Qu¨¦ cara les sale a las mujeres la paridad de g¨¦nero
Las candidatas elegidas por Morena tendr¨¢n que bregar con el estigma de contender gracias a un mecanismo de justicia disfrazado de caridad
La paridad impuesta por ley en las candidaturas electorales no es ning¨²n favor para ellas, aunque tantos se empe?en todav¨ªa en hacer una lectura machista de esto. Es simple y llanamente, vamos a repetirlo, una cuesti¨®n de justicia hist¨®rica y actual. Pero qu¨¦ caro les cuesta a las mujeres, qu¨¦ caro. Clara Brugada, la candidata electa de forma tard¨ªa por Morena a la capital del pa¨ªs, ha perdido las encuestas por 14 puntos respecto a Omar Garc¨ªa Harfuch, un la...
La paridad impuesta por ley en las candidaturas electorales no es ning¨²n favor para ellas, aunque tantos se empe?en todav¨ªa en hacer una lectura machista de esto. Es simple y llanamente, vamos a repetirlo, una cuesti¨®n de justicia hist¨®rica y actual. Pero qu¨¦ caro les cuesta a las mujeres, qu¨¦ caro. Clara Brugada, la candidata electa de forma tard¨ªa por Morena a la capital del pa¨ªs, ha perdido las encuestas por 14 puntos respecto a Omar Garc¨ªa Harfuch, un lastre con el que ahora tendr¨¢n que bregar durante la campa?a ella y el partido. Morena, y las dem¨¢s formaciones pol¨ªticas en M¨¦xico y en medio mundo, echan toda la carne en el asador por sus candidatos masculinos y despu¨¦s venden la decisi¨®n final, y obligada por ley, como si fueran los m¨¢s feministas del planeta, cuando lo ¨²nico que hacen es poner en rid¨ªculo a las mujeres, venderles caro lo que ellas solas podr¨ªan ganar si no les pusieran palos en las ruedas. La justicia disfrazada de caridad. Hasta cuando las leyes son justas para las mujeres, consiguen que las perjudiquen.
Si Morena no hubiera sucumbido a los cantos de sirena que dec¨ªan que Harfuch pod¨ªa ganar la ciudad para ellos, las cosas habr¨ªan sido muy distintas. Pero cuando un partido se empe?a en un candidato, a nadie puede extra?arle despu¨¦s que la encuesta arroje resultados esperp¨¦nticos como que la poblaci¨®n considere a Harfuch m¨¢s honesto que Brugada, marcado como est¨¢ el aspirante, aunque sea lateralmente, por el caso Ayotzinapa, nada menos. O que opinen que ¨¦l es m¨¢s cercano a la gente, un se?or que se ha pasado todo su mandato como jefe de la Polic¨ªa encerrado en sus cuarteles debido al riesgo que corr¨ªa por las amenazas del narco. Si hasta en la campa?a interna muchos se preguntaban c¨®mo har¨ªa el pobre para salir a las calles sin poner su vida en peligro. La ciudadan¨ªa, en la encuesta, ha considerado tambi¨¦n que Harfuch se identifica m¨¢s con los valores del partido que Brugada. Casi parece un chiste. La antinatural apuesta por este hombre ha dividido al partido dram¨¢ticamente en las ¨²ltimas semanas, entre quienes sab¨ªan que Brugada encarnaba como nadie el proyecto obradorista y quienes optaron por seguir ciegamente las directrices emanadas del comit¨¦ central.
