Uno de los militares de los asesinatos de mayo en Nuevo Laredo: ¡°Identifico al sargento disparando a los civiles que est¨¢n en el muro¡±
Las declaraciones de media docena de militares, a las que ha tenido acceso EL PA?S, dibujan el caos del operativo, que acab¨® con cinco civiles sometidos muertos. Los testimonios se?alan la implicaci¨®n incluso de un coronel del Ej¨¦rcito
Las declaraciones de seis militares del 5? Batall¨®n de Fuerzas Especiales, vinculados al presunto asesinato de cinco civiles el 18 de mayo, en Nuevo Laredo, en el norte de M¨¦xico, dibujan el caos del operativo previo, con el incumplimiento de ¨®rdenes por parte de los soldados, armas que se traban y la presencia de mandos en el terreno, desconocida hasta ahora. Los testimonios, a los que ha tenido acceso EL PA?S, forman parte de la indagatoria que abri¨® la propia Fiscal¨ªa de Justicia Militar, despu¨¦s de que este diario publicara un v¨ªdeo, el 6 de junio, en que se ve c¨®mo soldados disparan aparentemente contra los cinco civiles sometidos.
Acostumbrada a acusaciones contra militares por violaciones a derechos humanos, el caso ha generado revuelo en la sociedad mexicana, que no suele atestiguar pruebas tan contundentes de su mal actuar. Al d¨ªa siguiente de la publicaci¨®n del v¨ªdeo, el presidente, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, reconoci¨® que ¡°al parecer s¨ª hubo un ajusticiamiento¡± y se?al¨® que ¡°no se puede permitir este tipo de situaciones¡±. Pocos d¨ªas despu¨¦s, la Secretar¨ªa de la Defensa (Sedena) anunci¨® la detenci¨®n de 16 militares por delitos del fuero castrense, mientras aguardaba la acci¨®n de la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica (FGR). En las ¨²ltimas tres semanas, el Ej¨¦rcito ha movido adem¨¢s a sus mandos en Nuevo Laredo. El 1 de junio, cambi¨® al comandante de la Guarnici¨®n militar de la ciudad, el general Jorge Gonz¨¢lez. El d¨ªa 21, sustituy¨® al jefe del 16? Regimiento de Caballer¨ªa, el coronel H¨¦ctor Aldape.
Documentos que integran igualmente la indagatoria castrense muestran las contradicciones entre las versiones que dio el militar que inform¨® de lo sucedido a sus superiores y a las autoridades civiles, el teniente Jos¨¦ Luis N. En su informe a la Fiscal¨ªa civil, el teniente narra que una camioneta gris aceler¨® al ver los veh¨ªculos militares y luego choc¨®. En cambio, en su reporte a la autoridad militar, dice que ¡°al realizar reconocimientos motorizados sobre calle Prolongaci¨®n Monterrey, esquina con Emiliano Zapata¡±, fueron ¡°objeto de una agresi¨®n por parte de civiles armados¡±, lo que habr¨ªa propiciado la persecuci¨®n. Uno de los militares que declaran en la indagatoria s¨ª habla de disparos iniciales por parte de los civiles. El resto, no.
De entre las seis declaraciones destacan la del sargento B. J., que iba al mando de uno de los tres veh¨ªculos implicados en el operativo. B. J. se?ala directamente a dos compa?eros, con nombre y apellidos, de disparar contra los civiles sometidos, entre otras acusaciones. Resulta relevante tambi¨¦n la del cabo D. V., que se?ala que un coronel lleg¨® en apoyo con otros cuatro veh¨ªculos, justo cuando acab¨® la balacera entre el primer grupo de militares y un grupo de civiles armados que, supuestamente, se acerc¨® al lugar a tratar de rescatar a sus compa?eros. Se trata presumiblemente del propio coronel H¨¦ctor Aldape. La supuesta presencia del coronel all¨ª era desconocida hasta ahora.
