Arturo, Lino, Magdalena: las personas sin hogar que duermen el frente fr¨ªo en la capital
Algunas de las m¨¢s de 6.000 personas sin techo de Ciudad de M¨¦xico cuentan qu¨¦ los llev¨® a las calles y c¨®mo es pernoctar con bajas temperaturas
Arturo cierra los ojos por el d¨ªa y por la noche los abre para caminar por las calles de Ciudad de M¨¦xico mientras no deja de beber. Magdalena Dom¨ªnguez duerme abrigada bajo un falso techo de la Zona Rosa entre los anillos y espejos que vende. Lino Flores y su pareja, Blanca Olivia, tienen una estructura de cartones para desviar el viento g¨¦lido de la noche. En pleno frente fr¨ªo, las m¨¢s de 6.000 personas que viven en las calles de la capital pasa...
Arturo cierra los ojos por el d¨ªa y por la noche los abre para caminar por las calles de Ciudad de M¨¦xico mientras no deja de beber. Magdalena Dom¨ªnguez duerme abrigada bajo un falso techo de la Zona Rosa entre los anillos y espejos que vende. Lino Flores y su pareja, Blanca Olivia, tienen una estructura de cartones para desviar el viento g¨¦lido de la noche. En pleno frente fr¨ªo, las m¨¢s de 6.000 personas que viven en las calles de la capital pasan una de las peores ¨¦pocas del a?o por las bajas temperaturas, que cada a?o dejan numerosas v¨ªctimas de hipotermia.
El nexo com¨²n entre de las historias de estas personas sin hogar es la Parroquia de Nuestra Se?ora del Sagrado Coraz¨®n, chiquitita al lado de los altos edificios de la avenida Reforma. C¨¦sar C¨¢rdenas, responsable en M¨¦xico de Sant¡¯Egidio, una asociaci¨®n laica que desarrolla programas sociales a nivel internacional, explica la complejidad del d¨ªa a d¨ªa de las personas a las que ayuda: ¡°El drama de alguien que est¨¢ en la calle es complejo. A veces se inventan un nombre o lo crean. Su personalidad va m¨¢s apegada a lo que han vivido en la calle que cuando tuvieron otra vida¡±.
Arturo es un joven de 24 a?os que se invent¨® un nombre ficticio para no dar el suyo. No est¨¢ en su casa por sus adicciones. ¡°Soy alcoh¨®lico y drogadicto, tom¨¦ malas decisiones y perd¨ª a toda mi familia¡±, asume. Para evitar el fr¨ªo, duerme por el d¨ªa y recorre las avenidas por la noche, dice con un cabestrillo que le aguanta su mano izquierda, que est¨¢ bastante morada. Lo intentaron apu?alar por un trago de alcohol y al caer se disloc¨® la mano.
-?Por qu¨¦ cuentas todo esto?
-Me alivia, porque a veces me dan ganas de llorar.
El punto en com¨²n de muchas personas que duermen en la calle es que suelen venir de familias disfuncionales. Arturo, hijo de una salvadore?a y un guerrerense, fue condenado a nueve a?os de c¨¢rcel por el asesinato de dos hermanas de 3 y 14 a?os cuando ¨¦l ten¨ªa 16. El joven dice que esa noche, en esa casa de Ixtapaluca, ¨¦l no cometi¨® los homicidios. Acusa al padre de un amigo suyo que lo acompa?¨® a prisi¨®n.
Pas¨® nueve a?os en la c¨¢rcel y se cas¨® con la abogada que lo defend¨ªa. Tuvieron una hija, que ahora tiene tres a?os. Por los problemas con el alcohol y las drogas, su esposa lo ech¨® de casa. Y no volver¨¢ a menos que entre otra vez en un centro de rehabilitaci¨®n.
En Ciudad de M¨¦xico, la ¨²ltima estimaci¨®n disponible, de 2018, contabiliz¨® a 6.754 personas ¡°integrantes de poblaciones callejeras¡±. Solo 3 de cada 10 estaban en albergues. C¨¢rdenas dice que la situaci¨®n empeor¨® tras la pandemia. Antes de la covid-19 daban 70 comidas. En 2023 la fila por fuera de la iglesia de paredes blanquecinas es de unas 350 personas sin hogar. Lo peor son los perfiles de quien viene a llevarse algo a la boca. ¡°Aument¨® mucho la gente en edad productiva, de entre 20 y 50 a?os¡±, detalla.
