Amenazas de muerte, familias destruidas y acoso en nombre del ap¨®stol: sobrevivir a La Luz del Mundo
Antiguos miembros cuentan c¨®mo salieron de la congregaci¨®n y el precio que han tenido que pagar por romper el pacto de silencio que protege a la c¨²pula de la organizaci¨®n
Los hermanos de Elisa Flores estaban convencidos de que lo que pasaba era obra del demonio. Se lo hab¨ªan dicho los pastores de la iglesia todos los d¨ªas. Naas¨®n Joaqu¨ªn Garc¨ªa hab¨ªa ca¨ªdo en desgracia por las fuerzas de Satan¨¢s en la Tierra. Esas mismas fuerzas se hab¨ªan apoderado de Elisa, que despu¨¦s de pasar toda una vida en ...
Los hermanos de Elisa Flores estaban convencidos de que lo que pasaba era obra del demonio. Se lo hab¨ªan dicho los pastores de la iglesia todos los d¨ªas. Naas¨®n Joaqu¨ªn Garc¨ªa hab¨ªa ca¨ªdo en desgracia por las fuerzas de Satan¨¢s en la Tierra. Esas mismas fuerzas se hab¨ªan apoderado de Elisa, que despu¨¦s de pasar toda una vida en La Luz del Mundo, de pronto dej¨® de creer en la inocencia del ap¨®stol de Jesucristo, como los fieles llaman a su l¨ªder religioso. ¡°Me dec¨ªan que estaba endemoniada¡±, cuenta Flores. Al cabo de unos d¨ªas, cinco hermanos, sus parejas, sus hijos, t¨ªos, t¨ªas, primos y una comunidad entera le dieron la espalda. Dej¨® de existir para ellos. ¡°Lo perd¨ª todo¡±, afirma.
Todo empez¨® a finales de 2020. Elisa Flores planeaba celebrar el A?o Nuevo en familia y contact¨® a uno de sus ocho hermanos para organizar la fiesta. ¡°?Qu¨¦ piensas de todo lo que est¨¢ pasando con Naas¨®n?¡±, le pregunt¨®. ?l ten¨ªa ya un tiempo de haberse alejado de la congregaci¨®n, ella segu¨ªa adentro. ?l le dec¨ªa que Naas¨®n Joaqu¨ªn Garc¨ªa hab¨ªa sido detenido en junio de 2019 por m¨¢s de una treintena de delitos relacionados con abuso de menores: violaciones, trata de personas, posesi¨®n de pornograf¨ªa infantil. Ella le contest¨® que no era cierto. ?l le comparti¨® una cascada de enlaces para que lo viera con sus propios ojos. Ella a¨²n cre¨ªa en la iglesia: todo era una gran mentira.
Hasta entonces, Elisa hab¨ªa sido instruida por los pastores de su iglesia en la peque?a ciudad texana de Luling a orar las 24 horas del d¨ªa para pedir por la salvaci¨®n del siervo de Dios. De hecho, estaba en uno de los servicios diarios cuando se enter¨® de su arresto. ¡°Nos dijeron que ap¨®stol estaba bien, que no nos preocup¨¢ramos, que or¨¢ramos con todas nuestras fuerzas¡±, recuerda. Al principio, ella pens¨® que quiz¨¢s era un l¨ªo con migraci¨®n o tal vez, un malentendido en el pago de impuestos. ?De qu¨¦ m¨¢s se podr¨ªa acusar a un santo?
Antes del arresto del ap¨®stol Naas¨®n, la iglesia insist¨ªa a los feligreses que el internet era bueno y que deb¨ªan aprovecharlo para ser mejores cristianos. De un d¨ªa para el otro, les ordenaron que dejaran de usarlo. Aquella conversaci¨®n con su hermano, sin embargo, sembr¨® una semilla de curiosidad. Y eventualmente lo vio todo. ¡°Se me vino el mundo encima¡±, comenta. La iglesia que sus padres ayudaron a construir como misioneros y predicando el evangelio desde modestos templos instalados en modestos garajes, la comunidad donde hab¨ªa aprendido a hablar espa?ol, la organizaci¨®n a la que hab¨ªa entregado su vida estaba se?alada por encubrir una maquinaria de explotaci¨®n infantil.
