espa?ol, vivimos en un pa¨ªs donde el contenido educativo se hace desde esta mirada, por eso tiene que conjuntarse ambas.

P. Violencia, ahorcamientos simulados, secuestros expr¨¦s, decapitados. En las comunidades ind¨ªgenas hay delitos que pasan sin castigo.

R. Hay caciques, que son los que tienen un poco de poder econ¨®mico. Y adem¨¢s, lo digo tambi¨¦n, el crimen organizado est¨¢ metido ah¨ª y la presa m¨¢s f¨¢cil es la pobreza y la marginaci¨®n, pero no de la panza, de la mente. Cuando una mente no tiene otras posibilidades de opini¨®n, cree que si el se?or Juan es quien tiene la tienda grandota pues es el que manda y quien lo contradiga se va a morir porque es el que carga una pistola. La educaci¨®n es la herramienta para la paz.

P. ?No cree que se hacen muchas concesiones desde la justicia y la pol¨ªtica con los denominados usos y costumbres para, a cambio, eludir la responsabilidad de proveerles de lo que necesitan?

R. Puede ser, eh, no lo hab¨ªa analizado desde esa mirada. Pero tambi¨¦n creo que hemos avanzado mucho. La nueva generaci¨®n de los que venimos de estas comunidades estamos rompiendo nuestros paradigmas, de verdad. Hay m¨¢s j¨®venes y mujeres en los espacios de poder, que hace 15 a?os era inimaginable.

P. ?No est¨¢n llegando los cambios muy tarde? Las leyes cambian, pero los usos sociales no tanto. El presidente L¨®pez Obrador dice que las ni?as vendidas para el matrimonio son casos aislados.

R. Yo ya he presentado mi iniciativa para que los matrimonios forzados sean delito grave y que est¨¦ en el C¨®digo Penal de mi pa¨ªs, no en los estatales, sino como un cap¨ªtulo nuevo. Pero los caciques se burlan de los derechos humanos. No hay una sanci¨®n consecuente ante ese abuso, pero ante la violaci¨®n del derecho no cabe ninguna costumbre, y as¨ª lo he dicho a las comunidades.

P. ?Si fuera presidenta eliminar¨ªa los usos y costumbres y dejar¨ªa que todo el mundo estuviera simplemente bajo el amparo constitucional?

R. No puedes eliminar el uso y costumbre, porque es parte de la identidad de la poblaci¨®n, pero s¨ª aplicar¨ªa la ley donde se violenten los derechos humanos de quien sea, la ley general, por supuesto. Nos regimos bajo la Constituci¨®n de los Estados Unidos Mexicanos, pero se aplica para unas cosas y otras no. Por ejemplo, yo tengo una credencial de elector que dice que Eufrosina Cruz Mendoza es ciudadana, para eso s¨ª, pero para otras cosas se invoca la autonom¨ªa, eso es invisibilizar, eso no es uso y costumbre. Uso y costumbre es mi zapoteco, o c¨®mo nos organizamos para hacer nuestro trabajo de desarrollo.

P. En las comunidades tampoco se hace mucho caso a las leyes generales en ocasiones.

R. Las comunidades tambi¨¦n deben reconocer la aportaci¨®n y el esfuerzo de las mujeres, las que nos levantamos a las tres de la ma?ana para que se haga el trabajo comunitario, porque si no, ni hay tortillas ni hay fiestas. Nosotras somos las que hacemos todo eso.

P. S¨ª, les pasa a muchas mujeres en el mundo, pero en los pueblos ind¨ªgenas se tapa con la tradici¨®n, quiz¨¢.

R. S¨ª, la comunidad debe aprender a ver el valor de esas mujeres, tambi¨¦n las propias mujeres de las comunidades.

P. Usted reparte palos para los de fuera y para los de dentro.

R. Por supuesto. Yo cuestiono tambi¨¦n a mi mundo. Los de fuera deben aprender a vernos de otro modo, y los de dentro¡­ Que no puedo ir a la cancha, ?qui¨¦n dice que no, si tengo manos? Que no puedo beber mezcal ?qui¨¦n lo dice, si tengo garganta? Y ellos all¨ª, ching¨¢ndose su mezcal en la sacrist¨ªa. Hay que romper esa cotidianidad. Yo le apuesto a los chavos y las chavas.