Para que puedan combatir frentes fr¨ªos como el que azota estos d¨ªas la capital, Sant¡¯Egidio reparte cobijas, pantalones y chamarras para que las personas sin hogar duerman un poco mejor en las banquetas.
Los lunes y los mi¨¦rcoles, en la calle G¨¦nova, los voluntarios sirven un suplemento alimenticio espeso en las botellas de Coca-Cola, vasos de yogur o cualquier recipiente que traen los que componen la fila. Al final les espera una torta y una gelatina. Una cena muy distinta a la que tendr¨¢n el d¨ªa de navidad si acuden a la sede de Sant¡¯Egidio. ¡°Los d¨ªas de fiesta son los m¨¢s crueles para las personas que viven en la calle. Por eso organizamos una comida el d¨ªa 24¡å, explica C¨¢rdenas.
El coordinador ve muchas caras conocidas cada Nochebuena. ¡°Lo que alguien normalmente hace en su casa, como ducharse, ver la tele o divertirse, ellos lo hacen en la calle. Poco a poco, el rostro de una persona va perdiendo la dignidad. En lugar de encontrar una salida encuentran un arraigo a la calle¡±, explica.
Lino Flores y Blanca Olivia llevan m¨¢s de 25 a?os viviendo sin techo. El capitalino de 54 a?os y la oaxaque?a, que no quiere decir su edad, son novios desde hace ¡°mucho tiempo¡±. Para combatir el fr¨ªo tienen un peque?o armaz¨®n de cartones cerca de la estaci¨®n de metro de Salto del Agua. ¡°Protege del viento. Adem¨¢s, un maestro de la escuela Vizca¨ªna me regal¨® un cobertor¡±, explica Flores con un gorro y guantes que le protegen del fr¨ªo.
La pareja se dedica a recoger botellas de pl¨¢stico. ¡°Por cada kilo nos dan unos 4,50 pesos¡±, revela el hombre. Cuando se conocieron, la situaci¨®n era muy distinta. ¡°Trabaj¨¢bamos juntos limpiando en el SAT [Servicio de Administraci¨®n Tributaria] de Hidalgo. Entonces le dije a una compa?era ¡®Oye, ?qu¨¦ onda con tu amiga¡¯?.¡±, explica flores. Luego los separaron, pero volvieron a encontrarse en otra sede. Incluso cuando todav¨ªa trabajaban en las oficinas, tuvieron que irse a vivir a la calle.
Una de las personas que no est¨¢ en la fila de la iglesia es Magdalena Dom¨ªnguez. Es una de las m¨¢s de 860 mujeres que vive en la calle, una situaci¨®n que normalmente le toca sufrir a los hombres. Casi 9 de cada 10 personas sin hogar son de g¨¦nero masculino.
Dom¨ªnguez trabaja y duerme bajo el techo exterior de una dependencia p¨²blica de la Zona Rosa. Ri¨¦ndose dice que tiene 48 a?os, y lleva m¨¢s de 30 en la calle. Con varias chamarras sobre las piernas, cree que en octubre hace m¨¢s fr¨ªo. ¡°Yo buscaba trabajo, lo encontr¨¦, me echaron y luego ya no¡±, describe sobre porque vive en la calle.
Para comer cada d¨ªa vende anillos de colores, espejos o encendedores. Es una de esas muchas personas que vino de fuera a la capital por trabajo, en este caso de Iz¨²car de Matamoros, en Puebla, y termin¨® durmiendo en la calle. Por la noche, se protege con dos cobijas.
Las estimaciones de la ONG El Caracol, que tiene como misi¨®n la visibilidad de las poblaciones callejeras, estima que entre 2018 y 2023 murieron 3.599 personas sin hogar en todo el pa¨ªs. Una cifra que ha aumentado en los ¨²ltimos tres a?os, tras la pandemia. Casi 200 personas han fallecido por hipotermia, un riesgo en los fr¨ªos d¨ªas de invierno.
C¨¢rdenas termina con una reflexi¨®n propia tras muchos a?os de ayuda a estas personas: ¡°Estamos llenos de prejuicios. ¡®Este es un borracho, un drogadicto, eligi¨® vivir as¨ª'. Para cuidar a las personas de calle necesitas un trabajo muy humano y muy personalizado, y las pol¨ªticas p¨²blicas escapan de eso. Al final es una tarea del Gobierno, pero tambi¨¦n de la sociedad¡±.
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