Las cosas hicieron click en su cabeza. Cuando era adolescente fue elegida para servir en una de las casas de Samuel Joaqu¨ªn, el padre de Naas¨®n, que estuvo al frente de la instituci¨®n durante m¨¢s de 50 a?os. A menudo, el ap¨®stol Samuel se llevaba a una de sus compa?eras, de no m¨¢s de 15 a?os, para que lo atendiera en privado. Un d¨ªa, la chica se qued¨® embarazada y le ordenaron que se sometiera a un aborto, asegura Flores. ¡°They took my baby, me quitaron a mi beb¨¦¡±, le confes¨® su amiga. ¡°Si ustedes dicen algo de lo que pas¨® aqu¨ª nadie les va a creer porque yo soy el ap¨®stol de Dios¡±, les dijo Samuel. Los padres de la joven la corrieron de su casa, era una verg¨¹enza para la familia. ¡°No pod¨ªa decir nada¡±, lamenta Flores, ¡°obedecer al ap¨®stol era una bendici¨®n, porque ¨¦l no peca, porque ¨¦l es Dios¡±. ¡°Nos le¨ªan las escrituras para justificarlo¡±, recuerda. ¡°Si ¨¦l me hubiera dicho que me quitara la ropa, lo hubiera hecho, es dios en la tierra¡±, reconoce. ?Ir con la Polic¨ªa? ¡°Muchos de los miembros en Estados Unidos no ten¨ªan papeles, les daba miedo hablar¡±. La historia se repet¨ªa d¨¦cadas m¨¢s tarde: ¡°?C¨®mo no iba a ser verdad lo que hab¨ªa hecho Naas¨®n, si yo misma vi lo que hac¨ªa su pap¨¢?¡±.
¡°Las mujeres ten¨ªamos que ser sumisas, est¨¢bamos ah¨ª para servir¡±, afirma Karen Aguilera, nieta de un pastor de la iglesia. ¡°Siempre ¨ªbamos en segundo lugar, siempre ten¨ªas que decir que s¨ª, siempre deb¨ªas estar disponible, era muy frustrante¡±, explica. Cuando ten¨ªa 13 a?os, una de sus amigas no cab¨ªa de la emoci¨®n: hab¨ªa sido elegida para servir en la casa del ap¨®stol Samuel. Les cont¨® que hab¨ªa ido a su rec¨¢mara y que le hab¨ªan permitido sobar sus pies y su espalda. ?l estaba tan complacido que planeaba nombrarla su masajista personal. ¡°C¨¢llate, no vuelvas a decir eso¡±, le dijo otra chica que hab¨ªa estado en la ¡°casa apost¨®lica¡±: ¡°Lo que pasa en la casa del siervo de Dios no se comenta con nadie¡±.
El caso contra Naas¨®n Joaqu¨ªn Garc¨ªa se construy¨® sobre el relato de cinco chicas, casi todas menores de edad, que fueron seleccionadas como parte de un grupo de ¡°doncellas¡±. Otro grupo de mujeres, asistentes al servicio del ap¨®stol, les ense?aban que sus labores no se limitaban a tareas dom¨¦sticas y las instru¨ªan a complacerlo con bailes sugerentes, fotograf¨ªas en lencer¨ªa, tocamientos y encuentros sexuales.
Las personas que han alzado la voz contra la organizaci¨®n aseguran que la cadena de abusos se extiende a cientos de v¨ªctimas a lo largo de d¨¦cadas. ¡°La iglesia es una fachada, estamos hablando de una secta, una organizaci¨®n criminal¡±, explica Daniel Mendoza, esposo de Karen Aguilera. En 1997 emergieron las denuncias contra Samuel Joaqu¨ªn en la prensa, pero nunca llegaron a los tribunales. Antes, Eusebio Joaqu¨ªn, abuelo de Naas¨®n, enfrent¨® tambi¨¦n acusaciones de ¨ªndole sexual, pero nunca se resolvieron en un tribunal.