Varios militares se?alan adem¨¢s que sus armas se encasquillaron en plena reyerta, poniendo en peligro sus vidas y las de sus compa?eros. As¨ª, por ejemplo, el mismo sargento B. J. dice que ¡°aproximadamente a 100 metros de donde nos encontr¨¢bamos, personal armado a bordo de una camioneta civil, azul oscuro, realizaba disparos en direcci¨®n a donde nos encontr¨¢bamos (...) Momento en que mi arma larga presenta fallas por trabarse el cerrojo, por lo que procedo a golpearla contra el suelo y se destraba¡±. El cabo D. V. cuenta, por su lado: ¡°Los cabos Q. y C. repelieron la agresi¨®n, pero luego se encasquillaron sus armas. "
Los militares implicados en la persecuci¨®n y las presuntas ejecuciones pertenecen al 5? Batall¨®n de Fuerzas Especiales, con sede en Temamatla, en el Estado de M¨¦xico. Los entrevistados se?alan que el operativo inici¨® con una persecuci¨®n. Comisionados a Nuevo Laredo y Reynosa desde el 3 de abril, en apoyo a los cuarteles que operan habitualmente en la regi¨®n, los militares, 17 en total, observaron una camioneta negra que, al verlos, se dio a la fuga. No est¨¢ claro si los civiles dispararon o no, pero ellos les siguieron, pese a la prohibici¨®n expresa de los mandos de evitar persecuciones, referidas por todos los entrevistados. La persecuci¨®n acab¨® cuando la camioneta negra de los civiles choc¨® contra la barda trasera de un centro comercial.
Despu¨¦s del choque, parte de los militares, repartidos en tres veh¨ªculos, sacaron a los civiles de la camioneta. Les desarmaron. Luego los golpearon y colocaron junto al muro. Minutos m¨¢s tarde, refieren los soldados, alguien empez¨® a dispararles desde alg¨²n punto indeterminado, del lado norte. Varios de ellos, al menos siete, estaban junto al muro y el veh¨ªculo chocado. Algunos soldados disparaban en diferentes direcciones, la mayor¨ªa hacia el norte y el noroeste. Al menos dos lo hacen supuestamente contra el muro donde estaban los civiles sometidos, mat¨¢ndolos.
Mientras los militares que estaban junto al muro disparaban, el resto se enfrentaba a un grupo de civiles armados, unos 200 o 300 metros al norte. Los soldados eran all¨ª alrededor de 10, y se refugiaban en dos veh¨ªculos blindados, una Humvee y una Sandcat. En el v¨ªdeo, la Sandcat aparece primero junto al veh¨ªculo chocado del muro. Ante los disparos, la tanqueta marcha por la avenida en direcci¨®n norte, junto a la Humvee. En teor¨ªa, todos los militares, los del lado norte y los del choque, tiraban contra el mismo grupo, aunque en el v¨ªdeo nunca se ve a ning¨²n civil armado disparando contra los militares que estaban junto al muro del supermercado.
B. J. y A. L.
De los seis testimonios destaca el del sargento B. J., a cargo de uno de los tres veh¨ªculos, la Sandcat. El sargento B. J. se?ala directamente a dos compa?eros, un cabo y otro sargento, de disparar con sus armas contra los civiles. Para ese momento, los civiles ya estaban desarmados y sometidos, hincados contra la barda del centro comercial. Los cinco iban a bordo de la camioneta negra que se hab¨ªa estrellado minutos antes contra la barda. Este diario ha preferido usar solo las iniciales de los se?alados para preservar su derecho a la presunci¨®n de inocencia.
¡°Vi al cabo J. G., que estaba a la altura del poste de la puerta del copiloto, que efectuaba disparos en direcci¨®n al personal civil, por encima del toldo de la camioneta negra¡±, dice el sargento B. J. ¡°Tambi¨¦n vi al sargento A. L., que es el que se encuentra del lado del conductor, pegado al muro, maniobrando un arma corta y disparando en direcci¨®n a los civiles que se encontraban en el muro¡±, se?ala el sargento. El sargento B. J. da los nombres de sus compa?eros cuando el fiscal militar le muestra el v¨ªdeo. Luego dice que en su d¨ªa no se dio cuenta, porque estaba ¡°dando seguridad¡± a otro de los tres veh¨ªculos militares, una camioneta pick up Chevrolet Cheyenne.
