Los desorbitados precios de las terrazas del Z¨®calo: seis d¨®lares por un taco y 10 por una cerveza
La Procuradur¨ªa del Consumidor sanciona a algunos de los restaurantes situados en la calle Monte de Piedad de Ciudad de M¨¦xico por enga?os a los clientes
Gritan desde arriba, encaramados en los balcones: ¡°Amigo, amiga, ?quieren subir a la terraza? Hey, restaurant service?¡±. El centro hist¨®rico de Ciudad de M¨¦xico est¨¢ atestado, los gritos se mezclan con los organilleros y el papel picado. Es temporada de D¨ªa de Muertos, una de las mayores festividades en el pa¨ªs, y la multitud que avanza por la calle Francisco I. Madero solo llega a ver otros cientos de nucas en direcci¨®n al Z¨®calo y sus catrinas. La mayor plaza d...
Gritan desde arriba, encaramados en los balcones: ¡°Amigo, amiga, ?quieren subir a la terraza? Hey, restaurant service?¡±. El centro hist¨®rico de Ciudad de M¨¦xico est¨¢ atestado, los gritos se mezclan con los organilleros y el papel picado. Es temporada de D¨ªa de Muertos, una de las mayores festividades en el pa¨ªs, y la multitud que avanza por la calle Francisco I. Madero solo llega a ver otros cientos de nucas en direcci¨®n al Z¨®calo y sus catrinas. La mayor plaza de Am¨¦rica Latina parece peque?a estos d¨ªas. En Monte de Piedad, una de las calles que cierra la explanada, se vende oro abajo y arriba se aglutinan los restaurantes. A codazos los meseros se pelean por atrapar clientes: aqu¨ª gana quien se lleva al turista. Y su propina.
En estos locales, una orden de tres tacos llega a los 350 pesos ¡ªunos 18 d¨®lares¡ª y una cerveza de medio litro a 280 ¡ª14 d¨®lares¡ª. En un pa¨ªs donde el salario m¨ªnimo mensual apenas supera los 5.200 pesos, en las terrazas con vista a Palacio Nacional, el centro m¨¢ximo de Gobierno, se paga a 380 el guacamole. El n¨²mero 11 y 13 de la calle Monte de Piedad protagonizan las denuncias que ha recibido la Profeco (Procuradur¨ªa Federal del Consumidor) por enga?os en los precios. ¡°Actualmente se siguen procedimientos administrativos de sanci¨®n a cuatro establecimientos por no exhibir o no respetar precios y por cargos indebidos en la cuenta¡±, confirma la dependencia a EL PA?S.
Los abusos investigados en estas terrazas abarcan desde inflar los precios que se muestran en la carta ¡ªomitiendo el 16% del IVA en el men¨², por ejemplo¡ª, obligar a pagar el 20% de propina o cobrar un cover solo por estar en la terraza. Todo esto, que lleva tiempo funcionando, explot¨® hace un par de semanas con el tuit de la periodista Betzab¨¦ Zumaya: ¡°Me vieron la cara de turista en mi propio pa¨ªs, qu¨¦ decepci¨®n¡ Llev¨¦ a unos amigos chilenos a una terraza frente a Palacio Nacional y esta fue la cuenta, unos tacos de arrachera de casi 500 pesos, sigo sin creerlo¡±.
La publicaci¨®n gener¨® una oleada de indignaci¨®n, la intervenci¨®n del Gobierno de Claudia Sheinbaum y la visita de la Profeco a estas instalaciones. Despu¨¦s de varias reuniones se publicaron algunos puntos b¨¢sicos como la no discriminaci¨®n dentro de los locales y la obligaci¨®n de ¡°adquirir los productos con los precios y montos informados¡± u ¡°obtener factura de compra¡±. En el recorrido realizado por este peri¨®dico por varios de estos locales algunas pr¨¢cticas s¨ª se han cambiado, otras parecen irremediables.
¡°Las ratas del centro¡±
A las terrazas ubicadas en el edificio de Monte de Piedad 11 y 13 se ingresa por un pasillo estrecho rodeado de comercios de joyer¨ªa y casas de cambio. En la entrada, un seguridad vestido de negro recita las opciones: hay hasta seis restaurantes por terraza, todos est¨¢n controlados y el funcionamiento es el mismo. No los busquen en Google por su nombre real, a estos locales los usuarios les han cambiado el nombre a ¡°Las ratas del centro¡±. La puntuaci¨®n ¡ª1,3 estrellas sobre cinco¡ª va acompa?ada de historias de terror.