P. Para pasar de la ley a la costumbre bajo la ley ?qu¨¦ hay que hacer?

R. Para empezar, traducir las leyes a sus lenguas. Los mensajes deben construirse con sus voces. Si no saben leer c¨®mo van a entender qu¨¦ es eso de la igualdad sustantiva.

P. Dice que prefiere hablar de ser mujer que de feminismo. ?Y qu¨¦ es ser mujer?

R. Desde mi concepci¨®n, es el ser humano que concibe vida o que decide no concebir vida, porque tiene esa capacidad. Sin dejar de recibir atenciones, porque eso no es malo. Yo he visto que, a veces, si te abren la puerta lo reprochan, pero eso sigue siendo una atenci¨®n hacia ser mujer.

P. Tambi¨¦n es una atenci¨®n que una mujer le abra la puerta a un hombre. Usted les adjudica como condiciones del ser hombre la generosidad, que sean incluyentes. ?No son esas tambi¨¦n caracter¨ªsticas que deben adornar a las mujeres?

R. S¨ª claro, pero tambi¨¦n lo digo de ellas. Pero a ellos les hace falta m¨¢s, en sus pinches reuniones nada m¨¢s van ellos.

P. Claro, pero esas caracter¨ªsticas no son propias de un sexo o el otro.

R. Yo lo que creo es que en esta lucha por la igualdad les hemos criminalizado a ellos mucho. Yo no responsabilizo a mi pap¨¢ o a mis hermanos, sino a las circunstancias. Ellos tuvieron que aprender que su hija, su hermana, no estaba loca por jugar en la cancha. Ahora ya vamos juntos con el bal¨®n.

P. ?De verdad cree que en su comunidad los hombres est¨¢n criminalizados?

R. Yo creo que en su momento s¨ª que en alguna etapa de esta lucha por la igualdad se les dijo que ellos eran los malos de los malos, pero no, son las circunstancias. Nadie les ense?¨® que invitar a las se?oras en la sacrist¨ªa no era malo, que no les restaba hombr¨ªa.

P. Usted es muy religiosa, ?no cree que las religiones han hecho mucho da?o a la causa de la igualdad entre sexos?

R. Pues en mi caso fue un padre quien me dej¨® leer en la misa, el padre desafi¨® esa regla. La religi¨®n tambi¨¦n se tiene que renovar y evolucionar, porque si no va a perder a sus feligreses.

P. ?Por qu¨¦ est¨¢n siendo tan reticentes los pueblos ind¨ªgenas con las vacunas anticovid?

R. Porque no se les ha explicado. Llegan e imponen. Me dec¨ªan que adentr¨® de ese l¨ªquido [hidrogel] ven¨ªa el virus. No se hizo difusi¨®n sobre qu¨¦ es el covid, c¨®mo se contagia. Cuando no lo cre¨ªan yo les dec¨ªa: no manchen, a ver g¨¹eyes, cuando matamos la pinche res, acaso no usamos el cloro para limpiar y que no huela a chuqu¨ªa, pues el sanitizante tambi¨¦n es cloro. Y ya, pero si no les dices, son recelosos.

P. ?Hasta que todos estos pueblos lleguen al nivel de igualdad que usted sue?a, cu¨¢nto tiempo calcula que puede pasar tal cual van las cosas?

R. No podr¨ªa decirlo, pero s¨ª digo que con una ni?a que cambie su realidad valieron la pena lo desaf¨ªos, las frustraciones, porque todo ir¨¢ cambiando.

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