La orfandad del centro
La opini¨®n p¨²blica parece haber adoptado los usos y costumbres de las redes sociales que suelen premiar al discurso categ¨®rico y descalificado
La divisi¨®n del mundo en blanco y negro, en buenos y malos, en conservadores o progres, no solamente dinamita la pluralidad, al reducir las opciones electorales a un panorama exclusivamente binario, tambi¨¦n deja en la orfandad a las corrientes del centro pol¨ªtico e ideol¨®gico de una sociedad. La opini¨®n p¨²blica parece haber adoptado los usos y costumbres de las redes sociales que suelen premiar al discurso categ¨®rico y descalificador. En Europa y en ...
La divisi¨®n del mundo en blanco y negro, en buenos y malos, en conservadores o progres, no solamente dinamita la pluralidad, al reducir las opciones electorales a un panorama exclusivamente binario, tambi¨¦n deja en la orfandad a las corrientes del centro pol¨ªtico e ideol¨®gico de una sociedad. La opini¨®n p¨²blica parece haber adoptado los usos y costumbres de las redes sociales que suelen premiar al discurso categ¨®rico y descalificador. En Europa y en Am¨¦rica, medios de comunicaci¨®n y votantes castigan las posiciones conciliadoras y atemperadas, para privilegiar a los actores y partidos pol¨ªticos que apelan al reclamo, si no es que al odio y a la descalificaci¨®n de sus rivales.
No se trata de una cuesti¨®n acad¨¦mica o de hacer teor¨ªa sociol¨®gica, sino de realidades puntuales, y el caso de M¨¦xico lo ilustra con claridad. ?Por qui¨¦n votar¨ªa en este momento un ciudadano que, si bien coincide en la necesidad de un proyecto de pa¨ªs m¨¢s responsable con los pobres, se siente inc¨®modo con los modos de hacer de Morena, con algunas decisiones o muchas de parte de la 4T o rechaza el lema obradorista ¡°conmigo o contra m¨ª¡±? Francamente, un elector interesado en el centro ideol¨®gico lo tiene dif¨ªcil.
Por el lado del PRI, el proceso de degradaci¨®n pol¨ªtica y moral que parece no tener fondo lo hace cada vez menos atractivo, si es que alguna vez lo fue. Incluso aquellos que supon¨ªan que hab¨ªa una versi¨®n decente del gobierno de la tecnocracia y que luego de las decepciones de los Videgaray, cre¨ªa que hab¨ªa que seguir explorando con figuras ¡°Meade¡± o equivalentes, entender¨¢n que el dominio del partido por parte de ¡°Alito¡± Moreno cancel¨® esa posibilidad. M¨¢s a¨²n, lo que est¨¢ experimentando el PRI no solo es una disminuci¨®n cuantitativa, sino tambi¨¦n una transfiguraci¨®n cualitativa. A pesar de sus defectos, el PRI siempre tuvo la virtud de constituir una confederaci¨®n de fuerzas pol¨ªticas. Naci¨®, justamente, como una federaci¨®n de jefes pol¨ªticos regionales para impedir la emergencia de un caudillo o jefe ¨²nico y gracias a ello se dejaron atr¨¢s los alzamientos militares y el derramamiento de sangre de la posrevoluci¨®n. Y si bien los presidentes en turno se convert¨ªan en la cabeza del partido, el relevo sexenal obligaba a tomar en cuenta las distintas corrientes y los l¨ªderes de organizaciones campesinas y obreras.
Eso cambi¨®. Al perder base territorial (gubernaturas) y base social (corporaciones populares), al PRI solo le est¨¢ quedando el mismo activo pol¨ªtico con el que cuenta el PVEM o el PT: un porcentaje de votos (y esca?os) para entregar a un partido mayor a cambio de prebendas y posiciones. No es casual que con Alito el PRI est¨¦ adquiriendo otro de los rasgos de esos partidos: convertirse en ¡°propiedad¡± de una persona, como es el caso del PT con la familia Anaya o EL PVEM con el Ni?o Verde. La degradaci¨®n del PRI puede ser una tragedia pol¨ªtica en tanto partido, pero como negocio personal puede convertirse en un golpe de loter¨ªa. Con la extensi¨®n de su mandato, Alito estar¨ªa trabajando la posibilidad de brincar la pr¨®xima elecci¨®n, impulsar las candidaturas de sus incondicionales y negociar las alianzas electorales que hagan irreversible su control indefinido. En resumen, el PRI, como el PT o el PVEM solo ser¨ªa opci¨®n para un votante distra¨ªdo.
