?Encuestas o L¨®pez Obrador? Elecci¨®n de candidatos
?Qu¨¦ pas¨® en Coahuila y qu¨¦ lecciones pueden desprenderse para efectos de la precandidatura presidencial del pr¨®ximo a?o? Van tres hip¨®tesis
Morena design¨® a un candidato al gobierno de Coahuila que no era el preferido del presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Se dice r¨¢pido, pero la noticia cimbr¨® certezas y lugares comunes escritos en bronce y m¨¢rmol sobre la sucesi¨®n presidencial. En casi una veintena de comicios estatales a lo largo de este sexenio, hab¨ªan coincidido la supuesta simpat¨ªa del presidente por un precandidato y las preferencias de voto mostradas en las encuestas. La voluntad de Palacio y el gusto de los ciudadanos sondeados constitu¨ªan una y la misma cosa. Lo de Coahuila rompe lo que parec¨ªa un inexorable maridaje.
O por lo menos esa es la conseja que hab¨ªa corrido hasta ahora en pasillos y columnas pol¨ªticas. En realidad, habr¨ªa que matizar. En muchas de estas elecciones el presidente no ha tenido un candidato propio dentro de Morena en competencia con los restantes; m¨¢s bien ha palomeado a los interesados o, en alguna ocasi¨®n, planteado objeciones o preocupaciones sobre determinados precandidatos. Y hay que decirlo, una opini¨®n negativa suya sobre una determinada figura suele ser asumida como un veto por parte de la dirigencia de Morena. Y no pod¨ªa ser de otra manera, trat¨¢ndose del l¨ªder m¨¢ximo y fundador del movimiento. M¨¢s bien, el presidente se asegura de que los posibles contendientes est¨¦n en posibilidades de ganar y tengan tama?os para presidir una entidad.
Eso en muchos casos, pero no en todos. Claramente hay otros en los que por razones que remiten al c¨¢lculo pol¨ªtico o a compromisos y lealtades hist¨®ricas, L¨®pez Obrador habr¨ªa impulsado a un candidato de su preferencia. Entre otros, Campeche (Layda Sansores), Guerrero (los Salgado), Estado de M¨¦xico (Delfina G¨®mez). Por alguna raz¨®n, son situaciones en las que nadie pone en duda que los resultados reflejaron los deseos del mandatario. Y no necesariamente tendr¨ªa que explicarse por una mano negra que ajusta el saldo de las encuestas, como han sugerido en ocasiones los candidatos derrotados; podr¨ªa bastar la lectura que hacen los votantes de la simpat¨ªa de AMLO por uno de los contendientes.
Coahuila rompe el esquema porque hubo gestos que fueron interpretados como un impulso de parte de Palacio a la candidatura del subsecretario de Seguridad P¨²blica, Ricardo Mej¨ªa, para contender en la elecci¨®n de gobernador dentro de seis meses. Si bien el funcionario tiene una trayectoria local importante, los cargos de los ¨²ltimos a?os lo hab¨ªan alejado de la entidad y acusaba una clara desventaja frente a su principal rival, Armando Guadiana, senador de Morena. En consecuencia, Mej¨ªa despleg¨® una febril actividad en Coahuila, tolerada por la presidencia, pese a las cr¨ªticas, no siempre bien intencionadas, de que su campa?a compromet¨ªa sus responsabilidades a cargo de un ¨¢rea tan exigida como es la de la Seguridad P¨²blica.
M¨¢s sintom¨¢tica a¨²n fue la decisi¨®n del presidente de hacerlo comparecer cada jueves en la Ma?anera para dar cuenta de aprehensiones meritorias o para cuestionar desempe?os de algunos jueces. Un escaparate may¨²sculo que su rival asumi¨® como un piso deliberadamente disparejo. En suma, propios y extra?os, con raz¨®n o sin ella, entendieron que el presidente hab¨ªa tomado una decisi¨®n y esta se reflejar¨ªa en las encuestas. No fue as¨ª. Como es sabido, esta semana Mario Delgado, l¨ªder de Morena y brazo leal del presidente, anunci¨® el triunfo de la candidatura de Guadiana como resultado de los sondeos efectuados por el partido, pese a las protestas del candidato ¡°del centro¡±.
?Qu¨¦ pas¨® en Coahuila y qu¨¦ lecciones pueden desprenderse para efectos de la precandidatura presidencial del pr¨®ximo a?o? Van tres hip¨®tesis:
1.- Las encuestas s¨ª deciden. Guadiana gan¨® por el voto popular, como asegura L¨®pez Obrador, y ese ser¨¢ el criterio decisivo por encima de cualquier preferencia. En tal caso, la batalla entre Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ad¨¢n L¨®pez se establecer¨¢ en dos ¨¢reas. Por un lado, la promoci¨®n personal y medi¨¢tica para generar intenci¨®n de voto (como en cualquier parte del mundo). Por otro lado, en la definici¨®n de los criterios de levantamiento de las encuestas: varias empresas independientes para que los resultados sean redundantes (?pero qu¨¦ empresas?) y, sobre todo, la formulaci¨®n de la encuesta.
Y aqu¨ª un par¨¦ntesis. Parecer¨ªa una cuesti¨®n t¨¦cnica, pero este es el meollo. En alguna ma?anera el presidente improvis¨® sobre el posible tipo de preguntas del cuestionario: ?Los conoces? ?Qu¨¦ opini¨®n tienes de ¨¦l/ella? ?Es cercano/a a la gente? ?Es honesto? ?Te gustar¨ªa que fuese candidato/a? ?Votar¨ªas por ¨¦l/ella? El problema reside en ponderar las respuestas frente a resultados ambivalentes: por ejemplo, a uno lo conocen m¨¢s, pero les gusta menos; o votar¨ªan por ¨¦l/ella aunque saliera menos honesto, etc. Definir un candidato a partir de varias preguntas supone una dosis de subjetividad que generar¨¢ suspicacias. Ni siquiera lo salva una ponderaci¨®n definida de antemano, porque el tipo de preguntas y el peso de cada una favorece o perjudica determinados rasgos, distintos, atribuidos a cada uno de los tres.
2.- La encuesta respald¨® una decisi¨®n pol¨ªtica. Se dej¨® que el resultado de los sondeos se impusiera porque el centro necesitaba garantizar el triunfo. Es decir, se prefer¨ªa a Ricardo Mej¨ªa, pero exist¨ªa el riesgo de que este resultara derrotado frente al candidato de la oposici¨®n (que incluso podr¨ªa haber sido Guadiana mismo). Si tal fue el caso, podr¨ªa tener pocas consecuencias en la elecci¨®n federal: tanto Claudia como Marcelo ganar¨ªan sin dificultad a los candidatos de la oposici¨®n; el riesgo no jugar¨ªa en la decisi¨®n (salvo, claro, que se tema que uno de ellos sea arropado por la oposici¨®n, pero esa es otra historia).
3.- La hip¨®tesis c¨ªnica: se dej¨® triunfar a Guadiana para legitimar el proceso presidencial del pr¨®ximo a?o. En esta versi¨®n se habr¨ªa sacrificado Coahuila (es un decir, de cualquier manera, queda en manos de Morena), para mostrar que no es la voluntad del presidente sino el voto popular lo que define al candidato. Un argumento para esgrimir dentro de ocho o nueve meses cuando Morena elija al candidato presidencial.
Lo dicho, la resoluci¨®n de la candidatura de Coahuila arroja luces y sombras sobre lo que habr¨¢ de venir, al menos en alguno de los tres escenarios aqu¨ª adelantados. ?Por cu¨¢l se inclina?
@jorgezepedap
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