En el primero, segundo, quinto y sexto piso los restaurantes comparten las mesas peque?as y las sillas inc¨®modas. Pese a la variedad de opciones, el cliente es el ¨²ltimo en decidir sobre su destino. Desde antes de entrar alguien ha resuelto su suerte. Los establecimientos contratan a personas dedicadas a pescar personas desde la calle y llevarlos a una mesa. A estos voceadores les pagan una comisi¨®n por cada una que logran hacer entrar.
Al fondo del pasillo hay un elevador, donde un hombre ejerce de ascensorista, o m¨¢s bien de cancerbero. Otra persona desciende aprisa y dice: ¡°Va conmigo¡±. El encargado barajea algunas tarjetas, elige una, la entrega y dice: ¡°Este es el lugar que lo va a atender¡±. Arriba ya lo espera un mesero. Si hay lugar en el balc¨®n, el cliente se sienta. Si no, toma otro lugar y hace fila. Cuando le consiguen lugar afuera, la persona que lo pesc¨® a gritos bromea: ¡°?Ya me gan¨¦ una propina!¡±.
En estas terrazas sol¨ªan cobrar unos 50 pesos (2,5 d¨®lares) por ¡°derecho de balc¨®n¡± y 60 por la entrada, seg¨²n las denuncias hechas en redes sociales. Tras el esc¨¢ndalo, en cada piso con terraza se han colocado unos nuevos letreros de advertencia: ¡°En este establecimiento no se cobra cover ni derecho de terraza. Cualquier anomal¨ªa den¨²nciela a la Profeco¡±.
En el Lucky¡¯s, uno de los restaurantes a los que la dependencia ha abierto un procedimiento administrativo, no hay carta impresa. Para ver el men¨², el cliente debe ingresar a un sitio de internet mediante un c¨®digo QR. El men¨² de bebidas est¨¢ alojado ¨²nicamente en el celular del mesero, que este le presta al cliente para que lo hojee a las prisas. De los nachos con arrachera a 310 pesos (16 d¨®lares) a los 90 del caf¨¦ americano (cinco d¨®lares). Aqu¨ª no se aceptan pagos con tarjeta. Si el cliente no trae efectivo, le piden ir a un cajero a sacar dinero, o hacer una transferencia electr¨®nica. Tampoco dan copia de la cuenta: ¡°Debemos qued¨¢rnosla para llevar un control¡±, justifican.
Cuatro pisos m¨¢s arriba Ivonne se pone nerviosa cuando el cliente fotograf¨ªa la nota, donde han arrancado el nombre del restaurante. ?Puedo preguntar por qu¨¦ le tomas una foto?¡±, dice la camarera, ¡°los precios son los de la carta, puede comprobarlos¡±. La joven explica nerviosa que a ra¨ªz del esc¨¢ndalo ¡°corrieron a muchos compa?eros¡±. Los despidos, dice, se han dado cuando los clientes llaman a la patrulla de polic¨ªa por no estar de acuerdo con los precios. ¡°Son un poco elevados, pero porque este es un lugar tur¨ªstico¡±, apunta. A solo un par de n¨²meros, en La Terraza, del hotel Majestic, con las mismas vistas sobre el Z¨®calo y Palacio Nacional, los precios bajan a la mitad. Un trozo de arrachera acompa?ada de nopales es m¨¢s cara en Monte de Piedad que en los restaurantes fresas de la Roma y la cerveza supera el precio de la de Qatar, considerado el lugar m¨¢s caro del mundo para beberla.
En el restaurante Sabores de M¨¦xico, otro de los lugares investigados por la Profeco, las denuncias calaron y tuvieron repercusiones. La mesera pregunta amable si se quiere dejar propina. En M¨¦xico imponer un monto es ilegal. Mira a su alrededor y apunta: ¡°Mire c¨®mo estamos vac¨ªos¡±. Afirma que a esta hora, las tres de la tarde y con las fiestas de Muertos ya acabadas, en otra ¨¦poca estaban a rebosar de comensales. ¡°Las redes sociales lo destruyen todo¡±, juzga. Cuenta que sus patrones no le pagan un sueldo, que lo que gana depende enteramente de las propinas y que las denuncias han puesto en riesgo su sustento. Esa circunstancia explicar¨ªa que los meseros se esmeraran en cargar altas propinas a las cuentas. ¡°Desgraciadamente, las cosas malas que hicieron unos nos afectaron a todos¡±, se lamenta.
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