El testimonio de B. J. es extraordinario por su franqueza. Adem¨¢s de los dos compa?eros que se?ala de disparar contra los civiles, acusa directamente al responsable de los militares aquel d¨ªa sobre el terreno, el teniente Jos¨¦ Luis N, de colocar armas previamente requisadas a los civiles, junto a sus cuerpos sin vida, situaci¨®n que puede verse en el v¨ªdeo. B. J. se?ala igualmente a otro compa?ero de golpear a los civiles, justo despu¨¦s de sacarlos de la camioneta estrellada, maltrato que se aprecia tambi¨¦n en las im¨¢genes. Por un motivo desconocido, el fiscal militar solo le muestra el v¨ªdeo a este sargento y no as¨ª al resto de militares entrevistados.
Uno de los dos que B. J. se?ala de disparar contra los civiles es el tambi¨¦n sargento A. L. En su declaraci¨®n, A. L. no dice una palabra de lo que supuestamente hizo. Este sargento iba a bordo del tercer veh¨ªculo implicado, una camioneta Chevrolet Cheyenne, junto al teniente N. y otros cinco compa?eros. La Cheyenne encabezaba la marcha y fue la que sigui¨® m¨¢s de cerca la camioneta negra donde iban los civiles armados. Cuando choc¨®, A. L. y sus compa?eros de veh¨ªculo fueron los primeros que llegaron, apuntando con sus armas, ¡°haciendo los comandos de voz mediante la persuasi¨®n, indic¨¢ndoles que descendieran del automotor, que ¨¦ramos elementos del Ej¨¦rcito mexicano y que se les respetar¨ªa la vida¡±, explica.
No dice mucho m¨¢s. Como sargento de sanidad, dice que el teniente N. le orden¨® que atendiera a uno de los civiles reci¨¦n bajados de la camioneta, herido por el choque. ¡°Instantes despu¨¦s comenzaron a dispararnos desde diferentes direcciones, comenzamos a repeler la agresi¨®n, posteriormente lleg¨® una base en apoyo y establece el per¨ªmetro de seguridad¡±, dice, en referencia a los hombres del coronel Aldape. ¡°Y luego arrib¨® un helic¨®ptero Black Hawk¡±, se?ala. Nada de los disparos contra los civiles.
D. V., el coronel Aldape y la denuncia
La supuesta presencia del coronel Aldape en el lugar de los hechos apenas minutos despu¨¦s de que ocurrieran lo pone en un aprieto. Aldape, se?alado semanas atr¨¢s por la matanza de cinco j¨®venes civiles desarmados que volv¨ªan de pasar la noche de una discoteca, se convirti¨® aquella tarde en el militar de mayor rango en el lugar de los hechos. Y aun despu¨¦s de las presuntas ejecuciones y el enfrentamiento, los militares habr¨ªan incurrido en delitos, con ¨¦l al mando.
Como se?al¨® este diario el 6 de junio, cuando public¨® el v¨ªdeo de lo ocurrido, adem¨¢s de los presuntos asesinatos, un militar coloc¨® fusiles requisados al grupo de la camioneta chocada, junto a sus cuerpos inertes. El sargento B. J. dice que ese militar fue el teniente Jos¨¦ Luis N. La duda es si ese episodio ocurri¨® cuando Aldape estaba ya presente en el lugar de los hechos. Las im¨¢genes del v¨ªdeo sugieren que no. La secuencia muestra que el teniente N. habr¨ªa colocado las armas junto a los cad¨¢veres entre las 14.54 y las 14.56, apenas cinco minutos despu¨¦s de la reyerta, antes de la llegada de Aldape.
Otra cosa es lo que ocurre ya m¨¢s tarde, pasadas las 16.00, con el coronel y su gente ya en el lugar de los hechos. Para ese momento, la ambulancia que ha acudido al lugar, a llevarse al ¨²nico herido civil al hospital, ya se ha marchado. Los militares esperan a los fiscales, que llegar¨¢n m¨¢s tarde a analizar la escena. En ese momento, varios militares se percatan de que uno de los cuatro civiles muertos todav¨ªa lleva puestas unas esposas. Uno de ellos saca unas llaves y se las quita. Para ese momento, el coronel, presumiblemente Aldape, ya estaba all¨ª.
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