La fe vuelve caminando al valle de Talpa
Tras tres a?os de ausencia por la pandemia, m¨¢s de cuatro millones de personas recorren la Ruta del Peregrino en el Estado de Jalisco
Cae una luz c¨¢lida y amarilla sobre la copa de los ¨¢rboles en el cerro del Obispo, en el municipio de Ameca, que da la bienvenida a quienes inician en su falda la Ruta del Peregrino, un trayecto de 117 kil¨®metros que cruza valles, r¨ªos, laderas y senderos inclinados, hasta llegar al santuario de la Virgen del Rosario en el municipio de Talpa de Allende, un peque?o poblado en la regi¨®n Sierra Occidental del Estado de Jalisco, M¨¦xico. Los caminantes preparan sus mochilas con lo elemental y lo m¨¢s importante, la burrita, una ra¨ªz de bejuco que servir¨¢ de bast¨®n y ser¨¢ la compa?era inseparable los siguientes d¨ªas, tras el banderazo de salida, durante tres jornadas de viaje por imponentes paisajes.
Algunos lo recorrer¨¢n en dos d¨ªas, otros en cuatro, todo depende de la edad y la condici¨®n f¨ªsica. En el camino todos son diferentes, hay personas de 75 a?os que van a paso lento y j¨®venes a toda prisa con sus bocinas al hombro, sonando fuerte la canci¨®n de moda: suena Bad Bunny, pero tambi¨¦n Juan Gabriel. El elemento en com¨²n que comparten los peregrinos es la fe, todo mundo va a dar gracias o a pedir para salvar algo, una enfermedad, un trabajo, los ex¨¢menes: ¡°No pude venir por dos a?os y ten¨ªa la necesidad de volver¡± dice, Luis Vargas, un hombre de Zapopan que lleva varios a?os yendo al santuario. No pide nada, hace a?os rog¨® por una tragedia familiar que no quiere recordar, ya la olvid¨®, pero le qued¨® la fe, la necesidad de volver a?o tras a?o a ¡°sufrir en el camino¡±.
Un ni?o de siete a?os se queja con su madre porque est¨¢n a punto de comenzar la subida al Espinazo del diablo, punto cumbre del recorrido, el tramo m¨¢s encrespado, donde la gente tiene que ayudarse con cuerdas para poder subir. La fila de peregrinos se aglomera, los primerizos no pueden creer que por ah¨ª siga el camino, los m¨¢s experimentados r¨ªen y aseguran que hac¨ªa tiempo que no hab¨ªa tanta gente. Las voces se mezclan entre s¨ª, hay risas de nerviosismo, algunos se?alan que no van a poder. ¡°Si nos caemos, ya no seguimos caminando¡±, se conforman otros. Se han cumplido ya m¨¢s de 23 horas de ruta y es esta cuesta la que pone la fe a prueba, podr¨ªa decirse que el sol es el gran enemigo, pero no. La fila que espera para escalar no disminuye al caer la tarde ni al llegar la madrugada, todo el d¨ªa y toda la noche siguen pasando los peregrinos.
La historia concuerda en que esta tradici¨®n comenz¨® hace 200 a?os, cuando los ind¨ªgenas tarascos trajeron la primera imagen de la Virgen tallada en madera. Ah¨ª se corri¨® la fama de que era milagrosa, por ello comenzaron a venir de todos los pueblos aleda?os y la peculiar romer¨ªa se extendi¨® hasta el d¨ªa de hoy.
Al camino le acompa?an leyendas de fantasmas, esp¨ªritus, milagros y dem¨¢s an¨¦cdotas inexplicables. No en vano se est¨¢ recorriendo la tierra de Juan Rulfo y los cuentos mitigan el cansancio y hacen m¨¢s llevadero el peregrinaje.
Al amanecer del tercer d¨ªa, don Gabriel ingresa al pueblo de Talpa de Allende, va cansado, caminando con dolor en las piernas, las rodillas se doblan un poco. A un lado, su compa?era parece m¨¢s entera, llevan a?os cumpliendo con la ruta, no se rinden, son de los experimentados y quiz¨¢s por eso pregonan la frase que han mandado imprimir en sus playeras: ¡°El dolor es temporal, pero la experiencia dura para siempre¡±
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