¡°Claro que hab¨ªan sospechas, t¨² ve¨ªas entrar y salir chicas y luego no las volv¨ªas a ver¡±, dice Aguilera. ¡°Pero nadie te dec¨ªa Samuel me viol¨® y eso opacaba el grito de tu consciencia¡±, complementa Mendoza. EL PA?S contact¨® la semana pasada a los voceros de La Luz del Mundo para realizar una entrevista, pero no recibi¨® respuesta. Pese a que Naas¨®n Joaqu¨ªn confes¨® haber abusado de por lo menos dos menores, la instituci¨®n sostiene su inocencia.
¡°Es parte del lavado de cerebros¡±, comenta Mendoza. ?l y su esposa trabajaron por a?os en el aparato de comunicaci¨®n social y propaganda de la iglesia y explican c¨®mo funciona la barrera informativa que impera en La Luz del Mundo: se controla todo lo que viene de fuera de la iglesia y todo lo que se cuenta de lo que sucede dentro. ¡°Se habla de cinco millones de fieles, pero en realidad son menos de un mill¨®n¡±, se?ala Mendoza, ¡°la iglesia camufla informaci¨®n, infla cifras, manipula a la gente con mentiras y solo con lo que ellos quieren que vean¡±. Todav¨ªa esta semana, miles de feligreses oraban afuera de los templos por la liberaci¨®n de su l¨ªder, no sab¨ªan que ya hab¨ªa confesado.
¡°Es como vivir en una burbuja¡±, se?ala Francisco Espinoza, un antiguo miembro que abandon¨® la congregaci¨®n al enterarse del caso contra Naas¨®n Joaqu¨ªn. Cada vez que la iglesia ha estado en el centro de los esc¨¢ndalos se redobla la apuesta: las acusaciones contra Samuel Joaqu¨ªn significaron un giro autoritario y personalista al interior de la iglesia a finales de los noventa. Su hijo continu¨® la tendencia. ¡°El ap¨®stol era todo, todo¡ era Dios¡±, cuenta Elisa Flores, una madre soltera que no llegaba a fin de mes, pero en alg¨²n punto se endeud¨® para dar m¨¢s de 1.000 d¨®lares al mes en ofrendas, diezmos y regalos para el ap¨®stol. ¡°Te hac¨ªan creer que sin ¨¦l no eras nada¡±.
Daniel Mendoza y Karen Aguilera abandonaron la iglesia pr¨¢cticamente al momento que Naas¨®n inici¨® su ¡°apostolado¡±, a finales de 2014. No estaban de acuerdo con el rumbo que estaba tomando la iglesia, pero no pod¨ªan ser muy vocales al respecto: los miembros est¨¢n obligados a acusar a cualquiera que hable mal del ap¨®stol, sean sus esposos, hijos, hermanos o amigos. ¡°En cuesti¨®n de d¨ªas pasamos de ser miembros respetados de la iglesia a chivos expiatorios, perros que merec¨ªan la muerte¡±, cuenta el matrimonio. ¡°Toda esa gente, lo peor de la comunidad, se qued¨® al frente de todo¡±, agrega.
¡°Rompieron los vidrios de nuestra casa, nos dejaban mensajes debajo de nuestra puerta, rayaron nuestro coche, nos enviaban amenazas de muerte por redes sociales¡±, asegura Mendoza. Poco a poco, las intimidaciones subieron de tono. ¡°Apedrearon a mi hija, nos hac¨ªan se?as de que nos call¨¢ramos con una pistola, a veces solo mostraban las armas para que no dij¨¦ramos nada¡±, narra. ¡°Ah¨ª supimos que nos ten¨ªamos que ir¡±, se?ala. Se mudaron a otra parte de M¨¦xico y los encontraron. Ahora est¨¢n en Estados Unidos, donde las amenazas no cesaron, incluso con el l¨ªder religioso en la c¨¢rcel.