Es obligado reflexionar sobre las encuestas. No hay primarias, en ninguna parte, que no acaben favoreciendo los deseos del n¨²cleo duro del partido. Y si la militancia impone lo contrario con sus votos o mediante una consulta popular, los mandamases se encargar¨¢n de arreglarlo despu¨¦s a su gusto. Las primarias son tan democr¨¢ticas como falsas, porque vienen con las cartas muy marcadas, siempre. Los partidos no est¨¢n por la labor de que el pueblo decida por ellos qui¨¦n puede o debe ganar las elecciones. Y esos partidos, gobernados por hombres, casi siempre creen que los hombres ser¨¢n m¨¢s ganadores que las mujeres. Y as¨ª pasan los siglos. Solo cuando el partido, o el l¨ªder en turno, cree que una mujer podr¨¢ traer m¨¢s beneficio electoral o personal, saldr¨¢ elegida sin duda ninguna, con encuestas o sin ellas. Y eso ocurre muy, muy pocas veces. Podr¨ªa decirse que solo se da la circunstancia cuando los resultados que aporta esa mujer se hacen tan obvios que m¨¢s vale no torcer la direcci¨®n.
Brugada, Alma Alcaraz y Claudia Delgadillo, las tres mujeres a las que Morena se ha visto obligado a ceder el paso respecto a los hombres, tendr¨¢n ahora que convivir con ese estigma de la candidatura regalada, de la falta de m¨¦rito premiada, de los resultados manipulados a su favor. Y si pierden las elecciones en 2024 tronar¨¢n los agoreros: ¡®Nos lo hemos buscado por ponerlas en el cartel sin haber ganado la encuesta¡¯, dir¨¢n. Nada de eso ser¨¢ cierto. Solo el d¨ªa en que las candidaturas, los gobiernos, las universidades, las empresas y cualquier otra organizaci¨®n est¨¦n bajo el mando de mujeres idiotas, incapaces, soberbias o brillantes, se habr¨¢ conquistado la igualdad.
El debate en la Sala Superior del Tribunal Electoral donde se decidi¨® el pasado mi¨¦rcoles que en las nueve gubernaturas en juego los partidos deb¨ªan postular como m¨ªnimo a cinco mujeres, todos repitieron que eso era un piso, no un techo, es decir, que si quer¨ªan designar a nueve, mejor que mejor. Qu¨¦ ilusos quienes as¨ª lo cre¨ªan. Los partidos solo postulan a mujeres que han tenido que ganar su carrera pol¨ªtica con m¨¢s esfuerzo que un parto, y ni as¨ª. Vean el ejemplo de Yucat¨¢n, el ¨²nico Estado de los concernidos en las pr¨®ximas elecciones que ha legislado sobre la paridad. En Yucat¨¢n, la ley local dio margen a los partidos para que en 2024 presentaran el sexo que les diera la gana para la gubernatura. Ya en 2030 deber¨ªan alternarlo. ?Y esa concesi¨®n a qu¨¦ se debe? ?Por qu¨¦ les otorgan esa gracia cuando ya la Constituci¨®n establece la paridad desde hace tiempo? Porque consideran, muy paternalistas ellos, que las mujeres quiz¨¢ no est¨¢n preparadas todav¨ªa, cuando son los dirigentes quienes no est¨¢n preparados para ceder sus privilegios masculinos. Porque entienden que no hay prisa, que si las mujeres han esperado siglos para sustantivar sus derechos bien pueden aguardar otro sexenio. Y as¨ª ocurre que, despu¨¦s de 70 a?os desde que M¨¦xico consagr¨® el derecho de las mujeres a ser electoras y elegidas, solo ha habido 16 gobernadoras. ?En 70 a?os, empiecen a contar sexenios y gubernaturas!
La magistrada del Tribunal Electoral M¨®nica Soto defendi¨® con excepcional brillantez la necesidad y la obligaci¨®n de que fueran cinco mujeres en liza por cada partido en esta ocasi¨®n, y no cuatro, como deseaban las formaciones pol¨ªticas. Soto no se fiaba de que la voluntad masculina que todo lo preside rompiera el suelo nombrando m¨¢s mujeres que hombres para estos comicios. Y qu¨¦ raz¨®n ten¨ªa. Las mujeres han conquistado con dolor b¨ªblico el suelo, pero est¨¢n muy lejos de tocar el cielo.
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