Mejor suerte tendr¨ªa Movimiento Ciudadano. El problema ac¨¢ reside en la escasa claridad de sus plataformas pol¨ªticas, en el control absoluto por parte de viejos cuadros pol¨ªticos refractarios a la apertura real a la sociedad civil y el oportunismo en la selecci¨®n de candidaturas a partir de la celebridad y al margen de convicciones ideol¨®gicas. M¨¢s que una opci¨®n socialdem¨®crata, como gusta definirse, la falta de militancia real o posiciones pol¨ªticas lo condenan a ser tan competitivo como la figura a la que recurra en cada candidatura.
La pregunta de fondo que se hacen empresarios, clases medias, c¨ªrculos acad¨¦micos, intelectuales, medios de comunicaci¨®n es qu¨¦ tan viable ser¨ªa recurrir al PAN. As¨ª lo hicieron en 2000 en la elecci¨®n de Vicente Fox y en menor medida en 2006 con Felipe Calder¨®n. Pero est¨¢ claro que lo que vieron les hizo cambiar de opini¨®n para 2012 y 2018. El PAN fue un digno partido de oposici¨®n, pero una vez convertido en gobierno (federal o estatal) sus cuadros han carecido de una visi¨®n de Estado que s¨ª han tenido, pese a todo, el PRI, el PRD original y Morena. La mayor evidencia es que ninguno de los precandidatos que hoy podr¨ªa presentar son percibidos como ¡°material presidencial¡±. Ciertamente, podr¨ªa haber un votante de centro que, sin ser atra¨ªdo por el PAN opt¨¦ por esta opci¨®n como un voto de protesta a Morena, como seguramente fue el caso en la Ciudad de M¨¦xico en las elecciones intermedias el a?o pasado. Pero la coyuntura no hace nido. Tendencialmente, el PAN resulta insuficiente para todo ciudadano consciente de la desigualdad social, de la incapacidad del panismo para ofrecer una opci¨®n viable o atractiva a las grandes mayor¨ªas desprotegidas, y de la ausencia de figuras capaces de hacerse cargo de la inconformidad de los sectores populares.
Lo cual nos regresa a Morena. Hasta ahora el presidente no ha modificado su beligerancia discursiva contra las posiciones de centro; y digo discursiva porque en la pr¨¢ctica sus pol¨ªticas p¨²blicas han sido bastante moderadas para el tercio m¨¢s pr¨®spero de la sociedad, del cual forman parte o aspiran a formar parte las clases medias y el centro ideol¨®gico. Pero en pol¨ªtica predominan las percepciones. Tengo la impresi¨®n, y me parece que el propio presidente as¨ª lo ha asumido, que su sucesor har¨¢ una pol¨ªtica de acercamiento y conciliaci¨®n para sumar aliados al proyecto del cambio; las condiciones est¨¢n maduras porque, salvo para el caso de los profesionales de la oposici¨®n y de la comunicaci¨®n, la sociedad y los empresarios est¨¢n hartos de la polarizaci¨®n y listos para buscar convergencias. El presidente lo sabe, pero prefiere no ser ¨¦l quien lo haga, lo cual significar¨ªa que mantendr¨¢ los tambores de guerra hasta el ¨²ltimo momento. Habr¨¢ que ver el margen de libertad que tenga el candidato en campa?a para hacer un gui?o a un electorado m¨¢s diversificado que la enorme base del obradorismo. Podr¨ªa no necesitar hacerlo para ganar, aunque tarde o temprano ser¨¢ indispensable para gobernar.
Por lo pronto, lo dicho, el votante de centro no lo tendr¨¢ f¨¢cil. Distinto al caso de la izquierda que no necesariamente coincide con el obradorismo, pero ese ser¨ªa otro tema.
Twitter: @jorgezepedap
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