¡°Me han dicho que ya saben donde vivo, que me van a hacer pagar, que soy un traidor¡±, cuenta Espinoza, que tambi¨¦n ha perdido contacto con sus padres y sus dos hermanos. ¡°Al menos, una siete mujeres que conozco me han contado de forma muy cruda las cosas que vivieron, pero la mayor¨ªa no quiere hablar¡±, afirma. ¡°Tienen miedo¡±. A pesar de todo, Espinoza ya no pod¨ªa seguir dentro. ¡°En una ocasi¨®n, antes de que fuera ap¨®stol, Naas¨®n se masturb¨® enfrente de m¨ª¡±, asegura. ¡°?l era como un padre para m¨ª, toda la imagen que ten¨ªa de ¨¦l se desmoron¨®¡±. Cuando se hicieron p¨²blicas las acusaciones abandon¨® la comunidad. ¡°Lo que m¨¢s me duele es que mi pap¨¢ y mi mam¨¢ est¨¢n llorando por alguien que cometi¨® todos estos cr¨ªmenes¡±, lamenta. ¡°Esta religi¨®n es como una droga, es muy dif¨ªcil de dejar¡±.
Naas¨®n Joaqu¨ªn fue sentenciado a una pena reducida tras llegar a un pol¨¦mico acuerdo con la Fiscal¨ªa, que lo libr¨® de pasar el resto de su vida en prisi¨®n. En la ¨²ltima audiencia, los testimonios de las v¨ªctimas volvieron a sacar a la luz el recuento de la ola expansiva de da?os del ¨²ltimo esc¨¢ndalo de La Luz del Mundo: ni?os y ni?as abusados, familias separadas, personas humildes que lo entregaron todo, denunciantes que han sido linchadas en redes sociales y amenazadas por la comunidad que adoraron. ¡°No hay un solo d¨ªa en que no sintiera verg¨¹enza y culpa de haber pertenecido y defendido a esta secta, es algo con lo que he tenido que vivir toda mi vida¡±, admite Mendoza, que trabaja en un libro sobre su salida de la organizaci¨®n.
¡°Me duele mucho, sobre todo por las personas que siguen ah¨ª y por los que saldr¨¢n y se sentir¨¢n perdidos¡±, afirma Flores. Le tom¨® varios meses recuperar su vida, pero al cabo de un tiempo, tom¨® las fotos de Naas¨®n Joaqu¨ªn y las arroj¨® a la chimenea. ¡°Por primera vez me sent¨ª libre¡±, dice aliviada. Se puso aretes y us¨® pantalones, algo prohibido para las mujeres en La Luz del Mundo, y descubri¨® que gastar su dinero en irse de vacaciones, en vez de darlo en ofrendas y diezmos, no hizo que se fuera al infierno.
El acuerdo de culpabilidad desat¨® la indignaci¨®n entre aquellos que pusieron su vida en riesgo para denunciar a Naas¨®n Joaqu¨ªn y buscar que fuera condenado a cadena perpetua. No hubo juicio. No respondi¨® por delitos como trata de personas, violaci¨®n y posesi¨®n de pornograf¨ªa infantil. No se rompi¨® el pacto de silencio alrededor de la instituci¨®n. No se sent¨® un precedente para terminar con los abusos. No se rompi¨® el pacto con el ap¨®stol, pese a los gritados desesperados para exigir que se hiciera justicia. Todo eso estaba en juego en estos d¨ªas, en tres a?os que dur¨® el caso.
Para muchos, sin embargo, no es el final de la historia. ¡°La iglesia nunca va a poder superar el golpe medi¨¢tico, an¨ªmico y moral porque jam¨¢s vas a poder hablar de La Luz del Mundo sin tocar el tema de que los dirige un ped¨®filo¡±, zanja Mendoza. El autoproclamado ¡°siervo de Dios¡± a¨²n enfrenta demandas civiles en Estados Unidos, investigaciones en M¨¦xico y la posibilidad de que una instancia federal investigue otras acusaciones. Por mientras, el l¨ªder religioso estar¨¢ 16 a?os y ocho meses en la c¨¢rcel, y decenas de antiguos fieles buscar¨¢n su propio camino hacia la libertad.
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